Nos tomamos unos tragos mas de vino, y como por arte de magia, todo el nerviosismo que sentía al principio, desapareció por completo. Me sentía una mujer sin inhibiciones, una mujer dispuesta a realizar todo lo que a mi mente viniera en ese momento. Ya para ese entonces la ropa que al principio usábamos estaba en el piso o regada por todos los muebles de la sala.
-Estaríamoos mas cómodos en tu propia cama-, me indicó Fabiola. -Como tu creas le contesté, vamos a mi recámara. Y tomándola de una mano, nos dirigimos directamente a mi recámara. Ese lugar donde mi esposo y yo, habíamos pasado momentos excitantes. Donde perdí la virginidad, tanto por delante, como por el ano. Ahí en ese mismo lugar y en esa misma cama iba a sentir mi chocha, ser mamada por otra boca, y mas que nada por una boca de mujer.
Tan pronto estuvimos ahí, Fabiola me recostó en la orilla de la cama, subiendo y abriendo mis piernas, poniendo éstas sobre sus hombros. Acercó sus carnosos labios cerca de mis abundantes pelos , y con solo sentir su aliento cerca de mi vagina, estuve a punto de venirme de nuevo.
Su lengua comenzó a juguetear al rededor de mi entrepierna, entreteniéndose en los largos y rizados pelos, que por esa zona abundan.
-Haaaaaaaa-, Alcanzé a decir, cuando sentí la punta de su lengua rozar los labios de mi vagina.
-Maaaas,maaas-, decía entre suspiros.
Y por fin sentí como su experta lengua comenzó a entrar y salir de mi rajita, que ya para esos momentos estaba completamente inundada de mis riquísimos jugos sexuales.
No sé con exactitud cuanto tiempo duro éste éxtasis en mí, pero de pronto, sentí algo que jamás había sentido con mi esposo. Sentí que algo me transportaba a otro mundo, sentí que explotaba sentí lo mas rico que una mujer puede sentir durante el acto sexual, y en ese momento sentí que mi rajita se abrío y dejo ecapar un río de líquidos calientes que inundaban la sensual boquita de mi querida Fabiola, la cual con mucho esfuerzo se tragaba, tratando de no dejar ni una gota de ése elixir divino.
Cansada y extenuada quedé en la cama, pero no estaba totalmente realizada, yo quería sentir una chocha de mujer entre mis labios, y tragarme esos jugos que momentos antes, Fabiola se había tragado.
-Ayúdame -, le dije.
_A que?- me contestó.
-Quiero devolverte el placer que me acabas de dar-, le contesté, -pero es mi primera vez y no se como, le dige.
-Ven-, me dijo.
Y poniéndose en la misma posición en la que yo estaba hacía apenas unos minutos, me dejó ver su bien rasurada rajita. Ni un solo pelo estorbaba esa magnífica vista que tenía delante de mi.
Al separar un poco los labios de su vagina pude ver su hinchado clítoris que se salía de su capuchón que lo cubría cuando no estaba exitado.
Comenzé a besar tal y como me lo había echo ella , apenas unos segundos antes, y comenzé a escuchar poco a poco sus gemidos, a sentir como se estremecía cada vez que mi lengua la penetraba y cada vez que tocaba su clítoris, y de pronto, sucedío lo que tanto esperaba y tanto quería, sus jugos comenzaron a fluir como un río desbordado, y yo como una bebita recíen nacida, mamaba todo ese manjar de dioses que escapaba de esa rajita.
No sé cuanto tiempo tardó ese momento, pero desde ese día ya no puedo vivir sin mi Fabiola. Cuando mi marido sale de viaje, mi Fabby viene a acompañarme para que yo no sienta miedo, y les juro que es lo más lindo del mundo.
Espero que les haya gustado éste relato. Si les exitó y se masturbaron, me doy por bien servida.
Un beso donde más les guste. Leydi.