CHICOS: I. EL MARICÓN DE LA FAMILIA
( Relatos Gay )
I. EL MARICÓN DE LA FAMILIA
Prostitución masculina
EL MARICÓN DE LA FAMILIA siempre he sido yo, y es toda la verdad. Resulta que no solamente lo soy, sino que, además, me gusta serlo. Las opiniones comenzaron a cambiar cuando yo me iba comprando ropa para vestir en todos los estilos, prêt à porter, de sastre, casual, chic, ropa interior de buenas marcas y atrevida. Claro en casa veían todo, lo que vestía por fuera era evidente; no tan evidente lo que vestía por dentro, pero como se tendía la ropa lavada, todo se hacía evidente. Cuando se acostumbraron a mí fue del todo normal ir por casa en tangas o suspensorios o pequeños slips dorados y plateados con el paquete bien marcado, incluso me compré prendas con lentejuelas y encajes; eso solía hacer. Mis padres se acostumbraron siempre y no renegaron nunca de nada porque de vez en cuando les daba un puñado de billetes, ningún billete menor de cincuenta. Eso ya me hacía muy buen hijo. «¡Poderoso caballero es don Dinero!».
Un día mi hermano mayor, Leonardo —Leo en casa y para los amigos—, me preguntó cómo ganaba tanto dinero, se lo expliqué y quiso entrar en la compañía. Para eso tuve que hacer un entrenamiento con él a fin de saber si podría o cómo podría actuar. ¡Joder, Leo era bueno!
Cuando ya llevaba tres meses trabajando conmigo, ¡joder!, era el mejor chupaculos que había tenido trabajando en mi coño. Mi pequeño pene estaba todo relajado y podía ver que Fernán Salinas en la cama también se estaba metiendo en él. Se veía duro como una roca. Si las cosas salían como solían salir con Salinas, estaría en mi barriga en cinco minutos, con la polla de Leo saliendo por mi agujero mientras Salinas se follaba a mi hermano mayor.
Que Salinas se follara a mi hermano y mi hermano a mí era cosa que me favorecía, porque mi cliente fijo Fernán Salinas, cuando trabajaba yo solo ante mis clientes, me había metido su monstruosa polla de 22,86 cm en mi propio coño más veces de las que me importaba contar y siempre me dolía. Siempre me dolía, no me podía acostumbrar por la forma en que Salinas lo hacía, me penetraba todo el tiempo, me golpeaba los labios del ano y se reía mientras lo hacía, no solo a mí, el chico que se estuviera follando gritaba de dolor sin parar. Pero al menos esta vez como venía ocurriendo en estos últimos meses, sería Leo quien llevaría la peor parte del asalto, sería el coño de mi hermano el que se estaba estirando y no mi propio coño.
Tener a Leo trabajando conmigo ha demostrado ser sorprendentemente exitoso, pues lo que comenzó para apoyar a mi hermano, inventamos el número “los hermanos” y eso les gustó a los clientes. Muchos más clientes míos han estado dispuestos a desprenderse de cien dólares extra por sesión de lo que hubiera imaginado. Por supuesto, no es sólo la adición de un segundo chico prostituto lo que parece excitarlos, sino el hecho de que la puta adicional es mi hermano. Parece excitar a mis clientes tener dos hermanos a su disposición; dos hermanos a los que pueden ordenar que se follen, o que se den nalgadas, o que abusen el uno del otro, como quiera el cliente. Asumí que estar dos hermanos atendiendo a un cliente significa que el cliente nos folla a cada uno de nosotros, uno después del otro, el hermano que no tiene en uso, o le está chupando las pelotas al cliente o comiéndole su culo, o tal vez alimentando con su polla a su hermano por la boca mientras este tiene su coño escarnecido por el cliente. Y eso sucede, no se me entienda mal, esto significa que han de pagar por dos y un extra por ser hermanos. Luego suele caer en algunos la propina por quedar satisfechos
Pero lo que pasa más a menudo es tener un cliente que quiere follarme mientras yo follo con Leo o que quiere follar con Leo mientras Leo me abre el agujero del culo. Mis clientes se divierten mucho haciendo que Leo y yo nos follemos el coño primero uno y luego el otro. Como las cosas han resultado, Leo y yo nos follamos una docena o más veces cada semana mientras trabajamos, lo cual es más de lo que yo me he tirado a nadie en mi vida, incluso más de lo que Leo se folla a su propia esposa, Lola.
La primera vez, durante nuestra sesión de práctica fue incómodo follar con mi hermano, aunque algo tuvo también de emocionante. Lo hice porque quería preparar a Leo para lo que tenía que esperar si iba a trabajar conmigo, y también para asegurarme de que Leo estaba a la altura del trabajo. No sospeché que esa primera sesión sería un modelo para la mayoría de nuestras interacciones con nuestros clientes. Ahora, follar con mi hermano o hacer que me folle, parece la cosa más natural del mundo. Tanto es así que hemos empezado a jugar juntos incluso cuando no estamos actuando para nuestros clientes.
Por supuesto, en este negocio lo último que nos preocupa es la necesidad de conseguir una polla. Lo que verdaderamente interesa es conservar frescas las pelotas almacenando el semen, tanto cuanto puedas, porque la mayor parte de los clientes quieren vernos disparando, no dos bolitas, sino una buena carga de esperma mientras te tocan las pelotas, lo cual no es tan fácil si estás trabajando con un tipo como Salinas, que tiene un enorme "polla de burro" que usa como si fuera un toro furioso cuando está follando tu culo. Afortunadamente para mí, le ha gustado mucho el "pequeño y bonito rabo de Leo", como le gusta llamarlo a Salinas, y Leo es siempre el que tiene que recibir la primera tanda de follada, aunque cuando el tipo está especialmente cachondo, es mi culo el que va a recibir la segunda follada. Espero que esta noche Salinas esté satisfecho con una sola vez, porque mi propio culo ya está súper dolorido por la follada que me ha dado Lalo Fernández hace menos de una hora.
Sé que muchos jóvenes piensan que prostituirse es una forma fácil de ganar mucho dinero y, en cierto sentido, lo es. Mi cuenta bancaria donde ahorro en orden al futuro acaba de pasar los 40.000 euros, sin escatimar en gastos personales y Leo ya ha ganado lo suficiente para comprarse un coche nuevo, si Lola, su mujer, está de acuerdo. Una cosa que no quiero que ignore nadie que me lea es que Leo está casado con Lola, una amiga mía y me han hecho por dos veces tío, porque tengo unos sobrinos que son una preciosidad. Lola está embarazada de cuatro meses cuando escribo esto y aun no sabe del trabajo extra de su esposo Leo.
Pero la prostitución es un trabajo duro. E incluso después de aprender a lidiar con la constante humillación de tener que abrirse de piernas y dejar que otro tipo te folle como una perra, está el desgaste diario de tu cuerpo. Y no es sólo tu coño, aunque tu agujero del culo ciertamente se lleva la peor parte. Mis pezones se ponen doloridos e hinchados casi todo el tiempo y hay días en los que mi culo está tan sensible después de que un par de clientes me follan tan brutalmente que parece que me lo hayan dejado con rayas y moretones, lo cual es doloroso al ponerse los pantalones cortos. Ahora bien, admito que si se puede soportar el dolor y las humillaciones diarias cuando sirves como un vertedero de semen para extraños, puedes ganar mucho dinero, siempre que ofrezcas algo que el cliente quiera. Y, afortunadamente para mí y Leo, es obvio que lo estamos haciendo.
Como he dicho, Leo me ha sorprendido de verdad…, en más de un sentido. Después de nuestra primera sesión juntos, estaba algo preocupado. No es que fuera incómodo e incierto solamente, lo cual no fue tan sorprendente considerando que era la primera vez que él lo hacía con otro macho. La inexperiencia puede ser muy excitante para los clientes que pagan, como descubrí yo mismo cuando empecé a mover mi trasero. A muchos tipos les gusta tirarse a un chico hetero que está avergonzado e inseguro de sí mismo. Y ni siquiera era que la técnica de Leo no estuviera tan pulida aunque, para ser honesto, su modo de chupar pollas todavía podría mejorar mucho. Me preocupaba más que Leo no estuviera a la altura de la carga física y psicológica que este trabajo puede suponer. Y Leo lo pasó verdaderamente mal y difíciles le fueron los dos primeros días. Tuvo mala suerte con uno de los primeros clientes que tuvo que atender, el animal de Remy Giménez.
Remy Giménez es un tipo blanco, de cincuenta y tantos años, con una enorme polla de al menos unos 25,5 cm de larga y súper gruesa. Tuvo también un par de clientes negros, uno de ellos es Fernán Salinas, cuyas pollas eran casi tan grandes como la de Giménez, pero ninguno de ellos empuñaba nunca sus palos con la ferocidad cruda y sostenida que Giménez mostraba rutinariamente. Incluso después de dos años de tomar pollas prácticamente todos los días, mi coño sigue doliendo dos días después de darle servicio. Y, tuvo la mala suerte de que Remy Giménez fue nuestro primer cliente en el segundo día de trabajo de Leo.
El primer día de Leo había sido duro para él, aunque considerando todo, había manejado las cosas bastante bien. Ambos clientes se lo cogieron, como yo esperaba, aunque el segundo cliente de esa tarde hizo que Leo me follara a mí mientras él se follaba a mi hermano. Fue esta la primera penetración que me hizo mi hermano en el juego sexual entre hermanos que desde entonces se ha convertido en una parte integral de nuestras interacciones con nuestros clientes. Y, si bien pude notar que Leo estaba definitivamente sufriendo mientras me hacía su segundo coito en menos de dos horas, también fue bastante obvio que disfrutó de la oportunidad de estirar mi agujero del culo, devolviéndome las tornas por haberle echado la bronca durante nuestra primera sesión de entrenamiento; mi hermano es vengativo. Para ser honesto, dada la pequeña polla de mi hermano, ser follado por él fue pan comido y me sorprendí a mí mismo al disfrutar cuando Leo me follaba. El resultado final, sin embargo, fue que Leo tuvo un tiempo relativamente fácil en su primer día de trabajo como puta. Las cosas fueron muy diferentes en el segundo día.
Yo llevaba una camiseta vieja y unos pantalones cortos andrajosos y le dije a Leo que hiciera lo mismo porque sabía que a Giménez le gustaba empezar cada sesión desnudando a su perra y no le importaba mucho lo que le pasara a la ropa mientras lo hacía. En el momento en que Giménez entró en la habitación se metió contra Leo y literalmente le arrancó la camisa del pecho. Luego agarró los dos pectorales de mi hermano en sus manos y los apretó, con fuerza. Este era el movimiento de apertura estándar de Giménez y yo habría estado preparado para ello. Pero Leo no lo estaba y no podía evitar chillar de dolor y sorpresa. Desde donde yo estaba, podía decir, solo por el brillo de sus ojos, que Giménez estaba contento con la respuesta de mi hermano. Un momento después, se había deshecho de los pantalones cortos de mi hermano y estaba atacando violentamente al pene de Leo y a su coño al mismo tiempo. Esta vez Leo logró reprimir un grito pero no pudo evitar retorcerse en la incomodidad y con bastante vergüenza al ser abusado sexualmente por el hombre que la tenía más grande de cuantos hasta ese momento venían.
De repente, Giménez se acercó a la cama, se sentó y tiró de mi hermano sobre su regazo. Amasó y apretó bruscamente los dos traseros de Leo y luego bajó su mano derecha con fuerza hacia abajo en una bofetada punzante, haciendo que mi hermano chillara como un cerdo. Sonriendo, Giménez me miró.
— ¿A qué esperas, zorra? —preguntó—. Ven aquí y dame un espectáculo de striptease mientras le pulo el culo al marica de tu hermano.
— Sí, señor, —respondí inmediatamente, moviéndome delante del hombre para que me viera claramente mientras le hacía una ampolla a Leo.
Me preguntaba qué podía hacer para que mi striptease durara más de unos segundos, ya que estaba descalzo y sólo llevaba puesta mi camiseta y mis pantalones cortos. Pero se me ocurrió la idea de desnudarme como lo habría hecho cualquier gigoló. Me agarré de la camiseta y lentamente la rompí por la mitad, justo por delante. Y luego, con el pecho y los abdominales expuestos, comencé a abusar de mi propio cuerpo, pasando las manos por los abdominales, apretando los pectorales, pellizcando los pezones de mis tetas, ondulando mi cuerpo mientras hacía todo esto. Finalmente, me agaché con una mano, la pasé por debajo de mis pantalones y comencé a acariciar y jugar con mi polla, haciéndolo más difícil de lo que ya era. Pronto, pude oírme gemir mientras mi propia excitación sexual se elevaba a un nivel de fiebre.
Todo el tiempo que me estuve acariciando y excitándome, Giménez había estado acariciando el trasero de mi hermano, sus golpes se volvían cada vez más fuertes, aparentemente estimulados por el espectáculo de striptease que estaba haciendo frente a él. Leo ya estaba llorando, verdaderas lágrimas de dolor, lo cual no es sorprendente si se tiene en cuenta la fuerza bruta que Giménez estaba usando para bruñir sus bollos y, aunque yo estaba a un metro y medio de distancia, podía sentir el calor que emanaba de las magulladas y maltratadas nalgas de mi hermano. Afortunadamente para Leo el nivel de excitación sexual de Giménez subía tan rápido como el mío y de repente dejó de darle nalgadas al culo de mi hermano, empujando bruscamente a Leo de su regazo al suelo. Pude ver la lujuria desnuda en sus ojos mientras él gruñía:
— Quítate esa ropa, chico, y súbete a esta cama de espaldas, con el culo al aire.
— Sí, señor, —respondí, arrancando los pedazos de mi propia ropa y subiendo rápidamente a la cama.
Estaba en posición en sólo segundos y no le llevó a Giménez mucho más tiempo que eso de enterrar la polla en mi culo. Empezó a golpear mi agujero y en poco tiempo yo me quejé y me comporté como una pequeña zorra que se sacaba el coño, que, por supuesto, es lo que yo era en ese momento. Pude ver que Leo se había levantado del suelo. Estaba parado casi al lado de Giménez, sus ojos grandes como platillos mientras veía la enorme polla del hombre entrando y saliendo de mi coño tan rápido que era bastante borrosa. Seguía de pie cinco minutos más tarde cuando Giménez lanzó un gruñido bajo y profundo y disparó una enorme carga de esperma en mi agujero totalmente salvaje.
Ahora tengo que admitir que me sorprendió, no la violencia del asalto de Giménez a mi agujero de mierda, que fue más o menos SOP cuando Giménez me jodió, sino lo rápido que terminó. Una de las cosas que hizo que Giménez fuera un cliente tan difícil de atender fue su increíble resistencia y autocontrol. El hombre que normalmente me follaba puteándome durante treinta y cinco o cuarenta minutos, apenas se paraba a respirar, antes de que me descargara una abundante crema de semen en mi coño. No podía creer que ya hubiera terminado.
Por supuesto, Giménez no había terminado. Ni de lejos. Tan pronto como disparó su carga, me arrancó su polla todavía dura del coño y se volvió hacia mi hermano.
— Monta, perra, —le ordenó a Leo—. Quiero ver cómo te follas la mierda de la puta de tu hermano. No es que puedas hacer mucho daño a un maricón como él con ese pequeño pitilín tuyo, pero aún así voy a disfrutar viéndote cagar en la puta de tu propio hermano.
Pude ver que Leo se sorprendió, no por la orden de cogerme, sino por la crudeza de la descripción de Giménez de los dos chicos que le servían. Le había advertido a mi hermano que debía estar preparado para sufrir abusos verbales y denigración mientras trabajaba como puta, pero esta fue su primera introducción real a ello. Giménez, sin embargo, era un maestro no sólo en el abuso verbal de sus parejas sexuales, sino también en el físico, como Leo estaba a punto de descubrir.
Leo hizo lo que Giménez le ordenó y en un minuto más o menos estaba machacándome mi ya acumulado agujero del culo. El dolor era mínimo, lo que no era sorprendente —la pequeña polla de Leo no se podía comparar con el monstruo de Giménez— pero tengo que admitir que había más que un poco de vergüenza en mirar hacia arriba y ver a mi hermano mayor follando conmigo, sobre todo porque había un público que le veía follarme.
Giménez dejó a Leo follarme durante casi cinco minutos antes de decidir unirse a él. Pero cuando lo hizo, era obvio que el hombre estaba totalmente recargado. Vi su bulto asomarse detrás de mi hermano y pude ver la cara de Leo de repente tensa. Y entonces, Leo lanzó un grito que me perforó la oreja mientras Giménez le clavaba brutalmente la polla en el puto canal relativamente limpio de mi hermano, forzando el cuerpo de Leo al mío para que nuestras caras y torsos estuvieran a pocos centímetros de distancia.
Giménez no iba a perder el tiempo dejando que Leo se acostumbrara a la enorme herramienta que ahora invadía su culo de mierda. En cambio, inmediatamente comenzó a golpear el agujero de mi hermano con violentos empujones que hacían que Leo chillara en cada golpe descendente. Y, para asegurarse de que la agonía que Leo estaba sintiendo era implacable, Giménez serpenteó sus brazos alrededor del pecho de mi hermano, agarró sus dos tetas y comenzó a apretarlas sin piedad.
Pude ver las lágrimas cayendo por la cara de mi hermano cuando oí a Giménez ordenar:
— Vale, zorras. Quiero que ustedes dos empiecen a besarse. Quiero veros a vosotros dos, hermanos maricas, intercambiando escupitajos... y también lengua.
Pensé que Leo estaba probablemente demasiado fuera de sí en ese momento para poder procesar lo que Giménez había dicho, así que tomé la iniciativa. Levanté mis manos, agarré los lados de la cabeza de Leo, y bajé su cara a la mía, aplastando nuestros labios, besando —realmente besando— a mi hermano por primera vez en mi vida. Leo se resistió durante unos breves segundos, pero de repente cedió, devolviéndome el beso, abriendo sus labios para que mi lengua pudiera explorar su boca, su propia lengua entrando en la mía, tratando desesperadamente de aliviar o al menos enmascarar el dolor que le atormentaba al besarse con su propio hermano, al besarse conmigo. Y tengo que decir que, incluso con todo lo que estaba sucediendo en ese momento, todavía era capaz de registrar sorpresa por lo bien que besaba mi hermano. Y todavía lo es, tengo que añadir. Me he besado con mi hermano tal vez cien veces desde entonces y es sin duda uno de los mejores besadores con los que he intercambiado saliva. E intercambiamos mucha saliva la primera vez porque el ataque de Giménez al coño de mi hermano no paraba de repetirse.
El hombre se había estado follando el culo de mi pobre hermano durante al menos media hora cuando le dijo a Leo que quería que se corriera en mi coño de chico. Para entonces, aunque lo había tenido mucho más fácil que mi hermano, realmente quería que esta sesión terminara. Mis muslos, que básicamente sostenían a Leo y a Giménez, me estaban matando y, después de una sesión de media hora de besuqueo con mi hermano, mi boca estaba casi sin saliva. Pero no sabía si mi hermano, que obviamente seguía teniendo mucho dolor, sería capaz de correrse, o si sabría lo suficiente como para fingirlo si no...
Leo, sin embargo, una vez más me sorprendió. Empezó a follarse mi agujero más activamente de lo que lo había hecho desde que Giménez había empezado a machacar su propio agujero del culo y en pocos minutos los ojos de mi hermano adoptaron esa mirada vidriosa que yo sabía que presagiaba una explosión de semen.
— Dile que te vas a correr, —le susurré rápidamente al oído a mi hermano.
Afortunadamente, Leo me escuchó e inmediatamente comenzó a gritar:
— Me voy a correr. Me voy a correr.
— Adelante, maricón, —gruñó Giménez, redoblando su propio asalto al secuestro de Leo.
— Dale crema al coño de tu hermano. Dale un montón de tu baboso esperma, maricón.
Hubo una ráfaga de rápidos empujes de ambas pollas excitadas y luego, mientras tanto Leo y Giménez gritaban de alivio, primero mi hermano y luego Giménez dispararon sus cargas. Y yo no estaba muy lejos de ellos. Había algo en ver a mi propio hermano expulsando semen en mi culo mientras su agujero recibía su propia infusión de semen que realmente me afectó.
Nos llevó un tiempo a los tres recuperarnos de nuestros respectivos orgasmos, pero finalmente Giménez sacó su polla del culo de Leo y entonces Leo vació mi agujero y se puso de pie. Y finalmente, pude bajar las piernas. Pude ver que Giménez estaba contento con su sesión porque no solo nos volvió a reservar a los dos para la próxima semana, sino que también nos dio una propina de 20 euros, que no era mucho pero era mucho más que ninguna propina que normalmente dejaba.
Leo estaba todavía bastante fuera de sí cuando Giménez finalmente se fue, pero revivió muy bien cuando lo arrastré a la ducha y empecé a limpiarlo, preparándolo para nuestro próximo cliente. No me sorprendió que Leo no estuviera muy emocionado ante la perspectiva de tener otra polla justo después de los estragos que acababa de sufrir con Giménez, pero le aseguré que Juan Muñoz, nuestro siguiente cliente, tenía una polla mucho más pequeña y no era ni de lejos tan dura como la de Giménez. Pude ver que Leo tenía dudas, pero decidió ser un soldado y continuar. Y yo tenía razón. Muñoz fue mucho más fácil con el coño de mi hermano, aunque Leo obviamente no disfrutaba de tener que tragarse un montón de desechos de la vejiga del hombre o tener que pasar media hora entera comiendo del fétido culo del hombre mientras Muñoz trabajaba dentro de mi propio culo. Leo estaba notablemente tranquilo después de que Muñoz se fue y nos limpiamos, y tuve que preguntarme si estaba reconsiderando su decisión de trabajar conmigo.
El día siguiente era miércoles, el día que había reservado para nuestra propia sesión de "práctica" y el día que habíamos acordado que le pagaría a Leo por su trabajo de la semana anterior. Llegué a primera hora de la tarde cuando supe que Lola estaría en el trabajo y los niños en la escuela y la guardería. Leo había programado una "cita con el doctor" para excusar su ausencia de su oficina, así que sabía que teníamos un par de horas para arreglar las cosas.
Me di cuenta de que Leo no estaba tan impresionado cuando le entregué 160 euros, pero rápidamente le recordé que había restado los doscientos euros que le había adelantado la semana anterior y que en realidad había ganado 360 euros, lo cual no estaba mal para cuatro horas de trabajo. Eso pareció apaciguarlo y se desnudó cuando se lo dije y empezó a trabajar en mi polla. Definitivamente hubo alguna mejora en su técnica, pero aún le quedaba un largo camino por recorrer antes de poder hacerse pasar por un "buen" chupavergas. Después de eso, le di una paliza y luego me lo follé y tengo que admitir que Leo realizó esas tareas como un verdadero profesional.
— Bueno, eso lo cubre todo, —dije después de disparar mi carga a su culo.
Me sorprendió oír a Leo responder:
—No lo creo, Kokos.
— En serio, hermano, —respondí—. ¿Quieres practicar cómo beber pis? En realidad no hay mucho que hacer. Sólo tienes que abrir la boca y tragar.
— No hablaba de beber pis, Kokos, —dijo con una mirada de asco—. Lo que estaba pensando es que necesito practicar el sexo con otro tipo.
Fui un poco lento en la asimilación, aquí, tengo que admitirlo porque respondí:
— Leo, te dije que todos nuestros clientes son lo mejor de lo mejor. No van a querer que los follen. Si quisieran que los follaran, buscarían tipos que la tuvieran más grande que la tuya o la mía.
— No hablaba de follarme a uno de nuestros clientes, hermano, —dijo Leo con la mirada fija en mí—. Estaba hablando de follarte a ti. Tengo la sensación de que voy a hacer mucho de eso si sigo trabajando contigo.
— Es igual de probable que quieran que te joda, hermano, —respondí, un poco a la defensiva.
— Sí, Kokos, eso es cierto, —Leo estuvo de acuerdo—. Pero por otra parte ya me has follado hoy. Sólo estoy pidiendo igualdad de de condiciones de montar y de ser montado.
Estaba a punto de argumentar que la razón por la que me estaba tirando a Leo era que él necesitaba entrenamiento en cómo follar duro y yo no, pero de repente me detuve.
«Qué carajo, —pensé—. Leo obviamente quiere follarme. ¿Por qué no lo dejas? No es como si fuera una especie de virgen ruborizada. Si quiere fastidiarme el coño, ¿por qué no le dejas?»
— Bien, hermano, Si quieres practicar el sexo conmigo, hazlo. ¿Cómo me quieres? ¿De espaldas o en cuatro?, —dije.
— De espaldas a la cama, hermano, —respondió rápidamente—. De espaldas.
Luego, con una sonrisa, añadió:
— Me gusta mirar la cara de mi perra cuando me la estoy follando.
Recuerdo que pensé, "esto podría ser interesante" cuando me estaba colocando. Pero era mucho más que interesante, era jodidamente genial.
En ese momento de mi vida, después de haber estado tomando polla casi todos los días durante los últimos dos años, manejar una polla pequeña como la de mi hermano era pan comido. Había un pequeño pellizco cuando la polla me atravesaba los labios del culo pero, una vez dentro, no era nada doloroso. Por otro lado, normalmente tampoco era particularmente agradable. Es un poco embarazoso admitirlo, pero con el tiempo descubrí que necesitaba una polla de tamaño decente para poder salir. No demasiado grande, claro está. El tipo de monstruo que Giménez esgrimía como un garrote dolía como el infierno cuando estaba golpeando en mi agujero del coño. Pero dame una de 15,5 a 21 cm, algo lo suficientemente grande para trabajar mi próstata pero no tan grande como para golpear la mierda de ella, y podría realmente llegar a ser follado a gusto. Intenté decirme a mí mismo que eso no significaba que fuera gay; acababa de aprender a disfrutar de un buen pedazo de carne de hombre trabajando mi próstata mientras me bajaba.
Así que ser follado por Leo, que al igual que yo no tuvo suerte en la tómbola de pollas, no se imaginó que me excitaría sexualmente. Excepto que sí lo hizo. Realmente lo hizo. Había algo excitante en ver la cara de una persona que conocía de toda la vida, traspasada por el placer de follarme mi estrecho agujero del culo. Y Leo estaba definitivamente disfrutando el infierno de follarme el coño. Sus ojos irradiaban un hambre salvaje y carnal que estaba calmando activamente golpeando mi chochito por todo lo que valía. Saber que no era un extraño, que era mi hermano, mi propia carne y sangre. que se deleitaba con el crudo placer físico de follarme el agujero, me excitaba casi tanto como obviamente le excitaba a él. Mi pequeña polla era dura como el hierro cuando me golpeé contra él, cuando se agachó y se metió en mi coño, cuando inclinó la cabeza y yo levanté la cabeza y los dos empezamos a enrollarnos tan ferozmente como la noche anterior, sólo que esta vez lo hacíamos no porque alguien nos lo hubiera ordenado sino simplemente porque queríamos.
Llegamos simultáneamente, nuestros dos gritos de éxtasis se fundieron en uno, nuestros cuerpos se movían al unísono mientras nuestras pequeñas pollas gemelas explotaban en cremoso semen. Y entonces Leo se derrumbó encima de mí, nuestros labios todavía se rompieron, nuestras lenguas todavía en la boca del otro.
Finalmente, Leo se levantó de mí. Me miró, su cara era una mezcla de asombro y vergüenza y simplemente dijo:
— ¿Qué carajo fue todo eso?
Y lo miré, sintiendo exactamente los mismos sentimientos que me invadían y simplemente dije:
— ¡Joder! Qué sé yo, hermano. ¡Joder, joder, joder!, no lo sé.
Pero ambos lo sabíamos. Ambos lo sabíamos aunque ninguno de los dos quería decirlo. Acababa de tener la experiencia sexual más increíble de toda mi vida, estaba seguro de que mi hermano también. Y la habíamos tenido el uno con el otro. Leo me miraba fijamente a los ojos. Y luego, mientras se inclinaba para besarme, dijo:
— No me importa lo que haya sido, Kokos. Sólo sé que me gustó mucho.
Entonces, me di cuenta cuando le devolví el beso que, por primera vez en mi vida, que no me molestaba que Leo me llamara "Kokos". De hecho, me gustó un poco.
Leo sigue trabajando conmigo, casi a tiempo completo ahora. Y todavía estamos averiguando exactamente cuál es nuestra relación. En el trabajo nos cogemos todo el tiempo, ya que eso es lo que nuestros clientes quieren ver. Y también damos un buen espectáculo. Después de todo, eso es lo que están pagando. Pero no se parece en nada al espectáculo que damos cuando estamos solos, cuando nos estamos follando no porque nos paguen, sino simplemente porque queremos.
Disfruto follando con mi hermano, pero me encanta cuando me folla él a mí. Tal vez soy un maldito maricón, al menos en lo que respecta a mi hermano. Y, en cuanto a Leo, bueno, él sigue cogiendo con su esposa una o dos veces a la semana, pero me ha asegurado que su coño no es tan bueno como mi culo. Se está volviendo adicto a dar esperma a mi agujero casi tanto como yo me he enganchado a su pequeña polla.
Así que parado ahí frente a Fernán Salinas mientras la lengua de Leo sondeaba y aflojaba mi agujero del coño, estaba caliente como una ascua. Después de todo, Leo iba a follarme ahora mientras Salinas estaba allí o a follarme después, una vez que Salinas se fuera. Yo también renunciaría al dolor de los casi 23 cm de Salinas, pero si me tocara a mí, lo haría. Después de todo, soy un profesional. Pero de cualquier manera, Leo iba a hacer meterme abundante esperma en mi coño esta noche. Yo ya no podía esperar.
Comentarios
Amigo, vaya q es espectacular tu relato. Casi no podía terminar de leerlo. Más cuando pasó Giménez por ustedes dos. Que clase de trabajo tienes e invitaste a tu hermano. Solo es trabajo sexual?? Si es así, pues esta bueno. Pero bien doloroso dependiendo del macho q les pague. Termine de leer tu relato con esfuerzo, porq ir imajinando las cosas, no es muy fácil. Creo hasta cierto punto como de miedo y terror. Si, es muy sensual y morboso pero pobre de tu hermano y a final de cuentas.. Feliz. Te felicito pues describes todo y tango con tal fluidez q si se va uno imajinando las escenas y poses. Ay amigo. Es difícil soportar todo el relato. Lo leí por partes. Pero muy rico y exitante. Leeré los otros más. Saludos y besos.
Hola que atrevimiento delicioso llamarte tú mismo El Maricon de la Famila y meter a tu hermano mayor casado en el negocio! Y quien lindo que ahora se hacen el amor ?? seguido con sexo y les gusta! Me hubiese encantado de tener un hermano mayor o menor.
Yo cuando hice de puto hace años, me enamoré de algunos de mis clientes y seguí complaciéndolos por tiempo, pues creo el enamoramiento fue mutuo! Yo no fui activo con ninguno de ellos ni me lo pidieron!
Hola Jeanpaul sigo leyendo este relato que me excita muchísimo, me pajeo bien rico y acabo muchísimo sintiendo que me estás volviendo maricon y muy puto!
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