El joven macarrilla, me seduce 2ª parte
( Relatos Gay )
Eran ya más de las 3 de la tarde cuando despertamos. Notaba como me acariciaba el culo con su mano, y así, poco a poco fui despertando.
Tenía un empalme de campeonato. Entre las ganas de mear, y que la noche anterior no me había corrido a causa de la borrachera que llevaba, esa mañana, estaba más salido que un burro.
Me levanté para ver la hora que era, cuando miré el reloj, solté:
La hostia, es tardísimo.
Si quieres puedes quedarte a comer conmigo, me dijo, y de paso te vuelvo a follar, que mira como estoy yo también.
Sí, pero para eso debo avisar en casa, para decirles que no voy a ir a comer.
Ven, me dijo agarrando mi polla, y acariciándome el culo. Llama por teléfono, me dijo llevándome a donde estaba el teléfono, para que hiciera la llamada a mi casa.
Diles que estás en casa de unos amigos, y que no vas hasta mañana; me dijo; así podemos estar juntos todo el fin de semana.
Anda, que quiero volver follar este culito tan bueno que tienes, y mira como estás, me decía agarrando mi polla, haciéndome una ligera paja.
Quedé pensativo, mientras realizaba la llamada.
Cuando contestaron, les dije que no iba comer, que estaba en casa de un amigo, y seguramente, me quedaría hasta el domingo a la noche.
Cuando colgué el teléfono, me dijo que si quería podía pedir unas pizzas para comer. Me da lo mismo le contesté, la verdad es que no tengo mucha hambre, lo que sí tengo es que ir al baño, y de paso darme una ducha, si se puede le dije.
Claro que sí me contestó, ven. Y agarrándome por la cintura, me llevó hasta el baño, entramos, me indicó donde estaban las cosas, diciéndome que ahora me traía una toalla para secarme.
Cuando me meta en la ducha, te aviso, y ya me darás la toalla, le contesté.
Vale me dijo y salió del baño, cerrando la puerta.
Cuando terminé en el baño, abrí la puerta y le avisé que me iba dar la ducha.
Vale, vale, ve duchándote que ahora te llevo la toalla.
Ya estaba dentro de la ducha, cuando entró él. Espera que nos duchemos los 2, dijo dejando las toallas en una repisa que había.
Abrió las puertas de la mampara, introduciéndose en la ducha conmigo.
Empezaba a caer el agua sobre mi cuerpo, cuando me abrazó, mojándose él también, ay que calentita esta el agua dijo.
Me estaba besando en la boca, mientras con sus manos me agarraba por el culo, acercándome más a él.
Quiero follarte aquí, putito, quiero darte por el culo mientras nos bañamos.
Cogió una esponja que tenía, echándole gel, cerró el grifo del agua, empezando a enjabonarme todo el cuerpo.
Deja que te enjabone yo, putito, que quiero disfrutar de tu cuerpo.
Me enjabonó por todas partes, parándose en mi culo, mientras me acariciaba la polla.
Ay que culito tienes, me decía, mientras pasaba la esponja por la raja de mi culo, haciendo fuerza, como si quisiera meterme aquella esponja en mi agujerito.
Fue subiendo con la esponja por mi espalda, girándome para seguir por mi pecho, cuando me susurraba, agáchate, y cómeme la polla mientras te enjabono la cabeza, putito.
Agarré con las manos su polla, y cuando abría la boca para meterla, me dijo, espera, espera, que primero quiero mearte la cara.
Casi no me da tiempo a cerrar la boca, cuando empezaba a salir un chorro de meos, mojándome toda la cara y pecho.
Agarró la polla con sus manos, la fue dirigiendo mientras meaba, por toda mi cara y pecho.
Se había meado encima mía el muy cabrón, sin haberme avisado.
Cuando pude abrir la boca, le solté: eres bien cabrón, casi me trago tu meada.
Tenía ganas de mear, y se me ocurrió mearte la carita, putito.
Anda, dale una chupadita antes de que te la meta en el culo.
Abrí la boca, llevando su polla que había terminado de soltar aquella meada, metiéndola a la boca.
Estaba salada; sabía ligeramente a meos; pero no me importó. Le agarré las bolas que le colgaban, empezando a mamar aquella verga, mientras jugaba con sus bolas en mis manos.
El me iba enjabonando la cabeza y hombros mientras yo le chupaba su polla. Al cabo de un rato, me subió cogiéndome por los brazos, llevando su boca a la mía, metiendo su lengua, mientras con la esponja, me frotaba ahora el culo.
Me dio vuelta, poniéndome cara a la pared, haciendo que apoyara las manos en ella. Me sujetó ahora con sus manos las caderas, arrimando su pelvis a mi culo, colocó la polla en la entrada a mi culo.
Deja que te la meta, anda, relájate putito, me decía, mientras empujaba su polla para que me entrara en el culo.
Ya tenía la cabeza dentro de mi hoyito, cuando dio un movimiento con su cadera, haciendo que entrara toda, quedando su pelvis pegado a mi culo.
Me restregaba la pelvis por el culo, mientras se colocaba mejor, haciéndome notar sus bolas pegadas a mi, metiendo más su polla y quedando encajada su polla mejor en el culo.
Ya está, ya está, ya te la he metido toda, ¡aaaaaaaaaaaahhhhhhhhh! suspiraba, mientras empezaba a mover sus caderas.
Me agarró por las caderas, haciendo que me moviera alante y atrás, alante y atrás.
Así, así ¡aaaaaaaahhhhh!, que gusto putito.
Notaba su polla tocar el fondo de mi culo, haciéndome poner de puntillas.
Cuando llegaba la polla al fondo, me hacía suspirar de placer.
¡aaaaaaaaahhhhh! dale, dale, métela toda, le pedía.
Me estuvo enculando un buen rato, hasta que se empezó a correr.
Ay, putito, ya me voy, ya me corro. Ay que gusto, ay que gusto, decía mientras iba soltando toda su leche dentro de mi culo.
Así como me tenía, sin sacar su polla, agarró mi polla con su mano, empezando a hacerme una paja allí mismo.
En unos segundos, empezaba a gritar yo ¡ooooohhhhhh! ¡ooooooohhhhhh! gemía, mientras me estaba corriendo sobre los azulejos de la ducha.
Cuando terminamos de corrernos, me dio la vuelta, y agachándose metió mi polla en su boca, haciéndome gemir de nuevo; mmmmmmm ¡uuuuufffff ¡aaaaaaaaaahhhhhhhh!
Una vez terminó de dejarme bien limpia mi polla, se levantó, haciéndome agachar a mí, para que hiciera con su polla lo mismo.
Cuando terminé de chuparle la polla, me ayudó a levantar, volviéndome a besar y saborear con su lengua mi boca.
Terminamos de ducharnos, y una vez nos habíamos secado, salimos del baño. Fuimos hacia la sala, ya que allí era donde teníamos esparcida por el suelo y sofás, toda nuestra ropa.
Quédate así si quieres, que aquí no va a venir nadie, me dijo. Pues así desnudo me quedé.
Antes de sentarme en el sofá, fui al bolsillo de la cazadora, para coger el tabaco y mechero, y encender un cigarrillo.
¿De que te gusta la pizza a ti?, me preguntó.
Me da lo mismo, le contesté. Elige tú.
Se levantó, y fue hacer el pedido por teléfono.
Cuando volvió, dijo: en 20 minutos ya las tenemos aquí. He pedido 2 pizzas, de beber, ya tengo en la nevera.
¿Quieres cerveza, o prefieres otra cosa?
Cerveza está bien le contesté.
Fue a la nevera, y trajo 2 cervezas con 2 vasos.
Me pasó una cerveza y un vaso, mientras decía: voy a preparar el dinero, para cuando vengan las pizzas.
Cuando volvió a la sala, venía con una bata puesta, y el dinero en la mano. Lo dejó sobre la mesita que había, diciendo que se había puesto aquella bata, para no abrir en pelotas, cuando viniera el de las pizzas.
Al poco rato ya estaban llamando al timbre; seguro que era el de las pizzas.
Se levantó, encaminándose a la puerta, y esperar que subiera el repartidor de las pizzas.
Yo estaba escuchando el ruido de las voces, cuando se cerró la puerta, apareciendo él con las pizzas en las manos, y detrás de él, venía otra persona.
Tranquilo, quédate como estás, que es un amigo, me dijo.
Cuando entró en la sala la otra persona, pude ver que el que había venido, además del repartidor de las pizzas, no era otro que el viejo de polla descomunal.
Bueno, parece que no he venido en buen momento, dijo.
Sí, tú siempre eres bienvenido. Ya hemos follado, y ahora íbamos comer, así que, si gustas, puedes comer con nosotros.
No, yo ya he comido a su hora, no suelo comer a las 5 de la tarde como vosotros, pero si me invitas a una cerveza, sí la bebo, mientras vosotros coméis.
Ya sabes donde están, así que sírvete tu mismo, mientras guardo esta bata que me puse para abrirle al de las pizzas.
Fue a la cocina, mientras nosotros empezamos a comer un trozo de pizza.
Mientras terminábamos de comer, el viejo de polla descomunal estaba sentado en uno de los sofás, bebiendo una cerveza, y hablando con nosotros.
Así que te has liado con el putito que tiene el culito tan rico, ¿eh?
Le decía al joven macarrilla.
Pues sí, anoche los liamos. Estaba un poquito colocado, y me lo traje conmigo, para que no fuese mareado como estaba, a su casa.
Como hoy nos hemos levantado tarde, llamó a sus padres, para decir que estaba con unos amigos, y poderse quedar todo el fin de semana.
¡Uy! espero que me dejéis participar de la fiesta, dijo el viejo.
Por mi parte no hay problema, soltó el joven macarrilla.
¿Y tú que dices, putito?
Levanté los hombros, diciendo que me daba igual.
Y que planes tenéis, preguntaba el viejo.
Pues nada en particular, iba proponerle ver unas películas de vídeo que tengo. Luego salir a dar una vuelta.
Pues si os apetece, podemos ir hasta mi casa de Santa Cruz, tomar algo por allí, y si os apetece, nos quedamos a dormir allí en mi casa.
Por mi encantado, dijo el joven macarrilla.
Yo levanté los hombros, diciendo que bueno.
Terminamos de comer, y después de beber otras cervezas, y de fumar unos cigarrillos, me levanté para ir al servicio a mear.
Cuando estuve de vuelta del servicio, ya habían puesto una película; era de porno gay.
El viejo se había sentado en el sofá que estaba yo, ya que así quedaba frente al televisor, y además había sitio para ambos.
Cuando pasé por delante de él, echó una mano a mi culo, acariciándolo.
Putito, que culito más rico tienes, que bien lo vamos a pasar este fin de semana. Como vamos a gozar de este culito tan rico que tienes.
Me senté a su lado, dispuesto a ver aquella película. Al poco de estar viendo la película, yo ya estaba con la polla medio tiesa, detalle que no pasó desapercibida para ambos. Claro que el joven macarrilla, también tenía su polla tiesa, y supongo que el viejo, también estaría con la polla a reventar.
El viejo, alargó su mano agarrando mi polla, empezando a acariciar la punta de la polla. Te esta poniendo cachondo la película, eh, me decía, mientras acariciaba mi glande.
Luego bajó a mis pelotas, haciendo que me recostara más sobre el sofá. Iba acariciando mis huevos, mientras con sus dedos, buscaba mi hoyito. Cuando lo encontró con uno de sus dedos, lo empezó a acariciar, metiendo la punta del dedo.
Metía un poco y lo sacaba, para volver a meterlo, mientras me decía que estaba calentito.
Se agachó entonces sobre mi vientre, llevando su boca a mi polla.
Me lamía la punta con su lengua, mientras seguía metiendo su dedo en mi hoyito, cada vez lo metía más; hasta que se metió toda mi polla en la boca, y ahora iba profundizando con su dedo más en mi culo.
Sacó la polla de su boca, mientras se levantaba, para decir que se iba poner cómodo, empezando a desabrochar el cinturón, haciendo lo mismo con el pantalón, hasta sacarlo por completo. Se le notaba la polla ya bien dura, pero siguió desvistiéndose, hasta quedar en pelotas, al igual que estábamos nosotros.
El joven macarrilla, ya se había levantado, estando ahora con su polla en mi boca. El viejo se sentó, volviendo a lo que estaba.
Volvió a meter mi polla en su boca, buscando con su dedo el agujerito de mi culo, para volver a introducirlo, e irlo metiendo y sacando, cada vez más hondo y rápido.
Cuando el joven macarrilla sacó su polla de mi boca, el viejo sacó su boca de la mía, agarrándome con sus manos, para que le chupara su tremenda polla.
Ven, me decía, ven que quiero meterte mi polla en esa boquita que tienes.
Me puse de rodillas en el sofá, llevando mi cabeza a su entrepierna, dejando que me cogiera con sus manos la cabeza, llevando mi boca a su gran pollón.
Abrí la boca, metiendo su glande en la boca, para luego agarrarla con las manos, e ir chupando la cabeza de aquel monstruo.
Chupaba la cabeza, luego pasaba la lengua a lo largo de aquel vergajo, volviendo a succionar la cabeza de aquella polla.
Mientras yo le mamaba el tremendo pollón al viejo, el
Joven macarrilla, me estaba lamiendo mi hoyito; le estaba dando una lamida de campeonato.
Cuando paraba de meter su lengua en mi hoyito, llevaba un dedo a mi agujerito, metiéndolo, y haciendo que se fuera abriendo cada vez más, mientras con la otra mano, me acariciaba la polla, haciendo que la piel del prepucio bajara y subiera por mi glande.
Ya me metía 2 dedos en el culo, y si seguía, no tardaría en correrme. Saqué la polla del viejo de la boca, para avisarle que si seguía me iba correr. Espera dijo el viejo, espera que quiero follarte ese culito. Hay que irlo abriendo un poquito, para que esta noche puedas gozar como nunca.
El joven macarrilla dejó de menearme la polla, sacó luego sus dedos de mi culo, dejando que me levantara del sofá.
Ven, me dijo el viejo agarrando su pollón con las manos, siéntate en ella, así la vas metiendo tu.
Me fui agachando para sentarme sobre aquel monstruo, pero aquello no me daba entrado; me hacía daño; relájate me decía el viejo, pero no había manera. Trae la crema que te regalé, le dijo el viejo al joven macarrilla.
Apareció con un tubo de crema, se la dio al viejo, untando este una poca en su polla, y otra poca la puso en mi agujerito.
Ven, siéntate ahora, me dijo, agarrando mis caderas con sus manos. Tú sujeta mi polla con las manos, y la colocas en tu agujerito, luego ve sentándote.
Me iba sentando, mientras sujetaba el pollón aquel con una mano. El culo se iba abriendo cada vez que me iba entrando la punta de aquella tremenda polla; ¡uuuuuuufffffffff! aquella polla me hacía sudar, no había entrado aún la cabeza, y me parecía que el culo se abría tanto, que se iba a desgarrar.
Ya había entrado la cabeza, cuando paré un momento para respirar y coger un poco de aire.
Respira profundo, putito, que lo más difícil ya ha pasado. Ya tienes la cabeza dentro, ahora relájate, y respira profundo, me decía el viejo.
El viejo me tenía agarrado las caderas con sus manos, cuando empujó por ellas para abajo, a la vez que levantaba su pelvis, haciendo que terminara de entrar aquel pollón en mi culo; ¡aaaaaayyyy! grité, al entrar aquel pedazo de monstruo en mi culo.
Ya está, putito, ya la tienes toda dentro, ahora relájate, y empieza a subir y bajar poco a poco.
Dios, aquello me tenía bien ensartado; era como si estuviera clavado en una estaca.
Poco a poco fui subiendo y volviendo a bajar, dejando que aquella estaca se fuera clavando más y más en mi culo, hasta llegar a lo más profundo de mis entrañas.
Así putito, así, ve moviéndote despacito. Deja que te vaya follando suavemente, que luego ya verás como cabalgas sobre ella.
Mientras subía y bajaba sobre aquel pollón, el joven macarrilla, me acariciaba la cabeza, y me iba diciendo: así, así, putito, goza de esa polla que te está rompiendo el culito, disfruta de ella, putito.
Seguía acariciando mi cabeza, cuando se agachó para morderme por el cuello con su boca, mientras iba susurrando; hoy te vamos a hacer gozar como nunca maricón, te vamos a preñar de leche ese culito vicioso que tienes; te lo vamos a dejar bien complacido.
Ahora me estaban haciendo gemir de placer; tenía aquel tremendo pollón, masajeando mi próstata de una forma bestial, mientras el joven macarrilla, me iba dando aquellos placenteros mordiscos por mi cuello, que me hacían estremecer de placer; ¡ooooooooooohhhhhh! que gusto estaba sintiendo, mmmmmm, aquello simplemente era divino.
Se puso de pie el joven macarrilla, llevando su polla que estaba como un hierro al rojo vivo, hasta mi boca. Abre la boquita, mi putito, anda, abre y come mi plátano de postre.
Abrí la boca, dejando que entrara aquel largo plátano en mi boca, y como podía, iba chupando aquella golosina, que entraba y salía en mi boca, mientras una tremenda estaca, hacía lo mismo en mi culo.
Dios, ya sudaba y gemía como un toro, y mi polla estaba a punto de reventar. Salían gotas de semen de forma continua; si aquello duraba mucho más, iba a estallar en cualquier momento.
El joven macarrilla, se agarró la polla con la mano, empezando a menearla salvajemente, haciendo que explotara en una corrida de semen, que me anunciaba.
Abre la boquita, putito, abre que te va mi lechita, ábrela putito, ¡oooooooooohhhhhhh! me soltó 5 trallazos de leche, dándome con unos en la cara, y cayendo los otros en mi boca.
Me volvió a meter la polla en la boca, dejando que terminara de salir todo el semen, mientras suspiraba de placer, ¡oooooohhhhh! que gusto, que gusto putito, bébete toda mi lechita, putito, bébete el zumito de mi plátano, anda putito.
Como pude me tragué toda la corrida, succionando su verga, hasta que ya no salía más.
No tardó ni 30 segundos cuando el viejo, empezaba a darme unas tremendas envestidas con su pelvis, anunciándome su eminente eyaculación; ¡oooooooohhhhhh! me corro, me corro, así, así, muévete más, ¡oooooooohhhhhh! me estás haciendo correr maricón, ¡oooooooohhhhhh!; mientras me clavaba los dedos de sus manos en mis caderas.
En esos precisos momentos, mi polla estallaba en una tremenda eyaculación, al tiempo que el viejo me estaba inundando el culo con su esperma.
Di unos gritos de placer, que se debieron escuchar por todo el edificio.
Cuando terminé de correrme, y el pollón del viejo, dejó de soltar esperma en el fondo de mi culo, quedé sentado sobre aquel monstruo, abrazándome a la cintura del joven macarrilla.
Ay putito, como has gozado, te hemos follado como nadie te va a follar. Te vamos a dejar el culito bien satisfecho, ya verás.
Me fui levantando mientras notaba como iba saliendo aquel monstruo de mi culo, dejando un tremendo agujero en él, a la vez que notaba como escurría el esperma que me había soltado, por las piernas.
Eché una mano a mi hoyito, notando como estaba de abierto; me cabían 4 dedos en el agujero de mi culo; a la vez que notaba como salía todo el esperma con que me había inundado aquel monstruo.
Voy a meterme en la ducha; dije; para dejar el culo bien limpio. De acuerdo, dijo el joven macarrilla, a la vez que me acompañaba.
Luego iremos nosotros, para ducharnos.
No, dijo el viejo, yo me voy a lavar con él.
Nos metimos los 2 en la ducha, y mientras iba saliendo el agua calentándose un poco, el viejo apoyando sus manos en mis hombros, me empujaba hacia abajo.
Anda, dale una buena mamada, que se lo merece, por lo mucho que te ha hecho gozar, y lo bien que te hizo disfrutar.
Me agaché, y agarrando aquel monstruo que ahora dormía placidamente, me lo llevé a la boca, mamándolo, hasta dejarlo bien limpio.
Mientras tanto yo le chupaba el tremendo pollón, el viejo, había agarrado la ducha con la mano, desenroscando el maneral de la extensión, para luego meterme en el culo, la punta de aquella manguera improvisada, haciendo que mi culo se fuera llenando de agua calentita.
Aguántala todo lo que puedas, y después la expulsas, putito, me dijo.
Vaya, aquello si que era una buena idea, para dejar el culo bien limpito.
Me estuvo metiendo agua en el culo, hasta que se cansó, y ver que lo que salía era agua limpia.
Ahora notaba el agujero de mi culo, abierto como nunca, y limpito a más no poder. Además de tener la sensación de relax y frescor en mi culo, como jamás había notado.
Terminamos de ducharnos y salimos para la sala, una vez nos terminamos de secar.
Cuando llegamos a la sala, ya estaba todo ordenado, a excepción de la ropa, la cual la fuimos cogiendo, para luego vestirnos, mientras se duchaba el joven macarrilla.
Antes de empezar a vestirnos, nos sentamos en el sofá a fumar unos cigarrillos, y esperar que saliera de la ducha el joven macarrilla.
Cuando salió, decidimos vestirnos para salir a tomar algo, antes de irnos a Santa Cruz, y pasar allí la noche.
Nos fuimos a una cafetería, donde tomamos unos cubalibres, y a eso de las 10 de la noche, cogimos rumbo a Santa Cruz.
Fin de la 2ª parte.
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