MI HERMANO ANDY Y YO: 6. La vez de cuando se iba A
( Relatos Gay )
Me liberé de todo. Mis 18 años fueron los de la libertad. Siempre iba desnudo por casa. De pequeño ya me había gustado la desnudez, la mía. En casa me recuerdan alguna vez anécdotas de cuando a la edad entre 2 a 6 años, no podía mantenerme con ropa. En cuanto mamá se daba la vuelta, yo estaba con el culo al aire y salía corriendo por la puerta a la calle. Cuando mi familia iba a la playa, me parecía muy natural desnudarme y correr hacia el agua fresca. Era como otro hogar para mí.
Así que mi padre tuvo la idea de inscribirme en su Club, donde todos los niños y hombres nadaban desnudos en una gran piscina cubierta. Me encantaba e iba cada vez que podía con o sin mi hermano o mi padre.
Cuando crecí, por supuesto, supe que ya no podía correr desnudo por la calle, pero el Club todavía me mantenía desnudo y me encantaba. Jugábamos al “toque pollas”, era otra razón por la que me gustaba el club. Y como soy un buen nadador, siempre ganaba. Algunas veces nadaba más lento para sentir que uno de los chicos se acercaba a mi polla y a mis pelotas colgantes y se metía debajo para acariciármelas y dábamos tirones para hundir al nadador. Mi hermano y yo siempre participábamos en el juego, y nos intercambiábamos las victorias y las derrotas. Era parte de la diversión que Andy y yo disfrutábamos juntos cuando entramos en la pubertad y en nuestra confusa adolescencia.
Siempre estaba desnudo en nuestra habitación, y la familia lo sabía y a todos parecía bien o, al menos, normal. Siempre llamaban a la puerta antes de entrar, menos mi madre que entraba a asear o complementar algo y le importaba nada cómo íbamos o qué hacíamos, así nos tocáramos uno la polla del otro. Nadie decía nada al respecto. Andy me pegaba palmadas en el culo y me metía mano de vez en cuando, pero tampoco parecía importarle. Me encantaba verlo desnudo o, más a menudo, llevando sólo el suspensorio y bailando por la habitación. Me encantaba ver sus nalgas desnudas, pero sin ninguna intención de nada, simplemente porque me gustaban las nalgas de Andy, como a cualquier otro le gustan las orejas o las manos de alguien.
Andy y yo hacíamos lo de siempre, masturbarnos mutuamente y disparar nuestro semen, competir por la distancia, etc.
Luego, el verano anterior a la ida de Andy a la universidad, él y yo empezamos a hacernos más cosas. En lugar de golpear mi culo desnudo, me agarraba fuerte hasta que dejaba de intentar escaparme. Entonces me daba un masaje en el culo y me metía el dedo en el culo de vez en cuando. Yo actuaba como si lo tolerara, pero en secreto me encantaba. Por supuesto, mi polla se ponía dura, y Andy sabía que no me molestaba demasiado.
La semana anterior a su partida, Andy se metió en mi cama, algo que había hecho desde que éramos niños. Habló de que tenía miedo de irse de casa, y yo le confesé que me sentiría muy solo sin él.
A lo largo de la noche me desperté y me moví para que estuviéramos en forma de cuchara con su polla, normalmente dura, presionada contra mis nalgas.
El domingo por la mañana llegó demasiado rápido, y ambos intentamos despertarnos lentamente. Yo estaba desnudo como siempre, me di cuenta de que Andy también permanecía desnudo mientras hacía la maleta y se preparaba para su viaje fuera de casa.
Me metí en la ducha, y estaba enjabonando mi cuerpo, emocionándome al sentir mis manos resbaladizas sobre mis pectorales, y Andy corrió la cortina de la ducha.
— ¿Te importa si lo comparto?
No esperó respuesta ni puta mierda le importaba y pronto se unió a mí cogiendo el jabón y procediendo a pasar sus manos por todo mi cuerpo. Casi se me doblan las rodillas, por fin vivía la fantasía que había tenido, o al menos una de ellas.
Me giré e hice lo mismo con él. Había palpado el cuerpo de mi hermano a lo largo de los años, normalmente durante un simulacro de masaje y también durante esta última semana, cuando habíamos compartido la cama y muchos abrazos, pero nunca había explorado abiertamente su cuerpo. Y por sus gemidos sabía yo que a él le gustaba tanto como a mí. Puesto de rodillas, le enjabonaba los fuertes muslos, y luego los huevos y la polla. En el colegio llamábamos chupapollas, a los maricas, como si solo ellos lo hicieran, así creíamos o queríamos creer, ahora ya sabía que no, sino que es uno de los grandes placeres del sexo. En ese momento, no me importaba ser un chupapollas, era mi hermano, y quería su polla. Mi boca envolvió su gruesa y dura polla, y las manos de Andy sujetaron mi cabeza mientras chupaba mi primera polla.
Por las sacudidas de su cuerpo, pensé que pronto tendría su semen en mi garganta, y sus manos sostenían mi cabeza para que no pudiera apartarme. Pensé que no me importaba, demonios, y dejé que su polla entrara aún más profundamente en mi garganta. Quería que su carga bajara por mi garganta y se alojara en mi estómago. Pero Andy se detuvo y me puso de pie.
— Quizá esta sea la primera, y probablemente la última vez que podamos estar así...
Me dio la vuelta y sentí cómo su polla se movía entre mis nalgas y me perforaba el culo. Esto era lo que había deseado mientras dormíamos juntos, pero no me había dado cuenta.
Me produjo dolor cuando la polla de Andy me convertía de virgen en hermano amante. Había alcanzado mi propia polla dura, mientras su otro brazo me mantenía inmóvil contra su desarrollado pecho. Por sus sonidos supe que el semen de mi hermano se estaba disparando por mi culo, y pronto mi propio cuerpo se sacudió bajo su control y disparó mi carga contra la pared de la ducha.
—Deberíais daros prisa ahí dentro.
La voz de mi madre nos devolvió a la realidad y nos giramos y nos besamos. No como habíamos hecho de vez en cuando durante nuestros respectivos 17 y 18 años, sino como amantes, ahora que estábamos en los 18 y 19 y Andy se iba a la Universidad. Nuestras lenguas se decían cosas que no podíamos decir verbalmente.
Andy me saludó mientras se dirigía al coche. En el último momento decidí no ir con el resto de la familia, alegando que me dolía el estómago. En realidad sí me dolía. Y para remediarlo, me duché de nuevo y pensé en Andy mientras me tiraba de la polla con una mano y me follaba con los dedos de la otra. Andy me había dejado más de lo que él o yo habíamos planeado.
Como sentía desesperación de no tener a mi hermano dentro de mí, ya estaba haciendo planes para visitarlo tan pronto como pudiera.
Ese otoño vivía mi ultimo año de Colegio y me aburría enormemente. Dormir en nuestra habitación era igual de aburrido sin que Andy me rompiera el culo con una toalla, o me diera los gustos habituales. Lo que más extrañaba era ducharme sin Andy, no era lo mismo ni mucho menos. Cuando Andy venía a casa algún fin de semana, nos abrazábamos, jugábamos al fútbol en el césped y yo me aseguraba de estar desnudo muchas veces delante de él para que jugara con mi culo. Pero cuando pasó el tiempo de Navidad, Andy no venía a casa en ningún fin de semana y mi desesperación se acrecentaba, por lo que decidí hacer autostop hasta la universidad un fin de semana y aparecer en su dormitorio.
Lo hice, fui a su habitación y Andy no estaba allí. Uno de los otros chicos me dijo dónde estaba la llave, la tomé y entré. Había dos camas, y algo de ropa deportiva por cualquier parte. Había también un par de botas de media caña que cubrían los tobillos en el suelo, estaban debajo de una abrazadera que supuse que utilizaba Andy para colgarse boca abajo como había visto hacer en la televisión y en los anuncios.
Decidí sorprenderle. Me desnudé totalmente, me puse las tobilleras y me puse boca abajo enganchándome a la anilla del techo. Pero metí la pata y lo hice de manera que no estaba de cara a la puerta como estaba previsto, sino de cara al otro lado. Pero decidí quedarme así para que lo primero que viera Andy fuera mi culo desnudo boca abajo. Me reí y me quedé colgado como una especie de murciélago desnudo esperando que no tardara en llegar.
Oí que se abría la puerta y dije:
— Hola, ¿qué es lo último que recuerdas haber visto de mí antes de salir de casa? Eso es lo primero que ves ahora.
Me reí y le oí caminar hacia mí. Vi sus piernas y decidí no levantar la vista. Sobre todo, porque en cuanto sus piernas estuvieron frente a mí, le oí bajarse la cremallera de los pantalones y vi cómo éstos caían al suelo. Andy y yo estábamos a punto de hacer algo más con lo que sólo había fantaseado desde que estaba colgado.
Sentí que su boca rodeaba mi polla, que al instante se puso dura (de todos modos estaba medio dura). Se arrodilló y su polla me apuñaló en la boca. Nos chupamos mutuamente. No oí que la puerta se abriera de nuevo, pero sí la voz de Andy.
— Bueno, ¿qué tenemos aquí? El hermano menor se está familiarizando con mi compañero de cuarto, por lo que veo.
Tragué saliva, no sólo porque me di cuenta de mi error, sino porque el compañero de habitación de Andy estaba disparando una gran carga de semen hacia abajo, es decir, hacia mi garganta. Sentí una mano en mi culo y un dedo moviéndose en mi ano. El toque de Andy hizo que mi propia carga escapara de mi cuerpo boca abajo y saliera disparada hacia la desconocida boca caliente.
Me ayudaron a bajar, y después de que la sangre se moviera de mi cabeza por el ejercicio, y mi vergüenza, conocí a Néstor López, el compañero de habitación de Andy. Y los tres parecíamos llevarnos bien al instante. Por supuesto, eso no debería haberme sorprendido en este trance. Me quedé desnudo mientras hablábamos, sin pensar que fuera algo inusual y Andy le explicó a Néstor que yo era una ninfa del bosque, a la que le encantaba estar desnuda.
Cena, bebidas y muchas horas de broma después, volvimos tambaleándonos al dormitorio, donde volví a mi estado de desnudez. Néstor y Andy siguieron mi ejemplo y los tres nos duchamos. Desgraciadamente, había otras personas allí, así que sólo pudimos limpiarnos nosotros, no los demás. Como la habitación de Andy tenía unas camas gemelas muy estrechas, tuvimos que pensar en la forma de dormir. Néstor nos dijo que nos apartáramos mientras tiraba su propio colchón al suelo y luego el de Andy. Pensé que estaba haciendo una cama para Andy y para mí y que dormiría en otro lugar. Empecé a ofrecer una protesta educada. Pero Néstor se subió a un lado de la cama de dos colchones de ancho y dijo:
— Bueno, vamos, Andy, ya hemos compartido a tu hermano, así que compartamos un poco más.
— ¿Se lo has dicho?, —le pregunté a Andy.
— Claro, yo le cuento todo a mi amante.
Eso también me dijo mucho. Andy era gay igual que yo y amaba cada sensación, fantasía y las pocas experiencias que ya habíamos tenido. Me encontraba entre Néstor y Andy. Una posición que me permitía follar con un hombre por primera vez, mi hermano Andy, y ser follado por Néstor al mismo tiempo. Luego invertir la posición para que la polla de mi conocido hermano estuviera dentro de mí, donde debía estar. Y mi polla estaba donde aparentemente la polla de Andy había estado últimamente, dentro de su amante, el culo de Néstor.
El fin de semana pasó demasiado rápido, y mi culo dolorido tardó toda la semana en recuperarse. Sabía que volvería a visitar a Andy y a Néstor, y no me daba cuenta de que con cada visita le estaba haciendo más daño a Néstor y a mí mismo.
Fue durante el 1 de mayo, Fiesta del Trabajo, cuando aprendí más de lo que esperaba.
Andy les dijo a nuestros padres que las actividades populares era una verdadera mierda, y que se quedaría en su cuarto para aprovechar el tiempo. Decidí ir a verlo.
La residencia estaba casi abandonada. Los pasillos estaban fantasmagóricamente vacíos, y sólo oí música procedente de una de las habitaciones, cerca de la ducha. Andy y Néstor no estaban en su habitación, pero la llave oculta era fácilmente localizable, así que entré y, como de costumbre, me desnudé. Caminé por la habitación mirando los libros, y el familiar equipo deportivo. Me reí al ver las tobilleras especiales y la barra colgante, pero decidí no repetir mi acto de ninfa colgante desnuda.
Rebusqué en algunos cajones para encontrar una toalla y me dirigí a la ducha del dormitorio con una de las toallas de Andy sobre el hombro. Al pasar por delante de la puerta donde había escuchado la radio antes, se abrió y una voz me preguntó quién era. Me giré y le dije que era el hermano de Andy. Al mismo tiempo me di cuenta de que estaba desnudo frente a un completo desconocido cuyos ojos se movían de arriba a abajo bebiendo la vista de mi cuerpo desnudo. Sonrió y me dijo que pasara al acabar la ducha.
La ducha me hizo sentir fresco, habiendo eliminado el sudor corporal que había acumulado durante mi viaje a dedo hasta aquí. Me senté en la habitación de Andy durante un buen rato y luego cogí dos cervezas de su pequeña nevera. Llamé a la puerta del chico que había visto antes, todavía llevaba la toalla envuelta a mi cintura. Me recibió dentro y bebimos y hablamos como dos viejos amigos. Estaba oscureciendo fuera y vimos la televisión. Me sentí como si estuviera con Andy en casa viendo la televisión, y recosté mi cabeza en su regazo.
Se movía mucho y le pregunté si estaba bien. Me dijo que lo estaba aplastando, así que bajé mi cabeza hasta sus muslos desnudos. Me giré y le miré. Era guapo, un tipo deportista, y sus ojos grises me decían que era un buen hombre sensible, mi polla se agitó y supe por qué.
Su pecho desnudo era suave como el de Andy, estaba muy desarrollado. Me dijo:
— Me recuerdas a mi propio hermano, pero él solo tiene diez años.
Celio —así se llama—, puso su mano en mi pecho desnudo, probablemente como hacía con su hermano pequeño cuando estaba de visita en casa. Su pulgar y su dedo acariciaron mi pezón, lo que me hizo preguntarme si también se lo hacía a su hermano.
Con el rabillo del ojo, vi que la bragueta de sus calzoncillos estaba abierta de par en par y que la polla que había dentro se movía.
Giré mi cuerpo para que mi cabeza quedara frente a su entrepierna. Su mano se quedó en mi cuerpo y acarició mi trasero cubierto por una toalla. Me moví hacia delante y, usando sólo mi lengua, le saqué la polla, que estaba creciendo.
Su semen salió disparado hacia mi boca. Tenía un sabor dulce. Había tragado el semen de Andy y Néstor sin probarlo. Evidentemente, me lo estaba perdiendo.
Después me volvió a poner en posición horizontal y con ambas manos jugó con mi cuerpo desnudo, explorando, provocando, haciendo cosquillas y acariciándome tan lentamente que mi cuerpo se sacudía casi violentamente para cuando me llevó al orgasmo.
Con mi toalla me limpié... y me fui... sabiendo que volvería antes de que terminara el fin de semana de vacaciones... y se lo dije.
Celio sonrió, y yo también.
Cuando volví al dormitorio de Andy y Néstor, les oí entrar y me quedé desnudo como siempre con la toalla manchada de semen colgando de mi mano.
Allí, frente a mí, estaba Andy, pero llevando algo que nunca le había visto y estaba poniendo una especie de arnés en la polla y los huevos de su amante, Néstor.
Ambos llevaban correas de cuero negro en sus cuerpos, Néstor tenía una máscara puesta y Andy sostenía una de las capuchas que vi antes en su otra mano.
Se giraron y me miraron.
—Bueno, supongo que eso responde a nuestra pregunta.
Obviamente, saben que volví al dormitorio de Andy durante muchos fines de semana a partir de entonces. A veces incluso me saltaba las clases del viernes y llegaba allí para una estancia de tres días. Andy, Néstor y Celio parecían tener muchas ideas nuevas, y todos parecíamos tener suficiente semen para aguantar todo el fin de semana de chupar, follar y experimentar.
Pero uno de los fines de semana que me presenté ni Andy ni Néstor ni Celio estaban allí. No le había dicho a Andy que iba a ir, así que supongo que todos se fueron a uno de los lugares de los que les oí hablar y como no parezco ni de lejos tener 21 años, nunca pudieron llevarme.
Así que me metí en su habitación, me desnudé como de costumbre y esperé, durmiendo mientras lo hacía. Me desperté sobre las 3:30 y me di cuenta de que mi hermano y su compañero de piso no iban a volver a casa. Así que cogí una toalla y me envolví en ella de forma reluctante, pero como el dormitorio estaba lleno, pensé que debía mostrar algo de modestia al menos. Llamé a la puerta de Celio, pero un tipo que pasaba por allí dijo que se había ido a una ciudad cercana a pasar el fin de semana. Probablemente con Andy y Néstor, lo que significaba que estaba solo en un dormitorio lleno de universitarios, a los que no conocía.
Así que supuse que me iría a casa por la mañana y dormiría en la habitación de Andy esta noche. Fui al baño y me alivié. Oí que las duchas estaban funcionando y pensé que también me daría una buena ducha caliente para poder dormir mejor.
La sala de duchas era una de esas salas grandes, con un montón de chorros, como las que se ven en la mayoría de los gimnasios. Las luces estaban apagadas y oí que había gente dentro. Así que supuse que para ducharse a esa hora había que dejar las luces apagadas.
Colgué mi toalla en una percha, y sintiéndome de nuevo mi viejo yo, estando desnudo y todo, entré en la sala de duchas. Cuando mis ojos se acostumbraron a la oscuridad, pude ver muchas más siluetas de las que había pensado en un principio.
La mano de alguien empezó a palpar mi culo, y pronto otra mano se deslizó sobre mi pecho. Empecé a salir, pero alguien me alcanzó por detrás y me atrajo contra su forma desnuda. Sus dedos encontraron mis tetas y mi cabeza cayó sobre su hombro mientras entraba en la primera fase del éxtasis. Mi cabeza pareció perder el contacto con la realidad y sentí que otras manos me tocaban los huevos y jugaban con mi polla.
Pronto alguien me levantó las piernas y me llevaron y pusieron suavemente en el suelo. Había uno o dos centímetros de agua caliente que me hacían sentir caliente por todas partes. Me empujaron las piernas hacia arriba, o cuando sentí que alguien jugaba con mi culo, las subí yo mismo, y pronto sentí la familiar y muy deseada sensación de alguien deslizando su polla dentro y fuera de mí.
Una boca se encontró con la mía y le chupé el dedo. Extendí la mano y sentí pollas a mi alrededor. Empecé a masturbar a dos con cada mano, y su semen se disparó sobre mi cara, mi pecho y mi abdomen. En cuanto el tipo que me estaba follando se retiró, me levanté, pero sólo hasta las rodillas. Había mucha polla aquí, y las quería todas. No sé cuántas chupé, masturbé o jugué con ellas, pero recuerdo hasta hoy la maravillosa sensación del semen disparado por todo mi cuerpo desnudo aquella noche.
Oí murmullos y a los chicos que se iban, pero parecía que iban a venir más, porque mi cuerpo nunca parecía estar sin manos en mí, y mi boca, mis manos y mi culo nunca parecían estar sin una polla. Estaba de rodillas siendo follado por el culo y la boca, con otra persona debajo de mí chupando mi polla. Todos nos corrimos, y de repente me di cuenta de que estaba solo. Busqué jabón y tomé la ducha de limpieza que había planeado.
Mientras me movía por el pasillo, sentí la brisa fresca en mi cuerpo desnudo, tal y como me gustaba. No me preocupaba que nadie me viera ahora, ya que probablemente acababa de tener sexo con todos los que estaban despiertos a esta hora. Vi una puerta abierta y una luz roja encendida.
Metí la cabeza en la habitación y vi a dos tipos fumando algo de droga y mirando la televisión. En la pantalla había un grupo de chicos haciendo el tonto. Era una cinta de porno gay y, sin decir una palabra, entré y me senté entre ellos.
Le di una calada a la hierba cuando me la pasaron, y aún así ninguno habló. Uno de los chicos apagó la luz, y bañados sólo por la luz de la tele, empezamos a tener sexo. Yo estaba asombrado, quiero decir que puedo correrme mucho, pero esa noche mi polla no parecía bajar. Estos dos chicos no me dejaban hacer nada. Jugaron conmigo, me la chuparon, me follaron, me besaron, jugaron con mis tetas, me lamieron el cuerpo de pies a cabeza (incluso chuparon cada dedo del pie), me levantaron, me doblaron, me sujetaron y me mimaron. Dormí con ellos en medio de su piso, y por la mañana, hice que ambos se acostaran allí mientras yo se la chupaba.
Volví al baño y me miré en el espejo. Su semen estaba en mi cara y en mi pecho. Lo recogí con los dedos y lo saboreé a placer.
En cuanto me acosté en la cama vacía de mi hermano, me quedé dormido. Sentí que alguien me agarraba la polla y prácticamente me levantaba. La sorpresa me hizo pasar de un estado de sueño a un estado de aturdimiento casi inmediatamente. Andy y Néstor se pusieron a mi lado y dijeron que eran las 6 de la tarde. Había dormido todo el día.
Me llevaron a cenar a la residencia (por desgracia, eso significaba que tenía que llevar ropa). Allí vi a los dos chicos con los que había pasado la madrugada. Me saludaron y conversamos alegremente, luego otros chicos sonreían y me saludaban usando mi nombre.
—Desde luego, has hecho amigos a diario, —me dijo Andy mirándome asombrado.
— Menos mal que no te has duchado a las 4 de la mañana, hubieras conocido a todo el mundo aquí, —añadió Néstor.
Yo sonreí. Se equivocaba. Eran las 3:30 de la mañana y seguro que había algunos tipos que no conocía..., todavía.
No te he contado la vez que volví a casa en autostop desde la universidad de Andy después de unas vacaciones de tres días que decidí tomar. Saltándome las clases del viernes y yendo allí para más aventuras sexuales. Y no me molesté en decírselo a mis padres hasta que los llamé desde el dormitorio de Andy.
En fin, llegué como a la 1 de la mañana del lunes. Mi padre estaba en casa muy enojado, por decir lo menos. Me dijo que mi madre se había ido a ver a su madre enferma y que quería que yo la acompañara, pero que no me encontraba, así que se fue sola.
Papá exigió saber por qué seguía yendo a la universidad de Andy y qué hacía allí. Por supuesto, me negué a contarle nada y, por rebeldía, ni siquiera le mentí.
Me agarró del brazo y prácticamente me tiró por las escaleras del sótano, donde repitió su pregunta. Ahora yo también estaba enfadado y le dije que no era asunto suyo.
Me abofeteó y grité. Nunca le había visto tan enfadado.
Me dijo que si iba a hacer ruido, tendría que impedirlo y me ató una mordaza. Por alguna razón, no me la quité aunque tenía los brazos libres para hacerlo.
Me ordenó que me bajara los pantalones y se quitó el cinturón. Bueno, ya sabéis lo que pasó, me dio la paliza de mi vida y grité todo lo que pude, lo que hizo que siguiera golpeándome. Me agarró los pantalones y me los quitó por completo. Mi camiseta también fue arrancada de mi cuerpo, y me quedé allí dejando que lo hiciera todo.
Estaba desnudo frente a él, llorando y sollozando. Sus ojos miraban fijamente mi gran erección, y sonrió.
— Bueno, tal vez sepa lo que has estado haciendo en la residencia de Andy. ¿Te ha hablado alguna vez de nuestras sesiones aquí abajo?
Negué con la cabeza... pero mi imaginación se disparaba, y mi polla rebotaba.
—Tal vez te lo enseñe.
Mi madre llegó a casa una semana después, y justo a tiempo, mi padre me dejó ponerme la ropa, por fin. Durante toda la semana, me mostró algo de lo que él y Andy habían hecho cuando Andy estaba castigado.
Algunos de los chicos hicieron comentarios en el gimnasio acerca de las marcas en mi trasero, pero yo sólo esperaba que eso le diera al menos una idea a uno de ellos.
Y pensaba pedirle a Andy que recreara algunos de esos momentos con nuestro padre durante mi próxima visita a su dormitorio, a la que, por supuesto, pensaba ir sin permiso, sabiendo que mi padre tendría que castigarme al llegar a casa.
Escriba aquí su comentario sobre el relato:
Opps! Debes iniciar sesión para hacer comentarios.