ESPERMIA: 4ª Eyaculación, Mi tío desplazado
( Relatos Gay )
No iba en broma cuando mi tío Manu me preguntó si podía hacerme compañía. Le dije que sí, claro, con lo bien que me lo pasé con él y con papá la última vez. Estoy hablando como si la última vez estuviera lejos en el tiempo y fue anteayer, Navidad. Ayer fuimos a casa de mi tía Alicia, hermana de mi madre, allí está mi abuela. Comimos y cenamos con ellos celebrando Navidad. Hoy se han ido mis padres, cada uno con su coche y regresarán el 31.
Hacía media hora que se habían ido y llamaron a la puerta, Fui a abrir y allí estaba mi tío Manu, envuelto con su zamarro. Le hice pasar y se despojó de la ropa de abrigo. Dentro de casa hacía calor por la calefacción.
— ¿Cómo es que has venido tan pronto si se acaban de marchar, tío Manu?
— Magia que tiene uno, —se rió.
Me reí esperando que continuara.
— Dos cositas antes que nada, nada de tío Manu y tal, ¿eh?, con Manu va que chuta. Y..., adivina, adivinanza..., pues tu papi quedó conmigo que me avisaría y..., pues que me avisó.
— ¡Qué podridos están estos hermanos...!, —dije entre dientes.
— ¿Qué dices?
— ¡Que es genial que hayas venido!
Comencé a desvestirme y me dijo:
— ¡Alto! Que a mi nena la desnudó yo.
Y se acercaba. Le puse la mano extendida como de stop y le dije:
— Muchacho, que me desnudes tú me encanta, pero eso de tu nena a la mierda, tu amante ya veremos, soy un maricón al que te vas a echar por tus cojones, así que me hablas a lo macho, no con mariconadas, ¿entendido?
— Saber lo que dices, lo sé, pero entenderte, no te entiendo, ¿no eres maricón? Pues eso es como si fueras una hembra, ¿no?
— No; soy gay, me gustan los hombres y soy hombre, ¿tú eres hombre, Manu? Porque pienso follarte yo a ti...
— ¿Tú a mí? Por nada del mundo, yo soy hombre...
Caminé hacia la puerta y la abrí diciendo:
— Ya puedes marcharte, así no necesito tu compañía.
— Pero, sobri..., digo, Jaime, yo..., nunca...
— Aaaaaacabáramos, ¿nunca te han follado? Pues ya es hora de probarlo... Entonces, ¿tu maricón era mi padre? Pues no, con mis amigos nos follamos mutuamente y alternamos, si no es así no me haces falta, vete.
— Vale, Jaime, como quieras, lo intentaré...
— Te vas igual, te lo piensas, si quieres ser mi amante, las reglas las pongo yo; no me voy a convertir en una bolsa de basura para tu mierda. Cuando lo hayas pensado, me llamas y, si estás de acuerdo, pondremos nuestra cita y te diré cuando has de venir.
Salió bien mi bravuconada. La verdad es que había quedado con Foncho y Pepe López que estaban a punto de llegar. Mi tío Manu me lo puso bien hablando en femenino, de otra manera me hubiera costado más hacer que saliera de mi casa.
Esa noche del 27 era el cumpleaños de Luismi y nos había invitado a su casa con otros amigos comunes. Quedé con ellos para que pasaran por mi casa y nos calentaríamos antes para ir preparados. No tardaron en llegar, lo justo para que yo preparara unas bebidas. Preparé unos cócteles que había aprendido y gominolas que a Pepe le gustan hasta por vicio.
El objetivo de venir a mi casa era para cambiarse. Como sus padres son severos o no sé cómo, ellos me pidieron que guardara yo su ropa más atrevida. Así lo decían ellos, que a mí me parecía tan normal como la mía. Ellos dejaban en mi casa sus botas, sus suspensorios, sus jeans desgastados y con agujeros y sus camisetas de tirantes estrechos. Como es costumbre a la mitad de nuestra copa, pasamos a mi habitación, nos desnudamos, les saqué a cada uno su ropa, limpia como siempre, y saqué la mía. Nos metimos a la ducha, les pedí que me la metieran y descargaran los dos antes de lavarnos. Primero fue Pepe, es más atrevido y la tiene larga pero delgada y me encaja perfectamente. Esa polla la conozco mejor, la he usado mucho en estos dos últimos años de colegio. Como allí hay que hacer las cosas rápido para que no te pillen, me valgo de la polla de Pepe porque encaja pronto. Así hemos estado los dos últimos años casi a diario y nunca nos ha sorprendido nadie. Con Foncho es diferente, solo cuando viene a casa me la mete, pero en el cole nos damos buenas mamadas. Nunca nos han pillado, pero una vez casi. Ocurrió que yo salía de una cabina, no había cagado, pero casi la cago, estaba a punto de decirle a Foncho que se vistiera, cuando en ese momento entraba un profe, entonces lo saludé muy cordial y en voz alta. Lógicamente Foncho no salió hasta que yo me salí hablando con el profe. Cuando llegó al aula me miró y sonreímos.
Pepe y yo nos follamos con frecuencia uno al otro. En el cole me da Pepe, pero luego en la suya o en la mía, dado que llegamos antes que nuestros padres, me descargo mi mierda en él, siempre me dice: "fabricas mucho esperma".
Ese día, cuando acabó Pepe, enseguida me la metió Foncho, el esperma de Pepe sirvió de lubricante y Foncho que es tardo en correrse me daba por el culo como una bestia y Pepe me la chupaba. Por fin se corrió Foncho y me contagié para llenarle la boca a Pepe, que después de tragarse mi esperma me dio un beso para hacerme participar y luego dijo:
— Eres una máquina de esperma —y tocándome los huevos—, es que son grandes, joder.
— ¿Qué son grandes?, —preguntó Foncho.
— Los huevos de Jaime, producen más esperma que los conejos y las ratas juntos, —responde Pepe.
— Venga, rata, vamos allá, —me dijo Foncho.
Nos lavamos, nos ayudamos a secarnos. Nos vestíamos, yo me estaba poniendo mis jeans muy ajustados, muy lavados y blanqueados sin agujeros y me dice Foncho:
— No te has puesto calzoncillos.
— Este no usa de esas mierdas, —dijo Pepe.
— Pero he oído decir que hay que llegar y nos quitaremos los pantalones y nos quedaremos en calzoncillos para toda la velada, —replicó Foncho.
Me los saqué ayudado por Pepe y saqué dos tangas, roja y verde mar.
— ¿Cuál me pongo?, —pregunté.
— Tú tienes unos jocks muy lindos, pequeños, parecen bañadores y justo te tapan la polla y los huevos, —dice Foncho.
— Pues he comprado unos casi igual, pero que marcan mejor, son brillantes, de nylon; quitaos eso y os regalo uno a cada uno, —dije,
Los saqué, les gustaron mucho, Foncho se puso uno azul, Pepe el de camuflaje y yo el rojo. Volvimos a vestirnos, ellos se pusieron su camiseta, yo a pecho descubierto fuimos a acabar la copa. Me puse un crop y se rieron, Foncho dijo:
— Ahora sí pareces un auténtico maricón.
— De eso se trata, Fonchi,
— ¿Qué me has dicho?
— Te ha dicho Fonchi, —contestó Pepe, riéndose.
— Hala, por reírte llevarás esto, y le di un paquete donde iban tres botellas, dos de whisky y una de ron.
— ¡Serás maricón! Yo siempre el recadero, —protestó Pepe.
Se nos hacía tarde, miré mi billetera, tenía suficiente y llamé un taxi. No tardó más de 10 minutos. Subimos y llegamos a buena hora. Al entrar Pepe entregó a Luismi la bolsa, la miró y dio un resoplido magistral. Llamo a Anto, un chico rubio vecino suyo que iba con suspensorios y mientras ellos se iban le regalé un paquetito pequeño a Evan, le felicité y le besé, me basó y fui a cambiarme.
Se me acercó Anto y me dijo al oído:
— ¿Sabes que te queda ese crop?
— ¿Te gusta?
— Me gustas tú, Jaime, —contestó.
— Y..., ¿qué se te ofrece?
— Creo que me va a gustar follar contigo hoy, —dijo mientras me agarraba el culo por encima del jean.
— Oye, Anto, ¿es aquí donde dejamos el pantalón?
— Te traigo una bandeja y te ayudo, guapo, —dijo y lo hizo.
— Cuando me tiró del jean, descubrió mi paquete y dijo:
— Con esa pieza me gustará pelear.
— En el momento que quieras, me caes bien, eres Antonio, ¿es así?, —le dije.
— No, es Antolino, que no me gusta y yo mismo me he quedado con Anto, incluso para firmar, mejor si me hubieran puesto Gorgonio.
— ¿Quieres cambiar tu nombre?
— ¿Se puede?
— El abogado de mi padre lo consigue y es buen amigo nuestro.
— Hazme el favor, guapo.
— Depende de cómo folles.
— Me vas a follar tú con esa arma escondida, ¿me la muestras?
— Ah, claro, mira —dije bajándome en suspensorio,
Iba a tocársela y le dije:
— En otro momento jugamos, Anto.
Me besó y guardó mi bandeja. Salimos los cuatro y nos saludamos con otros dos que entraban a cambiarse. Nos saludamos con un beso y un hasta luego.
Afuera me esperaba Luismi con la cajita abierta en la mano:
— Siempre he deseado comprarme uno, pero no me alcanzaba, este me gusta, solo que no tengo agujero en el lóbulo, pero me lo has acertado, ¿como sabías?
— Para serte sincero, ocasionalmente te escuché un día decir lo que acabas de decirme. Pero en cinco minutos, si tienes una aguja gorda y alcohol, como tienes hielo, te puedo hacer el orificio.
— Eso será magnífico, esa va a ser tu actuación, médico y paciente, me lo haces y lo luzco. Me gusta tu suspensorio —me dijo, tocando la suavidad de la tela y mi polla por encima de la tela.
— Gracias, pero no toques más que me corro, que Anto ya ha jugado bastante.
— ¿El maricón ese? No tiene remedio. Bueno, te dejo que voy a cambiarme.
Todos departimos copas hasta emborracharnos mientras conversábamos de mil cosas, primero intrascendentes, estábamos muy sanos para hablar de cosas importantes, después de tres copas y alguna mezcla más comenzamos a hablar de política barata, es decir, de lo que nos afectaba, según creíamos. Luego sonó la música de modo estridente, no se podía hablar y comenzó el baile, cada uno mostrando su valor artístico en sus movimientos y otros su valor erótico. Todos bailamos, pero todos, los 16 que estábamos en aquel gran sótano muy bien arreglado e insonorizado, queríamos bailar con Evan. Él complacía a todos, me quedé de los últimos porque Anto quería bailar conmigo todas las piezas, pero Foncho, celoso, se alió con Pepe para no dejar que se me acercara Anto. Por fin me avisaban que me tocaba. Yo estaba sudado y cuando me agarré a Luismi noté que él lo estaba más. Bailábamos algo lento y bien abrazados. Él se me amarraba a mis nalgas y yo a su espalda.
— Luismi, estás muy sudado.
— Tú también, Jaime.
— Pues quitémonos la ropa, —yo ya estaba bien traqueteado y me fui de la lengua.
— Si no llevamos casi nada.
— Pues ese casi, ¿qué más da?
— Llevas razón.
Nos soltamos, le quité su slip y luego me quitó mi suspensorio. Seguimos bailando bajo una lluvia de aplausos y de calzoncillos que volaban por encima de nuestras cabezas.
— Luismi, creo que he bebido mucho y no he comido nada.
— Vamos a cenar, Jaime.
Nos separamos del baile fuimos a las mesas de una pared, sacamos los papeles que la tapaban y comenzamos a comer. Todos comíamos cerca de la mesa, desnudos y hablando todos con todos. Había algunos que tocaban mucho, como Anto y otros. Me sentó bien la cena, esa media hora comiendo, bocatas, jamón, chuletas de cerdo calentitas, y queso. Pero noté que el pan me iba mejor, porque me envolvió la sensatez, me sentía lleno. Fui al baño, evacué y me lavé con un par de edemas, saqué toda la mierda que apestaba y me encontré para volver a comenzar. En la cena no tomé licores ni cervezas pero sí mucha agua. Entre eso y los enemas me arreglaron. Al salir, estaban todos peor que antes. Me fui donde Pepe para ver si estaba bien y me dijo:
— Ya era hora, ¿acabas de llegar? Te has perdido el baile y la cena.
— Anda, ven conmigo.
Lo arrastré al baño y llevé conmigo una botella de agua. Se la hice beber a la fuerza, luego le hice beber otras dos que yo iba rellenando del caño. Lo senté en el inodoro y no tardó nada en evacuar, salía como agua por manguera.
— Ahora, métete ahí.
Me obedeció y le hice lo mismo, dos edemas. Le miré el culo y el color del agua que salía y le hice dos más, aunque protestaba. Al pasar como 10 minutos me dijo:
— ¿Hemos comido ya?, ¿qué hora es?
— Hora de comenzar a follar y te voy a buscar la pareja que te va a dejar maltrecho toda la noche.
Se rió. Salimos, busqué a Luismi y le dije:
— Métete con Pepe donde quieras y dale duro, comienza con él.
Pepe protestaba. No le hicimos caso y se lo llevó. Vino Loren, un chico que juega muy bien al fútbol y me preguntó:
— ¿Donde se puede follar aquí?
— ¿Por qué me preguntas a mí?
— Porque quisiera follar contigo — dijo Loren.
— Vamos a la mesa del ping pong, —indiqué por decir algo.
— ¿Delante de todos?, —preguntó .
— ¿Qué quieres, follar o esconderte?, —me burlé de él.
— No es por mí, es por ti...
— Pero ¿a qué hemos venido?, —insistí.
— A follar, pues, túmbate en la mesa que quiero ver tu cara cuando llores de dolor.
Me juré que ni iba a llorar ni a mostrar una señal de dolor. Cuando me apuntaba al culo, me incorporé algo, le agarré de los costados de las nalgas y me lo empujé y entró. Ya le dejé el trabajo y rápido acabó por el entusiasmo, los demás rodearon la mesa y le animaban, hasta yo me uní al coreo colectivo y se me olvidó que me follaba Loren. Después de correrse, sacó su polla, me besó, sacó su condón y me lo mostró. Había muy buena cantidad y estaba feliz. Apareció Luismi y dijo que cómo iban a dar las 12 de medianoche, había una ceremonia de celebración. Sacó una aguja, alcohol, algodón y un mechero. Me pidió que le abriera el lóbulo y pedí hielo. Ahí, ante todos le perforé el lóbulo de la oreja. Cuando se calmó, tras tomar un paracetamol, le dije:
— Sí me invitas el próximo año te regalaré uno para tu polla.
Lo celebramos con una copa y brindamos. Me cogió con su brazo por el pescuezo y dijo en voz alta:
— Ahora me lo llevó para fallarlo.
Y algunos gritaron:
— ¡Queremos verlo!
— No, no; que lo nuestro va a ser muy pasional y amoroso para ver si consigo que me acepte como su novio.
Cuando ya nos metimos dentro me preguntó si se ponía el arete en su oreja y le dije que en unos días, pues le había puesto hilos de nylón para que no se cerrara.
— Sí mañana tienes fiebre, ve al médico y que lo miré.
— Ahora no duele y vas a follarme primero tú a mí.
Qué noche, inexpresable en cuatro líneas, lo dejo para otro momento.
Comentarios
Este relato está de lo más rico y morboso. Primero, como te le portaste a tu tío Mau.. Q bueno q lo quieres follar.. Pero como q el no se va a dejar. Espero q en otro relato, nos platique si lo has penetrado. Y luego esa fiestecita amigo. Genial. Cantidad de miembros y culos al aire. Los edemas.. Eso es rico hacerlo y más si se los hacen a uno. Q rico.. Me encantan. Bueno y la fiesta. Los slips y suspensorios volando. Me encantan los suspensorios. Q rica fiesta tan morbosa, llena de lujurias y sexo desmedido. Condones llenos de espermas. Bolas grandes, fábricas de leche. Cogidas sobre la mesa de ping pong. Q cosa.. La tomadera q los iba calentando de más.. Y más y más.. El lóbulo del oído. Q rica fiesta. Me encantó. Les regalaste suspensorios a tus amigos. Las nalgas desnudas, de fuera. Y expuestas a ser manocea das. Y culos cogidos. Genial amigo
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