Mi hermano Andy y yo: 2. Segundo encuent encuentro
( Relatos Gay )
Una cosa se me quedó grabada, yo ya no era virgen, había follado a hombre y mujer y me habían follado la boca y el culo, estaba, pues, consumido, a partir de ahora a tomarle gusto al sexo. La verdad es que estaba contento, me imaginaba que ya era mayor porque había pasado el umbral de la infancia, ya era adulto. Pienso que ni siquiera me consideré adolescente porque yo ya no era virgen. ¡Cómo me hubiera gustado gritarlo a todo el mundo! «¡Que no soy virgen, joder; tratadme como mayor!». No podía, bueno, no debía gritarlo porque había consumido la virginidad a punta de polla fraterna. Lo digo y se afrentan mis padres o quizá no, pero no sabía cómo lo podrían tomar. No sé cómo se lo hubieran tomado mis viejos, pero por el modo como se tomaron mi salida del armario ya me lo estoy figurando: como si se desmoronara su mundo bajo sus pies.
No me hubiese costado decirlo, estaba muy contento y con ganas de más, y no hubiera medido las consecuencias que hubiera acarreado sobre nosotros y sobre nuestra familia. Fue Andy quien me advirtió.
— No digas nada de esto a nadie porque si lo dices papá nos castigará con muchos azotes, nos vigilarán, nos separarán de dormir aquí juntos y no podremos hacerlo nunca más. ¿Quieres esto?
— No, me ha gustado mucho. Es muy bueno follar.
— Pues ya sabes, nada a nadie, callarse es lo mejor, dejamos pasar unos días y cuando se vayan de compras volveremos a hacerlo.
¡Qué semana mas complicada y difícil! Las clases eran aburridas, los chicos me parecían tontos, solo en la noche se me aclaraba la mente. Andy me invitó a dormir sin el pantalón del pijama. Nos acostamos los dos y nos tocamos primero y tantas eran las ganas que nos levantamos y fuimos al baño de abajo y nos masturbamos los dos procurando que todo cayera en el inodoro. Al acabar subimos sin hacer ruido entramos en la cama y otra vez a tocarnos, hasta que nos dormimos.
Me gustaba la polla de Andy y solo deseaba llevarla a la boca primero y al culo después. Teníamos las pollas casi iguales solo que la suya era un poco más larga que la mía que era gruesa y se me ponía más gruesa cuando se me levantaba. Yo me sentía orgulloso de mi polla pero siempre que espiaba a Andy me enamoraba de su culo y de su polla. Se lo dije después de la primera vez y me comento que nunca había visto unos huevos como los míos, me alababa los huevos acariciándolos y jugando con ellos como si fueran adornos de un tejido hecho con bolillos de bambú, mientras mi polla se iba desarrugando y crecía muy poco a poco.
— Cali, eres lento para eyacular.
— ¿Es por la edad? Porque tu leche sale en seguida, con dos empujones y un grito me llenas el culo con tu leche.
— Esa es la envidia que te tengo, yo tardo poco, pero cuando me follas tú, te cuesta meterla más que a mí pero también te cuesta echar tu basura, me haces sudar y sudas que te gotea todo el cuerpo.
— ¿Lo hago mal, Andy?
— ¡Noooo, qué vaaa…! Me gusta como golpeas, me produces mucho placer antes de eyacular y cuando eyaculas te quedas como pegado a mi culo queriendo meter tu polla a tope. Eso me gusta, me hace disfrutar…
— ¿No son todos así?
— No, así son los tíos machos de verdad y tú lo eres, cuando te crezca del todo será un gustazo de los buenos de verdad. Buena polla y a la machaca.
— Te quiero, Andy, te quiero mucho.
— Yo también te quiero, Cali, te quiero como se quieren papá y mamá, como se quieren un chico y una chica.
— ¿Tú eres gay, Andy?
— Sí, claro; tú también, seguro.
— ¿En qué se nota, Andy?
— En que te gustan los chicos, en que te guste que te folle y follarme, en cómo miras a los hombres que muestran el culo en la televisión. Si te vieras a ti mismo sabrías, a las mujeres desnudas no les haces caso.
— Es que no tienen polla ni pelotas…
— ¿Ni los balones de sus pechos?
— ¿Para qué me servirían?
— Para chuparlos…
— Huuumm…, prefiero chuparte los tuyos porque me gusta el sabor de tu piel…
— Tú también me gustas, Cali.
Yo no llevaba puestos los pantalones, Andy estaba vestido, había venido de la calle y me pilló cambiándome y nos habíamos puesto a conversar. Mientras él jugaba con mi polla y mis huevos, le quité su camisa verde con hojas de colores y jugué con sus pezones. No tardé nada en acercar mi cara a su pecho y mientras retorcía y acariciaba un pezón, chupaba el otro. Al agacharme para lamer su pecho y chupar sus pezones, Andy ya no podía jugar con mis genitales y se entretuvo con mi culo dándome gusto con sus dedos y abundante saliva. Iba dando vueltas al agujero con uno o dos dedos indistintamente y luego asomó uno por la puerta de entrada y acariciando una y otra vez los bordes de entrada, se le escapó un dedo adentro. Como reacción le mordí el pezon y gritó. Me dijo:
— Voy a quitarme esta ropa o ensuciaré mi pantalón.
Mientras me decía esto miraba su pezón y justo al lado había una dentellada y estaba muy rojo, como para sangrar o poco faltaba. Pero ni se quejó ni me dijo nada. Se volvió a sentar donde estaba antes y vi su polla levantada. Me eché de cabeza a por ella y con sus manos me agarró la cabeza y me dijo mirándome a los ojos:
— Guapo, no me la chupes tan pronto que me corro. Déjame dilatar tu culito, sé que te gusta que te lo acaricie, y cuando estés a punto me la chuparas un momento y así te haré ver la galaxia entera.
Seguí con el otro pezon y él con su dedo entró enseguida y lo metió del todo, era el dedo indice porque toda su mano como un puño cerrado golpeaba en mi nalga. Eso me produjo un placer que salía de mis bolas y llegaba hasta mi garganta necesitada de polla. Al rato de dar vueltas con el dedo dentro del culo me metió otro más de golpe y volví a morderle y volvió a gritar. Seguí chupando y él me manoseaba el culo dándome palmadas y de repente introdujo tres y me produjo mucho dolor y volví a morder. Sentí el sabor metálico de la sangre y dejé de chuparlo y vi que salía una gotita, pero él me hacía doler dando vueltas con sus dedos dentro del culo.
— ¡Muerde el otro, joder, chúpalo y cómetelo!, —dijo gritando.
Lo hice porque notaba alivio al chupar y poco a poco comencé a dejar de sentir dolor.
— ¿Te duelo, Cali?
— Ya no, Andy, me da gusto ahora.
— Chupa mi polla sin morderla, —dijo como súplica.
La chupé una y otra vez, sabía que podía meterla más adentro y solo llegó a la campanilla. Su sabor y el presemen me gustaban.
— Deja de chupar ya. Ahora intenta sentarte sobre mi vientre de cara a mí.
Se recostó un poco para que yo me acomodara. Me tomó de las caderas y me levantó un poco.
— Toma mi polla con tu mano, yo te acerco a mi polla y tú apuntas mi polla recta a tu agujero. Cuando esté te dejas caer poco a poco.
Lo hice, pero al finan no aguantaba y me dejé caer el culo hasta sentarme con toda su polla dentro. Me dolió el culo y solté mis improperios:
— Cabrón de mierda, tu puta polla es como un palo, eres cochino, puto maricón de mierda. Me hace daño.
— Quédate quieto un momento, acostúmbrate, luego te mueves despacio.
Lo hice, le sonreí y me dijo:
— Levanta el culo un poco y apoya las manos y los pies y dejas que yo me mueva a mi aire.
Comenzó Andy a dar golpes de cadera arriba y abajo y me follaba el culo. Así estuvo hasta cansarse sin eyacular. Entonces comencé a moverme yo bajando y subiendo mi culo sobre su polla. Me daba gusto. Aunque entonces no lo sabía aun me golpeaba un lugar que me daba como corrientes de placer por todo el cuerpo. Andy gritó con desesperación y sentí su leche dentro de mi culo. Me quedé sentado sobre él sintiendo sus espasmos y los chorros de esperma. Por mi parte sentía un placer tal que me agarré a mi polla que me lo reclamaba y eyaculé toda mi leche sobre Andy desde su cabeza a sus pubis, todo lleno de mi espesa leche marfil. Acabamos los dos y seguíamos mirándonos con sonrisa de placer, como idiotas de haber disfrutado y desear más. Al rato me caí sobre él y lo besé, pero antes le mordí el labio y en lugar de quejarse igualmente me mordió. Esto para mí fue una respuesta a mi querer. De repente, toda mi boca estaba dentro de la suya y por momentos la suya dentro de la mía. Su polla se escapó de mi culo y contuve la leche que quería escaparse. Con mis labios y lengua chupaba la mitad de su lengua y él hacia lo mismo. Nos levantamos y nos tiramos al suelo sobre el parquet para relajarnos mirando al techo.
— Eres bueno, Cali.
— Tú eres mejor, Andy.
— Pero tu respondes inventando lo que haces. Nadie me había hecho disfrutar tanto antes.
— Porque te amo, Andy, porque te amo y porque te amaré siempre.
Acercó su mano y me envolvió con ella los huevos. Yo acerqué la mía y abracé su polla con mi mano. Sus huevos estaban como siempre pegados a la polla, yo notaba los míos colgando por mi perineo casi rozando el piso.
Nos sentíamos contentos y nos miramos a la cara, la sonrisa brillaba en nuestro rostro y nuestras manos inquietas toqueteaban acariciando cada zona del cuerpo que teníamos enfrente. Al rato decidimos con nuestras pollas otra vez erectas ir al baño a lavarnos y antes masturbarnos. De nuevo Andy acabó antes y me llenó el cuerpo de su semen, yo dejé caer al inodoro mi leche. El último disparo grande lo recogí en la palma de mi mano para degustarlo. También Andy lamió mi mano.
Una idea se nos quedó clara, ya no había tabúes de ninguna clase respecto a nuestra desnudez. Ya no nos miramos más de reojo. Nos vestíamos y desvestíamos de frente; ya fue habitual ducharnos juntos en las mañanas. Como Andy tenía revistas para adultos descubrió que dormir desnudos era mas agradable y dejamos de usar pijama.
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