Mi hermano Andy y yo: 2. Tercer encuentro
( Relatos Gay )
Esta vez me pilló de sorpresa. Se trata de la tercera vez en serio, porque antes y después de la segunda vez hubo conatos de sexo, masturbaciones en equipo, duchas, y dormir abrazados desnudos.
— A partir de ahora, ya somos mayores, haremos sexo como los papá, en la noche y en la cama, —me sugirió Andy.
Yo ya tenía quince años y Andy diecisiete. Todo lo que me proponía mi hermano me parecía tan bueno siempre que ni se lo discutía. Esta vez fue de película.
Apenas acabamos de ver la televisión, nos subimos a nuestra habitación. Subiendo la escalera ya me tocaba el culo por encima del pantalón. Al entrar, cerró la puerta y me abrazó, nos besamos y nos chupábamos le lengua uno al otro. Al rato de estar besándonos, me sacó la camiseta y lamía mi pecho hasta el abdomen y luego con larga lamida y arrastrado el lametazo llegó hasta mi cuello para darme un beso muy sentido. Entonces puse mis manos por dentro de su camiseta y acariciaba primero su espalda y luego sus músculos pectorales entreteniéndome en acariciar sus pezones. Finalmente levanté su camiseta y se la pasé por su cabeza quedando detrás de su cuello y en sus axilas. Mientras yo lamía sus pezones, me abrió directamente el short vaquero que vestía; lo hizo directamente porque no suelo usar aun hoy cinturón, mi ropa siempre ha sido ajustada, tanto cuando me cosía mi madre como después cuando me la compraba ella misma. La verdad es que notaba que a mi madre le gustaba mi tipo, me decía que soy sexy, nunca guapo, todo era ajustado, cintura baja y caprichosa. Siempre se notaba con claridad mi paquete en los vaqueros. Me acostumbré y no pasaba nada. Nunca me importó la opinión de los demás, pero sí me interesaban los modos de proceder de las dos mujeres que amaba, mi madre y mi hermana. Ellas venían a comprar conmigo y me hacían probar. Creo que mi madre disfrutó con Andy y conmigo lo que nunca pudo con mi padre que era más moderado y toda su ropa era y es super ancha.
A lo que íbamos, me soltó el short y con el pie los empujó a mis tobillos. Le seguí la corriente de modo que cuando se quitaba la camiseta le abrí su pirata que estaba atado con una especie de soga y descubrí su slip rojo de nailon que marcaba entonces una polla de la misma longitud que la mía. Le bajé el short y me puse de rodillas para sacarle los zapatos, saqué los míos que eran crocs y los suyos con pasadores. Eché los pantalones a un lado en el suelo y le agarré de las caderas para jugar con mi boca por encima del nailon, lamiendo y chupando su polla hasta que entre los dos, su presemen y mi saliva, quedó el slip empapado. Con los dientes tiraba de la cinturilla y conseguí bajarlos. Andy acabó de sacárselos jugando con sus piernas y yo me entretuve con su polla que no tardó nada en convertirse en un palo duro de carne sabrosa.
Nos acomodamos bien en la cama tumbados en direcciones contrarias para seguir con un 69. Iba a comerme su culo, pero él comenzó antes que yo y me entretuve en su polla y sus huevos. Aprendí que no tenía que apretar para no provocar la eyaculación rápidamente. Entonces, mientras él me comía el culo con sus manos en mis caderas y me producía un enorme placer lo que hacía con la lengua, yo alternaba entre polla, huevos y culo, incluso le lamía el pubis que olía suavemente a orina y empezaba a gustarme ese olor.
Mi padre, que es más listo que Salomón en su esplendor, nos obligó a toda la familia a hacer una revisión de nuestra salud. Hicimos análisis de heces, sangre, orina y saliva. Por cierto que cuando me pidieron mi esputo salió verde y me exigieron que no forzara y sacara saliva de la boca. El médico se divertía conmigo y me preguntó:
— ¿Tienes relaciones sexuales con otros?
— No.
— Has de decirme la verdad, —insistió el doctor.
— Es que usted me ha preguntado si tengo relaciones sexuales con otros como si yo fuera la puta del barrio.
— ¿Has tenido sexo con alguien?
— Si.
— ¿Hombre o mujer?
— Hombre.
— ¿Muchas veces?
— Completas dos, mamadas más.
— ¿Con preservativo o a pelo?
— Sin condón.
— La persona con quien has tenido sexo ¿es mayor o menor que tú?
— Mayor.
— ¿Conoces bien a esa persona y sabes si sufre alguna enfermedad conocida?
— Me lo va a sacar, ¿cierto?
— Sí.
— Pues le digo: solo con mi hermano Andy y esto que está haciendo, doc, es cosa de mi padre que quiere saberlo con certeza, pero usted no se lo dirá porque esto es confidencial, ¿me equivoco?
— No, pero me lo vas a decir todo porque lo sé por tu pene y tu ano, y hay que cuidar a los dos para que mantengáis la salud. Lo que tú hagas con tu vida y con tu cuerpo es cosa tuya, pero yo he de saberlo para cuidar vuestra salud. Y mientras os acostéis y copuléis tenéis que venir cada seis meses; eso, si en esta analítica todo os sale bien, pero sería bueno que lo hablaras con tu padre, él va a comprender, lo sé porque somos amigos.
— Menuda bronca me espera; si nos separa…, estoy decidido: me suicido.
— No seas así, reflexiona, no os separará, no tiene por qué hacerlo. Cuando tenga los resultados, sean halagüeños o infaustos, vienes y te diré algunas cosas que te ayudarán mucho.
— ¿Y mi hermano?
— Ya hablaré yo con él, ¿no me has dicho que esto es confidencial?
— ok, doc.
— Anda, vete, pero un día hemos de ver qué motiva tu extremada delgadez.
Me salí del tema, pero vamos de nuevo.
Mi hermano estaba ya a punto y era mejor parar de chuparle y que me la metiera. Se lo dije y aceptó. Le pedí que me la metiera de un solo empujón y me follara fuerte. Lo hizo y jamas la gozaré tanto. El dolor fue tremendo, pero el placer supremo. Cuando me la metió di un grito que me salió de la barriga a la boca, porque casi me pongo a vomitar. Pero cuando se puso a moverse, follándome adentro y afuera los golpes a mi próstata eran verdaderamente deliciosos. Yo babeaba y mi hermano me besaba sorbiendo mi saliva.
Sabia la velocidad con que Andy me follaba y yo ya gritaba como una loca, el placer me había invadido totalmente, ya no sentía ni las rozaduras obvias del pene en las paredes del ano, solo sentía golpes electrizantes que invadían mi ser, me solté y mi hermano me iba dando vueltas, sin sacar su polla para ponerse cada vez mas a gusto. Yo no sentía nada mas que placer y estuve transportado a una dimensión similar a la droga. Me di cuenta que yo ya estaba eyaculando teniendo mis brazos por encima de la cabeza. Luego mi hermano me soltó sacando el pene de mi interior. Recuperé la conciencia estando Andy besándome y me percaté que yo había eyaculado.
— Andy, ¿ya te vaciaste tus bolas?
— Sí, ¿no te has enterado?
— No.
— Estabas como un loco gritando y disfrutando.
— Solo sé que estaba en un paraíso de placer.
— Ha sido buena, tanto has gozado que te has corrido antes que yo. Es la primera vez que he aguantado más.
— Felicidades, Andy, y gracias.
— Estoy seguro que nos han escuchado todos en casa. Estabas gritando mucho.
— Es hora de que se enteren.
Al día siguiente mi padre se puso en contacto con su amigo el doc y esa misma semana, me llamó mi padre para hablar conmigo.
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