Había despertado aquella mañana con un empalme y calentura de campeonato, había tenido un sueño en el que me estaban dando por el culo. Cuando desperté me parecía que el sueño del que acababa de despertar fuese real. ¡Ufff! Estaba empalmado como un burro, hasta estaba sudando y tenía esa sensación de haber estado viviendo algo real y no un sueño como realmente había sido.
Me quedé un poco más en la cama rememorando aquel sueño tan pero que tan placentero, hasta que me levanté para ir al baño. Antes pasé por la cocina a beber un vaso de agua, viendo que aquella mañana de sábado estaba yo solo en casa. Yo ese día no tenía nada que hacer así que después de ir al baño y ver como estaba de empalmado y caliente, decidí ducharme y salir a dar una vuelta. Iba a aguantar las ganas que tenía de pajearme, estaba decidido a ir a los aseos de la estación de ferrocarril, y ver si tenía suerte y encontraba alguien que me aplacara aquella calentura que me había producido aquel sueño.
Era bastante tímido a la hora de ir por los aseos públicos, sobre todo a esas horas. Si fuese de madrugada, era bastante más atrevido, pero a esas horas… La timidez solía ganarme, menos ese día, esa mañana el empalme y calentura que sentía en mi culito, era demasiado fuerte, aquel sueño me había excitado demasiado. Así que estaba decidido a pasar por los aseos de la estación de ferrocarril, y dejar que me follaran.
No sé porqué elegí ir a los aseos de la estación de ferrocarril, quizás fuese por la hora que era o por ser de los más cercanos a mi casa, el caso es porqué decidí ir a ellos, pues realmente no lo sé.
Después de meterme en la ducha, lavarme y vestirme, salí de mi casa rumbo a los aseos de la estación de ferrocarril. Cuando llegué a la plaza de la estación, aún no eran las 11 de la mañana. No sabía si habría mucha gente a esas horas, así que sin dudarlo entré a la estación y me fui directo a los aseos.
Nada más entrar a los aseos, fui a uno de los urinarios, había 3 y todos estaban libres, por lo que me coloqué en el último que era el que quedaba pegado a la pared. Mientras sacaba la polla para simular que estaba meando, giré la cabeza hacia los 3 aseos que había, 2 estaban vacíos, y el del medio la puerta estaba entreabierta y parecía que había alguien dentro, así que después de sacarme la polla y simular que estaba meando, miraba para aquel aseo a ver si realmente había alguien. Sí había, ya que pude ver como estando la puerta entreabierta, alguien se acercaba a mirar hacia donde yo estaba. Después de unos segundos el que estaba dentro de aquel aseo, abría la puerta de todo, era un viejo de cerca de unos 70 años, eso le calculé yo, y la verdad que no era nada agraciado de cara y cuerpo, pero o sorpresa, tenía la polla de fuera, y menuda verga que se le veía a aquel viejo. No estaba empalmado, pero sí tenía la polla morcillona, y aquello asustaba, no era muy gruesa, pero era larga como si fuera una manguera, ¡joder! Aquello empalmado pasaba bien de los 22 o 24 centímetros. Realmente no se lo que le mediría, pero de lo que estoy seguro es que en aquel momento me pareció enorme aquella polla, y juro que es de lo más largo que vi, junto a la polla del portugués, que esa más que polla era una pitón, y es que además de grande, era gruesa como la muñeca de mi brazo. Cosa que la de aquel viejo no era, larga, sí, y no solo larga la polla, tenía unos huevos enormes.
Mis ojos se fueron a aquella manguera que le colgaba al viejo, y no daba apartado la vista de aquello que mostraba el viejo sin pudor alguno. Cuando pude, levanté la vista mirando al viejo a la cara. Ven, me decía haciendo señas con la cabeza, yo que estaba medio hipnotizado con la visión de aquella polla, no reaccionaba. El viejo insistía, me hacía señas con la cabeza para que fuese, pero yo seguía sin poder dar un paso. Anda ven dijo de pronto, saliendo del aseo y acercándose a donde yo simulaba que estaba meando. Me sujetó por la muñeca tirando de mi brazo para que agarrara su verga y fuese para el aseo con él. Yo me dejé llevar y de pronto ya me encontraba dentro de aquel aseo con el viejo.
¿Te gusta? Me decía llevando mi mano a su verga, anda acaríciala y juega un poco con ella. Yo todavía hipnotizado, agarraba aquella polla y empezaba a acariciarla suavemente. Se la iba meneando despacito disfrutando de la suavidad que se notaba y viendo como poco a poco se iba poniendo más y más dura cada vez. Ya le descapullaba el glande y le acariciaba los enormes huevos, mientras el viejo me animaba para que le diera una lamida con mi lengua. Anda lamela un poquito, agáchate y saca la lengua y la lames un poquito, mira cómo tienes tu polla de empalmada, me decía llevando su mano a mi polla empezando a acariciarla.
Anda pruébala ya verás que rica sabe, me animaba el viejo sin dejar de menearme suavemente mi polla. Poco a poco me fui agachando hasta tener mi boca frente a frente con su polla. Saqué la lengua llevando la punta a la cabeza dándole un lametazo, ¡ooohhh! Gimió el viejo. Así, así, abre la boca y métela en la boquita, me decía empujándome la cabeza por la nuca para que metiera su polla en mi boca.
Abrí la boca metiéndome aquella polla que el viejo me ofrecía, empezando a chuparle el glande mientras le acariciaba los huevos.
¡Ohhh que gusto! Gemía el viejo empujándome más la cabeza para que tragase más su polla, ¡ooohhh que gusto! Abre más la boca y cométela toda, anda.
Si me dejas te la meto por el culo, ya verás que gusto te va a dar, ya verás como te va a gustar, ¿qué me dices a eso, ¿eh? Me soltó el viejo mientras yo le chupaba aquella grandiosa verga que tenía.
Bueno, le contesté mientras sacaba la polla de mi boca y me ponía de pie, esperando a que me bajara los pantalones y me enchufara aquella manguera en mi culito.
Pero entonces es mejor que vayamos a mi casa, ¿Qué te parece? Me preguntó el viejo.
Como quieras le contesté, pero es muy lejos o queda cerca de aquí.
No, no es lejos, es aquí cerca, me dijo.
Bueno si tú quieres ir vamos, le contesté.
Guardamos las respectivas pollas y salimos de los aseos de la estación de ferrocarril. Yo iba andando a la par del viejo, mientras él me iba hablando de que era allí cerca que no estaba lejos.
Salimos de la estación de ferrocarril, y nos fuimos andando en dirección a la iglesia de San pedro de Mezónzo, pasamos la iglesia, y seguimos en dirección a la calle Juan Florez. Joder para el viejo, decía que era allí cerca, y ya íbamos llevar 10 minutos andando.
Ya está cerca me decía. Pero la verdad es que la casa del viejo estaba a un kilómetro más o menos de distancia.
Cuando llegamos, estábamos en la calle Inés de Castro, que era donde vivía, y más o menos estaba a más de un kilómetro de distancia de la estación de ferrocarril. Pero bueno ahora ya estábamos allí, y estaba deseando que aquel viejo me abriera el culo con aquella polla que me había deslumbrado. Deseaba que me diera por el culo y me dejara bien preñado de leche, a ver si me quitaba aquella calentura que tenía.
Abrió la puerta del portal, pasamos y subimos andando hasta el segundo piso que era donde vivía el viejo. Cuando entramos en el piso, después de cerrar la puerta me llevó a su dormitorio. Tenía la cama sin hacer, y olía a cerrado, el viejo además de no gustarle hacer la cama, tampoco le gustaba ventilar la habitación. Realmente no sabía si vivía solo o allí vivía alguien más, el caso es que allí no se encontraba nadie más que nosotros 2.
El viejo se acercó a mí llevando su mano a mi entrepierna y agarrarme la polla y huevos, los cuales empezó a sobar. Tranquilo que aquí estamos los 2 solos, me dijo mientras me sobaba la polla, vivo con una hermana, me dijo, pero estos días no está, ha ido de viaje al pueblo, así que relájate que no va a venir nadie, me decía empezando a desabrocharme el cinturón.
Yo dejé que me fuera desabrochando el cinturón, luego siguió con el pantalón, mientras tanto yo hacía lo mismo con el suyo, deseando tener de nuevo en mis manos aquella polla que se gastaba el viejo. La boca se me hacía agua, y la excitación iba en aumento, ya tenía la polla tiesa a reventar.
Cuando empezó a bajarme los pantalones y hacer lo mismo con el slip, mi polla salió dando un respingo de lo empalmada y dura que la tenía. Uy, dijo el viejo, si que andas salido, mira como tienes la polla, decía agarrándola con su mano, empezando a acariciarla y descapullándola. Tienes ganas de follar ¿eh? Te gusta que te den por el culo ¿verdad?
Sí, le contesté, quiero que me des por el culo, quiero sentir tu verga abriéndome el culo y llenándolo de leche, le decía mientras ya le acariciaba su enorme rabo y sobaba los huevos.
El viejo empezó a subirme la camiseta que llevaba puesta, sacándomela por la cabeza, la dejó encima de la cama, me abrazó a él llevando sus manos a mi culito, empezando a suspirar y decirme, uy que calentito y bueno estás, no te preocupes putita, que te voy a hacer mía. Te voy a meter mi polla en este culito tan rico y tierno que tienes y te voy a dejar bien abierto y preñadito. Mientras el viejo me decía esto, me estrujaba contra su cuerpo y con sus manos, me iba sobando y acariciando mi culito que cada vez estaba más deseoso de que lo abrieran con aquella polla que con dificultad, yo seguía acariciando.
Empezó a subir sus manos por mi espalda acariciándome, mientras el viejo jadeaba y me decía, uy que bueno y calentito estás, ya verás como vas a disfrutar cuando te meta la polla en este ardiente culito que tienes. Llevó una de sus manos a mi entrepierna, y acariciándome y sobando los huevos, agarró mi polla que estaba dura a reventar, empezando a meneármela suavemente hasta descapullarla por completo, y mientras seguía acariciándome y meneando suavemente la polla y huevos con una mano, con la otra en mi espalda, la iba subiendo hasta mi nuca, llevando luego su boca hacia la mía.
Al principio yo torcí la cara para que no me besara en la boca, pero el viejo que seguro ya estaba de vuelta de la vida, se lanzó a morderme el cuello, cosa que me hizo estremecer y dar un fuerte gemido, empezando a temblar de gusto. ¡Ohhh! ¡ooohhh! Gemí mientras me estremecía en sus brazos cuando empezó a morderme el cuello.
Así putita, así, mira cómo te gusta lo que te hago, anda dame esa boquita y déjame probar estos labios tan lindos y apetecibles que tienes, anda putita que ya verás cómo te va a gustar. Fue llevando su boca hacia mis labios, y sin que ahora yo me pudiera oponer, mordió mi labio inferior, pasando luego su lengua por ellos, hasta que metió su lengua en mi boca empezando a saborear toda ella. Me estuvo comiendo la boca, hasta dejarme los labios hinchados y enrojecidos como si fueran fresas maduras.
Así putita, así, deja que este viejo disfrute de este tierno y joven cuerpo, te de placer y te haga gemir de gusto. Ya verás como vas a gozar cuando te meta mi salchicha en tu tierno culito, decía el viejo sin dejar de magrearme, sobándome por todas partes y besándome mientras no paraba de jadear.
Poco a poco fue empujándome hacia abajo para que me agachara, mientras me decía, anda, chupa la salchicha que tengo para ti. Cómetela toda que después te la voy a meter por el culo y preñarte con ella, hasta que llores y grites de placer.
Sujetándome a sus piernas y abriendo mi boca, dejé que fuese metiendo su larga polla en ella. Primero le pasé la lengua por la punta de su capullo, luego apoyé los labios en la punta de la polla del viejo, empezando a chuparla como si fuera un caramelo, mientras con la lengua jugaba lamiendo y metiéndola por entre la piel del prepucio, haciéndole soltar unos gemidos al viejo.
¡Ohhh maricón! ¡ooohhh que boquita! Dios que bien la chupas, ¡ooohhh que gusto maricón!
Yo chupaba y acariciaba los huevos al viejo, mientras el gemía y con sus manos empujaba mi cabeza para que tragara y tragara su enorme salchicha.
Así, así, anda y cómela toda. Abre esa boquita y trágatela toda. Dios que gusto, ay que boquita tienes y que gusto me estás dando maricón.
Cansado de estar agachado chupándole la polla al viejo, me puse de pie, diciéndole que me dejara estirar un poco las piernas que estaba cansado.
Ven me dijo haciéndome sentar sobre la cama, vamos a terminar de sacarnos la ropa, así estaremos más cómodos. Yo me saqué las zapatillas deportivas que llevaba, terminando de sacarme el pantalón y slip que tenía a la altura de los tobillos. Dejé la ropa en el suelo, y volví a agarrar aquella larga polla del viejo con mi mano empezando a acariciarla mientras el se terminaba de sacar toda la ropa.
Una vez estuvimos los 2 desnudos por completo, me ordenó que me echara sobre la cama. Me llevó hasta la cabecera, me hizo tumbar boca arriba, cogió la almohada y doblándola por la mitad, se subió el viejo a la cama, me mandó levantar el culo, colocando luego él la almohada debajo. Así, decía el viejo colocando la almohada debajo de mi culo, y ordenándome que abriera las piernas, mientras él se colocaba en medio de ellas.
Así putita, así, ahora ya tenemos tu tierno y joven culito listo para meterte la polla en él. Ya verás que gusto te va a dar cuando sientas como te va entrando toda mi salchicha por este agujerito tan rico que tienes. Llevó un dedo a mi esfínter y presionó con el dedo, diciendo, uy que cerradito lo tienes, vamos a lubricártelo un poquito, para que te entre mejor la salchicha de este viejo. Alargó la mano hacia la mesilla, abrió el cajón y extrajo una pequeña botella de crema solar. Abrió la botella llevando la punta de ella a mi ano, la colocó pegada a mi esfínter, y apretando con su mano la botella, esparció un chorro de aquel líquido sobre él. Metió luego un dedo, viendo como ahora su dedo abría mi esfínter y era engullido desapareciendo dentro mía.
¡Ohhh! Gemí al notar entrar su dedo en mi culo. Sacó el dedo volviendo a meterlo dentro, llevando más líquido para irlo lubricando más. Luego volvió a dejar aquella botella de crema solar sobre la mesilla, y abriéndome más las piernas, volvió a meterme un dedo en el culo. ¡Ohhh! Volví a gemir, mientras él sacaba y metía el dedo. Te gusta putita, te gusta que te den por el culito, ¿eh? Metió ahora un segundo dedo, haciéndome gemir más fuerte, ¡ooohhh! Gemía mientras el viejo metía y sacaba ahora 2 dedos en mi culo.
Después de sacar y meter varias veces sus 2 dedos en mi culo, el viejo se pegó más a mí, y arrimando la punta de su larga polla a mi ano, fue presionando con ella mientras mi esfínter se iba abriendo, dejando paso a la polla del viejo. Fue entrando aquella polla poco a poco en mi culo, hasta que me tubo enterrada toda ella en él.
Yo veía y notaba cómo iba entrando su polla poco a poco en mí, haciendo abrirme los ojos y que abriera la boca soltando leves gemidos mientras me iba entrando aquella polla del viejo. ¡Ohhh! ¡ooohhh! ¡ooohhh! Gemía y jadeaba de gusto, viendo y notando como me iba entrando la polla, hasta que noté sus enormes huevos pegados en la entrada de mi ano.
Ya putita, ya la tienes toda dentro. Ya te la he metido toda, te ha entrado toda hasta los huevos. Dios que culito tienes maricón, te has tragado todo mi cipote en tu caliente culito.
Pegado a mí, empezó poco a poco a sacar y meter su verga el viejo, haciéndome gemir cada vez que me iba envistiendo con su pelvis, haciendo que su polla me fuese entrando cada vez más profundo en mi culito.
Yo veía como la polla del viejo entraba y salía de mi culo, la metía suave y lentamente, la sacaba y la volvía a meter en mi culo muy lentamente. Aquella visión que tenía de la polla del viejo entrando lenta y suavemente dentro de mí, me excitaba aún más. No podía creer que aquel pedazo de verga entrara por completo en mi culito. Dios que excitación sentía viendo como me iba entrando aquella polla y desaparecía tragada por mi culito.
Mira putita, mira como te entra toda mi salchicha en el culo, joder que culo tienes, te has tragado toda la salchicha, maricón, te la he metido hasta los cojones y te ha entrado toda.
¡Ohhh que gusto! ¡ohhh que gusto! Gritaba el viejo envistiéndome cada vez más rápido y enterrando su polla más profundamente en mí.
Se escuchaba el rechinar de la cama cada vez que me envestía, y sus huevos golpear mi ano cuando me enterraba toda la polla, chof, chof, chof chof.
Dios que gusto estaba sintiendo, notaba el roce de su polla sobre mi próstata, y sus huevos golpear mi culo cada vez que me clavaba su polla el viejo. Tenía mi polla tiesa y dura a reventar, y se asomaba ya el precum de mi semen en la punta de mi polla, cayendo de vez en cuando una gota sobre mi vientre.
Ya llevaba el viejo dándome por el culo un buen rato, cuando noté su polla como aún me entraba más hondo en mi culo, haciéndome abrir los ojos como platos, y abrir la boca soltando unos fuertes gemidos, ¡ohhh, ooohhh! ¡ooohhh! ¡ooohhh! Gemí notando como su polla me entraba aún más en mi culito. Es como si me abriera otro esfínter. Fue la única vez que noté como una polla entraba tan profundamente en mí, y la única vez que tuve esa sensación de que me abrieran otro esfínter. Sin poder parar de gemir fuertemente, notando como me entraba aun más la polla del viejo, mi polla estalló soltando unos trallazos de leche, que llegaron a mi cabeza. ¡Ohhh me corro! ¡ohhh me corro! ¡ooohhh me corro! Gritaba soltando todo el esperma que mis huevos contenían. ¡Ay que gusto!¡ay que gusto! Gritaba sin parar mientras me corría y le clavaba los dedos en el brazo al viejo, sin que este parara de darme por el culo.
El hijo de puta del viejo me había llevado al clímax de la excitación, sodomizándome con aquella manguera que se gastaba por polla. Me había dado tanto placer que además de explotar mi polla como si de un géiser se tratara, expulsando el esperma que contenían mis huevos, me había hecho retorcer y llorar de tanto gusto que me había dado al llegar con su larga polla a aquel punto de mi culo. Era como si me estuviera derritiendo de gusto, me había quedado en blanco. Estoy seguro de que, si en esos momentos llego a estar de pie en lugar de estar tumbado sobre la cama, me habría desplomado al suelo.
Las piernas me temblaban y mi polla seguía derramando las últimas gotas de semen que quedaban en mis huevos, mientras el viejo seguía perforando mi ano con su larga polla. ¡Ohhh maricón que gusto! ¡ooohhh que gusto! Mira cómo te has corrido sintiendo mi polla deslizándose dentro de tu tierno y calentito culito. Te gusta sentir mi polla deslizándose dentro tuya ¿eh? Te gusta como te estoy dando por el culo ¿eh maricón? Disfruta putita, disfruta que te voy a dejar bien preñadito, te voy a dejar mi semilla en lo más profundo de tu joven y tierno culito.
Si fueses una mujer te dejaría embarazado y hasta me casaría contigo, tienes un culito muy rico y muy calentito.
¡Ohhh que gusto! ¡ohhh que gusto! ¡ohhh que gusto me da! ¡ooohhh que gusto maricón! Gritaba el viejo sacando y metiendo su polla dándome por el culo, metiéndome la polla hasta lo más profundo de mis entrañas, haciéndome delirar de placer.
El cabrón del viejo me tenía en trance metiéndome la polla hasta los huevos. Hasta mi polla se había vuelto a poner morcillona, la pobre no se resistía a tanta estimulación como estaba sintiendo.
El cabronazo del viejo siguió dándome por el culo aún un buen rato, hasta que empecé a notar como se hinchaba su glande en mi interior, empezando a palpitar y comenzando a expulsar su semen en lo más profundo de mi culito.
Ya, ya maricón, ya me voy a correr, ¡ohhh! Me corro, me corro, ¡ooohhh! Me corro, me corro. Gritaba el viejo bañándome con su esperma el interior de mi culito.
El viejo se había quedado desparramado sobre mí, sudando y jadeando mientras su polla terminaba de expulsar su semen dentro mía, hasta que su verga fue saliendo de mi culo por si sola.
Cuando el viejo recuperó el aliento y su respiración se fue normalizando, se puso de pie saliendo de la cama, se sentó al borde de esta, y llevando su mano a mi polla y vientre, me dijo si me había gustado como me había follado el culito.
¿Te ha gustado cómo te he dado por el culo?
Sí, le contesté moviendo la cabeza en señal afirmativo.
A mí también me ha gustado tu culito, me ha encantado meterte mi polla en tu joven y tierno culito. Cuando quieras que te la vuelva a meter y te de por el culo, puedes buscarme por la estación, o venir a mi casa y si no está mi hermana, te vuelvo a dar por el culo aquí en la cama.
Dios, dijo el viejo, si llegas a ser una mujer, hasta me casaba contigo, me decía acariciándome la polla y el vientre.
Me levanté poco a poco, y después de pedirle un poco de papel para poderme limpiar los chorretones que tenía de mi corrida por el cuerpo, me limpié con una toalla que me dejó, me vestí y salí de su casa después de despedirme d aquel viejo que me acababa de abrir el culo follándomelo y dejándome preñado de leche.
Cuando llegué a la calle, iba andando para mi casa, y cada vez iba empalmándome más al recordar el gusto que me había dado el viejo dándome por el culo, y aquella visión de su polla entrando en mí. Hasta el culo me pedía más polla cada vez que me iba acercando a mi casa, y la polla ya la volvía a tener tiesa de nuevo.
Así que, sin pensarlo más, a mitad de camino, cogí dirección a los aseos de la calle Fernández Latorre, que más o menos quedaban a mitad de camino. Aún no era más que la una del mediodía, y mi cuerpo me pedía más polla.
Pero bueno eso lo dejaremos para el siguiente relato, ya que si no esta historia se hará demasiado larga.