En una ocasión tuve que ir al centro de la ciudad pero no me llevé mi auto, así que me fui en metro, eran como las 2 de la tarde y el metro iba demasiado lleno y las personas iban muy cerca unas de otras, de repente sentí que alguien se pegaba a mi trasero y eso me hizo voltear a ver quién era, un señor de unos 35 o 40 años, bien vestido y algo guapo, pensé que lo habían empujado ya que me sonrió amablemente, seguimos nuestro viaje y los arrimones se hicieron más frecuentes y con mayor intensidad, eso me puso nerviosa ya que nunca me habían hecho eso, de todos modos decidí disfrutarlos ya que siempre llevo mis tangas bajo mi ropa, paré mis nalgas para aumentar la sensación de su verga en mi trasero, él se dio cuenta y se me acercó más hasta pegar su miembro entre mis nalgas, bajé una mano y me bajé un poco el pantalón hasta donde calculé que vería mi panty, luego le empecé a tocar su verga que ya estaba bien parada, cuando íbamos entre 2 estaciones me susurró al oído:
- Estás muy rico papito, si te gusta mi pene nos podemos bajar en la siguiente estación.
Sin decirle nada asentí levemente con la cabeza y me acerqué a la puerta para bajarme, me siguió y me acarició una nalga como diciendo “te deseo”, nos bajamos en la estación siguiente y me empezó a hacer la plática:
- ¿Sabes?, me gustaste desde que te vi y por eso me acerqué a ti.
- Gracias – dije levemente – ¿hacia dónde vas?
- Voy a dejar unos documentos y luego estoy libre, ¿te parece bien si me acompañas y luego nos vamos a un lugar más íntimo?, por cierto, me llamo Jorge – dijo extendiendo su mano hacia mí.
- Soy Rikka y claro que te acompaño– fue mi respuesta – espero que no te tardes porque tengo cosas que hacer.
- Lo que tenemos que hacer es disfrutar juntos.
- Me parece perfecto papito – respondí con voz alegre.
Caminamos unas cuantas calles y en cuanto entregó lo que llevaba, me preguntó sonriendo:
- ¿Te parece bien que nos vayamos a un hotel?
- Si tienes ganas de seguir lo que empezaste, ¡vamos!
- Te pago el cuarto y tú me haces gozar como quiero, ¿está bien?
Si responderle nada, le guiñé un ojo y sonreí maliciosa.
Tomamos rumbo a un hotelito bastante discreto y en una calle no muy concurrida, pagó y en cuanto entramos al cuarto, me tomó de la cintura y me besó ardientemente, sus manos se apoderaron de mis nalgas y las acarició ansioso, por mi parte, le bajé el cierre del pantalón y saqué su verga tiesa y caliente, un gemido escapó de su boca y me hinqué frente a él para chuparla a mi antojo, medía unos 16 cms. y era delgada pero cabezona, lamí primero el tronco de arriba a abajo, me tomó de la nuca y me acercó más a su pene que ya palpitaba de gozo, abrí la boca para que me la metiera, lo hizo muy despacio, como queriendo disfrutar esos momentos a tope, estaba muy caliente y moví la lengua para aumentar el placer que le estaba dando, me la clavó hasta el fondo de la garganta diciendo:
- Qué rico me la estás mamando, no pares.
Supe que le gustaba, así que se la seguí mamando de la mejor forma que pude hasta que me detuvo y me propuso:
- Ahora es tiempo de que me dejes acariciarte y ponerte bien caliente.
Me desvistió completamente, me acostó boca abajo y empezó a tocarme toda la espalda, las piernas y a mis nalgas les dio un tratamiento especial, las separó y me dio un beso negro delicioso que me hizo gemir de placer, luego me puso un poco de crema en el culo y empezó a metre un dedo, luego 2 y por fin metió el tercero.
Para ese momento yo ya estaba muy cachonda, tenía ganas de sentir su verga atravesar mi culo y llenarme con su trozo de carne ardiente, mis gemidos subieron de volumen y Jorge me hizo levantarme para tocarme por todos lados, se acomodó detrás de mí y empezó a arrimarme su ardiente miembro entre las nalgas, las moví para que lo disfrutara y se me pegó completamente para hacerme sentir más ganas de tenerlo dentro de mi ano.
Supe que deseaba penetrarme y tomé su verga para ponerle un condón, la coloqué en la entrada de mi culo, me agaché un poco y esperé a que empujara para lograr que me hiciera suya, Jorge se dio cuenta y comenzó a hacer presión hasta que logró introducir la cabeza de su ardiente pene, gemí porque sentí un placer inmenso, me hizo inclinarme sobre la cama para ponerme en la posición de perrito, me tomó de las caderas e inició el mete – saca con un ritmo lento y profundo.
La cogida que me estaba dando era deliciosa, realmente tenía la verga exacta para mi ano, me golpeó suavemente las nalgas haciendo que temblaran, alargué mi mano derecha para acariciar sus testículos y lograr que su gozo fuera mayor, me estuvo clavando por espacio de unos 10 minutos y de detuvo diciendo:
- Mi amor, ahora quiero hacértelo con las piernas al hombro.
- Como tú quieras papacito, soy tu puta y puedes cogerme a tu antojo – respondí jadeante.
Cambiamos de posición y me acostó en la orilla de la cama, levantó mis piernas y se preparó para poseerme así, mis piernas estaban sobre sus hombros y totalmente abiertas, acercó su verga a mi palpitante culo y me la metió de un golpe hasta el fondo, una mezcla de dolor y placer inundó todo mi ser, un leve grito salió de mi boca por tan deliciosas sensaciones que estaba disfrutando, después de unos momentos, me la sacó y se tendió boca arriba en la cama pidiéndome:
- Móntate sobre mi pene para que me saques toda la leche.
Me acomodé sobre él viéndolo a la cara, tomé su ardiente estaca y me la fui insertando lentamente hasta que llegó al fondo de mi anillo posterior, cabalgué por un par de minutos hasta que lo escuché decir:
- ¡¡¡Me vengo putita, me vengo!!!
Al escucharlo, apreté varias veces mi esfínter para que su venida fuera increíblemente placentera, sus manos estaban aferradas a mis caderas apretando con fuerza para que mi culo siguiera lleno de su caliente carne, me detuve cuando las contracciones de su miembro cesaron, sabía que lo disfrutó como nunca.
Encendimos unos cigarrillos mientras nos reponíamos de ese gozoso encuentro, mientras Jorge planeaba el siguiente…
- ¿Qué te parece que nos veamos más seguido? – me preguntó mientras me acariciaba mis pequeños pechos.
- Si te gustó, acepto – respondí gustosa.
- Para que te animes a ser mi amante, novia, esposa o puta, te voy a ir comprando ropa sexy, me gustaría verte con medias, faldas, tangas, sostén y zapatillas.
- Eso sería genial mi amor, si gustas nos podemos poner de acuerdo y empezar con unos arrimones y luego nos metemos a un hotel. Te confieso que jamás me habían arrimado una verga en el metro, me excité muchísimo.
- No se hable más, ahora ya eres mía solamente, espero que te haya gustado como lo hicimos.
- Me encantó, así que desde este momento te pertenezco.
Como respuesta me abrazó tiernamente, me dio un largo beso en la boca como sellando nuestro compromiso, me sentí en las nubes, ya tenía un novio-amante que me estaba tratando como reina.
Nos fuimos a dar una ducha e intercambiamos los números de teléfono para estar en contacto frecuente, salimos a la calle y me detuvo sonriente:
- Para empezar te voy a comprar unas medias y una tanga, ¿te parece bien?
- Por mí, encantada, si gustas te espero afuera de la tienda para que sea una sorpresa.
Entró a una tienda de lencería para comprarme lo que me acababa de prometer, salió al cabo de unos minutos y me entregó un pequeño paquete diciendo:
- Esto es para que lo estrenes la próxima semana.
No podía agradecerlo con un beso pero le di un fuerte abrazo a modo de despedida.
La siguiente ocasión en que Jorge y yo nos vimos es tema para el siguiente relato, hasta entonces queridos lectores.