Eran sobre las 2 de la madrugada, sabía que allí los aseos públicos, de hombres y niños, estaban toda la noche abiertos. De todas las veces que fui, siempre los encontré abiertos, solamente quedaban cerrados por la noche, los aseos de señoras.
Aquella noche al bajar a los aseos como había hecho en múltiples ocasiones, me encontré con que además de los aseos de niños y hombres, el aseo de señoras que quedaba en medio de ambos, también se encontraba abierto. Primero como solía hacer siempre, fui a los aseos de hombres, no encontrando a nadie en ellos, salí de ellos y fui al aseo de niños. Tampoco había nadie, así que pensé en esperar un poco mientras me fumaba un cigarrillo, a ver si bajaba alguien y tenía suerte.
Salí del aseo de niños, para ir de nuevo al aseo de hombres y allí esperar un rato mientras fumaba un cigarrillo, pero al pasar por el aseo de mujeres, me dio la curiosidad y al ver que estaban abiertos, se me ocurrió entrar y ver como eran por dentro, ya que nunca los había visto.
Entré en ellos, viendo que había 3 habitáculos con sus inodoros para sentarse, y al fondo había 2 lavabos con una pequeña repisa y un enorme espejo.
Joder, aquello en comparación a los aseos de niños y hombres, estaban pero que mucho mejor. En eso estaba pensando mientras miraba como eran, cuando de repente veo que está entrando en ellos un hombre maduro, estaría rondando los 50 años. Era un hombre de buen ver y no estaba nada mal.
Al principio quedé algo asustado y sin saber que hacer. No sabía donde meterme, así que quedé frente a los lavabos, mirando como entraba y cerraba la puerta de salida. Estaba paralizado mirando para él, viendo como entraba y después de cerrar la puerta, se acercaba a mí.
Por supuesto que él me había visto bajar a los aseos públicos, y cuando iba a empezar a bajar, vio como yo entraba en los aseos de mujeres, así que ya vino derecho a donde yo había entrado. Por supuesto sabía a lo que yo había ido a aquellas horas allí. Así que ya no perdió el tiempo, vino derechito a donde yo estaba, y después de cerrar la puerta, se acercaba a mí.
Vio que yo estaba algo asustado y me había quedado sorprendido al verlo, por lo que trató de tranquilizarme llevando un dedo a la boca, haciendo señas de que callara. Tranquilo susurraba acercándose a mí.
Nada más acercarse, llevó su mano a mi entrepierna, empezando a acariciarme el paquete, viendo que yo no decía nada y me dejaba manosear. Se fue acercando cada vez más, y ahora ya llevaba la otra mano a mi culito, empezando a apretar los cachetes, viendo que yo no decía nada y me dejaba hacer.
Sin dejar de manosearme los genitales, la mano con la que me apretaba los cachetes la fue subiendo por mi espalda hasta llegar a mi nuca, donde sujetándome con su mano, fue acercando su boca a la mía.
Empezó mordisqueando mi labio inferior, notando él como mi respiración se aceleraba y yo seguía sin moverme ni decir nada, dejándome hacer. Solo cerraba los ojos notando como mordía mi labio inferior saboreando mi boca y su mano me acariciaba los genitales.
¡Ufff! Aquello me estaba gustando, hacía que mi cuerpo vibrara haciéndome sentir un gran placer. Notaba como la cara se me enrojecía y las orejas echaban humo a causa del calor que despedían.
Después de morderme los labios y decirme entre jadeos ¡ufff maricón que bueno estás! Fue pasando su lengua por mis labios, presionando con ella hasta conseguir meterla en mi boca, e ir saboreando toda ella. Jugaba con mi lengua, saboreaba y chupaba mis labios, excitándome y calentando, consiguiendo que poco a poco me fuese entregando a él, en aquel sensual y caliente beso.
Dios, aquel morreo que me estaba dando, me estaba excitando y poniendo caliente como nunca me habían puesto con unos besos. Aquello era cada vez más aditivo y excitante, no podía parar de besar aquellos labios y chupar y saborear aquella lengua.
Puse mis manos sobre sus hombros, y cerrando los ojos, me fui entregando y dejando llevar por aquella excitación que sentía.
El al ver cómo aquello me excitaba y me iba entregando más a él, llevó sus manos a mi camisa, y sin dejar de besarme y meterme la lengua en la boca, fue desabrochando uno a uno los botones, hasta conseguir quitarme la camisa.
Mientras me iba quitando la camisa, llevaba su boca a mis pequeños e hinchados pezones, haciéndome estremecer de gusto, haciéndome soltar el primer gemido.
¡Ohhh! ¡ooohhh! Gemía llevando mis manos a su cabeza, mientras él chupaba mis pequeñas tetillas y mordía mis excitados e hinchados pezones.
Una vez me hubo quitado la camisa sin dejar de torturarme, siguió avanzando en su cometido de ir quitándome la ropa, hasta conseguir desnudarme por completo.
Fue subiendo con su boca por mi cuello dándome pequeños mordiscos, mientras deslizaba sus manos por mi abdomen acariciándolo, haciéndome temblar de tanto gusto y seguir soltando gemidos, mientras sus manos empezaban a aflojar el cinturón.
¡Dios! Yo estaba que me derretía de gusto, levantaba la cabeza mirando al techo de aquellos aseos, mientras me sujetaba a sus hombros sin dejar de gemir, temblándome las piernas, mientras él me aflojaba el cinturón.
Una vez soltó el cinturón, empezó a desabotonarme el pantalón tejano que llevaba puesto. Tan pronto pudo meter sus manos por mi cintura, empezó a bajarme el pantalón y slip, dejando que mis genitales y polla quedaran al aire libre.
Joder, tenía la polla que me explotaba. Estaba dura y tiesa a más no poder. Empezó a acariciarla mientras seguía torturándome con su boca mordisqueándome el cuello, mientras acariciaba mis pelotas e iba descapullando mi dura y enrojecida polla.
Tan pronto agarró mi hinchada y enrojecida polla, solté un gritito abrazándome más fuerte a él, ¡ohhh ooohhh ohhh! Empezando a morder sus labios y comer su boca.
¡Ufff maricón que bueno estás! Estás caliente y gimes como una gatita en celo.
Tienes ganas de polla, ¿eh?
Claro que sí, claro que tienes ganas, por eso bajaste aquí en busca de una buena verga que te dé por el culo, ¿verdad maricón?
No desesperes putita, aquí no nos van a molestar, tenemos todo el tiempo que quieras. Te voy a hacer mío, papi te va a hacer suyo, te va a dejar bien preñado este culito.
Anda maricón, ve sacándome la polla, verás lo caliente que me tienes. Ya verás la verga que te va a hacer feliz esta noche, y dejar bien preñado.
Temblando como un flan, llevé mis manos a su entrepierna, empezando a palpar y acariciar el bulto que tenía aquel maduro que tanto me estaba haciendo gozar.
Fui bajándole la cremallera, mientras él se aflojaba el cinturón sin dejar de besarme, hasta que conseguí sacar la polla que aquella noche me iba a dar por el culo. Mientras él se bajaba el pantalón y slip, pude apreciar y acariciar la verga que tanto estaba deseando. El cabrón tenía una buena chota, era como una mazorca de maíz, grande y hermosa.
Miraba para ella con lujuria y deseos, viendo como el glande rosado he hinchado, se asomaba por la piel del prepucio que la recubría. Llevé la mano a ella, empezando a acariciarla. Dios que placer me daba acariciar aquella verga, debería medir unos 17 o 18 centímetros. Luego le colgaban unas enormes bolas, que me tenían hipnotizado.
Anda, agáchate y chúpala un poquito. Abre esa boquita y métetela en la boca me decía empujándome por los hombros.
Haciendo lo que me pedía, me fui agachando y sujetando aquella mazorca con mi mano derecha, abrí la boca metiéndola en ella, empezando a chuparla con desesperación.
La metía todo lo que podía en mi boca, mientras con mis manos acariciaba sus pelotas. Así así, abre la boquita y cómetela toda. Chúpala bien que ya veras como después te va a abrir ese culito tan rico que tienes.
Después de estar un buen rato mamándole y chupándole la verga al papito que me iba a dar por el culo y preñar aquella noche en aquel aseo público de señoras, sujetándome por los brazos, me incorporó, y una vez puesto en pie delante suya, abrazándome por la cintura, me sentó sobre la repisa de los lavabos.
Así maricón, así, dijo empezando a quitarme los zapatos y sacarme el pantalón y slip por completo.
Ahora vamos a preparar este agujerito para que puedas recibir en tu culito lo que tanto estabas deseando y buscando, cuando bajaste a los aseos.
Me hizo recostar contra la pared y levantándome las piernas, apoyó estas sobre sus hombros, dejándome abierto de piernas, con la flor de mi culito totalmente expuesto.
Escupiendo en su mano llevó la misma a la entrada de mi ano, donde empezó a pasar sus dedos. Primero pasó su mano untando mi hoyito con su saliva, para luego presionar con un dedo sobre él, haciendo que mi esfínter se abriera introduciéndose poco a poco en mi interior.
¡Ohhh! Suspiré al notar su dedo entrando en mi culo, haciendo que mi esfínter cediera y fuese dilatando, permitiendo la entrada a mi culito. Volvió a sacarlo, para seguido meterme 2 dedos en él.
¡Ohhh! ¡ooohhh! Gemí con más fuerza al notar como aquellos 2 dedos invadían el interior de mi culito, expandiéndose este y dilatando más mi esfínter.
Así maricón, así, deja que se abra tu culito y puedas recibirme dentro tuya, me decía metiendo y sacando sus 2 dedos en mi culito, haciendo que este se abriera por completo.
Ves maricón, mira como ya se abre tu flor y se traga mis dedos, decía metiendo y sacando los dedos en mi culo.
Luego de dilatar y lubricar bien mi culo, poniéndose de pie, dejando mis piernas sobre sus hombros, y totalmente abierto de piernas y expuesto para ser sodomizado por su verga, colocó esta sobre mi ojete, e impulsando su pelvis a la vez que me sujetaba con sus manos por mi cintura, metió de una sola envestida toda su mazorca dentro de mi culito, haciéndome soltar un fuerte gemido, a la vez que me agarraba a sus brazos, inclinándome hacia él, mientras su verga se introducía por completo en mí.
¡Ohhh! ¡ooohhh! ¡ooohhh ohhh! Gemía notando como me abría el culo ensartándome en su mazorca.
Ya maricón, ya está, ya la tienes toda dentro tuya. Ahora relájate y deja que se vaya dilatando y acostumbrando tu culito, a la polla que esta noche te va a hacer feliz y dejar bien preñadito.
Se fue colocando mejor para darme por el culo, mientras empezaba a mover su pelvis, haciéndome que me agarrara fuertemente a sus brazos, sintiendo como me empezaba a follar, manteniéndome recostado sobre la repisa de aquellos lavabos de señora.
Dios, que gusto me estaba dando aquel papito aquella noche en los aseos públicos de señoras, lo malo era la postura que tenía. No estaba nada cómodo, y por encima temía que aquella repisa no aguantara el trajín que el maduro aquel me estaba dando.
De repente se escuchó un crujido, quedando una parte del lavabo medio escorado, cosa que hizo al papito que me estaba follando, parar y bajarme de donde me tenía dándome por el culo.
Ven para aquí, dijo llevándome por el brazo a uno de los cubículos. Será mejor que nos pongamos aquí, dijo sentándose en el inodoro, haciendo que me sentara a horcajadas sobre él.
Ven putita, ven a junto tu papito. Anda abre las piernas y siéntate en mi regazo, mientras te vas clavando sobre la polla.
Y eso hice, abriéndome de piernas mientras me sujetaba a sus hombros, dejé que colocara su verga en la entrada a mi culo, empezando a sentarme a horcajadas sobre él, introduciéndose aquella mazorca de nuevo en mi culo, quedando totalmente ensartado en aquella verga que tanto me estaba haciendo disfrutar.
Así maricón, así, deja que papito te haga disfrutar y te haga suyo, decía manteniéndome ensartado en su polla mientras mordía y besaba mis labios.
Deja que me quite la camisa y note tu cuerpo pegado al mío, me decía mientras yo gemía moviendo mi culito clavándome más profundamente su verga en mi interior.
Cuando quitó por completo su camisa, abalanzándome sobre su cuello, rodeándolo con mis brazos, incliné mi cabeza pegándola a la suya, y mientras impulsaba mi culo introduciéndome más profundamente su polla, llevé mi boca a la suya, empecé a morder sus labios, saboreando y chupando su lengua.
Dios que gusto me estaba dando, el culo me ardía de calor, y los labios los tenía hinchados y enrojecidos de tanto morreo que me estaba dando.
¡Ohhh que gusto! ¡ohhh que gusto! ¡ooohhh que gusto maricón! Gritaba una y otra vez el maduro dándome por el culo teniéndome sentado a horcajadas sobre él.
Ya llevábamos un buen rato follando, y el calor que despedíamos, nos hacía sudar por todas partes.
Yo gemía y cabalgaba como un loco sobre aquella verga que tanto me estaba haciendo disfrutar, cuando empecé a notar como un excitante y placentero gustito subía por mis pelotas, y recorriendo mi polla, explotaba en un delicioso orgasmo que me hizo eyacular empezando a largar trallazos de semen sobre el pecho y abdomen del maduro que me estaba dando por el culo.
¡Ohhh! Me corro, me corro, gritaba derramando mi leche mientras seguía cabalgando como un loco, sobre aquella polla que me daba por el culo y tanto me estaba haciendo disfrutar.
¡Ohhh maricón que gusto! ¡ohhh que gusto! ¡ohhh que gusto! Gritaba el maduro notando como me corría sobre su pecho y abdomen, mientras era follado a horcajadas sobre él.
Así maricón, así, córrete, me decía impulsándome con sus manos para que cabalgara más rápido sobre su polla, clavándome en lo más profundo de mis entrañas su mazorca.
No tardó mucho en empezar a gritar el maduro que se corría, mi eyaculación hizo que apretara más mi culito, exprimiéndole más la poya, terminando por acelerar su venida.
Ya maricón, ya me vengo, ya me vengo, gritaba empezando a soltar varios trallazos de esperma, dejándome el culo preñado de leche.
¡Ohhh que gusto! ¡ohhh que gusto! ¡ooohhh que gusto! Gritaba mordiéndome el cuello mientras se derramaba en mi interior.
Oh maricón que gusto. Que culito más rico y que placer me has dado, me decía terminando de eyacular dentro de mi culo.
Me mantenía ensartado en su polla sentado a horcajadas sobre él, sin parar de besarme y acariciarme
con sus manos.
Sin dejarme levantar de su regazo, donde me tenía sentado a horcajadas, empezó a recoger de su pecho y abdomen el esperma de mi eyaculación, llevando luego sus dedos impregnados por mi semen, a mi boca. Anda maricón, prueba tu lechita, me decía metiendo sus dedos en mi boca, haciéndome que limpiara sus dedos y tragara el semen producto de mi eyaculación.
Una vez nos levantamos y después de habernos limpiado un poco, empezamos a vestirnos y una vez estuvimos listos, abrió la puerta de aquel aseo público de señoras, y salimos ambos de allí, subiendo para la plaza de Pontevedra, donde nos despedimos marchando cada uno para su casa.