Ella seguía con su mano dentro de mi camisa acariciándome el abdomen con dulzura y acercándose cada vez más a mi vello púbico. Al sentir esto fui corriendo mi mano por dentro de su braga desde su culo hasta su coño, que estaba tan húmedo que parecía un río. Esto la estremeció y me desabrochó el pantalón. Me tomó de la mano y me llevó hasta su habitación. Una vez allí nos enlazamos en un beso de lengua que volvió a subir la temperatura de nuestros cuerpos, que se enfriaron levemente al pasar de la sala a la habitación. En ese momento me tiró sobre la cama y terminó de quitarme el pantalón mientras yo me desabrochaba los últimos botones de la camisa. Me senté en el borde de la cama para quitarme la camisa mientras ella hacía lo propio con la suya, parada frente a mí. Intenté ponerme de pie y en ese instante me volvió a tirar sobre la cama, me quitó el slip y luego se quitó su braga y subió a la cama acomodándose sobre mis piernas. Tomó mi pene con su mano y comenzó a masturbarme. En ese momento volví a sentarme, le quité el sujetador y besé sus tetas, chupando sus pezones.
Me tomó por los hombros y me tiró otra vez en la cama, volvió a tomar mi pene, se acomodó y lo colocó en su vagina. Puso sus manos sobre mi pecho y comenzó a acariciarme al tiempo que empezó a cabalgar sobre mí. Puse mis manos en sus caderas y la apreté con fuerza, como transmitiendo la excitación que me desbordaba. En un momento me dijo suavemente que no me corriera dentro de ella y yo, en un estado de éxtasis total, le dije que no se preocupara, que le avisaría cuando estuviera por acabar. Seguía cabalgando a toda velocidad, gimiendo y retorciéndose de placer. Creo que se corrió una o dos veces, con la excitación no podía contarlas. De pronto sentí un fuego que corría dentro de mi cuerpo y se acercaba a mi pene y sin pensarlo le dije que iba a correrme.
Ella retiró mi pene de su vagina y en ese momento descargué tomo mi torrente de semen sobre sus pechos y su abdomen brillantes por el sudor de aquella cabalgata infernal. ¡Sí!, aunque parezca mentira, mi semen voló como si mi polla fuera un pozo petrolero y se dirigió hacia ella como si supiera donde debía llegar. Su mano seguía sosteniendo mi picha que aún estaba eyaculando el poco semen que quedaba dentro de mí. Al sentir el líquido tibio sobre su cuerpo, soltó mi pene y pasó sus manos sobre todo su cuerpo, esparciendo mi semen por todas partes. Tomó la sábana de la cama y se secó. Luego secó mi pene dándome unos segundos más de placer para culminar con aquel encuentro de pasión desenfrenada.