Salvador es señor ya maduro, casado y una vez me comentó que ya había tenido sexo con travestis y que lo que más se le había antojado era que quería sacar fotos cuando estuviera cogiendo, siempre anda muy bien vestido y me ha dicho que le encanta verme de minifalda y medias, así que pensé que tal vez la pasáramos rico.
Al regresar con las compras nos fuimos directamente a su departamento para sentarnos y platicar de cualquier tema.
Le serví una cerveza e iniciamos la plática:
- ¿Cómo te fue la vez que te llevaste a una travesti a la cama?
- Pues estaba muy nervioso, lo acepto, pero después fue muy placentero, lo confieso.
- Te debe haber tratado muy bien, creo que te deben haber quedado ganas de repetir la experiencia, ¿o no?
- Pues no lo voy a negar, sí quiero repetirlo.
Así continuó la conversación hasta que noté que su erección era bastante notoria, entonces me puse caliente y le dije:
- Si gustas puedo hacer algo para que se te quite la excitación, ¿qué dices?
- ¿En serio lo harías? – respondió con un gesto de lujuria en el rostro.
- Si quieres me puedo ir a cambiar y en cuanto esté lista soy toda tuya.
- Creo que mejor lo hacemos así, sin arreglarte, es mucha mi calentura y ya necesito sexo del bueno.
Sin nada más que agregar, nos fuimos a su recámara, en cuanto entramos, me agarró por detrás restregándome su pene entre mis nalgas, el cual ya estaba rígido y ardiendo, yo paré el culo y lo moví para que sintiera más rico, sus manos se paseaban por mis caderas y mis piernas, eso me estaba calentando mucho, después me empezó a quitar la ropa muy lentamente mientras me besaba todo lo que iba quedando al descubierto, empezó por la nuca, fue bajando hacia mi espalda, me dio la vuelta y me lamió los pezones, los pellizcó suavemente y cuando quedaron paraditos, los chupó con ansia; como no quería quedarme atrás, también lo empecé a encuerar acariciando su pecho y brazos, lo besé profundamente por unos minutos hasta que sentí su verga en mi vientre, desabroché su pantalón, le bajé los calzones y me hinqué frente a él para mamar aquella tranca ardiente, en cuanto pasé mi lengua por su verga, empezó a gemir por el placer, luego, la metí muy despacio en mi boca y empecé a mamar despacio,
Noté de inmediato que en verdad si excitación era enorme, actuaba precipitadamente mientras se la chupaba, me pudo una mano en la nuca y empezó a llevar el ritmo de la felación con brío, haciendo que su pene entrara y saliera de mi boca cada vez más de prisa, su voz se convirtió en gemidos guturales, se aferró a mi cabeza y me hizo tragarme toda su virilidad hasta el fondo de la garganta, la cual mide unos buenos 15 o 16 centímetros, me provocó arcadas pero no detuve mis chupadas, pasados un par de minutos me dijo:
- Ahora sí chiquita, ya quiero clavarte rico.
- Pues dime cómo quieres que me ponga y te voy a complacer de inmediato.
- Te quiero coger hincada en el suelo y recostada en la cama, es la posición que más me gusta.
No respondí y saqué un condón para ponérselo, después me acomodé en la forma que pidió lista para recibirlo dentro de mi culo, para ese momento yo estaba ardiendo de ganas por sentir esa sensación tan placentera que se tiene, cuando te van metiendo la verga muy lentamente, hasta llegar a lo más profundo de tu culo haciendo que te estremezcas por la penetración.
Me lamió las nalgas y el culo para lubricarlo, puso su glande entre mi trasero y empujó un poco, mi ano se fue dilatando hasta que se abrió y me clavó de golpe su virilidad, de mi garganta salió un gemido provocado por tan súbita penetración, luego empezó a meter y sacar su pene con ritmo algo acelerado haciendo que mis sentidos se dedicaran solamente a disfrutar de la cogida que me estaba dando, me dio de nalgadas diciendo:
- Ahora si piruja, siente como te la estoy metiendo, ¡gózala mi amor!
- Sí cariño mío dámela toda y hazme gozar – fue lo único que pude decir.
No supe en que momento sacó su móvil hasta que escuché que sonaba cuando empezó a tomar las fotos, lo que me encantó puesto que le estaba cumpliendo su fantasía.
Me tuvo en la posición desde el inicio y no me dejó cambiar, a mí me encanta que me la claven de perrito o con las piernas al hombro porque así la pueden meter toda hasta el fondo de mi cuerpo, pero no podía hacerlo porque me tenía firmemente sujeta por las caderas mientras me hacía disfrutar al máximo; hizo lo que quiso conmigo durante lo que a mí se me figuró cerca de media hora, en ocasiones me sacaba la verga y me pegaba en el trasero con ella para luego volverla a incrustar entre mis cachetes posteriores, sus jadeo hicieron que mis gemidos casi se volvieran gritos leves, lo que a él lo animaba a seguir haciendo la labor de inspeccionar mi esfínter en cada arremetida; sentí que la presión de sus manos aumentó considerablemente en mis caderas, también la velocidad con la que me estaba poseyendo, así que comencé a aflojar y apretar el culo para que se viniera rico, no tardó más que un par de minutos y eyaculó insertando su pene en mi ano hasta donde pudo, se quedó apoyado en mi espalda por un minuto y luego me lo sacó respirando agitadamente, se recostó en la cama y me besó con ternura diciendo:
- Eres una puta fabulosa, me exprimirte toda la leche y me dejaste exhausto, mucha gracias por eso, no se cómo pagarte esta cogida tan deliciosa.
- No me tienes que pagar, para eso son las amigas, ¿o no? – respondí con una enorme sonrisa en mi cara.
- Espero que no sea la última vez que estamos en la cama, creo que cada vez que mi mujer se vaya de viaje te voy a invitar a mi casa, ¿aceptarías?
- Con mucho gusto y placer papacito, de veras que me gustó como me lo hiciste.
Salí después de vestirme y me fui a casa sin poder disimular el gusto que traía porque acababa de encontrar un amante para que me coja muy cerca de mi casa.
Espero que les haya gustado este relato, estimados lectores, dentro de poco volveré con ustedes para seguir platicando de los encuentros sexuales que tengo, ¡hasta pronto!