En la tienda de muebles de baño.
( Relatos Gay )


    Esta es una de las aventuras que tuvo a bien en contarme un lector que decidió escribirme, terminando por contarnos anécdotas y aventuras que habíamos vivido. Yo le conté detalles de mis relatos, como fue que me inicié, que cosas me marcaron y dejaron hueya, etc. Lo que dio paso a que me contara parte de sus vivencias, y una de ellas es esta que cuento hoy, con el permiso de él.

   En la actualidad está casado, tiene 37 años, vive en una pequeña ciudad de España donde os puedo contar que suele hacer mucho frío en invierno, lo sé por propia experiencia.
   Cuando esto ocurrió, contaba con 32 años, y sí, estaba casado. Desde que en su juventud anduvo coqueteando tanto con hombres como con mujeres, esto fue entre los 18 y 22 años, que coqueteó con ambos sexos, no había vuelto a mantener otra relación sexual que no fuese con su mujer con la que se había casado. Pero lo que suele pasar, un día sin buscarlo sucedió y se dejó llevar, los recuerdos de su juventud volvieron a él y no pudo resistirse.

   Todo comenzó un día que su joven mujer le dijo que había que comprar un mueble para el baño, que necesitaban cambiar el que tenían. Comentando esto con un compañero de trabajo, este le recomendó una tienda de muebles de baño, que era buen sitio y muy recomendable.

   Así que un miércoles al salir del trabajo, se pasó por dicha tienda, siendo atendido por su dueño. Se llamaba Andrés, era bastante alto, de alrededor del metro noventa, pero la verdad es que él no se había fijado en él, ya se había olvidado del sexo entre hombres, aquella etapa había quedado atrás, atrás sí, pero el cuerpo es como un baúl donde se van guardando los viejos recuerdos, y un día estos salen a flote. El caso es que ese día ni se había fijado en Andrés el dueño de la tienda, ni vio nada raro en él.
   Estuvo hablando un rato con él y viendo algo de la tienda, cuando Andrés le dijo que prefería que pasara el viernes por allí para que lo pudiera atender mejor, que andaba un poco liado, y que prefería que se pasara dentro de un par de días para que lo pudiera atender mejor. Puedes venir cuando salgas del trabajo, así como a esta hora y así me dejas pensar en lo que te puedo ofrecer y que es lo que te conviene.

   Yo la verdad es que no me malicié y no vi nada raro en aquello que me había dicho. Hasta me había parecido bien, me había gustado su amabilidad, por lo que luego de quedar en acudir el viernes a última hora, ambos nos despedimos hasta el viernes.

   Pasaron los 2 días en los que yo seguí con mi vida normal, solo el viernes cuando al salir por la tarde e iba para la tienda , iba recordando lo amable con que me había tratado Andrés, y aquella pícara sonrisa que me había echado cuando nos despedimos hasta el viernes, no comprendí su significado en aquel momento, el caso es que no le había dado ninguna importancia, ni se me había pasado por la cabeza hasta ese momento que iba yendo para la tienda.

   Cuando llegué, estaba Andrés solo, al verme vino rápidamente a mi encuentro, saludándome muy amablemente. Después de saludarme, me dijo que fuese echando una ojeada mientras él terminaba con lo que estaba haciendo.
   Al poco rato ya estaba de nuevo conmigo, ¿voy a cerrar la puerta, no te importa
Verdad? Me dijo yendo a cerrar la misma.
   Así ya nadie nos molestará, además ya es la hora de cierre, y no quiero que entre nadie más por hoy.
   Vale, le contesté yo sin darle mayor importancia.

   Primero me preguntó si había visto algo que me gustara o llamara la atención, a la vez que me iba enseñando varios muebles y explicando tipo de materiales, etc.
   Lo que pude notar, era que cada vez él se acercaba más a mí, notaba como se rozaba y pegaba mucho a mí, fue enseñándome varios tipos de mueble, viendo que no terminaban de convencerme. Poco a poco fue preguntándome para ver lo que me gustaba, hasta que yo le dije si aquello era todo lo que tenía.
   No, me dijo, tengo más en el almacén, y creo que puedo tener lo que andas buscando y que te gustará.
   Ven, me dijo llevándome hacia el almacén que quedaba al fondo de la tienda. Estoy montando un mueble que acabo de recibir, y estoy seguro de que te va a gustar, me iba diciendo mientras me dirigía entre unos pasillos abarrotados de cajas y muebles. Pasa, me decía empujándome por la espalda, hay poco espacio porque todavía no tuve tiempo de ordenar estos muebles que acabo de recibir, pero ya verás como te gusta el que estoy montando.

   Fui pasando con cuidado por aquellos estrechos pasillos, mientras él me iba dirigiendo con sus manos apoyadas en mis caderas, hasta que llegamos donde estaba terminando de montar un mueble que nada más verlo ya me gustó.

   Empecé a mirar el mueble, diciendo que sí a la vez que movía la cabeza en señal de afirmación. Mientras yo miraba el mueble, notaba como él detrás mía, me iba indicando las características del mueble a la vez que pegaba su paquete a mí.

   Bufff, yo notaba un enorme bulto cada vez que este se pegaba a mí. Veía que cada vez estaba siendo más descarado, ya no solo era el enorme bulto que le notaba cada vez que se pegaba a mí, ya eran sus manos que no paraban de toquetearme.

   Hubo un momento en que se quedó detrás mía, pudiéndole notar perfectamente el enorme Bulto que marcaba su polla, justo pegada a mi culo.
   Dios, un escalofrío recorrió todo mi cuerpo al notar aquello. Me quedé quieto sin poder hacer nada, solo notaba su polla dura pegada a mí.
    Al ver que yo no decía ni hacía nada, viendo que me había quedado paralizado, él empezó a restregarme aquel enorme bulto, viendo que yo me dejaba hacer. Ahora ya no solo era su paquete el que se restregaba a mí, ahora sus manos ya empezaban a meterme mano.

   Bufff, yo sudaba notando como me estaba empezando a meter mano, sintiendo como restregaba aquel enorme bulto por mi culo. Aquello me estaba excitando por lo que, sin poder controlar aquella situación, me fui dejando llevar.

   Él al ver mi sumisión total, fue incrementando las caricias, ya no solo me tenía pegado a su enorme bulto, sus manos sobaron y magrearon los cachetes de mi culo, mis huevos y polla que ya se estaba poniendo cada vez más dura, luego fue subiendo por mi vientre y abdomen, hasta llegar a mis tetillas, donde empezó a apretar mis pezones, que cada vez estaban más duros e hinchados.
   Teniéndome así pegado a él, bajó su cabeza hasta mi nuca empezando a morderla junto a mi cuello y oreja, a la vez que me susurraba al oído lo bueno que estaba.

   Viendo lo caliente que yo estaba y como temblaba en sus brazos, me dio la vuelta apoderándose de mi boca. Mordió mis labios, los saboreó y lamió, terminando por meterme su lengua en la boca hasta el fondo.
   Luego me dijo:
   Ya sabía desde el primer día que te vi que a ti te iba la marcha, desde que entraste tenía ganas de catar este culito, me decía apretándome los cachetes del culo.

   Estoy casado, le dije, ya hace mucho que no estoy con un tío, pero tengo ganas de sentirlo.

   Tranquilo, tu solo déjate llevar, ya verás cómo te hago disfrutar, vas a disfrutar como nunca.

   Siguió magreando mi culo y metiendo mano a la vez que me comía la boca, hasta que, separándose de mí, me dijo que esperara un momento, que iba a apagar las luces de la tienda.

   Allí me dejó con una excitación y calentura de campeonato, con la cara totalmente enrojecida, los labios hinchados y unos deseos de ser penetrado por aquel macho de casi un metro noventa de estatura.

   Al momento ya volvía a estar a mi lado, ya había apagado las luces de la tienda, había cerrado la puerta del almacén, y volvía a estar comiéndome la boca.
   Mientras me besaba iba poco a poco desnudándome, primero empezó quitándome la camisa, luego siguió con mi pantalón, pudiendo notar yo como sus hábiles dedos iban despojándome de mi ropa, hasta que cuando me pude dar cuenta, ya me tenía en boxers delante suya. Metió sus manos por dentro de mis boxers,
Empezando a acariciar mi polla y genitales, comprobando lo caliente que ya me tenía.

   Puso una mano en mi cabeza haciéndome agachar, dejándome a la altura de su paquete para que pudiese saborear la verga que esa tarde noche iba a hacerme suyo.
   Mientras yo acariciaba con mis manos aquel enorme falo, él rápidamente empezó a quitarse la ropa, quedándose desnudo por completo delante mía.

   Una vez estuvo desnudo por completo, yo acariciaba aquella enorme polla pudiendo comprobar lo larga y gorda que la tenía, era más grande y gorda que la mía, los huevos no eran muy grandes, eran normalitos, pero la polla estaba muy bien formada, era recta y sin circuncidar, la cabrona se veía muy bonita y apetecible. Estaba rodeado por una buena mata de pelo, cosa que a mí en particular me encanta.

   Poniéndome una mano sobre la cabeza, empezó a dirigir esta para que le empezase a comer el rabo. Yo fui dejando que llevase mi cabeza a aquel manjar que se mostraba delante mía.
   Lo primero que hice antes de meterme aquel rabo en mi boca, fue pegar mi nariz a su pubis, empezando a aspirar aquel olor a macho que desprendía aquella mata de pelo que recubría su pubis y genitales.

   Y allí estaba yo, de rodillas delante de un macho de 50 tacos, empezándole a chupar la polla.

   Primero pasé la punta de mi lengua por la cabeza, pudiendo probar el líquido preseminal que salía de su hinchado y sonrosado capullo, luego recorrí con la punta de mi lengua todo el contorno de aquel glande, metiendo la lengua por la piel del prepucio, hasta que la tuve descapullada por completo, empezando ahora a chupar la cabeza de aquella polla. Poco a poco fui tragándome todo lo que mi cavidad bucal podía.

   Él aferrado a mi cabeza, suspiraba metiéndome todo lo que podía su polla.

   Así maricón así, chúpala que te gusta. Asiií, abre la boquita y trágala, anda trágala toda maricón, ¡ohhh que gusto! ¡ooohhh que gusto! Decía empujando su pelvis haciéndome que tragara todo lo que podía su larga y gorda polla.

   
Y allí estaba yo, un joven de 32 años, casado, de rodillas delante de un tío de unos 50 años, de más o menos 1,90 metros de altura con unas anchas y fuertes espaldas, comiéndole la polla y a punto de ser penetrado por él.

   Así estuvimos un buen rato, hasta que me hizo levantar, me dio la vuelta poniéndome apoyado al mueble del baño, después de sacarme el boxer me hizo abrir de piernas y pegar el pecho al mueble, empezando a pasar su mano por la raja de mi culo.
   Escupió en su mano pasándola por mi ano, luego empezó a meterme un dedo haciéndome dar un respingo a la vez que me estremecía sintiendo como aquel dedo abría mi esfínter, introduciéndose en mí.
    ¡Ohhh! Gemí al notar como su dedo se introducía por mi culo, a la vez que él me decía que me relajase y dejase que mi culo se abriera.
   Así maricón, así, relájate y deja que se abra tu culito, deja que se vaya dilatando ya verás cómo después vas a gozar y chillar como una perrita en celo.

   Poco a poco fue dilatando y abriendo mi culo, hasta que tuvo dentro mía 3 de sus dedos. Yo ya estaba que me derretía, chillaba y gemía abriéndome de piernas todo lo que podía, deseando que me introdujera de una puñetera vez aquella verga que tanto estaba deseando.
   Quería sentir su polla entrando por mi culo, notar sus huevos pegados a mi culo y como aquel macho me hacía suyo, quería que me follara de una puñetera vez y me preñara bien preñado haciéndome suyo.

   Tenía mi polla que me reventaba, no paraba de gotear líquido preseminal, y yo moría porque me metiera su polla por el culo, por lo que no pudiendo aguantarme más, le pedí que me follara. Métemela, métemela y dame por el culo. Quiero que me folles y me hagas tuyo, le pedía chillando como una perra en celo.

   Sin esperar a que se lo volviera a pedir, sacó sus dedos de mi culo, colocó la punta de su polla en la entrada a mi ano, y mientras me sujetaba por las caderas, dándome una fuerte envestida, me introdujo toda su verga de una sola estocada.
   ¡Ahhh! ¡aaahhh ahhh! Grité fuertemente al notar como su polla entraba por mi culo de una sola envestida. Dios que dolor había sentido, noté como mi culo se abría entrando de una estocada aquel pistón abriéndome en 2. Sin darme tiempo a respirar, la sacó por completo, volviéndola a meter nuevamente de una sola estocada, ¡ahhh aaahhh ahhh! Volví a gritar sintiendo como aquella verga me partía en 2.
   Dios que hijo de puta, me había empotrado en el mueble del baño y metido la polla hasta lo más profundo de mis entrañas. Sin volver a dejarme respirar, volvió a sacarme la polla por completo, vi que tardaba algo más de lo normal, el cabronazo se había agachado a por sus calzoncillos, introduciéndomelos en la boca, a la vez que volvía a introducirme el rabo por el culo de una sola envestida.
   Hiiiijo de puta, otra vez me había enchufado aquella verga de una estocada, el hijo de puta no tenía compasión, la metía de una estocada y la introducía hasta el fondo. Podía notar las pelotas pegadas a mi ano, y como sin esperar a que mi culo se acostumbrara a aquel intruso que lo profanaba, el hijo de puta empezó a follarme salvajemente.

   Toma polla maricón, querías polla, pues aquí tienes polla pedazo de puta. Grita todo lo que quieras zorra, me decía follándome salvajemente.

   Ahora el ritmo que llevaba al darme por el culo era un ritmo constante, metía y sacaba su polla de mi culo, sin darme respiro. No dejaba de llamarme de todo, desde maricón, puta, perra, zorra, vicioso, vamos que me soltaba todo un repertorio de improperios mientras me daba por el culo salvajemente.
   Aquel macho de 50 años y 1,90 metros de estatura era todo un empotrador, ya el dolor que me había dado al principio de metérmela ya me había pasado, ahora estaba gozando como hacía mucho pero mucho tiempo que no gozaba, yo me aferraba apoyándome al mueble del baño, abriéndome de piernas y elevando el culo mientras él me sodomizaba salvajemente.
   Se escuchaban sus insultos y el golpeteo de su pelvis chocando contra mi culo, plof plof plof plof, plof plof plof plof, mientras él me estaba dando por el culo, haciéndome gemir y chillar como una auténtica perra en celo.

   ¡Ohhh! ¡ooohhh! ¡ooohhh ohhh! Chillaba sujetándome fuertemente al mueble de baño. Notaba como su polla no paraba de darme por el culo y como mi polla no dejaba de chorrear líquido preseminal, cuando empecé a notar como una corriente que iba subiendo por mis huevos llegando a mi polla, hasta que exploté en un orgasmo, empezando a soltar trallazos de semen por ella, como hacía tiempo que no lo hacía.
   Me corro, me corro, ¡ohhh que gusto! ¡ooohhh que gusto! Gritaba empezando a soltar trallazos de leche. Dios que corrida había tenido, no recordaba una corrida así desde mis años de adolescente.

   Al poco de correrme yo, noté como él empezaba a gruñir a la vez que sus envestidas eran más fuertes, hasta que sentí como su polla se hinchaba dentro mía, empotrándome contra el mueble empezando a correrse dentro mía.
   ¡Ohhh! ¡ooohhh! Gritaba él empezando a correrse dentro de mi culo, dejándome preñado con su leche.
   ¡Ohhh maricón! ¡ooohhh que gusto! Gritaba aferrándose a mis caderas mientras apoyaba su cabeza sobre mi espalda, dejando que su semen preñara mis entrañas.

   Una vez terminó de soltar toda la leche dentro de mi culo, sacó su polla y dándome la vuelta, me hizo chuparle la polla hasta que se la hube dejado limpia y reluciente sin ningún resto de semen.
   Así maricón así, has sido una buena puta, te has comportado como esperaba, eres toda una zorra, me decía mientras nos recuperábamos de aquella follada que acababa de darme.

   Una vez repuestos, nos vestimos, terminamos la compra de aquel mueble, quedando en pasar a recogerlo dentro de un par de días.

   A los 2 días me llamó para que pasara cuando quisiera a por el mueble, y que, si quería, él mismo me ayudaba a colocarlo.
   Así lo hicimos, y aunque ese día no volvimos a follar, sí lo volvimos a hacer, y es que no solo compré ese mueble, al final terminé comprando más muebles para el baño y lo mismo para la cocina, y claro que volvimos a follar, bueno más bien a que aquel macho de 1,90 de estatura me diera por el culo a mí.

   Pero bueno esto va a tener que contárnoslo el amigo lector que me relató esta aventura que tuvo en la ciudad donde vive, y así poder seguir publicando las folladas que le dio este macho de 1,90 de estatura y 50 tacos.




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7977

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Gay

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