Esto que voy a contar, sucedió cuando estuve trabajando en una empresa de congelación de forma temporal. Esta empresa era además una de las que se encargaba de suministrar hielo a los barcos de pesca que van al “Gran Sol”. La ciudad donde todo ocurre es en La Coruña, ahí era donde estaba la empresa.
Yo trabajaba de forma temporal en dicha empresa, no tenía contrato fijo, hoy trabajabas y mañana igual te quedabas fuera. Pero ese año, tuve la suerte de que me hicieran un contrato temporal, era de 6 meses, era para sustituir a los que se iban de vacaciones, pero a la semana de estar trabajando, me destinaron a la distribución del hielo, uno de los empleados de contrato fijo, se había quedado de baja, había roto una pierna por lo que me destinaron a mí a aquella zona.
El trabajo consistía principalmente en cargar los camiones de hielo e ir con el conductor que era otro compañero, a dar hielo a los barcos de pesca, principalmente barcos del “Gran Sol” aunque también dábamos hielo a los barcos del día.
El hielo había que palearlo y este iba bajando a la bodega del barco por una especie de tobogán. No era nada complicado, solo había que estar en forma y saber como ir paleando para que el hielo se fuese deslizando poco a poco sin tener que palear mucho, cosa que enseguida aprendes, además que enseguida se encargó mi nuevo compañero de ponerme al día de todo.
Este compañero, empleado fijo de la empresa, era un hombre de 51 años, era viudo, tenía una hija, pero no vivía con él, estaba casada, era de 1,75 centímetros de estatura aproximadamente, era delgado, no tenía ni una pizca de grasa, pero tenía una mirada de esas, que nada más mirar para él, parece que te está desnudando, es una mirada morbosa. Cuando me lo presentaron, nada más verlo ya supe que estaba en peligro. La forma de mirarme, como se sonreía y como se me quedó mirando, supe que aquel hombre además de morboso era un autentico depredador. Con aquel hombre yo sabía que estaba en peligro y la verdad es que no me equivocaba nada.
El primer día que empezamos a trabajar juntos, solo se limitó a ponerme al día, como había que hacer, cual era nuestro cometido y por supuesto escudriñarme minuciosamente. Por supuesto que yo me percaté de cómo me escudriñaba, me estaba examinando minuciosamente, creo que no se le pasó nada por alto. Aquello a mí me tuvo todo el día en tensión, aquel hombre me ponía nervioso, muy nervioso, sabía que era peligroso, todo mi cuerpo me lo decía y no me equivocaba.
Ese primer día no pasó nada, solo se había limitado a explicarme todo. El segundo día fue más o menos como el primero, quizás me había escudriñado más en profundidad y al tercer día ya fue un poco más atrevido. Quería ver mi reacción, así que empezaron sus toqueteos. Eran simples tocamientos junto a comentarios subidos de tono, a la vez que me lanzaba preguntas de índole sexual, quería ver mi reacción.
Si desde el primer día que lo conocí, supe que estaba en peligro, cada día que pasaba estaba más seguro de ello. Sabía muy bien que aquel hombre sabía de mis gustos sexuales, no sabía muy bien el porqué, pero aquel hombre lo sabía al igual que yo sabía que aquel hombre era todo un depredador. Supongo que será ese radar que dicen tener todos, o ese sexto sentido que tenemos.
Lo que más me hacía estremecer, era cuando me tocaba, más que toqueteo era un manoseo lo que me solía dar, el muy cabrón iba preparando el terreno. No solo me doblaba en edad, era además más alto y fuerte que yo, me llevaba unos 10 centímetros más o menos, no se realmente lo que pesaría, pues como dije era delgado, pero estaba en forma físicamente. Yo pesaba de aquellas 57 kilos, era también delgadito, pero a su lado, nada que ver al menos físicamente, a su lado yo era una marioneta. Así que cada vez que se metía conmigo y me empezaba a meter mano como si se tratara de un juego, yo no podía hacer nada, siempre salía el ganando.
Esa primera semana que trabajamos juntos, el peor día fue cuando en una de sus gracias, me metió hielo por dentro del buzo que utilizábamos, no solo me metió hielo, es que además metió su mano por mi abdomen y al llegar a mis genitales, allí se paró restregándome todo el hielo. Era para que me enfriara y no anduviera tan caliente, esto según sus palabras. El hielo solía ser en escamas, no eran piedras de hielo, pero aquello más que enfriarme, cosa que, por supuesto hizo, lo que me hizo fue poner completamente empalmado, cosa que por supuesto el notó y pudo palpar.
A partir de este día la cosa ya empezó a ir a más, ya me tenía bien caladito, ya supo que sí o sí yo iba a ser suyo fuese como fuese, eso lo tenía muy claro y la verdad es que no se equivocaba ni un pelo.
A la semana de estar trabajando juntos, fue cuando caí como una Breva madura, ese recuerdo muy bien lunes, me hizo completamente suyo, ese día le entregué mi culito a aquel depredador. Por supuesto que no fue la única vez, desde ese día yo fui su putita, era su hembrita a la que él cuando le apetecía, le daba verga, tanto me daba por el culo como me hacía chuparle la polla hasta que se corría en mi boca o culito, siempre me cogía a pelo y siempre siempre me dejaba su corrida dentro, o bien de mi boca o dentro de mi culito.
Ese lunes nada más llegar e ir a cambiarnos, ya tuve la sensación de que algo iba a pasar, en los vestuarios donde nos cambiábamos vestuarios donde al final del día nos duchábamos antes de ponernos la ropa de calle, cuando él se estaba quitando la ropa de calle para luego ponerse el buzo o mono de trabajo, vi que se quitaba toda la ropa, toda incluida la ropa interior, vamos que se estaba poniendo el buzo de trabajo sin nada, ni siquiera el calzoncillo. Por supuesto que vi el pedazo de polla que se gastaba y los enormes huevos que le colgaban. Ver aquello además de ponerme muy nervioso, me dio mala espina, y lo pude corroborar al ver cómo me miraba descaradamente y como luego me sonreía con aquella cara de morboso depredador. El cabronazo sabía muy bien que yo lo miraba de reojo, así que se estaba exhibiendo descaradamente, quería que viera la polla que se gastaba, que pudiera ver bien la polla con la que me iba a hacer suyo, que viera lo que me iba a meter por el culo. Era una polla algo más larga que la media, al menos comparándola con la mía que mide y medía de aquellas 14 centímetros, aquella verga era por lo menos 2 o 3 centímetros más larga, o al menos así me lo parecía a mí. Era también algo más gorda, el glande lo tenía recubierto por la piel del prepucio, vamos que era una verga muy pero que muy apetecible, era bonita la cabrona, son de esas pollas que ves y te hacen estremecer de gusto nada más verlas.
Nervioso como me había puesto el ver aquello, me cambié como siempre, algo más excitado al ver lo que le colgaba del medio de las piernas. Yo estaba en la otra punta del vestuario, así que luego de quitarme la ropa de calle, dejándome el slip que usaba puesto, me puse una camiseta que solía utilizar poniéndome luego el buzo de trabajo, saliendo luego para donde estaba el camión el cual teníamos que cargar de hielo para luego ir al barco a descargar.
Ese día había bastante trabajo, no paramos en toda la mañana de repartir hielo, era siempre el día de más trabajo ya que suele ser día de salida de la mayoría de los barcos. Así que a eso de las 12 del mediodía, cuando paramos para descansar y tomar el medio bocadillo que solíamos comer, solíamos comerlo a las 11 de la mañana, pero aquel día con tanto trabajo nos fue imposible, cosa que la mayoría de los lunes nos solía pasar.
Cuando volvimos al trabajo, luego de estar dando hielo a uno de los barcos, estando los 2 en donde va la carga, o sea el hielo, como allí nadie nos podía ver, fue cuando todo comenzó. Acercándose a mi por detrás, me abrazó a él a la vez que empezaba a meter mano como ya había hecho en otras ocasiones, solo que en esta ocasión además de meterme mano, empezó a restregarse a mi culo. Dios, que pedazo de empalme que tenía el muy cabrón, tenía la polla tiesa y dura, la podía notar con el restregué que me estaba dando. Me decía que estuviera quieto, que me dejara hacer.
¡Ay maricón no te muevas, quédate así! Se que la estás deseando, tu carita me lo dice, me decía restregándose a mi culo a la vez que sus manos me manoseaban los genitales.
¡No sabes las ganas que te tengo! Mira como se te pone durita la pollita.
¿Te gusta verdad putita? TE gusta lo que te hago, eh…
Me tienes que dar este culito, te lo tengo que follar, te voy a hacer mi princesita y te voy a hacer llorar del gusto que te voy a dar.
Yo que estaba nervioso a tope, me estaba poniendo a cada paso más y más caliente, escuchar todo lo que me decía y como se restregaba a mi culito, me tenía a mil. Pero los nervios no me dejaban ni siquiera pensar, temía que nos pudieran descubrir, pues creí que me iba a desnudar allí mismo. Así que le dije que allí no, que nos podían ver. Ahí ya fue cuando me descubrí delante del, ya le di a entender que tenía razón, que aquello me gustaba y que me iba a dejar dar por el culo.
Nada más escuchar lo que le dije, parece que lo hizo entrar en razón, al momento ya me giró poniéndome cara a él, y así abrazado a mí, se inclinó un poco, empezando a comerme la boca.
Dios que pedazo de morreo que me pegó, me metió la lengua hasta las amígdalas, así que se separó de mí, yo no podía creerlo, me había dejado sin respiración. Tenía los labios enrojecidos e hinchados y la vista completamente perdida, cuando noto como me pone sus manos sobre mis hombros empujándome para que me agache.
Dios, el cabrón estaba completamente desatado, se había sacado la polla de fuera y quería que se la chupara.
Anda se bueno y aprovecha ahora para darme una mamadita, anda que mira cómo me tienes, me decía empujándome para que me agachase y le chupara la polla.
Bufff, ver lo dura e hinchada que tenía la polla y el pedazo de morreo que me acababa de dar, me tenía todavía medio aturdido, así que sin saber muy bien lo que estaba haciendo, agarré aquella tiesa polla con mi mano y sin pensarlo más, me la llevé a la boca, empezando a chuparla como si fuese un becerrito. Metí el glande en la boca y a la vez que le bajaba el prepucio, le chupaba todo el glande, haciéndole estremecer de gusto.
Así putita así, ¡ooo que gusto! Ya sabía que te gustaba la polla, lo podía ver en la carita que tienes, ya verás que bien nos lo vamos a pasar, te voy a hacer mi princesita, te voy a hacer llorar de gusto, me decía enredando sus dedos en mi pelo viendo como yo le chupaba la polla.
La cosa no pudimos terminarla, pues al poco de estarle chupando la polla, nos gritaron del barco para que siguiéramos descargando más hielo, cosa que nos hizo recomponer y seguir con el trabajo que teníamos.
Los 2 estábamos enrojecidos y muy pero que muy excitados, pero de momento nada podíamos hacer, eso sí, él ahora ya era mucho más descarado, ya no dejaba de meterme mano, me manoseaba el culito y me decía que me lo iba a follar, que me lo iba a llenar de lechita, que me iba a hacer su princesita.
No tuvimos que esperar mucho, ese mismo día ya me hizo suyo. Así que terminamos el trabajo, algo más tarde que de costumbre pues fue un lunes de mucha carga de trabajo, cuando nos fuimos al vestuario para ducharnos y cambiarnos, estando yo en la ducha, fue cuando apareció él, metiéndose en la ducha conmigo.
Dios, aquello al principio me sorprendió, pues yo creí que me iba a llevar a su casa, pues sabía que vivía solo, era viudo hacía ya unos años y la única hija que tenía, no vivía en La Coruña, así que al ver como se metía en la ducha conmigo, me sorprendió, además que no esperaba que allí en los vestuarios de la empresa se atreviera a hacer nada.
Yo al verlo la verdad es que me puse algo nervioso, no quería que nadie se pudiera enterar de mis gustos y mucho menos de que me dejaba coger allí por uno de los compañeros. Pero de nada me valió mi poca resistencia, al ver la tremenda polla que tiesa miraba para mí, no me quedó otra que dejarme coger, pues fue lo que hizo nada más entrar en mi ducha. Al momento ya me puso cara a la pared, y así como estaba completamente enjabonado, empezó a pasar sus dedos por la abertura de mi culito. De nada le valió el que le dijera que mejor fuéramos a otro sitio, pero él no estaba por la labor, estaba demasiado caliente y sí o sí, allí me iba a dar por el culo quisiera yo o no.
Calla y no chilles, no digas nada que se que lo estás deseando, anda abre las piernas y saca el culito que te lo voy a follar, ahora ya no queda nadie, solo está el vigilante y ese no va a venir aquí, así que no hagas mucho ruido, tu solo relájate y deja que te folle el culito, otro día ya te llevaré a casa y allí ya podrás chillar y gemir todo lo que quieras, porque ten por seguro que te voy hacer llorar de gusto, vas a querer que no te saque la polla del rico culito que tienes, mariconazo, me decía metiéndome un dedo por el culo para que se fuera abriendo mi esfínter.
Tan pronto me tuvo inclinado y abierto de piernas, así como me tenía mirando para la pared de azulejos, mientras nos caía el agua por la espalda, sujetándome con sus manos por las estrechitas caderas que yo tenía, colocó la punta de su polla en la entrada a mi ano, y a la vez que tiraba de mi hacia él, impulsaba su pelvis introduciéndome la polla por el culo de una sola estocada.
¡Ohhh! ¡ooohhh! ¡ooohhh ohhh! Chillé notando como su polla me entraba por el culo. Dios que tremendo gustazo me acababa de dar, de una estocada me la había metido hasta los huevos, notaba su vello púbico pegado a mi culito y como su polla me llegaba a lo más hondo de mis entrañas.
Así maricón así, dame el culito, dámelo que te lo voy a follar bien follado, te lo voy a llenar bien de lechita, es lo que me estabas pidiendo, ¿verdad maricón?
¿Es lo que te gusta, ¿eh?
Así maricón así, abre bien las piernas para que te entre mejor la polla por el culo, así, ves como te gusta, verdad que te gusta, anda deja que te escuche lo mucho que te gusta, me decía follándome salvajemente.
Siiií, siiií me gusta, le contestaba yo notando como su polla me entraba por el culo una y otra vez y su pelvis golpeaba mi profanado culito. Se escuchaba unos leves gemidos y el chof, chof chof chof chof, de su polla entrando por mi culito.
Yo estaba que ya no podía más, estaba deseando que se corriera de una vez, me gustaba la follada que me estaba dando, pero los nervios me tenían en tensión, tenía miedo que nos fueran a descubrir y eso me tenía muy nervioso, cuando empiezo a notar como las arremetidas que me daba eran ahora más rápidas, como clavaba sus dedos en mis caderas y como de repente empezaba a gruñir y gritaba que se corría.
Ya, ya me corro, ya me corro, ¡ay que gusto! ¡ay que gusto! ¡ay que gusto! Gritaba empezando a soltar su polla trallazos de leche que iban quedando en lo más profundo de mis entrañas.
¡Ay que gusto! ¡ay que culito más rico tienes maricón! Que gustazo me has dado, me decía pegándome todo lo que podía a él y con su boca buscaba la mía para dejarle que me morreara, cosa que fue lo que hizo cuando yo giré la cabeza tratando de mirar para él, estaba que temblaba de gusto, la polla no dejaba de soltar gotitas de semen, y las piernas me temblaban del gusto que me había dado aquel depredador, que desde hacía una semana tenía por compañero de trabajo.
Cuando terminó de comerme la boca, yo estaba que no sabía ni donde estaba, aquel cabronazo hasta el aliento me había quitado, todavía estaba temblando de gusto cuando me dio una palmada en el culito y me dijo que acabara pronto de ducharme, que íbamos a tomar algo.
Cuando salimos del trabajo, fimos a beber unas cervezas tal y como me había dicho, lo que no me había contado, era que allí nos estaba esperando el otro compañero, era el que conducía el camión, solo se encargaba de eso, llevar el camión y levantar la caja donde iba el hielo cuando necesitábamos que esta se fuese levantando, era para que el hielo se deslizase mejor sin tener que palear toda la carga, vamos que era como un camión volquete, solo que la carga que era el hielo, no podía descargarse de golpe, tenía que ser poco a poco para que fuese saliendo por una pequeña compuerta y por medio de un especie de tobogán, iba a la bodega del barco. Eso era todo lo que tenía que hacer, bueno eso y el irnos a buscar el medio bocadillo que solíamos comer a media mañana, esto último era cuando teníamos mucho trabajo y no nos daba tiempo a ir al bar. Ni siquiera utilizaba el vestuario, pues el solo se encargaba del camión, de tenerlo listo y de llevarnos al barco que nos tocara.
Estuvimos bebiendo unas cervezas y hablando del trabajo del día siguiente, de cuantos barcos teníamos. Ya llevábamos 2 cervezas cada uno, cuando el conductor del camión se despidió hasta el día siguiente. Ahí ya fue cuando el depredador de mi compañero empezó a tocar acariciándome la pierna, me decía que desde el momento en que me vio el primer día, que le había gustado, que le gustaba mi culito, que se veía muy rico. Ese día supe que te iba a hacer mío, me decía, sabía que te gustaba la verga y no me equivoqué, quiero que seas mi putita, quiero hacerte mi princesita.
Así estuvimos durante un buen rato, durante el que bebimos 3 cervezas más. Luego cuando salimos, él quería llevarme a su casa, quería volverme a follar, pero yo estaba que no podía más, estaba cansado y sabía que, si accedía a ir con él, además de volver a ser follado, cuando llegase a mi casa, sería ya de madrugada y al día siguiente no me levantaría para ir al trabajo, así que le dije que no, que mejor lo dejáramos para otro día.
No insistió mucho, se debió dar cuenta de que lo que yo le decía era lo mejor, así que luego de meterme mano y magrearme bien magreado, nos despedimos hasta el día siguiente.
Al día siguiente todo comenzó normal, nada me había dicho, solo nos saludamos como de costumbre y fuimos al trabajo. Lo que no me esperaba, fue lo que sucedió a media mañana, en lugar de ir al bar a comer el medio bocadillo que solíamos comer, le dijo al conductor del camión que nos fuese a buscar el medio bocadillo, que nosotros nos íbamos a quedar allí en el camión para seguir con la descarga del hielo, pues, aunque no teníamos mucho apuro, estábamos descargando hielo para un barco. Solo que teníamos que ir más despacio que de costumbre, este barco llevaba el hielo en varias bodegas repartido, por lo que cuando cambiaban de bodega en el barco, nosotros teníamos que parar y esperar a que estuvieran listos los del barco.
Aquí en una de las paradas que tuvimos que hacer, fue cuando me abrazó por detrás y empezó a magrearme, se restregaba a mi culito y me metía mano. Primero me subió la cremallera del buzo de trabajo, metió su mano y empezó a magrear los genitales.
¡Ay maricón que ganas te tengo! Ayer no quisiste venir a mi casa y hoy estoy que me revientan los huevos, me decía manoseándome los genitales. Vio que me empezaba a empalmar, así que sin pensarlo metió su mano por el elástico del slip, tiró de el para abajo y empezó a manosearme la polla y huevos. Al ver que yo me empezaba a empalmar pidiéndole que parara, que allí nos podían ver, él en lugar de calmarse, fue como si lo encendiera aún más, empezó a subir su mano, ese día no me había puesto la camiseta que solía poner, pues hacía calor y me hacía sudar bastante, por lo que empezó a acariciarme el abdomen y pecho nada más subir su mano por dentro de mi buzo.
Me gusta la barriguita que tienes, quiero darte por el culo y dejarte ahí mi lechita, quiero que lleves ahí mis hijos, me decía sin dejar de magrear todo el abdomen y pecho.
Yo le decía que no, que por favor parara que nos iban a ver, pero él no me soltaba.
Calla, tu déjame a mí, me decía cuando ya empezaba a tratar de bajarme el buzo de trabajo, cosa que no era nada difícil, solo que lo tenía que bajar desde arriba y tenía que quitarme las mangas para poder bajármelo, cosa que luego de pelear un ratito conmigo, consiguió hacerlo.
Nada más quitarme las mangas del buzo, este cayó al suelo dejándome prácticamente desnudo, como no me había puesto la camiseta, ya me tenía de cintura para arriba completamente desnudo, yo trataba de resistirme, me daba mucha vergüenza que me pillaran así, la verdad es que allí nadie podía vernos, si no se subían al camión, nadie nos vería, pero sabía que el conductor no tardaría mucho en volver con los medios bocadillos, sabíamos que los traería luego de comer el suyo en el bar, siempre lo hacía así, por lo que al menos tardaría unos 25 o 30 minutos, que era lo que solía tardar.
Tan pronto me hubo sacado el buzo de la parte de arriba, ya supo que me tenía en sus manos, ya lo más difícil lo había conseguido, ya me tenía de cintura para arriba desnudo y así que tirara de mi slip hacia abajo, ya me tendría prácticamente en pelotas.
Sin que yo pudiera hacer nada, vi como tiraba de mi slip hacia abajo, dejándome con el culito al aire, ya estaba, ya me tenía prácticamente desnudo, ya tenía mi slip y buzo de trabajo en mis tobillos y al depredador de mi compañero abrazándome por detrás, listo para encularme.
Él no tuvo mucho trabajo para sacarse su polla, pues debajo del buzo no llevaba nada, por lo que solo necesitó bajarse la cremallera y dejar que su tiesa y larga polla saliera fuera. Y claro que salió, el muy cabrón estaba empalmado a tope, pude ver aquel tremendo rabo al girar la cabeza, me tenía abrazado por detrás manteniéndome pegado a la caja del camión con uno de sus brazos mientras con la otra mano, se había sacado la polla.
Estate quieto y no te muevas, no me lo pongas más difícil, me decía para que me quedase quieto y lo dejase que me diera por el culo. Tu quédate así que enseguida acabo, anda que lo estás deseando tanto como yo, mira como tienes de empalmada la pollita, me decía preparándome para encular.
¡Ohhh! ¡ooohhh! ¡ooohhh ohhh! Grité al notar como su larga polla me entraba por el culo. Dios que pedazo de hijo de puta, el cabrón me estaba dando por el culo allí arriba en el camión, mientras estábamos trabajando.
Calla, maricón, no chilles tanto que te van a escuchar, mantén la boca cerrada y relájate y deja que descargue mi lechita en este culito tan rico que tienes, me decía empezando a culearme.
Sin poder hacer nada, hice lo que me decía, traté de relajarme y no soltar gemidos, cosa que me estaba resultando difícil, pues cada vez que aquella polla se metía por mi culo, al rozar mi próstata, me hacía estremecer del gusto que me daba, me gustaba aquella polla demasiado, aquella polla iba a ser mi perdición.
Así que vio que yo me relajaba y trataba de colaborar, quería que acabase pronto no nos fueran a pillar allí follando en la caja del camión, me giró echándome contra el hielo, así me tenía más inclinado y podía darme mejor por el culo, solo que yo iba a terminar todo mojado y con el pecho más frío.
Así maricón así, ¡ay que culito más rico! ¡ay que culito más rico tienes! Te lo voy a llenar de lechita, este culito te lo voy a preñar, maricón, me decía introduciéndome una y otra vez la polla por el culo.
¡Ay que gusto! ¡ay que gusto! ¡ay que gusto! Gritaba una y otra vez, hasta que noto como empieza a apurar las enculadas que me estaba dando, como sus dedos se clavan en mis caderas, y como su polla se empieza a hinchar más dentro de mi culito.
Ya maricón ya, ya me corro, ya me corro, ¡ohhh que gusto! ¡ooohhh que gusto! ¡ooohhh que gusto! Gritaba empezando a soltar su corrida dentro de mi culito.
Así que acabó de eyacular, dejándome preñado con su semilla, sin que su polla saliese de mi culito, así como me tenía, llevó su mano a mi polla y tal como me tenía, empezó a pajearme.
Dios, que tremendo gusto me dio, no tardó ni 15 segundos en hacerme correr, empecé a temblar cuando mi polla empezaba a soltar trallazos de semen que se mezclaban con el hielo.
Me corro, me corro, gritaba yo soltando toda mi lechita sobre el hielo.
Dios, me temblaban las piernas y todo el cuerpo se me estremecía de gusto, me tenía echado prácticamente sobre el hielo, pero yo sudaba como si estuviera en una sauna. Aún nos estábamos recuperando, cuando escuchamos al compañero llamarnos, nos traía el medio bocadillo. Al momento ya me puse de pie, empezando a vestirme, Dios que vergüenza si me veía así, menos mal que él solo tuvo que meterse la polla dentro del buzo, subirse la cremallera y ya se asomó para coger los bocadillos de ambos junto al bote de cerveza. Mientras tanto yo me subía el slip, y luego me ponía el buzo, ni tiempo a limpiarnos nos había dado.
Cuando bajé del camión para comer el medio bocadillo, al verme tan colorado, el otro compañero, va y me suelta, joder, si que estás colorado, ni que te acabaran de follar.
Escuchar aquello me hizo enrojecer aún más, me había quedado con la boca abierta sin saber que contestar, cuando echaba mi mano para coger el medio bocadillo junto al bote de cerveza. Era como si supiera lo que me acababa de hacer el otro compañero, ¿sería que sabía todo o había sido una simple coincidencia? La verdad es que nunca lo llegué a saber, pero yo creo que el conductor o nos había visto, o sabía muy bien lo que mi compañero le gustaba y lo que me hacía.
Sin saber que contestarle, me puse a comer el medio bocadillo y al mirar para el compañero que me acababa de dar por el culo, al verle la sonrisa con la que me miraba, no dije nada, pero me quedé con la mosca detrás de la oreja. No podía repetirse aquello, no quería ser la burla y putita de todos los compañeros de trabajo. Si quería follarme, tendría que ser en otro sitio, cosa que me iba a ser complicado, pues ahora sabía muy bien lo que me gustaba y como tratarme, me tenía bien enganchado por las pelotas, el depredador aquel que tenía por compañero.
Aquel día cuando nos fuimos a duchar, no pasó nada, solo me dio unas palmaditas en el culo a la vez que me decía que estuviera tranquilo.
Te veo un poco preocupado, si es por lo que dijo Jesús, puedes estar tranquilo, no sabe nada ni nos vio, solo fue un comentario al verte tan colorado, princesita, me decía dándome unas palmadas en el culo cuando me iba a meter en la ducha.
Así fueron pasando los días, no parecía que supiera nada de lo que me solía hacer el compañero, por lo que se me fue olvidando aquella anécdota, eso sí, cuando estábamos en el camión descargando, procuraba no dejarle acercarse a mí, no quería que se repitiera, así también se lo había hecho saber. Pero claro, cuando me cogía en las duchas, ahí seguía dándome verga, si no me daba por el culo, me hacía que le chupara la polla hasta que se corría en mi boca.
El día que peor lo pasé, fue a las 2 semanas de llevarme a su casa, ya llevaba más de un mes trabajando con él y ya hacía 2 semanas que me había llevado a su casa, fue un viernes al terminar de trabajar, esa noche la pasamos juntos, además de quedarme a dormir con él, me dio por el culo por la noche y a la mañana del sábado, le tuve que chupar la polla y menos mal que me fui para mi casa, pues quería que me quedara con él, quería seguir dándome verga.
Pues justo a las 2 semanas, de haberme llevado a su casa, habíamos quedado en que yo volvería a ir con él el viernes por la tarde luego de salir de trabajar y que me quedaría esa noche y todo el sábado, quería que durmiera con él y lo dejase follarme. Vamos que no solo quería darme por el culo, quería tener compañía y follarme todas las veces que le apeteciera.
Ese viernes no paró en todo el día de meterme mano a la vez que me recordaba de que esa noche íbamos a dormir juntos, que íbamos a estar juntitos en la cama y que iba a ser su princesita. Cosa que me hacía poner completamente enrojecido, joder tenía ganas de que me diera por el culo, me tenía a tope de caliente, pero no quería que pudieran ver como me sobaba y metía mano, era muy descarado y eso me ponía muy nervioso.
Por la tarde cuando acabamos el trabajo, estando yo en la ducha, se me acercó por detrás y así como me cogió, estando justo debajo de la ducha, pasó su mano por mi culito, haciéndome dar un respingo, pues no lo esperaba.
Tranquila mi princesita, no te asustes, me decía pasando su mano por medio de mi culo. ¡Ay que culito más rico! Que ganas tengo de follártelo, me decía pasando su mano por medio de mis cachetes a la vez que con el dedo buscaba mi agujerito.
Para, le pedía yo, pues, aunque moría de ganas por que me enculara, sabía que íbamos a ir a su casa, así que no era plan de que me diera por el culo allí en las duchas de la empresa, no nos fueran a pillar.
Al ver que me revolvía para darme la vuelta y no me enculara allí mismo, fue cuando se lanzó a mi boca y abrazándome a él, empezó a comérmela, Dios era un depredador, me mordía el labio y pasaba su lengua por ellos, hasta que metió su lengua en mi boca. Joder, cuando se separó de mí, me había dejado sin aliento, me tenía medio ido cuando me dice a la vez que me empujaba para que me agachase.
Anda se bueno y dale una mamadita, mira cómo me tienes, me decía empujándome para que me agachase y le chupara la polla.
Yo medio aturdido todavía por el morreo que me acababa de dar, agarré con mi mano la verga que ya estaba medio morcillona y sin pensarlo más, abrí la boca, metiéndome todo el glande a la vez que empezaba a chuparle la polla.
Nada más meterme la polla en la boca, empezó a suspirar a la vez que con sus manos sujetaba mi cabeza y me decía:
Así maricón así, chúpala bien, chúpala bien que es toda para ti.
Noto como su polla se engorda y me empujaba la cabeza para que me la tragase toda, cuando de repente siento como se estaba empezando a mear. Dios, el cabrón se estaba meando en mi boca. Sin pensarlo lo empujé con mis manos a la vez que trataba de sacarme la polla de la boca, cosa que conseguí, aunque ya me había soltado un buen chorro de meos en ella, además que seguía meándome toda la cara y pecho, pues no tuve tiempo nada más que a sacarme la polla de la boca. Mirando para él como terminaba de mearme toda la cara y pecho, lo miraba con ganas de estrangularlo, me daba ganas de meterme la polla en la boca y largarle un mordisco, miraba para su cara y juro que la cabeza me echaba humo del cabreo que tenía. Aquello no me había gustado nada, me sentía humillado y no me gustaba, menos mal que me levantó con sus brazos a la vez que me abrazaba a él y comiéndome de nuevo la boca sin importarle nada el que estuviera todo chorreando de meos, me susurraba que no me enfadara, que era su princesita y quería darme todo, que le gustaba hacerme la lluvia dorada, pero que si no me gustaba no lo volvería a hacer.
Ya más tranquilo me separé y sin que me dijera nada, me volví a agachar y ahora sin que él me lo pidiera, me metí su polla en la boca y empecé a chuparla como si me fuera la vida en ello, estaba muy pero que muy caliente. Mientras le chupaba la polla, con una mano le acariciaba los huevos y con la otra le meneaba la polla a la vez que se la iba chupando.
Así maricón así, ¡ay que boquita! ¡ay que boquita! Gritaba a la vez que enredaba sus dedos en mi pelo y movía su pelvis para que su polla me entrase más en mi boca.
Así estuve un buen rato hasta que por fin empezó a gritar que se corría. Me corro, me corro, ¡ay que gusto! ¡ay que gusto! ¡ay que gusto! Gritaba soltando su corrida en mi boca.
Luego de que se corrió en mi boca, nos terminamos de duchar y salimos del trabajo yendo como siempre a beber unas cervezas.
Por supuesto que por la noche fui con él a dormir a su casa, a dormir y a ser follado por el que desde hacía algo más de un mes, era ahora mi macho, era el que me daba por el culo y me preñaba dejándome su corrida dentro, decía que eran sus hijos y que yo era su princesita, que era su hembrita.
Y así fue durante todo el tiempo que estuvimos trabajando juntos, yo era su putita y el mi macho.
Que bueno este relato Dani, me encantó! Rico sentir como gozaste tu depredador prenandote todos los días y noches siendo tú su putita! Yo también sería feliz con un buen macho como el! Lastima que el empleo sólo duró seis meses, se siguieron viendo después?