Había ido al centro de mi ciudad, La Coruña, a dar una vuelta y ver si era capaz de ligar con algún hombre, andaba caliente y tenía ganas de polla. Pero como me solía ocurrir muchas veces, no me atrevía a ir a los lugares donde solía haber encuentros homosexuales, era demasiado tímido y vergonzoso, a lo máximo que me atrevía era a ir a los aseos públicos, pero aquí lo que se solía encontrar eran la mayoría viejos y yo aquel día iba en busca de otra cosa.
Había incluso pensado en ir al cine, sabía que en algunos cines de otras ciudades se iba a ligar y tener encuentros sexuales. Pero que yo supiera en mi ciudad, La Coruña, no sabía que hubiera alguno, ya había probado a ir a varios e incluso acudía a los aseos de estos, pero nada, nunca había visto que hubiera nada de nada. Así que cansado de dar vueltas por el centro y haber bebido algo, a eso de las 11 de la noche, me retiraba para mi casa.
Cuando iba por los cantones, pensé en si coger el autobús o irme andando, estaba en la parada pensando en que hacer, cuando decidí seguir hasta la siguiente parada que quedaba enfrente a los jardines de Méndez Núñez, iba a hacer que esperaba el bus y ver si me atrevía a cruzar hacia los jardines, sabía que ahí había encuentros homosexuales y que era bastante fácil ligar.
Mientras hacía que esperaba el bus, sabiendo que no lo iba a coger ya que había decidido irme andando, veía los jardines, pero no me atrevía a cruzar, pasaba alguna gente y no me atrevía, y cuando no venía gente, eran los vehículos que circulaban y yo seguía allí haciendo que esperaba el bus, pero sin decidirme a cruzar.
Llevaba algo más de media hora haciendo que esperaba el bus, cuando decidí seguir andando hacia mi casa. Mejor esperaba al día siguiente e iría a los aseos de la estación de ferrocarril.
Cuando empecé a andar para irme a mi casa, vi como salía de los jardines un hombre de unos 30 y tantos años, y luego de cruzarse nuestras miradas, este cruzaba para la acera por la que yo iba caminando. En aquellos momentos no le di mayor importancia, imaginé que habría ido a ligar y ahora se iba para su casa al igual que lo hacía yo. Yo caminaba unos 30 o 40 metros delante y él venía detrás. De vez en cuando giraba la cabeza y miraba viendo que él seguía detrás mía, pero seguía sin sospechar nada de nada, seguro que cuando llegase al viaducto, yo seguiría y él seguro cogería otro rumbo. Pero no fue así, llegué al viaducto y él seguía detrás mía. Fue en esos momentos en los que pensé en si me vendría siguiendo, mil pensamientos pasaron por mi cabeza en esos momentos. Pero tratando de calmarme, me dije a mi mismo que no, que simplemente sería una coincidencia y que él viviría por aquella zona.
Seguí caminando, pensando en mil historias, pero sin dejar de girar la cabeza de vez en cuando a ver si aquel hombre seguía detrás mía. Y sí, seguía mí mismo camino.
Joder, cada vez me estaba poniendo más nervioso, eran ya cerca de las 12 de la noche y apenas se veía gente, solo de vez en cuando algún vehículo que pasaba era todo lo que se veía. Pensé en echar a correr, pero no, no lo iba a hacer, aquello seguro que era una paranoia mía. Lo que sí hice fue dar algún rodeo sin sentido, volviendo al mismo camino y así cerciorarme si realmente me venía siguiendo.
Y sí, aquel hombre estaba clarísimo que venía siguiéndome, sí yo me cambiaba de acera y volvía a cambiar en el siguiente cruce, él hacía lo mismo que yo.
Cuando ya estaba en mi calle, en lugar de entrar en el portal de mi edificio, lo que hice fue dar una vuelta a la manzana, y al volver a mi calle, me paré delante del escaparate de un bazar que había.
Estaba nervioso viendo como él se acercaba, justo al llegar a mi altura, se paró poniéndose a ver el escaparate al igual que estaba yo. Me saludó, no recuerdo muy bien que palabras fueron las que me dijo, pero justo cuando me giré para mirarlo, me soltó a bocajarro:
¿Tienes sitio a dónde ir?
Dios, aquello me dejó con la boca abierta, veía como me miraba allí delante mía, proponiéndome lo que me estaba proponiendo y que a todas luces era bien claro. Aquel tío me estaba tirando los tejos y me preguntaba si tenía sitio.
Sin poder hablar, moví la cabeza en señal de negación, pues yo vivía con mis padres, y estaba claro que no disponía de ningún sitio a donde ir con aquel tío.
Sin esperar a decir nada más, va y me dice:
Ven, sígueme, poniéndose a andar en la dirección en que habíamos venido.
Joder, no daba crédito a lo que estaba viviendo, aquel tío me había venido siguiendo desde el centro de la ciudad, y ahora me estaba proponiendo que fuese con él y lo siguiese. Estaba muy claro para lo que era, aquel tío quería mantener relaciones sexuales conmigo. Me había visto como simulaba que esperaba el bus sin atreverme a cruzar para los jardines, y era claro que me había calado a la primera. Se había dado perfecta cuenta de mis intenciones y que, por mi juventud, no me había atrevido. Se había arriesgado a seguirme y había acertado conmigo. Ahora solo era cuestión de que yo quisiera seguirlo.
Sabía que aquel jovencito andaría caliente, con ganas de sexo y solo era cuestión de darle un pequeño empujoncito. Había visto unas casas abandonadas a medio derruir cuando lo seguía, y allí era a donde lo iba a llevar si aquel jovencito decidía seguirlo.
No se porque, pero el caso es que, sin pensarlo mucho, fui tras él. Andaba caliente y con ganas de sexo, e iba a aprovechar aquella oportunidad que se me había presentado, el tío no estaba mal, estaría en la treintena y el cabronazo tenía buen cuerpo. Estaba cansado de ir a los aseos públicos y ver solamente viejos, así que por una vez que se le presentaba así de sopetón una oportunidad, la iba a aprovechar, era claro que aquel tío entendía, pues lo había visto salir de los jardines, y a aquellas horas, era muy claro a lo que se iba allí.
Él al ver que lo seguía, esperó a que me pusiera a su altura y nada más darle alcance, fue cuando me dijo que había visto unas casas medio derruidas y que allí podríamos ir. Al ver que yo no decía nada pero que lo seguía, me fue hablando, no recuerdo muy bien, pero eran cosas sin trascendencia, seguro que había visto mi nerviosismo, y trataba de tranquilizarme.
Nada más llegar a la altura de aquellas casas que estaban a medio derruir, eran unas casas de planta baja, construidas sobre un altillo al igual que las viejas casas judías, que estaban para derruir, ya que allí se iba a construir una plaza con garaje subterráneo, cruzamos hacia ellas, metiéndonos en una de ellas.
Al entrar vimos que efectivamente la casa en la que habíamos entrado estaba derruida, al menos esa tenía prácticamente todas las paredes interiores tiradas, solo quedaba una pequeña pared. Fui siguiéndolo, no sabía a donde quería ir, allí prácticamente estaba lleno de escombros, solo tenía las paredes exteriores y el techo. No era mal sitio, pensaba yo, pero él siguió y salimos por lo que debió ser en su día un pequeño patio, metiéndose en otra de aquellas casas. Esta, aunque también estaba medio derruida, aún conservaba la mayoría de las paredes interiores en pie.
Revisó toda la pequeña casa, y al final cogiéndome por la mano me llevó a una de las habitaciones, era la que más limpia de escombros estaba, incluso se podía ver que allí debería haber estado cobijado alguien, pues había cartones como si alguien hubiera estado allí no hacía mucho tiempo.
Aquí estaremos bien, me dijo soltándome la mano a la vez que me pegaba a él, llevando su mano a mi entrepierna, empezando a frotar y palpar mis órganos sexuales, pudiendo comprobar que yo ya estaba empalmado.
Me había puesto empalmado nada más empezarlo a seguir, sabía lo que íbamos a hacer, y con la calentura que llevaba encima, me puse como un burro de empalmado. Aquella proposición que me había hecho me había excitado, me había recorrido por todo el cuerpo un escalofrío nada más escucharle decirme que le siguiera. Y eso había hecho muerto de nervios, le había seguido y ahora estaba allí, delante de aquel hombre que me llevaría unos 15 o 17 años, dejándome sobar y que me hiciera lo que quisiera, metidos en aquellas casas en ruinas.
Como te llamas, me decía metiéndome mano, viendo lo nervioso y excitado que yo estaba.
Dani, le contesté llevando mis manos a su abultado paquete, empezando a palparlo muy tímidamente.
No te atreviste a cruzar a los jardines, ¿verdad?
Sí, le contesté, empezando a ponerme colorado por la vergüenza que me daba el verme descubierto de aquella manera. Joder, muy evidente se me debería haber visto cuales eran mis intenciones, y yo simulando que lo que hacía era esperar el autobús.
Ya me di cuenta al verte allí en la parada del bus, por eso me arriesgué a seguirte y ver si tenía suerte, me dijo empezando a aflojar el cinturón, a la vez que acercaba su boca a la mía con la clara intención de besar, mientras me aflojaba el cinturón del pantalón.
Pegó sus labios a los míos, empezando a besarme suavemente los labios. Vio como temblaba dejándome besar mientras él ya me había aflojado el cinturón y empezaba a desabrochar el pantalón. Cuando terminó de desabrochármelo, tiró de él para abajo, haciendo lo mismo con el slip, dejando mi polla y huevos al aire. Lo único que me cubría un poco, era mi camisa, que luego de sobar y palpar mi polla y huevos, empezó a desabotonar con una gran destreza. Cuando quise darme cuenta, ya me estaba sacando la camisa dejándome de cintura para arriba totalmente desnudo, empezando a pasar sus manos por mi pecho y abdomen, acariciándome de forma muy sensual.
Me miraba a los ojos a la vez que pasaba sus manos acariciando mi torso, parándose en mis pequeñas tetillas a la vez que llevaba su boca a ellas, empezando a morder mis duros y erectos pezoncitos.
Al notar sus dientes morder mis hinchados pezones, me estremecí soltando un leve gemido, mientras trataba de sacar su polla de fuera, ya le había aflojado el cinturón y bajado el pantalón, buscando ahora su calzoncillo tratando de bajarlo y liberar aquel enorme bulto de carne que palpaba.
Dios, aquella verga parecía enorme, ya se la había conseguido sacar y lo que podía palpar, era enorme, incluso los huevos se veían enormes al tacto de mi mano. Un escalofrío recorrió todo mi cuerpo, al palpar aquella barra de carne, debería ser enorme, todavía no la había podido ver, pero por lo que estaba tocando, aquello parecía monstruoso.
Él vio como me estremecí al palparle el enorme bulto que no dejaba de acariciar con mis manos. Sabía que cuando viera aquella verga muy probablemente me asustaría, sabía que su verga era enorme, pero también sabía que, si conseguía metérmela por el culo, iba a disfrutar y me iba a hacer gozar como nunca lo había hecho.
Empezando a comerme la boca, trató de tranquilizarme, sabía que yo estaba algo nervioso, no dejaba de acariciarle la polla y podía notar mi nerviosismo.
Tranquilo, me susurraba mordiendo mis labios, no tengas miedo que no pasa nada, estamos aquí para disfrutar y gozar de nuestros cuerpos, me decía comiéndome la boca. Metía su lengua en mi boca saboreando toda mi cavidad bucal, mientras sus manos me abrazaban a él y acariciaban mi espalda y culito, quería tenerme bien excitado y caliente, sabía que cuanto más caliente y excitado me tuviera, más fácil le iba ser hacerme suyo. Me deseaba, nada más verme allí en la parada del bus, me había deseado, había visto como dudaba en cruzar hacia los jardines, pero mi timidez y vergüenza me lo impedían. Por eso nada más verme ya me deseó, tenía que conseguir hacerme suyo, iba a hacer gozar y chillar de placer a aquel inocente y tímido jovencito.
Sin apenas despegarme de él, fue bajando con su boca por todo mi cuerpo, lamía y daba pequeños mordiscos, haciéndome estremecer de gusto.
Yo gemía y temblaba estremeciéndome de tanto placer que estaba sintiendo. Cuando empezó a morder mi cuello, no pude aguantarme y me estremecí teniendo que sujetarme a él, soltando un sonoro gemido, ¡ohhh! ¡ooohhh! ¡ooohhh ohhh! Gemí a la vez que todo mi cuerpo se estremecía empezando a temblar, abrazándome fuertemente a él.
Él al ver como me estremecía y me abrazaba a él, intensificó sus caricias y mordiscos, viendo como aquello me hacía gozar y eso era lo que el quería. Deseaba hacerme suyo y quería llevarme al clímax del placer.
Después de martirizarme y hacerme gemir y temblar como una putita en celo, fue bajando, lamiendo y mordiendo todo mi cuerpo, hasta que llegó a mi pubis, donde cogiendo mi polla con su mano, la metió en su boca, engulléndola por completo, ¡ohhh! ¡ooohhh!
Gemía yo sujetándome a su cabeza, viendo como chupaba mi polla. Dios, que pedazo de cabrón, que boca y lengua tenía, el cabronazo aquel me estaba haciendo gozar de lo lindo. El muy cabrón chupaba y tragaba toda mi polla, luego la sujetaba con la mano y mamaba mis huevos y mordía la base de estos, pasando la punta de su lengua por el perineo, a la vez que jugaba con sus dedos en la entrada de mi ano. Joder, yo no paraba de soltar gemidos y chillar de tanto placer que me estaba dando aquel tío, me abría de piernas todo lo que podía dándole mayor acceso a la entrada de mi ano. En esos momentos solo pensaba en que quería ser follado, deseaba que me abriera el culo y me follara hasta hacerme correr, quería que me diera por el culo y me preñara con su semen.
Pero el cabronazo no tenía prisa, quería prepararme bien, sabía lo que me esperaba y quería ponerme bien caliente, aquel jovencito aquella noche iba a ser suyo, le iba a dar por el culo y preñarlo bien preñado.
Cuando se cansó de chupar y mamar la polla, huevos y perineo, incorporándose, puso sus manos sobre mis hombros, haciéndome que me agachara, invitándome a que ahora le chupara yo la polla.
Bufff, cuando por fin pude ver aquella verga, Dios, abrí los ojos como si fueran platos. Aquella verga era descomunal, jamás había visto polla igual, si acaso en alguna revista había visto algo parecido, pero hostias, aquella no solo era grande, que sí lo era, lo que más me llamaba la atención, era su grosor, joder aquello parecía del ancho de mi muñeca. Si aquello conseguía entrarme por el culo, me iba partir en 2. Me había quedado hipnotizado, miraba para ella acariciándola, sin poder creerlo.
El al ver como me había quedado medio embobado, empujando mi cabeza hacia ella, me decía que se la chupara.
Sujetándola con mis manos, la acerqué a mi boca, empezando a pasar la lengua por ella, ¡ohhh! ¡ooohhh! Gimió él al notar como mi lengua lamía la punta del capullo.
Métela en la boca me decía tratando de empujar mi cabeza.
Y eso hice, abrí todo lo que pude la boca, pero joder, aquella verga apenas me entraba, era demasiado gruesa, solo era capaz de meter el glande, y para eso tenía que abrir todo lo que podía mi boca, parecía que se me iba desencajar la mandíbula. Por más que lo intentaba, aquella polla no me entraba más, así que como pude empecé a chupar el glande, mientras con mis manos acariciaba y manoseaba sus huevos.
Después de un buen rato donde chupé todo lo que pude aquella enorme verga, me puso de pie, me hizo quitar por completo el pantalón y slip, quedándome completamente en pelotas.
Mientras tanto él también se había sacado su pantalón y camisa, quedando igual que estaba yo, desnudo como Dios lo trajo al mundo. Colocó toda la ropa sobre los cartones que allí había, ordenándome luego acostar boca arriba sobre aquella improvisada cama.
Caliente y excitado como estaba, hice lo que me ordenó, no sin estar algo nervioso, pensaba en aquella verga, y algo de miedo tenía, sabía que era demasiado gruesa y no creía que aquello me fuese entrar por el culo.
Él al ver mi nerviosismo, tratando de tranquilizarme, me dijo que estuviera tranquilo, que ya vería como me iba a gustar y luego le iba a pedir más.
Ufff, lo dudaba, aquella era demasiada verga para mi pobre culito.
Sin dejarme ni tiempo para pensar, nada más colocarme tumbado boca arriba, me abrió las piernas a la vez que las flexionaba, dejándome totalmente abierto y expuesto para él. Volvió a llevar su boca a mi polla la cual tragó por completo, volviendo a chupar y mamar igual que lo había hecho antes.
Yo me estremecía y gemía poniendo mis manos sobre su cabeza, viendo como el cabrón aquel me hacía gozar.
Mientras me chupaba la polla y comía los huevos, con sus dedos iba preparando mi agujerito, había empezado con un dedo, y ahora ya metía 2 de ellos abriendo y dilatando cada vez más mi caliente hoyito. Mordía la base de mis huevos y perineo, dejando que resbalase su saliva hacia mi caliente agujero, esparciendo y lubricando con sus dedos, a la vez que me los metía por el culo, haciendo que este se fuese abriendo cada vez más.
Cuando ya me tuvo bien dilatado y lubricado, llevando mis rodillas hacia mi pecho levantándome las piernas por las corvas, me dejó totalmente abierto y expuesto para ser enculado.
Y así como me tenía, echando su cuerpo sobre mis piernas para mantenerlas bien pegadas a mi pecho, colocó la punta de su verga en la entrada de mi agujero, y tan pronto la hubo embocado, a la vez que me sujetaba con sus manos por las caderas, empezó a empujar su pelvis, haciendo que mi culo se fuese abriendo, dejando que aquella gruesa y larga verga, se fuese introduciendo por él.
¡Ohhh! ¡ooohhh! Para para, le gritaba, sintiendo como aquella monstruosidad de verga me abría el culo partiéndome en 2.
Pero él ni puñetero caso me hizo, me tenía en sus manos y quisiera o no quisiera, aquella noche yo iba a ser suyo, me iba a meter la polla por el culo y hacerme suyo.
Sin que dejara de chillar y pedirle que parara, de repente noté como daba una fuerte embestida a su pelvis, entrándome toda la verga por el culo.
¡Ohhh! ¡ooohhh! ¡ooohhh ohhh! Chillé notando como me entraba aquella monstruosa polla por el culo y sus huevos golpeaban mi ano.
Joder que hijo de puta, ya me había metido su enorme verga de una sola estocada. El cabrón me había reventado el culo, Dios que dolor me había dado, seguro que me había roto el culo.
Ya, ya pasó, ya te ha entrado y la tienes toda dentro, ahora relájate y deja que se dilate y acostumbre tu culito a mi polla, ya veras como ahora vas a gozar, me decía pellizcándome los pezones mientras me tenía enterrada la polla en el culo.
Cuando vio que ya me había relajado un poco, empezó a mover su pelvis, haciéndome chillar y gemir de nuevo, ¡ohhh! ¡ooohhh! ¡ooohhh ohhh! Gimoteaba notando como aquella enorme verga empezaba a darme por el culo.
Así maricón así, ¡ohhh que gusto! ¡ohhh que gusto! Gritaba él empezando a follarme.
Te gusta, ¿eh?
Te gusta que te follen, ¿eh maricón?
Pues ya verás cómo hoy vas a ir bien follado, hoy vas a gozar de una buena polla y vas a quedar bien follado y preñado
Dios, yo no lo creía, aquella polla me abría en 2, notaba como entraba y salía una y otra vez, haciéndome chillar y gimotear, mientras me estaba haciendo suyo. Solo se escuchaban mis gimoteos junto a los jadeos y gruñidos que él daba, y el plof, plof plof plof, de su pelvis golpeando una y otra vez mi culo
El cabronazo me estaba dando una follada que nunca iba a olvidar, aquella noche yo era su putita y me estaba poseyendo salvajemente.
¿Te gusta? ¿te gusta Eh… maricón?
Sí, me gustaba, aquel cabrón me estaba haciendo gozar y chillar con la follada que me estaba dando.
Ya los 2 estábamos sudando por todas partes, cuando noté como las embestidas eran más rápidas y profundas, cuando de repente sentí como su verga empezaba a palpitar dentro de mi culo, y él gritaba que se corría.
¡Ohhh! Me corro, me corro, ¡ooohhh que gusto! ¡ooohhh que gusto! Gritaba empezando a eyacular dentro de mi culo. Sentí varios chorros de semen llenar mis entrañas, dejándome preñado.
Cuando dejó de soltar todo el esperma que contenían sus huevos, sin sacarme la polla del culo, llevó su mano a mi polla que totalmente pringada reposaba sobre mi pubis, empezando a meneármela, hasta que empezó a soltar varios trallazos de semen sobre mi pecho y abdomen.
¡ohhh! ¡ooohhh! ¡ooohhh ohhh! Me corro, me corro, gritaba yo explotando en un tremendo orgasmo, bañando mi pecho y abdomen con mi leche.
Mi corazón palpitaba aceleradamente, mientras me iba recuperando poco a poco. Noté como aquella enorme verga que aquella noche me había poseído salía de mi destrozado y dolorido culito, y una vez recuperamos el aliento, mientras él se levantaba, yo pasaba mi mano por el pecho y abdomen esparciendo mi corrida, levantándome luego, y recogíamos nuestras ropas.
Yo terminaba de limpiar el semen con mi slip, poniéndomelo luego, y vistiéndome a continuación.
Una vez vestidos, salimos los 2 de allí, y mientras me acompañaba a mi casa, me dijo como se llamaba, donde paraba todos los días, era en la calle de la franja, en el Fouciño. Allí todos los días a las 9 de la noche, lo podía encontrar bebiendo unas tacitas de ribeiro, al salir del valet rey de Viana.
Y por supuesto que fui por allí, encontrándolo en el bar Fouciño, donde después de beber unas tacitas de ribeiro con él y sus compañeros, volví a ir con él.
Me gustaba ser follado y preñado por él.