Joder, si esa verga no me va a entrar, le dije. Es demasiado grande y me vas a romper el culo.
La otra vez sí que te entró, pero no te preocupes que, si no te entra, me haces una paja y me dejas correrme en tu cara.
Bueno le contesté, pero para y déjame terminar de mear.
Cuando terminé de mear, salimos ambos de los aseos, fuimos a terminar de beber las cervezas, y salimos del bar del puerto.
Ven me dijo, vamos al barco que está atracado en el muelle de Linares Ribas, que tengo que dormir allí, ya que el barco no sale hasta el lunes.
Cuando llegamos al barco, subimos a él y me llevó a la cocina, para luego desde allí ir a donde tenía el camarote, que era donde dormía el chabolista. Aquí nadie nos molestará, me dijo.
¿Estás tu solo? Le pregunté.
Sí, hasta el lunes que salga el barco, estoy yo solo, me contestó, mientras llevaba sus manos a mi cintura y me abrazaba a él.
Ay maricón, que ganas te tengo. Me decía mientras me iba mordiendo los labios y saboreando mi boca.
Me fue dando la vuelta y mientras pegaba su paquete a mi culo y lo restregaba por él, me iba mordiendo la nuca, mientras con sus manos empezaba a desabrocharme el cinturón, luego hizo lo mismo con el pantalón, tirando de estos para abajo, lo mismo que hizo con el slip, hasta que los tuve a la altura de los tobillos. Subió luego mi camiseta quitándomela mientras me iba besando la espalda y se restregaba el paquete en mi culo.
Ay maricón que bueno estás. Que ganas tengo de follarte, jadeaba mientras me lo decía.
¡Ufff! Que bueno y rico estás. Te voy a preñar este culito, te voy a hacer mi hembrita. Me decía el chabolista sin dejar de restregar su enorme pene por mi culo, y metiéndome mano por todas partes. Ay putita, cómo te voy a abrir este culito con mi verga, te lo voy a dejar bien preñado pedazo de maricón.
Sácate los zapatos y termina de sacarte el pantalón, mientras yo me despeloto, me dijo dejando de abrazarme.
Terminé de sacarme toda la ropa, y una vez en pelota picada, ya lo tenía abrazándome de nuevo a él.
Me sobaba por todas partes, me iba lamiendo y mordisqueando todo el cuerpo, mientras yo le agarraba aquella enorme verga con mi mano, y la iba acariciando a la vez que se la meneaba.
Empezó a morderme el cuello, y aquello fue el comienzo de empezar yo a gemir y temblar de gusto.
¡Ohhh! ¡ooohhh! ¡ohhh! Gemía a la vez que temblaba de placer, mientras agarraba con más fuerza su polla con mi mano y se la meneaba.
Tranquilo putito, tranquilo que te voy a hacer mío y te voy a hacer gozar de placer. Te voy a hacer llorar de gusto, y te voy a dejar bien preñado este culito.
Me tumbó sobre el camastro, y poniendo mi culo a su disposición, llevó su boca a él, empezando a darme una lamida de ano cómo nunca había recibido. Me mordía la parte interna de los muslos, luego el perineo, lamiendo la parte de atrás de los huevos. Yo gritaba y me retorcía de gusto, a la vez que me abría más de piernas y levantaba el culito para que su lengua lamiese mi ano, que ya empezaba a abrirse cómo si fuese una almejita.
Así putito, así, deja que tu culito se abra y vaya aflojando para que te pueda meter mi polla en él.
Dios, moría de ganas por que me diera por el culo, pero aquella polla del portugués era demasiado grande y sobre todo gruesa para mi pobre y estrecho culito. Sabía que, si me la metía, me iba reventar el culo al igual que me pasó la primera vez, por lo que estaba algo nervioso.
Pero con el medio colocón que llevaba a causa de las cervezas que había bebido, el calentón que tenía, y la lengua y mordiscos del chabolista, me estaban haciendo perder la razón, y desear que me diera por el culo con aquella tremenda pirola, más que pirola era un pirolón descomunal.
Me lamía el culo, mordisqueaba el perineo y lamía los huevos haciendo que diera gritos de placer, sin yo poder reprimir aquellos gemidos, por tanto gusto que estaba sintiendo.
Mientras me iba lengüeteando el esfínter anal, empezaba a meterme un dedo en el ano, y así ir abriendo un poco mi culo. Metía su lengua dejando la entrada de mi ano toda llena de saliva, mientras su dedo iba abriendo más mi esfínter, y esparciendo sus babas.
Después de un buen rato abriéndome el culo con su dedo y dejarlo lleno de sus babas, me levantó ordenándome echarme encima de él, y que le chupara la polla, mientras él seguía lamiéndome el ano, y metiéndome su dedo.
Así hice, sujetando la tremenda foronga del chabolista con mis manos, llevé mi boca a ella, empezando a lamer y chuparle el glande ya que poco más me cabía en mi boca. Lamía y le iba dejando mis babas, para que aquella verga pudiese entrar en mi culito.
Ahora ya me había metido otro dedo, y jugaba con ambos dedos haciendo que mi esfínter se abriera aún más, y su lengua pudiese entrar mejor y lubricarse aún más mi ano.
Estoy seguro de que, si hubiese alguien en el barco, nos habría podido escuchar perfectamente, ya que yo no paraba de jadear, gimiendo cómo una gatita en celo y de dar pequeños gritos mientras el chabolista me iba metiendo 2 dedos en el culo y lamiéndome con su lengua.
¡Ohhh! ¡ooohhh! ¡ooohhh! Gemía mientras abría las piernas todo lo que podía, a la vez que metía en mi boca todo lo que podía la polla del portugués.
Vamos a probar a ver si ya te entra mi polla en este culito tan sabroso y vicioso que tienes putita, me dijo a la vez que se levantaba, levantándome a la vez a mí en sus brazos.
Se quedó sentado en el camastro poniendo las piernas en el suelo, y dándome la vuelta me ordenó que abriera las piernas y me sentara a horcajadas sobre su regazo.
Abrí las piernas arrimándome a él, dejando que sus piernas quedasen en medio de las mías, y pegándome a él todo lo que pude, me sujeté en sus hombros y fui sentándome sobre su tremenda polla.
Colocó el su cipote en la entrada a mi ano mientras lo sujetaba con su mano, me decía que me fuese sentando poco a poco. Pero aquella verga no era capaz de entrar en mi estrecho culito. ¡Ahhh! ¡ahhh! Gritaba yo cada vez que intentaba introducir aquel pollón en mi culo.
Vamos a cambiar de posición dijo el chabolista, que veía que no había manera de que su polla me entrara en mi culo y así poderme dar por el culo y preñármelo de leche.
Me puso a 4 patas sobre el camastro, y colocándose detrás de mí, volvió a intentar meterme su tremenda polla en el culo.
Pero otra vez los intentos fueron infructuosos, no había manera de que aquella foronga entrase en mi culo.
Joder maricón, sí que estás bien cerrado, eres de culo estrecho, pero por mis cojones que hoy te abro este culo y te lo follo bien follado.
Me ordenó levantarme, y agarrándome por la mano, salimos del camarote llevándome al comedor donde estaba la cocina. Entró en la cocina dejándome allí de pie en el comedor. Fue a la gamuza donde estaban los víveres del barco, saliendo al poco rato con una tremenda zanahoria, y una tarrina la cual contenía mantequilla.
La zanahoria que traía era tan pero que tan grande que asustaba, era cómo su polla, salvo que en la punta era menos gruesa, y hacía que fuese algo cónica, pero de la mitad de esta, era tan gruesa cómo su polla.
¿Para que es la zanahoria? Le pregunte. No irás a metérmela en el culo, ¿verdad?
Pues sí, contestó, la vamos a usar cómo consolador, y así abrirte más el culo, y con la ayuda de esta mantequilla, lubricarte bien este culito, me dijo mientras me lo estrujaba con su mano.
Dejó lo que traía en uno de los bancos, luego me abrazó pegándose a mí, empezando a morderme el cuello mientras se restregaba contra mí, ¡aaahhh! Maricón que ganas tengo de darte por el culo y hacerte mío.
Me agarró con sus manos por detrás de mí culo, levantándome para colocarme sobre la mesa que allí había. Me sentó sobre ella, para seguido hacerme acostar sobre ella quedando boca arriba.
Levantó mis piernas colocándolas sobre sus hombros, tirando por mí hasta que el culo me quedó al borde de la mesa. Echó mano a la tarrina de mantequilla, y untándose los dedos, fue pasándolos por mi ano. Metía uno de sus dedos dentro, haciendo que mi esfínter quedara impregnado de mantequilla, cuando consiguió que entraran fácilmente 2 de sus dedos, cogió la zanahoria y después de untarla de mantequilla con su mano, la llevó a la entrada de mi ano, para írmela introduciendo dentro de mí.
¡Ohhh! ¡ohhh! ¡ooohhh! Empecé a gemir yo, al notar cómo me iba entrando aquella enorme zanahoria en mi culo.
Mira cómo te entra la zanahoria, pedazo de maricón. Te gusta cómo te da por el culo la zanahoria, ¿eh?
Mira cómo la traga tu culito, mira pedazo de puta, mira cómo traga y te gusta que te den por el culo.
El muy hijo de puta del chabolista metía y sacaba aquella enorme zanahoria en mi culo, haciendo que yo gimiera y me retorciera de gusto. Pero lo que yo quería, no era la zanahoria, si no que lo que deseaba era aquella tremenda polla que se gastaba el chabolista portugués.
Luego de estar un rato metiendo y sacándome aquella zanahoria en el culo, cogió la zanahoria, y en lugar de metérmela por la parte más delgada, le dio la vuelta a la zanahoria, y ahora intentaba metérmela por la parte más gruesa. Al primer intento no me entró, pero después de untarla un poco con la mantequilla, colocó la misma en la entrada a mi ano, y fue empujando poco a poco, hasta conseguir que mi esfínter fuese cediendo, y aquella zanahoria fuese entrando en mi culo.
¡Ahhh! ¡ahhh! Gritaba yo, ¡ay! Ve despacio que me duele, le decía mientras mi frente se llenaba de sudor, sintiendo cómo aquella enorme zanahoria, me iba abriendo el culo y se metía dentro de mí.
Los gritos que daba eran cada vez mayores, y le pedía que me la sacara, que no podía más. Cuando de repente, se abrió la puerta del comedor, y aparecía un hombre algo mayor que yo, y más joven que el chabolista.
Joder, Pedro, pensé que pasaba algo. Venía a dejar el petate, y no te vi, pero al escuchar los gritos creí que te pasaba algo. Y menudo panorama que me encuentro. Te estás follando a un maricón. Joder, menudos gritos que pega el muy cabrón.
El que había hecho acto de presencia, era uno de los marineros del barco, que cómo había venido hasta La Coruña, había aprovechado, y fue a dejar en el barco el petate con sus cosas, para no venir cargado con él, el lunes.
El chabolista paró de meterme la zanahoria en el culo, y mirando para el que había entrado, le dijo: Pasa pasa, Fidel, ve dejar el petate en tu camarote, y si quieres unirte aprovecha que hoy le voy a dar por el culo a este rico mariconcito. Tiene un culito de lo más rico, pero el muy cabrón es algo estrecho para mi polla, y chilla cómo un condenado.
Joder, pero si le tienes metida una tremenda zanahoria en el culo, le decía el tal Fidel al chabolista, sin sacar la vista de mí.
Es para abrirlo un poco, ya que no hay manera de meterle mi polla. No me extraña le decía el tal Fidel, es mucha herramienta la que te gastas, con esa polla revientas a cualquiera.
Joder Pedro, no sé cómo consigues estos mariconcitos, sí que es guapo el muy cabrón, y menudo cuerpo que tiene, decía mirándome a la cara, y llevando su mano a mis pezones me los pellizcaba. Si me dejáis participar, me apunto, le dijo el tal Fidel al chabolista.
Pues ve desnudándote y vamos a darle por el culo a este pedazo de maricón. No te parece mal, ¿verdad Dani? Me dijo el chabolista.
Yo no contesté nada, pero en vista de la posición en que me encontraba mejor era callar y consentir que aquellos 2 me dieran por el culo, y luego marcharme. Además, a aquellas alturas estaba tan pero que tan caliente, que lo que necesitaba era una polla que me diera por el culo, y me quitara aquella calentura que tenía.
El tal Fidel, no tardó ni un minuto en quitarse la ropa, y una vez en pelotas, meneando su polla la cual era algo larga, pero de grosor normalito; quizás más delgada de lo normal; se acercó a la mesa y cogiéndome la mano, me la llevó a su hermosa pirola.
Toma, me dijo, acaríciala un poco y mira que rica verga te va a dar por el culo, mariconcito. La cogí con la mano empezando a acariciarla subiéndole y bajando la piel del prepucio, y acariciándole los huevos. ¡Ohhh! Gimió el tal Fidel, cuando le empecé a acariciar los huevos. Ay maricón, cómo me estás poniendo, me decía mientras me pellizcaba los pezones. Tienes unos pezoncitos muy ricos joder, y una boquita con unos labios muy sensuales, que estoy deseando me chupen la polla.
Se subió el tal Fidel al banco, y poniendo las rodillas sobre la mesa, me cogió por la cabeza, llevando mi boca a su verga. Anda abre la boca y chúpala un poquito, me dijo.
Abrí la boca, y sujetándole la polla con mi mano, le empecé a chupar aquel glande que se mostraba hinchado y colorado. Mientras le iba chupando la polla, el chabolista, seguía metiéndome la zanahoria en mi culo, ahora con mayor facilidad y menos dolor.
Así, así chúpame la polla, maricón, ay que bien chupas, ay que boquita más golosa que tienes.
Después de un ratito el recién llegado le dijo al chabolista, mientras yo le chupaba la polla y él me pellizcaba los pezones. Déjame darle por el culo que ya no aguanto más, así de paso te dejo el culo del maricón más abierto y lubricado. Anda quítale la zanahoria del culo y deja que me lo folle.
El chabolista sacó la zanahoria de mi culo y le dijo que cómo me quería follar, si así tumbado sobre la mesa, o cómo prefería.
Mejor me lo follo de pie, que se recline sobre la mesa, y le doy por el culo, dijo el tal Fidel.
Así que me pusieron de pie, y después de sentarse en la mesa el chabolista, coloco mi cabeza sobre su regazo, y mientras yo me agarraba a su cintura con mis brazos, el tal Fidel se colocó detrás de mí, abrió mis piernas y colocando su polla en la entrada a mi ano, dio un movimiento a su cadera enterrándome la polla en lo más hondo de mi culo.
¡Ohhh! ¡ooohhh! Grité al notar toda su polla dentro de mí.
Calla calla, pedazo de maricón, que ya te la has comido entera, me decía el tal Fidel. Se pegó más a mí hasta notarle los pelos de su pubis pegados a mi culo, y sujetándome por las caderas, empezó a mover su pelvis haciendo que su polla entrara y saliera de mi culo.
¡Ohhh! ¡ooohhh! Que culito tienes, ¡ooohhh! Que gusto, ay que gusto, ay que gusto me da maricón, me decía mientras no paraba de darme por el culo.
Yo estaba gozando con la follada de aquella polla que entraba y salía de mi culo rozándome la próstata, haciendo que mi polla goteara semen por todas partes, a causa del vaivén de la follada que me estaban dando.
¡Ohhh! ¡ooohhh! ¡ohhh! Gemía yo mientras me daban por el culo, y tenía sobre mi cara la tremenda polla del chabolista. Con tanto gusto que estaba sintiendo, no hice otra cosa que agarrar el tremendo pirolón del chabolista, y empezar a lamerlo y darle chupetadas al glande que se mostraba hinchado y colorado a más no poder.
Te está gustando mariconcito, te gusta, ¿eh? Me decía el chabolista mientras con sus manos iba pellizcándome los pezones. Pues no te preocupes, que luego lo vas a pasar mejor. Te voy a preñar bien preñado este culito tan rico que tienes.
De repente el que me estaba dando por el culo, clavó sus dedos en mis caderas, y metiéndome la polla más a fondo, empezó a jadear y gritar, me corro, me corro, ¡ooohhh! Me corro, ¡ooohhh! Ay que gusto, ay que gusto.
Había soltado 5 largos trallazos en lo más hondo de mi culo, y luego de eyacular, quedó agarrado a mis caderas, dándome besitos por la espalda, hasta que su polla fue saliendo de mi culo una vez se había descargado por completo.
Ohhh que gusto maricón, que gusto me has dado, que pedazo de culito que tienes, me decía acariciándome el culo.
Joder que culito más sabroso, no sé donde cojones consigues estos culitos, Pedro, pero es que está tan rico que me lo estaría follando seguido.
Bueno ahora si que me gustaría ver cómo le revientas el culo con esa tremenda polla que te gastas, decía el tal Fidel, terminando de recuperar el aliento, e irguiéndose, pero sin dejar de acariciar mi culo.
Pedro el chabolista se puso de pie, y haciéndome poner derecho a mí, me preguntaba si me había gustado.
Qué maricón, ¿te ha gustado eh! Me preguntaba el chabolista, mientras con sus manos agarraba mi polla y huevos.
Uy pedazo de puta, si tienes la pollita toda babosa de semen, me decía el chabolista mientras me iba sobando la polla y huevos.
Me pegó más a él, y mientras me decía, estás bien caliente, eh maricón, llevaba su boca a la mía empezando a morderme los labios. Tiemblas como un ternerito, y mira cómo te gotea la pollita, mariconazo, te gusta que te den por el culo, eh.
Claro que te gusta, te encanta la polla pedazo de maricón. Te gusta que te den por el culo y te lo dejen bien preñado.
Ven me dijo, tirando por mí. Vamos a meterte ahora mi polla, que estoy que reviento de ganas por abrirte este culito.
Se sentó en uno de los bancos quedando mirando hacia el pasillo, y tirando por mí de mi mano, me hizo que abriera las piernas, para que me sentara a horcajadas sobre él.
Ven mi putita, ven y abre esas piernas que te voy a meter mi cipote en este tierno culito que tienes.
Abrí las piernas, y sujetándome a sus hombros, mientras él me rodeaba con sus manos mi cintura, me fui arrimando hasta quedar pegado a su pecho.
Así maricón, así, ahora relaja ese culito y ve sentándote mientras te va entrando mi cipote.
Me fui agachando mientras él sujetaba con una de sus manos su enorme polla, y con la otra buscaba mi esfínter para que su glande quedara pegado al mismo, mientras yo me iba sentando sobre él.
Una vez puso la punta de su enorme verga en la entrada a mi ano, me dijo, relájate y deja que te vaya entrando.
Yo notaba su enorme polla pegada a mi esfínter, e intentaba que entrara el glande, pero aquella polla hoy no había manera de que me entrara.
El cabrón del chabolista veía que no había manera de que mi esfínter se abriera más y le diera paso a su enorme cipote, así que le dijo al tal Fidel, que estaba mirando cómo trataba de ensartarme aquella enorme polla en mi culito, agárrale las piernas y levántalo un poco y ve dejándolo caer poco a poco.
Fidel, se pegó a mi espalda, y sujetándome por las piernas, me levantó un poco en el aire, y al momento noté un enorme pinchazo en mi ano.
Ay, ay ay ay, grité al notar cómo mi esfínter se abría empezando a entrar el enorme cipote que se gastaba el chabolista. Para para, le pedía abrazándome al cuello del portugués.
Ya, ya mi putita, ya te entró la puntita, ahora respira hondo mientras se adapta tu esfínter a mi polla.
¡Ufff! Estaba abrazado al cuello del portugués y me había puesto pálido, un sudor frío me caía por la frente. Un tremendo pinchazo me había recorrido toda la espina dorsal. Intenté relajarme mientras respiraba profundamente, cuando el chabolista dio un movimiento a su pelvis, haciendo que su enorme tranca terminara por entrar en mi culo.
¡Ohhh! ¡ohhh! ¡ooohhh! Grité al notar cómo terminaba por entrar la enorme polla del portugués en mi culo.
Ya ya putita, ya te ha entrado toda, ahora relájate para que puedas disfrutar de ella, me decía el chabolista, mientras apoyaba la cabeza en mi hombro.
¡Ufff! Resoplaba yo mientras mi culo se iba adaptando a aquel enorme intruso que se alojaba en mis entrañas.
Así maricón, así te quería tener, bien ensartado en mi cipote, pedazo de maricón, que eres todo un pedazo de maricón, pero con un culito que me vuelve loco, y que ardo en deseos por preñártelo bien preñado con mi leche.
El muy hijo de puta me tenía ensartado su cipote hasta los huevos, y ahora mordía mi cuello y hombro, mientras subía y bajaba su pelvis haciendo que su polla empezara a subir y bajar dentro de mi culo, haciéndome dar gritos de placer, cada vez que su polla rozaba mi próstata.
¡Ohhh! ¡ooohhh! Suspiraba yo cada vez que notaba su polla tocar mi próstata. Las piernas me temblaban y mi pobre pollita no paraba de gotear semen sobre el vientre del portugués.
Me abrazaba a su cuello con mis brazos, y con mi boca le iba mordiendo el cuello mientras no paraba de gemir y gritar de gusto.
Ay que gusto, ay que gusto, le decía. Préñame cabrón, préñame el culo con tu leche, ¡ooohhh! ¡ohhh! Que gusto, ay que gusto, le decía sin dejar de morderle por todo el cuello y dejarlo marcado de chupones.
Fóllame cabrón, fóllame. Quiero que me folles y me rompas el culo con este pedazo de cipote que tienes. Quiero que me dejes bien preñado y que me abras bien el culo con tu tranca.
Ya llevábamos un buen rato follando y el cabrón del chabolista no tenía trazas de eyacular. Los labios me los tenía hinchados y enrojecidos de tanto mordérmelos, al igual que el cuello y hombro. Y mientras el chabolista seguía dándome por el culo con su enorme verga, Fidel, no dejaba de mirar cómo me daban por el culo, y de vez en cuando se arrimaba a mi espalda, me la acariciaba, y pegaba su polla y huevos a ella restregándose por ella, dejándomela toda impregnada con el semen que le brotaba de su polla; debía ser a causa del roce y de lo excitado que estaba, viendo cómo me daban por el culo.
De pronto el chabolista, sujetándome por las piernas se levantó y manteniéndome ensartado en su enorme polla, me colocó sobre la mesa, empezando a follarme manteniéndome allí tumbado.
Ahora el cabronazo arremetía con más ganas, y se empezaba a escuchar el plof plof plof de su polla entrando en mi culito, y el golpeteo que daba su pelvis y huevos al entrar su polla en mi culo.
Así maricón, así, ay que gusto, ay que gusto, decía, cuando empezó a gritar que se corría.
Ya ya, ya me corro, ya me corro. Y de repente empezó a hincharse más su enorme polla, empezando a escupir semen por él, dejándolo en lo más profundo de mi culo.
¡Ohhh! ¡ooohhh! Gemía el chabolista, mientras terminaba de descargar todo su semen en mis entrañas.
Ay que gusto, ay que gusto maricón, ay que gusto me has dado, ¡ooohhh!
Mientras el chabolista estaba corriéndose en lo más profundo de mis entrañas, yo había explotado en una eyaculación, soltando toda la leche que tenía en los huevos, sobre mi pecho y vientre.
Mis gritos y jadeos de placer, se habían mezclado con los del chabolista, y cuando ambos terminamos de soltar toda la leche, nos miramos a los ojos, y al ver él que yo también había terminado de correrme, me incorporó cogiéndome por los hombros, y sin sacarme su enorme polla del culo, me volvió a coger en brazos, volviéndose a sentar en el banco, y así sentados, empezó a morderme de nuevo los labios y cuello, mientras me susurraba, lo maravilloso que había sido aquella follada. Me acariciaba la cara y no paraba de mordisquearme los labios, viendo las lagrimas de placer que salían de mis ojos, y que recorrían mi cara, él con su lengua las lamía, y me susurraba, ya te dije que te iba hacer llorar de gusto, y por lo que veo así ha sido. Hasta he hecho que te corrieras de tanto placer que has sentido.
Una vez nos hubimos calmado y recuperado de tremenda follada, me fui levantando de su regazo, a la vez que su enorme polla iba saliendo de mi dolorido ano.
Cuando terminé por ponerme de pie, el chabolista me dijo que me apoyara sobre la mesa, y que le dejara ver cómo me había quedado el ano. Me apoyé el pecho sobre la mesa, dejando mi culo dispuesto para que lo revisara.
Joder, dijo el tal Fidel, menudo boquete que te ha quedado, tienes el culo más abierto que el canal de la mancha, claro que no me extraña, con semejante cipote que te ha metido, a cualquiera le quedaría esa abertura.
El chabolista metió 2 dedos en mi culo, y cuando los sacó, salieron manchados de semen y algo de sangre. Tienes algo de sangre, pero no se ve nada rasgado, seguramente algún baso sanguíneo que se ha roto, pero eso con lavarse con agua ya no pasa nada.
Vamos a los aseos y nos damos una ducha, dijo el chabolista cogiéndome por la mano. Nos encaminamos los 3 hacia los aseos, pero antes de llegar, pasó por el camarote donde dormía el chabolista, y cogiendo una toalla y una pastilla de jabón, seguimos hacia los aseos.
Al llegar primero abrió la ducha que había; había solamente una, pero era bastante amplia, ya que cabíamos los 3 perfectamente en ella; esperamos a que empezara a salir el agua caliente, y una vez empezó a salir, primero me metió a mí para remojarme. Mientras yo me iba remojando todo el cuerpo, el chabolista me dijo que apoyara las manos sobre la pared, y que me agachara un poco, que me iba lavar el culo, haber si ya no sangraba. Con su mano fue llevando agua a mi culito, metía un dedo en él y así hasta que me dijo que saliera que me iba enjabonar, y que mientras se remojara Fidel.
Salí dejándole el sitio a Fidel, y mientras tanto el chabolista, empezó a pasarme jabón por todo mi cuerpo.
Cuando llegó a mi culo, después de enjabonármelo bien enjabonado, fue metiendo hasta 2 de sus dedos dentro de él; habían entrado con suma facilidad, ya que aún seguía mi culo abierto a más no poder; y después de lavarlo bien lavadito, pasó a mis huevos y polla, los cuales también enjabonó bien enjabonados; lo hizo de tal manera, que mi pobre polla ya empezaba a ponerse morcillona. Pero quien realmente ya estaba empalmado de nuevo, era el tal Fidel, que con aquella visión y aquellos manoseos que daba el chabolista a mi cuerpo, ya se había puesto burro de nuevo.
Joder Fidel, ya te has empalmado de nuevo, pues sí que debes pasar hambre.
El tal Fidel, empezó a menearse la polla, mientras nos decía, que queréis, con semejante espectáculo que me habéis dado, ya estoy salido otra vez. Se fue arrimando a mí mientras le dejaba la ducha al chabolista para que se remojara, y mirándome a los ojos, acercó su boca a la mía, empezando a besarme, mientras agarraba una de mis manos y la llevaba a su polla. La colocó sobre ella, y mientras me iba metiendo la lengua en mi boca, yo le iba meneando la polla.
Déjame meterte la polla en esta boquita, me decía, mientras me iba besando y metiendo su lengua en mi boca.
Se arrimó todo lo que pudo a mí, y colocando sus manos sobre mis hombros, me iba empujando para que yo me agachara a chupar su polla.
Yo por supuesto que me dejé llevar, y una vez agachado, agarré aquella larga y delgada polla, empezando a chuparle el glande, que ya estaba hinchado y colorado de nuevo.
Chupaba el glande y le pasaba la lengua por dentro de la piel del prepucio, haciéndolo gemir, ¡ooohhh! Gemía el tal Fidel, mientras me agarraba la cabeza con sus manos, empujándola para que tragara más su polla. Ay que labios más calientes y sensuales tienes, me decía mientras yo le iba chupando la polla.
Así así, chupa maricón, ¡ooohhh! Que gusto, ¡ooohhh! Que gusto, ay que bien la chupas.
Mientras yo le iba chupando la polla con mi mano le acariciaba los huevos, y el chabolista después de remojarse y ver aquel espectáculo, se arrimó por detrás al tal Fidel, y pegándose a su espalda, empezó a restregarle la polla por el culo. No pedro, no quiero que me vayas meter esa tranca, a mí no me gusta que me den por el culo, y menos una tranca cómo esa.
Tranquilo Fidel, tranquilo que no te la voy a meter, pero tú deja que te acaricie y así te corres antes.
Fidel, dejó que Pedro el chabolista siguiera restregándole la polla por su culo y espalda, y mientras yo seguía chupándole la polla y acariciando con mi mano sus huevos.
En un momento determinado llevé uno de mis dedos a su ano, y tan pronto empecé a acariciar su esfínter haciendo un poco de presión para que entrara un poco mi dedo, el tal Fidel, empezó a gemir más fuerte y meter más al fondo de mi boca su polla, cuando noté cómo su polla se hinchaba más, y empezaba a escupir semen.
¡Ohhh! ¡ooohhh! Me corro, me corro, gritaba mientras empezaba su polla a soltar semen dentro de mi boca. Agarré la base de su polla con mi mano, y meneándole la misma, le seguí chupando la polla hasta que descargó toda su leche en mi boca.
Tragué todo lo que pude la polla del marinero, mientras este eyaculaba en el interior de mi boca. Tragué todo el semen que expulsó, dejándole la pirola super limpia y flácida.
Ahora sí terminamos de ducharnos, y mientras Fidel terminaba de ducharse, el chabolista me fue secando con la toalla que tenía. Cuando secó mi polla y huevos me los sobó todo lo que pudo, dejándome medio empalmado por aquellas caricias que me daba mientras me iba secando. Cuando pasó a secarme el culo, me volvió a hacer reclinar, revisándome de nuevo el ano, y ver si seguía sangrando. Ya no te sangra nada, solo lo tienes un poco irritado y abierto por la follada que te he dado, mariconcito.
El chabolista le pasó, luego de secarse él, la toalla al marinero, y rodeándome con su brazo la cintura, me llevó de nuevo al comedor.
Al pasar por el camarote de este, entramos, yo al menos con intención de vestirme, pero el chabolista, me pidió que me quedara así desnudo, que iba a traer algo de beber, y luego ya me marcharía; es solo un ratito, así me hacéis compañía un poco. Si, le dije, pero es que me está cogiendo el frio. Toma, me dijo pasándome la camiseta, ponte solo esto, y quédate así, que me excita verte así desnudo. Me puse la camiseta, y así cómo estaba, llevó su mano a mis nalgas, y luego de apretármelas y sobarlas, me volvió a rodear la cintura con su brazo, llevándome hacia el comedor.
Bueno y hasta aquí este relato, en el siguiente relato, terminaré de contar esta historia, ya que se hace un poco largo.