Ese día fue uno de los que más tarde había salido, no recuerdo el porque fue, pero seguro que como solía pasar siempre, mientras no supiéramos las lecciones que nos tocaban, no salíamos. El problema era que las lecciones se daban por grupos, y bastaba que uno del grupo no supiera la lección, los demás teníamos que esperar igualmente.
Cuando ese día salí de clase, iba con otros 2 compañeros que vivían cerca de donde vivía y sigo viviendo, zona de la estación de ferrocarril. El camino que hacíamos era calle Perú, avenida de Gran Canaria, Paseo de Ronda, Gregorio Hernández, y luego cogíamos por lo que hoy es el final de la calle Ronda de Nelle. De aquellas ese tramo hasta pasar la avenida de Finisterre, era un pequeño camino de tierra. En aquella época estaban rellenando parte de el paseo de los puentes, por lo que todo ese tramo, además de tierra, estaba en obras. Era el relleno que le estaban haciendo, para ampliar lo que hoy es el final de la calle ronda de Nelle.
Más o menos a mitad del tramo de dicho camino, habían puesto unos barracones de obra, una fuente donde se podía coger o beber agua, y donde todavía quedaba una pequeña casa en ruinas. Esto quedaba más o menos a la altura de la calle avenida de las Conchiñas.
Al llegar a dicha fuente, nos paramos a beber agua, no se cual de mis 2 compañeros fue el que se paró, el caso es que los 3 nos pusimos a beber. Yo fui el último en hacerlo. Mientras yo bebía, ambos compañeros siguieron andando por el camino, en lugar de esperarme. Cosa que yo por supuesto no me había dado cuenta.
Mientras estaba agachado bebiendo, noté que me agarraban por detrás, al principio pensé que era alguno de mis 2 compañeros, pero pronto pude comprobar que no se trataba de ninguno de ellos, ya que, aunque noche cerrada, pude divisar como ambos compañeros, iban andando por el camino. Iban ambos hablando, y no se percataron de lo que estaba pasando allí en la fuente, donde me habían dejado bebiendo.
La persona que me había agarrado por detrás era un hombre de unos 30 o 40 años, me había sujetado por detrás y levantado en el aire, mientras se estaba restregando en mi culo, y con su boca me mordía la oreja. Quise gritar, pero no pude hacerlo ya que aquel hombre me tapó la boca con una de sus manos.
No grites o te rajo el cuello con la navaja, me amenazó.
Yo quedé paralizado. Estaba sujeto por aquel hombre que me mantenía en el aire sujetado fuertemente por la espalda, con su boca pegada a mi oreja, amenazándome con rajarme el cuello si gritaba, mientras se restregaba por mi culo.
Cogido así me llevó hacia la casa en ruinas, sin poder recoger los libros que llevaba y que tenía apoyados allí en la fuente. Al llegar a la casa en ruinas, dejó que apoyara los pies en el suelo, y mientras me enseñaba una navaja colocándomela sobre el cuello, me dijo, no te muevas o te rajo.
Por supuesto que yo no me moví, estaba aterrado y muerto de miedo.
Sin mover la navaja de mi cuello, llevó una de sus manos a mi cintura, metió su mano por dentro del chándal que llevaba puesto, siguió metiendo su mano por dentro del pantalón de deportes que llevaba, hasta llegar a mi entrepierna, empezando a sobarme la polla y huevos, mientras me empujaba pegando mi culo a su paquete, restregándolo por él.
Yo asustado y muerto de miedo, al notar su mano tocar mi polla y huevos, instintivamente me incliné hacia delante, pegando mi culo más a él, a la vez que emitía un gemido al notar su mano agarrarme la polla y notar como la sobaba junto a los huevos.
¡Ohhh! Gemí al notar su mano sobre mi órgano sexual, inclinándome hacia delante tratando de zafarme del agarre de su mano.
Estate quieto, no te muevas o te clavo la navaja en el cuello, me amenazaba sobándome mis órganos sexuales.
¡Ahhh cabrón que bueno estás! Decía jadeando mientras me apretaba a él, sobando mi entrepierna.
Mientras se restregaba por mi culito, con la mano que me sobaba la polla y huevos, empezó a bajarme el pantalón del chándal junto al pantalón de deportes que llevaba puesto.
Tiró de su mano hacia abajo, haciendo que ambas prendas fuesen bajando por mis piernas, quedando mi culo y órganos sexuales al aire libre.
Jadeaba y se restregaba a mi culo, mientras me iba desnudando de cintura para abajo, hasta que ambas prendas, pantalón del chándal y deportes, los tuve sobre mis tobillos.
Empezó a pasarme la mano por el culo, mientras me ordenó que me quitase todo. Vamos quítate todo, quiero que te quedes desnudo por completo.
Yo que seguía muerto de miedo, sin dudarlo, me agaché para quitarme ambos pantalones, el del chándal, y el de deportes, para lo que tuve que quitarme primero las zapatillas de deportes.
Mientras me quitaba ambos pantalones, él no dejó de acariciarme el culo con su mano. Jadeaba y se restregaba en mi culo.
¡Ohhh cabrón que culito más rico tienes!
¡dios que bueno estás, cabrón! Decía jadeando sin dejar de tocarme y restregarse a mí.
Cuando me di sacado ambos pantalones, me puse de pie mientras él seguía metiéndome mano.
Te dije que te quites todo, me decía metiendo su mano por debajo de mi camiseta y chaqueta del chándal.
¡Dios! Aquella mano me hacía estremecer, me había metido la mano subiéndola por mi vientre y estómago, dándome una agradable sensación, que me había hecho estremecer, al notar como subía por mi cuerpo deslizándose suavemente por él.
Temblándome las piernas por culpa de aquella agradable sensación que estaba sintiendo mientras él deslizaba suavemente su mano, seguí haciendo lo que me ordenaba, empecé a sacarme ambas prendas, lo hacía con tanta torpeza a causa del miedo y nervios que sentía, que estas se quedaron atascadas entre mi cabeza y brazos.
Y estando así, temblando a causa del placer que recorría mi cuerpo, además del miedo y frío que empezaba a sentir, aquel hombre empezó a acariciarme la polla y huevos.
Me gustas, me decía jadeando mientras me acariciaba la polla y huevos, tienes un buen cuerpo cabrón.
Se arrimó por detrás mía, y sin dejar de acariciarme la polla y huevos que ya se me empezaba a empalmar, volvió a restregarse por mi culito. Pero ahora noté que tenía su polla y huevos de fuera, ya que noté su rabo pegado a mi culito y como restregaba el mismo por él.
¡Joder que bueno estás! ¡ooohhh que bueno!
Te gusta lo que te hago, ¿eh maricón? Mira como te estás empalmando.
Tenía razón, me estaba empalmando y aquellos roces y caricias que me iba dando por todo mi cuerpo, me estaban gustando, me calentaban y excitaban a la vez, haciendo que mi polla reaccionara, poniéndose dura y tiesa, con aquellas sensaciones que estaba sintiendo.
Mejor, así disfrutarás tu también lo que te voy a hacer, decía sin dejar de acariciarme y restregarse por mi culo.
Puso su garrota en medio de mi culito, y así como estaba con los brazos en alto con la camiseta y chaqueta del chándal, a medio sacar, intentó meterme aquella garrota que se gastaba, por el culo.
Notaba como empujaba su polla, tratando de abrir mi esfínter e introducirse dentro de mi culito, pero no era capaz.
Yo asustado, apretaba todo lo que podía el culo sin dejar que me entrara aquella estaca en él.
Estás bien cerradito cabrón, pero o te la meto por el culo, o te la vas a comer por la boca. Así que colabora si no quieres que te la meta en la boca y me corra en ella haciéndote tragar toda mi leche.
Pero por más que yo quisiera colaborar, e intentase dejar que me diera por el culo, los nervios y miedo que sentía me impedían relajarme. Cada vez apretaba más el culo, impidiendo que me metiese aquella tranca que luchaba por entrar en él.
Como vio que aquello era misión imposible, y su polla no era capaz de abrirme el culo, la colocó en medio de mis piernas, empezando a culearme como si me estuviera dando por el culo.
Bueno maricón, pues si no podemos abrirte el culito vas a tener que usar tu boquita. Te la vas a tragar toda enterita, y te vas a comer mi lechita. Te la voy a meter hasta los cojones y correrme en tu boca.
Mientras me culeaba con el rabo metido en medio de mis piernas, haciendo que me empalmase cada vez más al notar su polla deslizarse rozándome el ano y huevos, y sus bellos púbicos pegados en mi culito, empezó a subir sus manos por mi vientre y barriga, llegó a mis pechos donde se paró, empezando a retorcerme los pezones pellizcándolos fuertemente con sus dedos.
Fue algo tan pero que tan brutal, que me hizo dar un grito de dolor, empezando a llorar.
Calla maricón, calla o te rajo, me decía sin dejar de retorcerme los pezones.
Muerto de miedo y a pesar del dolor que me estaba haciendo al retorcerme los pezones, pude dejar de llorar, no sin derramar unas lagrimas a causa del dolor y miedo que sentía.
Así maricón, así, estate calladito que sé que te está gustando. Mira como tienes la polla empalmada, maricón.
Empezó a morderme el hombro, luego fue subiendo por el cuello hasta tropezar con la camiseta y chaqueta del chándal, allí dándome otros mordiscos que me hicieron estremecer del gusto que me dio, me hizo un chupón, mientras yo temblaba por el placer que me estaba dando.
¿Te gusta eh maricón?
Mira como tiemblas. Vaya vaya cabrón, estás disfrutando, ¿eh?
La verdad es que sí estaba disfrutando, aquello me había hecho estremecer de gusto. Lo malo es que todavía estaba muerto de miedo.
Siguió mordiéndome el cuello dejándome chupones por todo él, mientras seguía con su polla en medio de mis piernas, intentando ahora quitarme la camiseta y chaqueta del chándal, que se me habían quedado atascadas al querer sacarlas por la cabeza.
No sin trabajo consiguió quitarme por fin la ropa por completo, haciéndome cuando lo hubo conseguido darme la vuelta y ponerme frente a él.
Así maricón, así te quiero tener, me decía pasándome las manos por mi cuerpo acariciándolo.
Yo estaba enrojecido, los ojos llorosos, con el cuerpo temblando, la polla tiesa y dura, muerto de vergüenza y miedo, sin saber lo que aquel hombre me iba hacer, sabía que trataba de darme por el culo, pero que no había sido capaz de meterme aquella tranca, que ahora estaba viendo delante mía.
¡Dios! Miraba asustado aquella tranca que tenía aquel hombre. Como hostias me iba a entrar aquello en mi pequeño y estrecho agujero del culo, aquello era imposible.
Vio como miraba asustado su enorme polla, y como quedaba con la boca abierta, mirando aquel enorme rabo, que se mostraba delante mía.
¡Dios! Mi polla aun se puso más dura y tiesa, al yo ver aquella enorme polla. No podía quitar los ojos de ella, pasé la lengua por mis labios que estaban resecos y abiertos, recorriéndome una excitación por todo mi cuerpo.
Al verme la cara de lujuria y la expresión que había puesto al verle la polla, agarrando su tranca con su mano me dijo, te gusta, ¿verdad?
Me agarró la mano por la muñeca, diciéndome, cógela, no te asustes que se te ve en la cara que te está gustando. Mira como te relames los labios.
Agarré aquella tranca que se mostraba delante mía, estaba hinchada y colorada, mostrando un enorme glande, que salía asomándose por la piel del prepucio, y unos huevos peludos que le colgaban. Acaricie con mi mano aquel enorme rabo, deslizando la piel del prepucio, haciendo que su glande asomara en su totalidad.
¡Ohhh! Así cabrón, así, ¡ooohhh que gusto! Gemía aquel hombre sin soltarme la muñeca por la que me tenía agarrado.
Es una pena que no quieras que te la meta por el culo, pero será igual, tócala y disfruta de ella, porque te la vas a tragar toda enterita hasta los cojones, por esa boquita que tienes. Te la voy a meter hasta la tráquea y correrme dentro de ella, llenándote el estómago con mi leche.
Me agarró por la base de mi polla y huevos, tirando de mí hacia él, mientras me decía, dame tu boquita que la vamos a probar.
Llevó su boca hacia la mía, pasó su lengua por mis labios resecos y entreabiertos, y soltándome la muñeca por donde me sujetaba con la otra mano, la llevó a mi nuca, haciendo que pegara mi boca a la suya, mmm, como me gusta la boquita que tienes, mordió mi labio inferior, pasó luego su lengua por ellos, diciéndome anda saca tu lengüita que quiero chupártela y jugar con ella en mi boca.
Muerto de miedo y excitación, saqué la punta de mi lengua, dejando que se apoderara de ella.
Dios, aquello me estaba excitando de tal manera que hasta me hacía temblar de gusto. Mi polla estaba que reventaba, entre las caricias que me daba con su mano en ella, la otra mano sobre mi nuca, pegando mi boca a la suya y el morreo que me estaba dando, hacía que mi cuerpo ardiera en llamas de placer.
Me tenía a punto de estallar, ya no era capaz de aguantar aquel fuego que consumía mis entrañas, el cuerpo no paraba de temblarme y la garganta de soltar gemidos, las hormonas en aquellos momentos estaban revolucionadas y ya no aguantaba más.
Me voy a correr, balbucee en un ligero susurro.
Entonces sin soltarme la polla, aquel hombre se agachó delante mía, metió mi polla en la boca, y sin dejar de pajearme, empezó a chuparme la polla como si le fuera la vida en ello.
¡Ohhh! ¡ooohhh! Gemí al notar su boca chuparme la polla. Me sujeté a su cabeza, empezando a convulsionarme mientras mi polla empezaba a escupir el semen en su boca, ¡ooohhh! ¡ooohhh! Gemía mientras me temblaban las piernas y mi polla iba expulsando el semen.
Joder, el tío aquel se había tragado todo mi semen y lamía mi polla hasta los mismísimos cojones. Menuda felación me estaba dando.
Ya mi polla no soltaba nada, pero aquel tío seguía chupando mi polla que ahora estaba flácida y tan sensible, que con cada roce que le daba con su boca, me hacía gritar y agarrarme fuertemente a su cabeza, sin que pudiera dejar de temblar.
Cuando por fin sacó mi polla de su boca, poniéndose de pie, volvió a mi boca, empezando a morrearme de nuevo, mientras entre jadeos, me decía:
Como te has corrido, cabrón, menuda corrida que me has largado, anda prueba tu leche, saborea mi lengua ya verás que rica sabe tu lechita.
Abrí la boca dejando que metiera su lengua en ella, empezando a saborearla con mi boca mientras la chupaba con mis labios.
Ahora te va a tocar a ti, maricón, te voy a meter mi tranca hasta los cojones en esta boquita que tienes, y te voy a llenarla con mi leche. Quiero que te la tragues toda y no dejes caer ni una gota, pedazo de cabrón.
Puso sus manos sobre mis hombros haciéndome agachar, hasta que me tuvo a la altura de su polla. Anda ponte de rodillas y abre bien esa boquita que te vas a tragar toda mi tranca, y ojo con los dientes, porque como me muerdas, te rajo la garganta, ¿eh maricón?
Haciendo lo que me ordenaba, me puse de rodillas, abrí la boca apoyando mis manos sobre sus piernas, dejando que fuera metiendo su polla en mi boca.
Dios, metió su polla tan a fondo sobre mi boca, que no eché la papilla de puñetero milagro. Me abría en arcadas, los ojos me lloraban, y por la nariz me salía la bilis.
El hijo de puta me había metido la polla hasta los mismísimos cojones. Como había dicho, me iba meter la polla hasta la tráquea, y no se hasta donde llegó, pero que traspasó mi campanilla, sí estoy seguro de ello. No podía respirar, me habría en arcadas, la bilis y babas caían por mi boca y nariz, resbalando por mi cuello y pecho, pero aquel cabrón no dejaba de darme envestidas, ensartándome una y otra vez la polla en lo más profundo de mi boca.
Notaba como sus cojones pegaban en mi barbilla una y otra vez, mientras su polla se introducía en mi boca, sin darme tregua alguna.
Yo ponía mi mano sobre sus cojones, intentando que no metiera más su polla en ella, pero aquello era cosa casi imposible.
El cabrón gritaba, así maricón, así, abre bien esa boca, ¡ohhh que gusto! ¡ohhh que gusto! Así maricón, acaríciame los huevos mientras te meto la polla en esta boquita que tienes, ¡ohhh que gusto! ¡ohhh que gusto!
Y eso hice, empecé a acariciarle los huevos y tratar de darle placer con mi mano, haber si se corría de una vez, y podía por fin respirar Agusto.
Gracias a dios que no tardó mucho en empezar a eyacular, aquel hijo de puta que estaba abusando de mí, y que me había hecho correr en su boca, dándome un gusto que no había esperado.
¡Ohhh maricón! Me corro, me corro, ya me corro, ¡ooohhh! Gritaba soltando grandes chorros de una leche espesa y tibia en mi boca.
Dios, no daba tragado toda aquella leche que brotaba por su polla, el semen ya corría por mi barbilla y bajaba por mi cuello alcanzando mi pecho, y la polla aquella no paraba de soltar semen y más semen.
Tenía la boca llena con la tranca de aquel tío, repleta de un esperma espeso, tibio y pegajoso, que amenazaba con ahogarme al no dar tragado todo aquello que salía por su polla.
Cuando por fin aquella polla paró de manar semen, pude tragar lo que tenía acumulado en mi boca, y por fin pude respirar.
Así maricón, así, chúpame bien la polla y déjamela bien limpita.
Agarrado a su polla con mi mano y la otra sobre su pierna, yo chupaba aquella tranca ahora degustándola con placer, mientras mi polla se empezaba a poner dura otra vez.
Joder, aquello me estaba gustando y me estaba empalmando de nuevo. Llevé mi mano que tenía apoyada sobre su pierna a mi polla, empezando a pajearme e intentando correrme de nuevo.
Cuando él me vio pajear allí de rodillas chupando su polla, exclamó, ¡a maricón! Te gusta ¿eh?
Mira que maricón me saliste, mira como te pajeas pedazo de maricón.
Pues sigue chupando maricón, sigue que ahora te vas a correr de gusto cuando termine, ya veras como también te va a gustar.
Yo no dejaba de chupar la polla del tío aquel que estaba abusando de mí, pajeándome como un loco y a punto de volver a correrme, cuando noté como su polla se empezaba a hinchar dentro de mi boca, sus manos sujetaban mi cabeza impidiendo que sacara su polla de ella, y empezaba a notar como un líquido iba llenando mi boca.
El muy hijo de puta se estaba meando dentro de mi boca.
Abrí la boca empezando a correrme, mientras aquel cabrón se meaba sobre mi boca y cara. Tuve que tragar algunos chorros de meos, ya que cuando el cabrón empezaba a mearse, yo abría la boca empezando a jadear intentando gritar que me corría.
Allí estaba siendo abusado por un hombre desconocido, el cual me había metido en aquella casa abandonada, me había desnudado, y ahora me encontraba de rodillas frente a él, pajeándome mientras el meaba por mi cara y boca. No paré de pajearme hasta haberme corrido y el muy cabrón dejó de mear.
Me hizo volver a chuparle la polla y dejársela bien limpia. Sabía a meos la condenada, pero no me quedó más remedio que hacer lo que me ordenaba. Le chupé la polla de nuevo, hasta que me la sacó de la boca, se subió los pantalones, y antes de que yo me levantara del suelo, él ya había desaparecido.
Recogí mi ropa y antes de vestirme miré a ver si seguía allí fuera de la casa abandonada, pero no vi a nadie, no sabía si salir así desnudo y lavarme un poco en la fuente, pero tenía miedo de que alguien me pudiera ver, por lo que opté por ponerme el pantalón de deportes, salí así vestido, me lavé lo que pude en la fuente, me sequé algo con la camiseta que tenía, recogí los libros que me habían quedado allí, volví a la casa abandonada, terminé de vestirme, y aunque llevaba húmeda la camiseta, me la puse igualmente, echando a correr cuando terminé de vestirme.
Cuando salí de aquel camino, paré de correr tratando de calmarme, ya había pasado todo, ahora era cuestión de no perder los nervios, al final había tenido suerte, el tío aquel, no me había hecho daño alguno, solo había abusado mía, pero al final aquello a mí, me había gustado.
Me había corrido 2 veces, una en su boca, y otra pajeándome mientras yo le chupaba la polla a él. Y aquello me había gustado un montón. Lo único que no me había gustado, era la meada que me había largado.
Aquello no se lo podía contar a nadie, nadie podía saber lo que me había pasado. Y nadie supo nada de esto, hasta hoy que es la primera vez que lo cuento.
También tengo que decir que los siguientes días seguí haciendo el mismo trayecto para ir de la escuela a mi casa, unas veces iba acompañado por los 2 amigos de aquel día, y otras veces iba yo solo. No tenía miedo, hasta deseaba volver a encontrarme de nuevo con aquel hombre que me había abusado, y que volviera a hacerme lo mismo. Incluso esta vez deseaba que me diera por el culo y me lo desflorara, quitándome la virginidad.
Pero eso no me volvió a suceder, aquel hombre jamás lo volví a ver, y mi desfloración ocurrió unos años después, fue en Zaragoza, donde estaba realizando el servicio militar, y quien se llevó mi virginidad, fue Urbano, un hombre mayor que yo, el cual vivía en Barcelona, pero que aquel día se encontraba en Zaragoza. Me desfloró el culo, llevándose mi virginidad en el hotel Europa, a donde acudí para ser desvirgado por él. Cosa que él no sabía, pero que así sucedió.
Me excité mucho leyendote, especialmente cuando leí como te gusta aquello a pesar de el miedo que te dio ese hombre! Igual que a ti no me gusta el orine paro si me gustó la leche desde la primera vez que la probé! Que rica es! Y que rica una pija llena y dura esperando deslecharse en nuestras bocas!