Ese día había bajado al centro de La Coruña, al día siguiente era festivo, era el 17 de mayo, día de las letras gallegas, así que salí a dar una vuelta y ver si tenía suerte y encontraba algo, andaba caliente como una perra en celo, ya había acudido a los aseos públicos de la calle Fernandez Latorre, y no me había gustado lo que había, así que esa tarde noche, me decidí por bajar al centro. No sabía si meterme en algún cine o dar una vuelta por el centro, como el día estaba bastante bueno, decidí no ir al cine, daría un paseo a ver el ambiente que había, no quería ir a los aseos públicos, sabía que a última hora si no encontraba nada de mi agrado, al final acudiría a los aseos públicos de la plaza de Pontevedra, esos siempre estaban abiertos día y noche. Yo siempre solía acudir a ellos al anochecer, era mi lugar favorito, pero primero daría un paseo por el centro por ver si sonaba la flauta y tenía suerte, lo que solía encontrarme en los aseos públicos ya lo sabía de memoria, viejos, maduros y en ocasiones algún indeseable que iba a robarte y la verdad es que me apetecía otra cosa, buscaba alguien joven como yo, alguien que no fuese afeminado ni una loca como algunos que ya conocía. No me gustaba llamar la atención, me daba mucha vergüenza, conocía a alguno como Jose, “blanquita” le apodaban, era una muy buena persona, era joven como yo, lo conocía desde que me lo presentara Juan “ricitos de oro” con el que anduviera unos meses liado, pero salir con él me daba vergüenza, era algo afeminado, de modales delicados, vamos que se le notaba que era gay, no podía esconderlo y a mí saludarlo no me importaba, pero salir con él a dar unas vueltas, me era imposible, de hecho donde solía parar a hablar con él, era cuando estaba en el parque, allí en la esquina de los jardines de Méndez Núñez, allí era donde solían colocarse todos los jovencitos gay que iban buscando algún papacito que los llevase a follar, era como el escaparate donde dejarse ver. Allí ya tenía estado yo, pero a mí me daba mucha vergüenza, era como si te estuvieras prostituyendo, vamos como si los que hacíamos la carrera por las calles del centro no estuviéramos haciendo lo mismo, éramos tan prostitutos unos como otros, aunque no cobrases como era mi caso, yo quisiera o no, era tan maricón y prostituto como el que más, buscábamos sexo y cuando andaba caliente todo me valía.
Aquella tarde noche, había bastante ambiente por el centro de la ciudad, como al día siguiente era festivo, la calle de los vinos y alrededores había bastante ambiente, mucha gente joven bebiendo y picando para luego ir a la zona de pub, y al final discoteca. Yo como muchos más jóvenes, solía hacer la misma ruta, solo que iba solo y siempre buscando plan, vamos que iba como le llaman ahora de cruising o cancaneo.
Por supuesto como solía sucederme, no tuve suerte, ya pasaban de las 11 de la noche y no había tenido suerte, así que antes de ir a los aseos públicos de la plaza de Pontevedra, iba a beber algo al pub salón, allí además de música en directo, era donde paraban algunos homosexuales, era donde siempre solían parar las viejas glorias de La Coruña, y las no tan viejas glorias, vamos que a veces había jovencitos de buen ver, ya me tengo liado con alguno que me encontré allí.
Pero nada, ese no era mi día, lo que me gustaba ni caso me hacía y lo que en esos momentos no me interesaba ya no les prestaba atención, hoy se que por ser así como era, tengo perdido grandes oportunidades de recibir buenas folladas, pero así era, me daba bastante vergüenza y no me gustaba que me vieran con determinadas personas que además eran bien conocidas en el ambiente homosexual de La Coruña.
Luego de beber un par de copas en el pub, Salón, salí y fui paseando por la avenida de la Marina, no sabía muy bien que hacer, si ir directamente a los aseos públicos de la plaza de Pontevedra, o dar una vuelta antes por los jardines de Méndez Núñez, lugar de encuentros homosexuales, es como un pequeño parque donde a partir de que empieza a anochecer, es el lugar donde van los homosexuales en busca de sexo.
Iba paseando sin saber muy bien que hacer, no me gustaba mucho ir por los jardines, solo cuando andaba caliente y desesperado, me atrevía y allá que acudía como una putita más. No se porque motivo me daba vergüenza acudir al parque jardín y sin embargo a los aseos públicos no me daba tanta vergüenza. Se que lo que más temía era ser visto por conocidos, que me vieran y descubrieran mis gustos sexuales, me daba pánico, pero eso también era posible cuando acudía a los aseos públicos, pero el caso es que así era, iba más Agusto a los aseos públicos que al parque jardín. El caso es que cuando me di cuenta, ya estaba paseando por medio del parque.
Había dado ya 2 vueltas y apenas me había cruzado con 2 personas, una de ellas conocida, la cual ya marchaba pues ya no lo volví a ver. La otra persona no me había llamado la atención, la primera impresión me pareció un viejo, aunque rondaría los 50 años, pero es que yo cuando veo una persona de esa edad, según vista, tengo la impresión de que es mucho más mayor de lo que realmente es, vamos que es defecto del animal, lo catalogo como viejo y no hay quien me lo quite de la cabeza.
Luego de dar un par de vueltas, como solo volví a ver al fulano aquel, me senté en uno de los muchos bancos que hay y me puse a fumar, iba a esperar un poco más, ahora que ya estaba allí pues iba a esperar a ver si sonaba la flauta.
Al poco de sentarme, mientras fumaba, veo venir al que me había parecido un viejo, vi como venía por donde yo estaba y cuando llegó a donde yo estaba sentado, se acercó a pedirme un cigarrillo, lo miré y estuve apunto de decirle que no, no me gustaba mucho la cara del fulano, tenía una cara que me pareció morboso, vamos que el fulano tenía cara de putón, de chulo de putas, vamos que su cara no acababa de convencerme, pero al momento ya me arrepentí y sacando la cajetilla le di el cigarro que me pedía. Luego de darle el cigarrillo le dejé el mechero para que lo encendiera y ya se puso a hablarme como si nos conociéramos de toda la vida, yo la verdad que era la primera vez que lo veía, si su cara no me gustaba mucho, lo que, si me agradó, fue la voz, tenía una voz muy agradable. Empezó a hablar del tiempo que estaba haciendo en La Coruña, esos días, que estaba una noche muy agradable, todo esto lo hablaba estando allí de pie frente a mí. Yo sentado, miraba para él, veía como mientras fumaba y me hablaba, no dejaba de tocarse la entrepierna con la otra mano, llevaba un pantalón de vestir bastante flojo y cada vez que se tocaba la entrepierna, se le notaba un tremendo bulto. Bulto que yo no podía dejar de mirar cada vez que se lo tocaba con la mano, cosa que al parecer a él no le pasó inadvertida, vio perfectamente como mis ojos iban siempre a su entrepierna, por lo que siguió hablándome ahora con toda la intención de provocarme, hasta la cara me pareció más morbosa cuando en una de las ocasiones en que me pilló mirando para su entrepierna, al levantar la vista, vi como el cabrón se sonreía. Me había pillado y los 2 lo sabíamos.
En esos momentos ya me dijo lo de que hacía tan solito a aquellas horas en el parque. Así que le contesté que paseando al igual que él.
Mirándome a la vez que se sonreía, volvió a llevar su mano a la entrepierna, agarrándose ahora más descaradamente el tremendo bulto que se le notaba. Vio como mis ojos volvían a mirar hacia su entrepierna, era como si me estuviera hipnotizando, y de pronto me suelta, quieres, me decía ofreciéndome claramente la tremenda polla que se le podía notar.
Yo al momento me puse como un tomate, mi cara se enrojeció que creo que hasta las orejas me echaban humo de lo enrojecidas que se me pusieron. Miraba para él y no sabía que decir, estaba que me moría de vergüenza, cuando me vuelve a sorprender y sin esperar a que yo le contestase, me dice mientras se giraba, anda, sígueme que la estás deseando, me decía agarrándose el tremendo bulto con la mano, tiraba el cigarrillo que le había dado y se metía en medio de unos arbustos, arbustos que creo que se trataban si no estoy equivocado de gramíneas. Allí en medio de ellas había un pequeño claro y si te metías allí, estabas a cubierto de miradas indiscretas. Vi como se metía mirando para mí a ver si lo seguía. Yo estaba atónito, no me lo podía creer, pero con lo caliente que andaba, no lo pensé mucho, al ver como se metía por allí, excitado como estaba, me levanté del banco donde estaba sentado y fui tras él.
Nada más girarse hacia mí, sabiendo que yo lo había seguido como un corderito, ya se había sacado la polla de fuera. Dios, tremenda polla que tenía el viejo aquel, no me extrañaba nada que se le notara tremendo bulto, aquella verga mediría fácil los 16 o 17 centímetros y la cabrona era de buen calibre al igual que las enormes pelotas que le colgaban. Aquella polla me iba a destrozar el culito, me iba a dejar bien abierto.
Al ver como me quedaba mirando para la tremenda polla que tenía, mientras sujetaba mi mano llevándola a su tremenda polla, me decía:
Te gusta, ¿verdad? Te gusta la polla… Anda acaríciala un poquito que lo estás deseando, se te ve en la carita de maricón lo mucho que te gusta y lo mucho que lo estás deseando.
Dejando que llevase mi mano a su tremenda verga, fue acercándome a él, quedándome al costado suyo, así mientras yo le acariciaba la polla, él empezó a manosear el culito.
Yo acariciaba aquella polla que me tenía encandilado, notaba lo suave y caliente que la tenía, iba deslizando mi mano a la vez que la iba descapullando, Dios por todo el cuerpo me recorría una corriente que me hacía estremecer, notaba como con mis caricias cada vez aquella verga se ponía más dura y como el viejo no perdía tiempo. Mientras yo le acariciaba embobado la tremenda polla que tenía, él sin dejar de hablarme, me iba aflojando la correa del pantalón.
Así cariño, así acaríciala. Te gusta la pollita, ¿verdad? Te gusta que te den pollita, ¿eh? Te gusta que te metan la polla por el culito, ¿verdad que sí cariño? Me decía mientras me iba bajando el pantalón una vez ya me hubo aflojado la correa.
Yo no decía nada, solo seguía acariciándole la tremenda verga, viendo como me iba desnudando a la vez que no paraba de hablar y decirme cosas que todavía me excitaban más de lo que ya estaba.
Así que ya me hubo bajado el pantalón, tiró de la sudadera que llevaba puesta, quitándomela por la cabeza, dejándome desnudo de cintura para arriba, ya solo le quedaba bajarme el slip y ya me tenía prácticamente en pelotas. Nada más soltar la sudadera dejándola caer al suelo, tiró de mi slip hacia abajo, cayendo este junto al pantalón quedándome en los tobillos.
¡Uy que culito más rico! ¡Ay que cosita más rica tenemos aquí! Me decía pasando su mano a la vez que me lo iba acariciando. Manoseo y magreo mi culito mientras yo seguía acariciando su polla, cuando noto como pasa sus dedos por medio de los cachetes de mi caliente culito y va buscando mi abertura.
¡Ay que calentito tienes el agujerito! Me decía presionando con su dedo en mi esfínter, haciendo que este se fuera abriendo.
Por suerte yo ya venía bien preparado, antes de salir de casa ya lo había dilatado y lubricado un poco, vamos que ya venía preparado para ser follado, cosa que supo el viejo nada más pasar sus dedos, presionando mi esfínter viendo que se abría fácilmente y que ya estaba algo lubricado.
¡Ay que pedazo de culito tienes, maricón! Ya me venías preparado eh… Ya venías preparado para que te dieran verga, eh mariconazo…
Yo me estremecí todo al notar como su dedo me entraba por el culo sacándolo y metiéndolo varias veces. Cuando poniéndome una mano sobre la cabeza, me invitaba a agacharme, estaba muy claro lo que quería así que no me hice de rogar, me agaché a la vez que sujetaba aquella tremenda verga con mi mano, llevándola a mi boca. Nada más acercar la boca a ella, pasé la punta de la lengua por la cabeza del glande, para luego abrir la boca empezando a mamarle la cabeza succionando con mis labios el glande, haciendo que el viejo tuviese que agarrarse a mi cabeza, mientras me gritaba:
¡Ay, hijo de puta que boquita tienes! Gritaba agarrándome por los pelos. Chupa, maricón, chúpala toda, trágala que luego te la voy a meter por el culo y te voy a reventar, cabronazo, me gritaba empujándome la cabeza para que me tragase todo aquel garrote. Al ver que yo con mi mano agarraba su polla haciendo que esta hiciera de tope y así no me pudiese atragantar con tremenda verga que tenía el viejo, me agarró por los brazos haciéndome ponerlos detrás de mi espalda, y así como me tenía ahora, impulsaba su pelvis a la vez que trataba de que me tragase toda la verga.
Así maricón así, trágala toda, cómela hasta los huevos cabronazo, trágala que ya verás cuando te la meta por el culo como te voy a hacer gemir, hoy vas a ir bien preñada, hoy vas a salir de aquí embarazado, pedazo de cabrón.
Varias veces me abrí en arcadas, el cabrón del viejo sabía bien follarte la boca, me la metía casi hasta los huevos, cuando veía que ya no podía más, era cuando aflojaba y me dejaba respirar.
Así que se cansó de que le chupara la polla, me sujetó por las asilas, me dio media vuelta y inclinándome para que pusiera el culito listo para enculármelo, me abrió de piernas todo lo que mi pantalón le dejó, pasó sus dedos por mi abertura comprobando como se abría mi agujerito e inclinándome todo lo que pudo, prácticamente me tenía con las manos apoyadas al suelo, pues no tenía ningún otro punto de apoyo, colocó su polla en la entrada de mi ano y a la vez que tiraba de mis caderas hacia él, movió su pelvis, metiéndome de una embestida la polla por el culo.
¡Ohhh ooohhh! ¡ooohhh! ¡ooohhh ohhh! Gemí, notando como su polla me entraba por el culo, abriéndome en canal. Dios, que pedazo de hijo puta, me la acababa de meter hasta la empuñadura, de una estocada me había metido la polla por completo.
Así maricón, así te quería tener, gime maricón gime, quiero oírte gemir, quiero escuchar cómo gimes de gusto, hoy vas a marchar para casita embarazado, te voy a llenar las tripas de leche, pedazo de maricón, vas a estar soltando leche toda la semana, cabronazo, me decía sin dejar de meter y sacar su polla por mi culo, abriéndomelo en canal.
¡Dios que cachitas más ricas tienes, mariconazo! ¡ay que gusto! ¡ay que gusto! ¡ay que gusto! Gritaba una y otra vez, culeándome salvajemente.
A ti tenía que cogerte en una cama, te iba a estar follando toda una semana, te iba a dejar el culito tan rico que tienes en carne viva, te lo iba a dejar más abierto que el canal de Suez, cuando acabara contigo, te iba a entrar por el culo el Titanic. Me decía sin dejar de culear salvajemente.
Yo que apoyaba ya completamente las manos sobre el suelo, gemía y lloriqueaba del tremendo gustazo que me estaba dando aquel cabronazo del viejo, que tremenda follada que me estaba dando, además que el cabrón era duro, pues ya llevaba buen rato enculándome salvajemente, y no parecía tener trazas de acabar, tenía la polla que no paraba de babearme, colgaba de la punta un hilillo por el que se iba deslizando el semen que me iba goteando y no dejaba de escuchar todo lo que me decía y el plof, plof plof plof plof, plof plof plof plof, del golpeteo que daba su pelvis golpeando mi culito cada vez que me metía la polla por el culo en aquella salvaje follada que me estaba dando.
Yo ya estaba que no aguantaba más, las piernas me temblaban como si fuera una marioneta, notaba el culo completamente abierto y su tremenda polla entrándome una y otra vez, cuando por fin lo escucho gritar que se corre.
¡Ay maricón me corro! Me corro, me corro, ¡ay que gusto! ¡ay que gusto! ¡ay que gusto! gritaba a la vez que me sujetaba fuertemente con sus manos por las caderas y de su polla empezaban a salir unos tremendos chorros de leche, leche que me iba insertando en lo más profundo de mis entrañas, dejándome completamente preñado.
Así que de su polla dejaron de salir los últimos borbotones de leche, dejándome bien preñado con aquel caliente esperma, mientras recuperaba la respiración y su polla iba escurriéndose de mi abierto culito, manteniéndome agarrado por las caderas, me ayudó a poner de pie, pues yo apenas podía sostenerme, las piernas me temblaban como si fuese un potrillo recién nacido, y mientras me abrazaba a él, me iba mordisqueando el cuello y orejas, a la vez que me iba diciendo que estaba muy bueno, que tenía un culito muy rico, que quería seguir follándome, y sin soltarme me fue dando la vuelta para apoderarse de mi boca la cual empezó a morrear, mordía mi labio y metía su lengua en mi boca, diciéndome lo bueno que estaba y que quería volverme a follar.
¡Ay maricón que bueno estás! Como me gusta tu culito, quiero seguir follándote, quiero darte más verga y hacerte gemir, me gustaría tenerte en la cama y darte verga toda la noche, quiero que tu culito rebose de leche, quiero preñarte y llenar esta barriguita con mi semen.
Que dices… ¿quieres venir a mi casa? Mañana es festivo y supongo que no tienes nada que hacer, ¿Qué te parece? ¿Aceptas…?
Dejándome abrazar y besar por aquel viejo, le pregunté:
¿Dónde vives?
En Lugo, pero tengo aquí el coche y mañana después de invitarte a comer, te traigo de vuelta para La Coruña, ¿Qué dices…?
Durante unos segundos estuve pensando en que hacer, en una hora estaríamos en Lugo y si al día siguiente me traía de vuelta, podría ir, el cabrón aquel me había follado como nadie, tremenda follada que me acababa de dar y la verdad es que yo todavía tenía ganas de más polla, no me había corrido y aunque cansado, todavía seguía muy caliente y excitado, así que le dije que bueno, que aceptaba con la condición de que al día siguiente me tenía que traer de vuelta para La Coruña.
Y luego de ayudarme a vestir, fuimos a por el automóvil, y marchamos para su casa en Lugo, tardamos justo una hora en llegar, era en el centro mismo de Lugo.
Nada más llegar ya nos fuimos para la cama, allí una vez completamente desnudos, me volvió a coger. Me estuvo cogiendo toda la puta noche, me cogió en todas las posturas que le dio la gana, de cucharita, a horcajadas montado yo sobre él, boca arriba, boca abajo, a 4 patas y por último, al día siguiente, me volvió a dar por el culo antes de traerme para La Coruña, me folló apoyado con el pecho sobre la mesa de la cocina, Follada que fue la que más me gustó junto la que me dio en los jardines cuando nos conocimos, follada en la que me dejó cao, aquella follada acabó conmigo, ya no podía más, se había corrido 4 veces desde que me folló en los jardines la noche anterior y la última fue a la tarde del festivo, me tenía el culo más abierto que el canal de Suez, tal y como me había prometido, Llevaba el culo repleto de leche, me había preñado bien preñado.