Un taxi se aproximaba y lo solicité. Se acercó y me pregunté a donde quería ir. Le pregunté por hoteles. Me dió la descripción de varios y elegí el que me sonó mejor.
Ya en el taxi, reflexioné que no había probado alimento en todo el día y cambié de orden "lléveme a un buen restaurant". El chofer sonrió y aceleró.
El restaurant tenía las características de cualquier restaurant de la Cd. de México. No se observaban peculiaridades. Salté del taxi después de pagar y me encaminé a la entrada.
Me senté y obsevé el menú. Una mesera se acercó y me tomó la orden. No noté entonces la peculiaridad del restaurant sino hasta que observé a la mesera al alejarse: sólo una pequeña minifalda alcanzaba a cubrir sus nalgas y una ligera pantaleta asomaba por debajo. Los ligueros estaban también por debajo de la minifalda. Observe a mi alrededor y entonces percibí que la luz interior era de menor intensidad a lo normal. Entonces empecé a buscar entre las sombras las siluetas que a la luz de la tenue luz marcaban sus contornos.
La mesera regresó. Me sirvió lo que había solicitado pero al agacharse un sabroso seno se salió del pequeño escote que apretadamente trataba de contener semejantes melones.
No me aguanté la tentación y una mano nerviosa mía se acercó y le tocó la nalga. La chica sólo sonrió y caminó voluptuosamente dejando ver las dos nalgas morenas que asomaban fuera del vestido.
Comencé a comer sorprendido de mi mismo atrevimiento. Una persona se acercó y me pidió humo para un cigarro. No fumo, así que me quedé con cara de tonto viendo a una mujer con sorprendentes senos y un cigarrillo en la boca. Se lamió los labios y así sin mas se sentó enfrente de la mesa.
Me preguntó varias cosas y yo seguía sin enterder lo que pasaba. Fue entonces cuando sentí algo que por debajo de la mesa me tocaba mi verga por encima del pantalón. Me sobresalté pero reaccioné a tiempo para darme cuenta que era su pié que por debajo de la mesa me agitaba en movimientos circulares mi pene. Le ofrecí algo de beber y aceptó.
Tomamos unos tequilas juntos hasta que el ligero mareo nuestro aumentó la intensidad del placer. Perdí mí nerviosismo y comencé a atreverme más. Resbalé mi mano hacia ella, quien para entonces estaba sentada a mi lado. Sentí sus bragas y seguí buscando con mis dedos. Por encima de la mesa todo siguió pareciendo normal. Una charla de amigos...
Al meter mi mano por debajo de su falda y su pantaleta sentí cómo su sexo, sus labios y sus bellos estaban humedecidos por la pasión que se había apoderado de nosotros. Sin más pasé mi dedo índice por dentro de sus labios. Ella lanzó un suspiro ahogado. Mis dedos jugueteaban con su vagina y sus jugos se mezclaban en mis dedos. De repente un largo suspiro de su parte me indicó que la había masturbado. Se sentó un rato. Yo no saqué mi mano de debajo de su falda. Sentí como su clítoris aprisionaba mis dedos con ligeros espasmos.
Entonces se acercó otra persona, amiga de ella y se sentó del otro lado de la mesa. Mi reacción después de que me saludó fué sacar mi mano de la vagina de la otra mujer y saludarla. Al sentir mis dedos húmedos, me tomó la mano y se la llevó a sus labios y lamiéndome los dedos. Luego de plano se metió mi dedo índice a la boca para saborearlo. Algo bajó mi cierre del pantalón mientras yo extasiado veía a la hermosa mujer que me lamía mis dedos.
Mi verga saltó del pantalón de inmediato, mojada en su totalidad. Una ágil mano comenzó a acariciarla. Luego sentí la succión de los labios que buscaban empujar mi esperma hacia fuera. No logré contenerme mucho tiempo cuando un borbotón de semen saltó y mojó la boca de mi acompañante. Fué todo lo que sentí. Pues de inmediato los labios de la primer mujer absorbieron una a una las gotas de esperma que siguieron saliendo de lo profundo de mi ser. No pude contenerme y de un salto empujé la mesa que de inmediato rodó por entre las mesas y sillas se enfrente.
Mi verga quedó al descubierto así como los calzones de mis dos amigas que habían estado gozando conmigo. Entonces me levanté sorprendido y deseoso. Me subí la bragueta y salí corriendo aventando mi pago a la silla que encontré primero.
Caminé por la calle sintiendo aún los espasmos de mi orgasmo. Con mi maleta a cuestas tomé otro taxi y me encaminé a un hotel. Ya allí no me bañé para sentir la sensación de la saliba que aún recorría mi miembro agradecido.
Al día siguiente tomé otro taxi que me conduciría a mi lugar de destino, pero antes pedí al taxista que me condujera a aquél lugar para verlo con la luz de día. Jamás dimos con el sitio...