Las dos semanas se fueron volando de lo atareado que estaba, estudiar, entregar trabajos, copiar apuntes, en fin, no sentí que el tiempo pasara; el sábado, después de terminar con todo, volvía a encontrarlo, me saludó efusivamente y me preguntó acerca de mis resultados.
- Creo que bien, aún no entregan las calificaciones pero estoy seguro de haber pasado todas las materias con buenas notas – dije orgulloso de mi esfuerzo mientras comenzábamos a caminar.
- Me da gusto escuchar eso, qué bueno que eres responsable y haces todo correctamente, por cierto, ¿no se te olvidó nuestra cita? – dijo con tono preocupado.
- No puedo olvidarla, aunque quisiera, nada más de pensar en eso me pongo caliente - dije mostrando mi caliente arma la que se estaba notando cada vez más en mi pantalón
- Y, ¿no te has masturbado?, quiero que toda la leche esté acumulada para sacártela – respondió con cara de excitación.
- ¡No!, me he portado bien, prefiero venirme dentro de ti o que me la chupes y dártela en la boca – dije envalentonado, esperaba ver hasta dónde podía llegar, no quería solamente recibir reata, sino darle a quién se dejara.
- Pues si eso quieres, dalo por hecho, además podrás hacerme lo que quieras, ya sabes de que se trata el asunto ¿no? – respondió con sumisión.
- ¿Me dejarás hacer lo que quiera? – pregunté asombrado.
- ¡Claro que sí!, solamente recuerda tengo que hacer mi labor para que quedes preparado y listo cada vez que te penetren, esa es la única condición - Respondió firmemente.
Me quedé pensando por unos instantes, la oferta era tentadora, podía cogérmelo como quisiera y él me daría por el culo para satisfacerse, la respuesta salió como relámpago:
- Está bien, ¿a qué hora nos vemos?
- ¿Está bien a las 3:30?, me gustaría ir al cine, comer algo por ahí y luego a casa – propuso.
- De acuerdo, te veo en tu casa y nos vamos, no quiero que me vean con alguien mayor y empiecen a pensar mal – dije a modo de excusa.
- Solamente pido que seas puntual, no me gustan las personas que llegan tarde.
- De acuerdo, ahí estaré puntual – dije mientras nos despedíamos.
Mi mente era un remolino de ideas, no sabía lo que iba a pasar conmigo, pero por lo pronto estaba pensando la forma de que me metiera su lanza a Esteban y dejarlo bien exprimido.
La hora llegó, mis pasos se apresuraban para llegar a tiempo, en el momento que iba a tocar el timbre, se abrió la puerta y apareció Esteban con una gran sonrisa.
- Que bueno que llegaste, fui a comprar boletos para una película erótica en un cine, ¡ya vámonos! – dijo con apresuramiento.
Salimos rápidamente hacia su carro y nos fuimos al cine, la película estaba por comenzar cuando nos sentamos, nos tocó hasta atrás y casi en la orilla derecha de la sala, solo faltaban 2 lugares para quedar junto a la pared, a mí me dejó el penúltimo lugar, él se sentó hacia el centro:
- Es para cuidarte – dijo en voz baja.
Al apagarse las luces sentí su mano deslizarse hacia mi bragueta, la que abrió fácilmente, tomó entre sus dedos mi pene y lo empezó a masajear suavemente, el filme estaba regular, nada del otro mundo pero caliente, no como el que había visto en casa de él, además con las caricias y película mi reata creció bastante. Pasados algunos minutos, sentí que alguien se sentaba junto a mi lugar, me puse nervioso porque Esteban no sacó la mano de mi pantalón, le hice una seña para que volteara y sin asomo de preocupación dijo:
- No te preocupes es mi amigo Antonio, él va a ser tu maestro hoy, salúdalo. – finalizó tranquilamente.
Mi angustia iba en aumento, la primera vez me cogió solo uno y me dolió, pero ahora parecía que me lo iban a hacer entre dos:
– Hola Toño – musité quedamente.
Era alto, bien parecido y delgado, sentí su mano, suave y tersa como de mujer, estrechar la mía y lo escuché decir:
- Hola muñequito, ¿Cómo estás? – sacudió mi mano hasta tocar su pantalón, sentí su erección inmediatamente.
- Bien, gracias.
Los nervios me invadían, estaba entre dos bisexuales y no tendría ni la más mínima oportunidad de escapar; pero mi angustia se fue tornando en placer, la mano de Esteban cedió su lugar a la de Toño, inmediatamente me comenzó a masturbar de una forma deliciosa, sus dedos parecían mágicos, me hacían retorcerme en mi asiento de lo rico que sentía, obviamente, mi garrote creció al máximo, cerré los ojos para aumentar la sensación, mientras tanto, Esteban me acariciaba la cara y el pecho, me tenían a su merced, la reticencia que hace unos minutos me impedía gozar, cambió a una calentura que aumentaba paulatinamente, Antonio me susurró suavemente al oído:
- Vamos al baño, quisiera ver qué tan grande lo tienes – dijo tomándome de la mano para que me levantara.
Me puse de pie en automático, me dejé llevar simplemente deseando que tuviera una placentera sesión sexual.
Llegando a los baños, nos encerramos en uno de ellos, y, subiéndome a la taza, me sacó el caramelo y lo chupó aún mejor que Esteban, realmente era un experto en el sexo oral, sabía exactamente qué hacer para que su pareja disfrutara plenamente de las mamadas, ¡estaba a punto de pedir que me la metiera ahí mismo. Lentamente la sacó de entre sus labios y con gesto de aprobación dijo:
- La tienes de buen tamaño, además Esteban me dijo que te estrenó hace unas semanas, ¿verdad?
- Sí – respondí con un hilo de voz, estaba sin aliento – y la verdad me gustó, me prometió una nueva cogida para dejarme listo y que no volviera a sufrir con la penetración.
- Pues ahora es el día – respondió con tono pausado -, si de verdad lo deseas, es momento de irnos, estoy tan caliente que si me das una mamada, seguro me vengo.
¡No! – Respondí apresurado – deseo sentirte dentro de mí, realmente lo necesito, mi culo está ansioso por sentir una rica verga dentro – no pude creer lo que acababa de salir de mi boca, realmente la calentura me estaba haciendo perder la noción de todo.
Salimos hacia nuestros lugares y Antonio le comunicó a Esteban la decisión que acabábamos de tomar, la cara de Esteban era de evidente molestia, supongo que deseaba participar con nosotros; Toño me tomó de la cintura y me hizo salir al pasillo, nuevamente no supe lo que hacía, con voz suplicante dije:
- Esteban, ven con nosotros por favor, no te quedes solo – dije volteando a ver la cara de Antonio.
Toño asintió moviendo la cabeza levemente y salimos los tres en busca del placer.
Llegamos en unos minutos, los cuales no sentí que pasaran, las caricias que recibía eran semejantes a las del cine, estaba sentado entre los dos y ambos me estaban proporcionando placer, estaba a punto de realizar la máxima aventura sexual a mi escasa edad (17).
Justo al entrar al departamento de Esteban, dos pares de manos recorrieron mi cuerpo dándome las caricias que ansiaba, me desvistieron rápidamente, mi ropa quedó regada por la pequeña sala, mi lanza fue absorbida por una boca ansiosa y húmeda, sentí un miembro acercarse a mis temblorosas nalgas, me incliné un poco para sentir la ardiente cabecita tocar mi puerta trasera, un poco de presión acentuó mi excitación, sabía que ese intruso estaba listo para invadir mis entrañas.
Pedí que me dieran el lubricante, no deseaba pasar por el mismo sufrimiento, unté bastante sobre el pene de Esteban y lo masturbé moviendo mi mano desde la empuñadura hacia la punta, alcé mi vista para ver la reacción de él, sus ojos estaban cerrados, su lengua entraba y salía como si estuviera besando a una pareja invisible, tan concentrado estaba que no había visto aún la herramienta de Antonio, al voltear a verlo, mi mirada quedó pegada en aquel instrumento largo y cabezón, no tan grueso como el de Esteban pero mucho más largo, medía algo así como 17 a 20 cms, pensé en ese instante que me partiría en 2 si me lo metía, creí que no me iba a caber en mi hoyito.
Toño me pidió que le pusiera lubricante a su arma, lo que hice como midiéndola, recorrí el nuevo pene que tenía en mis manos igual que al anterior, la reacción de su dueño fue la misma, pero ahora estaba acompañado de un leve movimiento de la cadera, adelante, atrás, primero lentamente y aumentando de velocidad, apreté un poco su miembro y continuamos unos minutos sin cambiar de lugar, Esteban, me arrimó su lanza por detrás, obviamente deseaba metérmelo, pero Toño lo detuvo:
- Es mi turno de cogerme este rico culo, primero lo abriste con tu verga gorda, ahora le toca recibir una cogida hasta el intestino, con una larga reata – dijo con voz autoritaria.
Inmediatamente me puso sobre el brazo del sillón con las nalgas hacia él, ¡no podría escapar en cuanto me ensartara!, le indicó a Esteban que se pusiera enfrente de mí y, dándome una nalgada me ordenó:
- ¡Mámasela!
Su voz no dejaba ni asomo de duda, obedecí dócilmente, metí la gruesa cabeza de la reata que tenía enfrente y la chupé con delicadeza al principio, poco a poco aumenté la caricia y llegó un momento en que la metí toda, llegó hasta mi garganta haciéndome sentir un espasmo, como cuando se vuelve el estómago, en cuanto se me pasó reanudé mis mamadas, mientras mi boca estaba ocupada en eso, Toño me acarició, pellizcó y besó todo el trasero, lamió alrededor de mi culo y metió la punta de la lengua en mi anillo, la caricia resultó demasiado para mí, gemí y grité:
- ¡Ya cógeme!, ya por favor, ¡métemela toda!- mi voz resonó por todo el departamento.
Mis súplicas fueron escuchadas, clavó la punta de su miembro en mi ardiente culo, lo recibí haciendo lo que había aprendido, relajé los músculos y abrí lo más que pude mis nalgas con las manos, la penetración inicial resultó muy placentera, reanudé mis chupadas a la verga de Esteban, Antonio me fue insertando su largo instrumento, lo hacía lentamente, haciendo que mi excitación fuera total, metió otro pedazo en mi abierto ano y sentí que topaba en el fondo de mis entrañas, definitivamente no me entraría todo, pensé.
Me sacó su extenso caramelo y nuevamente puso lubricante sobre él, escupió también mi ano y volvió a ensartarme, el chile se deslizó suavemente hasta el lugar en donde se había atorado, con unos movimientos de cadera, lo ensartó centímetro a centímetro dentro de mi apretada cueva, esta vez el lubricante hizo su parte, la penetración se estaba consumando, sentí la invasión placentera, ¡no me dolía!, pedí a Toño que me dejara montarme sobre su rica herramienta, accedió y se acostó sobre la alfombra, me subí en él y lentamente me fui clavando la larga verga de mi cogedor, me comenzó a masturbar y no se detuvo hasta que los chorros de leche brotaron de mi pene, Esteban, poniéndose frente a mí, me lamió aquella cascada de pasión, una vez que no dejó rastro de mi abundante venida, se puso de pie y me ofreció su sabrosa mamila, la que metí en mi hambrienta boca, un minuto después, Toño quiso que se la mamara, era el turno de que Esteban me ensartara, cambié rápidamente las reatas de lugar, Toño se la limpió y comencé a chuparle esa enorme reata, Esteban por su parte, me metió su cabezón pene en mí ya no tan estrecho culo, lo hizo de golpe, me dolió un poco, no como la primera vez, decidí menear mis ensartadas nalgas como loco, lo que tuvo un efecto sobre la carne clavada en el interior de mi culo, Estaban me agarró de la cintura, me dio dos o tres metidas hasta el fondo y se vino abundantemente en la funda que yo le ofrecía a su miembro, Toño me dijo que debía venirse en mi interior, ya que deseaba terminar de inundarme el ano, como toda una puta, o mejor dicho todo un puto, le ofrecí nuevamente mi magullado trasero en la posición “de perrito”, me la dejó ir hasta el fondo en un solo movimiento, lo recibí sin ni el más leve sufrimiento, me moví al compás de sus embestidas hasta que sentí su ansiado orgasmo, apreté mi culo para aumentar su placer y no lo dejé salirse hasta que estaba totalmente flácido; ahora podía recibir vergas largas o gordas, o de ser posible que fuera larga y gorda para mi insaciable ano.
Tuve otros encuentros con Esteban y Antonio, pero fueron por separado, nada tan caliente como las dos primeras veces que me estrenaron, otras veces con mujeres, ambas relaciones han resultado muy placenteras, realmente sé que soy como puta, disfruto ensartando un culo masculino como una concha femenina, también algunas veces dejo que me claven una rica verga, pero es muy de vez en cuando…
RICO CACHONDO RELATAO YA TE QUIERO CONOCER