Cierro la puerta de la habitación donde dormimos y tenemos nuestro estudio. —Aunque ya se sabe, recuerdo que en el apartamento de la derecha vive Reina con Jaime y hemos arreglado el de la izquierda para invitados y visitas—. Andy está acabando su tesis y a la vez ha comenzado impulsado por mí una maestría en Inteligencia Artificial. Yo estimulé a Andy para que estudiara, después de conseguir que se pusiera al frente del negocio de papá, aunque él no quería, pero consideré que era mayor que yo y debía ser él, aunque lo sostengo y hemos conseguido ponerlo por las nubes.
Andy, además, es un verdadero artista: pinta, esculpe, dibuja..., en poco tiempo es capaz de dominar cualquier medio que intente. Yo creo ser muy bueno con los números y los ordenadores, porque soy muy lógico y metódico. Cuando no estoy trabajando, suelo encerrarme en mi despacho y escribo. Tal vez sea una práctica tonta, porque Andy tiene la llave para entrar. No nos ocultamos nada, pero yo pienso mejor cuando me siento encerrado, alejado del mundo.
Hubo en nuestra vida una jovencita guapa, muy hermosa y muy inteligente. Mi madre estaba muy ocupada con sus amigas, sus merienda y su rol social, tanto que llegó a ser la Presidenta del C.M.P. El club de mujeres La Polea. En casa nos cuidaba una muchacha llamada Jade, que significa «piedra del costado», nosotros pronunciábamos su nombre muy gutural: Jade, acentuando la j como Jose, Jaime y Jorge. La verdad es que los chicos siempre la quisimos mucho por tantas cosas que nos enseñó. Ella se hizo amiga nuestra, pero tardamos en hablarle de nuestras intimidades. A mis 16 años, nuestra madre la despidió por razones que nunca quedaron claras, pero imaginamos que era porque siempre íbamos desnudos y temía que la dejáramos embarazada.
Estaba equivocada, mas bien podría ser que la chica se interesara, pero sin posibilidad de éxito. Con miradas y toques, a escondidas, con las manos cogidas por debajo de las mesas, el ojo de la señorita Jade espió la íntima conexión que se estaba produciendo entre mi hermano Andy y yo. Lo mantuvo en secreto y empezó a observar más de cerca. Con el tiempo, habló con nosotros sobre nuestras intimidades. Una tarde, después de acercarse a nosotros detrás del cobertizo, decidió que tenía que abordar la situación.
A Jade no se le ocurría hablar con mi padre o mi madre sobre el tema. Ellos no estaban interesados, para todo estaba ella. Además, todos en la casa éramos nudistas, solo ella era textil y sabía que los problemas de pene que tuviéramos no les iba a interesar hasta que no corriera la sangre. Jade nos llamó a los dos a su habitación y cerró la puerta. Andy se sentó en su cómodo sillón, mientras que yo elegí la cama, dando saltos hacia el centro. No teníamos ni idea de que ella nos había visto haciendo de las nuestras.
Jade respiró hondo y comenzó:
— Cali, Andy, hoy os he visto detrás del cobertizo. Estaba guardando algunas herramientas y, —volvió a respirar—, os vi juntos.
Nosotros nos miramos directamente, con preocupación en nuestros jóvenes rostros.
—No, chicos. No estoy enfadada con vosotros. Creo..., —hizo una pausa dudando en decir lo que pensaba—, creo que es hermoso lo que sentís el uno por el otro. El amor es precioso y nunca está mal. Pero..., estoy preocupada por vosotros dos porque vivís en la misma casa, como hermanos que sois. No sé si os dais cuenta de cómo os podría tratar la gente si viera lo que yo he visto. El amor es sagrado y siempre encuentra un camino, pero por favor, chicos, tened cuidado y dejad que vuestro amor permanezca en privado hasta que seáis mayores. ¿Me entendéis?
Ella nos miró a ambos y asentimos, ¿qué podíamos hacer? Abrió los brazos y nos juntamos sentados en el suelo, apoyados en ella, un abrazo entre tres, mientras ella nos acariciaba el pelo y calmaba sus preocupaciones.
A lo largo de los años, acudimos a ella muchas veces para pedir consejo y hablar de nuestra situación. Ella hacía lo posible por aconsejar y ocultar el creciente deseo que sentía, al ser incluida en nuestras discusiones más íntimas. Con el tiempo sospechó que yo presentía los sentimientos más profundos que ella rumiaba en su corazón hacia nosotros y yo por ella como si fuera un chico como nosotros, pero nunca hablábamos de esas cosas, sólo las miradas y las sonrisas eran las que hablaban.
Jade continuó trabajando con nosotros en diversas funciones hasta que acabé yo el bachiller, aún no tenía 17 años y mi madre la despidió. Poco antes de irse pudo despedirse de nosotros y ya no la vimos mas. Un día me llamó Reina a su tienda con urgencia y fui de inmediato. Una señora joven había ido a comprar algo para hacer deporte. Me la presentó. Aunque no me lo esperaba, la reconocí enseguida y me abalancé a besarla abrazándola. Ella lloró de emoción al ver que yo la reconocí de inmediato. La razón es que buscaba trabajo, lo que fuera, pero tenía que trabajar para vivir. Hablamos largo en la oficina de Reina y le dije:
— Ahora ya puedes hacer lo que deseabas tanto y nunca te insinuaste.
— Quizás ahora no sabría con quien, porque los dos estáis bien crecidos, según me ha contado Reina.
— Igual los dos te hemos deseado siempre.
— No sé...
— Nosotros no nos vamos a separar, pero tengo una idea, el miércoles es el cumpleaños de Andy. Vienes, le damos una sorpresa. Hacéis lo que tantas veces habéis pensado.
— ¿Verdad que quieres eso? Te pensé equivocadamente, creí que eras mas orgulloso y egoísta...
— Bueno, no sé, igual sí, pero me gustaría ofrecerle algo nunca hecho por él, pues solo ha estado con sus hermanos; si vinieras martes, pasaríamos la noche los tres juntos. A Andy lo podríamos convertir en el centro de atención de nosotros dos.
— ¿Y tú no tienes celos de Andy...?
— Es la persona que más quiero, sin condiciones. Yo miro y si conviene que me adhiera, me adhiero. Al día siguiente comemos los cinco en el restaurante donde pensábamos ir solo los cuatro y concluimos su cumpleaños. Si surge algo más ya lo vemos con calma.
— ¿Qué pasa en la noche del miércoles?
— Tenemos proyectado ir al sauna gay...
— Buen plan, no se me ocurrirá desbaratarlo.
Llegó la hora y entré con Jade a nuestra habitación recientemente arreglada con una decoración muy Gender Queer. Andy se sorprendió, la miró un momento, se acercó poco a poco a ella con los ojos lacrimosos y luego estalló. La abrazó.
— Muchas gracias, Jade. Esto significa mucho para mí. Especialmente desde que mamá y papá..., bueno, dejémoslo estar. Gracias.
Lo abrazó con fuerza y lo acunó un momento. Su cabeza se fundió en su hombro, calentando su corazón y provocando una pequeña punzada abajo. Soltó a Andy y me abrazó para darnos un beso a tres. Luego dijo:
— Gracias. Muchas gracias.
Se demoró Andy mucho tiempo con un beso en el cuello de Jade, enviando señales más fuertes a su clítoris.
Los abrazos terminaron, nos sentamos y Andy preguntó emocionado:
— ¿Cuál es el plan de la fiesta, Jade? Estoy listo para ir.
— No vas a ir a ninguna parte, cariño. —Habló sonriendo con severidad—. Andy, creo que estarías mucho más cómodo si vas y te sientas en esa silla de allí.
Ella señaló y por un momento él la miró incrédulo, luego se levantó y se ubicó en la silla. Todavía inseguro, me miró y vio que se me había pegado una sonrisa bobalicona en mi cara. Pensaba si habíamos discutido algo sin él saberlo.
— Cali, creo que te gustaría mucho más de rodillas allí, delante de tu hermano.
Yo me levanté y pasé junto a Jade, para ir donde me indicaba, no sin antes meter mis dedos en su pecho con lo que me gané una sonrisa de reprimenda. Me arrodillé ante mi hermano y esperé.
Jade se dirigió a la silla donde esperábamos. Permaneció un momento en silencio derramando su amor por los ojos mirándolos tiernamente y deseando desesperadamente que la recibieran. Sin palabras, comenzó a desabrocharse la blusa, ocultando hábilmente sus manos temblorosas con un movimiento lento.
Andy y yo la observamos muy atentamente, Andy un poco sorprendido e inmediatamente curioso, yo luciendo mi típica sonrisa lasciva. Poco a poco, dejó al descubierto sus pechos pálidos y lechosos, que se desprendían de un sujetador blanco de encaje. Mi polla se estremeció mientras esta fantasía de años se desarrollaba ante mis ojos. Andy, que nunca había considerado el cuerpo de Jade, se sorprendió al sentir que su propia polla se iba poco a poco llenando. Nunca se le había puesto dura por una dama. Pero ahora no se trataba de cualquier dama, sino de esta dama, Jade. Su sorpresa se convirtió en comprensión.
Jade se quitó la blusa y la arrojó detrás de ella. Su tonificado vientre desembocaba en unas sensuales caderas curvilíneas bajo una falda lápiz negra con aberturas. Sonriendo tranquilamente, ocultó una sorprendente oleada de nervios mientras bajaba la cremallera de la falda y la deslizaba por sus torneadas piernas. Cuando se quitó el pequeño sujetador, me incliné y presioné mi cara contra sus tetas, inhalando su aroma. Sentí su cálido aliento y la suave piel de sus pechos, poniéndome los pelos de punta. Me puse a lamer y ella me sacó suavemente la mejilla, diciendo:
— Vuelve a tu sitio.
Me aparté lentamente y respondí con una diabólica sonrisa.
Jade deslizó su falda hasta el suelo y la pateó detrás de ella. Su bonito tanga de encaje era el único obstáculo que quedaban en su ondulado cuerpo femenino. Casi desnuda frente a sus chicos por primera vez en 10 años de anhelo; su corazón se aceleró. Con las manos temblorosas, se echó hacia atrás y levantó sus preciosos pechos, se metió sus pulgares entre los laterales del tanga, se dio la vuelta y se inclinó, presentando su sensual culo curvado hacia nosotros. Lentamente, bajó su tanga por sus esbeltas piernas. Yo seguí su operación de las bragas mientras Andy miraba embelesado su pequeño y suave pliegue.
Ella se contoneó un momento mientras Andy y yo absorbíamos su exhibición, cada uno con sus propios pensamientos lascivos pintados claramente en nuestros jóvenes rostros.
«Ya he capturado vuestra atención», pensó sonriendo para sus adentros.
Jade se puso de pie y se giró para encararnos de nuevo, sacando las bragas de su pie detrás de ella. Nos miró fijamente en silencio y el silencio le fue devuelto. Por un momento el mundo se quedó quieto.
Andy estaba de pie con los ojos cerrados y la cara hundida en su pelo castaño, aspirando su familiar aroma. No tenía ganas de apretarle los pechos, pero sus manos recorrían cada parte que podía tocar. Esa mujer a la que había amado de niño hasta su madurez: madre, hermana, maestra y amante. Estos pensamientos y sus muchos zarcillos envolvieron el cerebro de Andy mientras frotaba y presionaba la suave y femenina piel de Jade, abrazándola con fuerza, sintiendo cómo su polla se llenaba de amor. Le besó el pelo y luego el cuello. Los fuertes jadeos de ella excitaban la sangre de Andy, y él se acercaba cada vez más a su boca.
Cuando llegó a su alcance, Jade le sujetó la cabeza y tiró de él. Colocó sus suaves labios suavemente, lentamente, sobre los de Andy y, presionando hacia él, liberó su necesidad contenida de amar a este chico, así, de esa manera tan impura. La lengua de Jade exploró los labios de Andy, y sintió su repentino y fuerte retorno. Él le rodeó el cuello con sus brazos y le devolvió el amor.
La cabeza de Andy dio vueltas cuando el beso de Jade lo dejó inconsciente. Había tenido la curiosidad de besar sus labios muchas veces. Era lo único que había deseado sexualmente de ella mientras crecía. La amaba profundamente, pero la idea de sus labios le hacía sentirse necesitado, en un lugar especial. Ahora sentía cada vez que no lo pudo ni supo hacer. Era todo lo que había soñado y más.
«Los labios que me dieron vida», pensó mientras se apretaba en su beso. Aunque nadaba en mares inexplorados, se sentía íntimo y natural al tener a Jade tan cerca, amándola, saboreando sus poderosos labios.
El cuerpo de Jade se estremeció y tembló ante las atenciones de Andy. Sabía que iba a ser hermoso conectar con nosotros algún día, pero esto iba mucho más allá. No había imaginado este nivel de intimidad, de conexión, la semilla ardiente de una necesidad permanente.
Jade quiso saborear cada sensación, se agarró de mi pelo y frotaba mis hombros, acariciaba mi cara y la espalda de Andy, cuidando de ser gentil en lugar de codiciosa conmigo.
Pensaba que esta era la primera vez de Andy con una mujer y la primera que yo lo podría ver. Trabajaba para mantener el control sobre nosotros. Por fin dijo Jade con voz jadeante:
— Nuevas órdenes, chico fuerte; chico bonito, tómame.
Yo la arranqué de los brazos de Andy levantándola sobre su cintura. Le dediqué una sonrisa de cachorro cachondo mientras ella me rodeaba el cuello con los brazos y me besaba profundamente. Se lo correspondí con la codiciosa pasión de un chico consumido mientras la llevaba hasta el sofá y la tumbaba.
Andy nos siguió y colocó dos cojines en el suelo junto al sofá. Se posicionó en la mitad superior de Jade, lo más cerca posible de sus enigmáticos labios. Yo me dedique a aprovechar el tiempo con la parte inferior de su cuerpo, abriendo las piernas de mis muslos y colocando las de ella sobre mis hombros; saludé a la flor de su maternidad con un sensual beso. Jade jadeó y se inclinó cuando yo introduje mi artera lengua entre los pliegues de su coño. Chupé sin parar su clítoris, mordí y lamí sus pétalos exteriores, enterré mi suave cara en su flor hasta que me faltó el aire.
Jade empezó a mecerse en mi lengua, mientras Andy le agarraba el pelo y tiraba suavemente, masajeando y enroscando sus manos entre sus mechones. Luego tiró más fuerte mientras miraba escabrosamente el contraído rostro y sus gloriosos labios separados esperando que le diera Andy su polla. Cuando saqué mi lengua par tomar aire, Jade alzó su brazo y me agarró por el cuello. Con los ojos vidriosos, con una mirada furiosa por el deseo, Jade dijo:
— Chico fuerte. Pon esa polla de Titán dentro de tu mami y fóllame.
Mis ojos se aguaron. Mi emoción fue más allá de mi capacidad para comprender, me sonrió mientras dos gruesas lágrimas salpicaban su vientre desnudo. Me atrajo por el cuello y me besó mientras me daba un último apretón. Sintió entonces que mi polla saltaba contra ella y me soltó el cuello. Me retiré mirándola a los ojos por un momento y dije:
— Sí, mami.
Luego me arrodillé ante ella y le levanté las caderas. Demasiado tarde era ya para gestos suaves, empujé lentamente dentro de ella tan profundo como pude, enterrando mi polla en su coño.
Cuando empecé a presionar con un ritmo lento, Jade buscó a Andy y tiró de su cabeza hacia la suya. Moviéndose con mis profundos empujes, susurró dulcemente en el oído de Andy:
— Niño bonito, saca esa polla etérea que tienes y métela en la boca de tu mejor amiga.
Andy sintió una oleada de placer y sentimiento y su polla tiesa rebotó ante aquellas palabras.
— Esos labios, hermosa Jade…
Sintió una punzada abajo en el conjunto de sus huevos, se subió a la cama, sobre su pecho y se arrodilló encima de ella, con la punta de su polla apoyada en su barbilla. Sus ojos se dirigieron una vez más a sus sensuales labios antes de mirarla a los ojos. Su rostro dijo muchas cosas en ese intercambio silencioso hasta exclamar en voz alta:
—Te quiero, confío en ti. Te necesito. Gracias. Estoy un poco asustado.
Jade frotó su suave mano por la mejilla de Andy, el cuerpo rebotaba un poco más rápido ahora que mi placer se profundizaba en aquel coño. Mientras yo estaba a un ritmo veloz, Andy aumentó su rapidez..
Nos miramos Andy y yo y por los gestos de mis ojos entendió mi ofrecimiento. Sin demorar mas que unos segundos, cambiamos él y yo de lugar. Yo puse mi polla en la boca de Andy, me sonrió; Andy metió de un solo golpe su polla en el clítoris de Jade.
—Sí, Jade, así tenía que ser, —dijo Andy y Jade la acarició sus muslos.
Yo me inclinaba hacia delante y colocaba mi dura verga contra los labios de Jade una y otra vez. La lengua de Jade salía junto con mi polla lamiendo y presionando por debajo del cipote. Luego haciendo un remolino con su lengua alrededor de mi polla, mis instintos primarios afloraron bajo el dulce estímulo de Jade y no pude esperar más. Agarró mi dura polla y la presionó sobre sus labios, mientras Andy gemía ya en voz grave y fuerte. Cuando la punta de mi polla entró de nuevo en su cálida boca ya no pude contenerme y me corrí en toda su boca hasta que Jade no pudo contener todo mi semen y la saque de allí para acabar corriéndome sobre sus tetas. Andy estaba ya en las postreras palpitaciones, inclinaba su cabeza hacia atrás y arqueaba su pecho. Jade gemía de disfrute y yo me dediqué a lamer sus tetas, mientras Andy se corría dentro del muy humedecido clítoris de Jade.
Sentir y ver cómo entraban las dos pollas en la boca y coño de Jade, el trabajo que hicimos los tres, nos dejó sudados, fatigados y tendidos sobre la cama. Aquello fue todo una singularidad para los tres. Lo que no fue ninguna singularidad es que esa noche follamos hasta muy tarde, pues Jade estaba insaciable. Las demás veces Andy se encargo de follar a Jade, yo follé con Andy para que lo apreciara Jade.
Muchas más veces vino Andy a casa. Siempre lo pasamos bien, pero una de ellas fue genial. Pero de momento lo dejamos.