Después de varios días sonó mi teléfono móvil y vi que era Jorge quién llamaba, respondí apresuradamente y escuché su varonil voz:
- Hola mi amor, ¿cómo estás?
- Muy bien mi vida, ¿a qué se debe este milagro que me llamas?
- Pues ya sabes qué es lo que quiero, verte y pasarla muy rico en la cama – fue su respuesta.
- Eso suena muy excitante bebé, dime cuando quieres que nos veamos.
- ¿Te parece bien mañana?, tengo tiempo desde las 9 de la mañana y hasta las 12.
- ¿En dónde te veo? – pregunté con ansia.
- Nos vemos a las 9 en la estación San Cosme del metro para irte dando unos buenos arrimones y luego al hotel para gozar juntos.
- Perfecto cariño, ahí estaré puntual.
Terminé la llamada y quiero confesar que me excité mucho con solo pensar que estaría nuevamente junto a él, para no perder tiempo, preparé mi ropa para lucir muy sexy, ya que la vez anterior solo llevaba mi tanga, elegí mis zapatillas blancas, las medias negras y la tanga blanca que me había regalado, minifalda negra, sostén del mismo color y una blusita transparente.
Quería que el tiempo volara porque la anterior vez me dejó muy contenta con todo lo que me hizo, así que ahora estaba dispuesta a ser la mejor amante que Jorge nunca hubiese tenido.
Al irme a dormir, solo tenía en la mente su cara, su figura y, lo más rico, su ardiente verga que necesitaba dentro de mí, llegó el sueño u me quedé con todo eso revoloteando por mi cerebro.
Al día siguiente me desperté muy temprano para estar lista y cumplir con nuestra cita, como siempre, me puse la tanga y, en esta ocasión, las medias, quería ahorrar tiempo al llegar a la habitación y entregarme a mi ardiente amante, puse las demás cosas en un pequeño portafolio en donde guardo mi lap top, agregué el lubricante para que la penetración resultara deliciosa, armada de valor, salí faltando media hora para encontrarnos, tomé un taxi y llegué faltando solo 10 minutos, entré al metro y lo esperé en donde habíamos quedado, llegó muy puntual y lo saludé alegremente:
- Hola Jorge, buen día.
- Hola Rikka – dijo en tono muy bajo para que nadie lo escuchara- ¿nos vamos?
- Vámonos – contesté efusivamente.
Abordamos el metro y como siempre venía atestado, tuvimos que pedir permiso a varias personas antes de poder acomodarnos dentro del vagón, como me había dicho me puse cerca de la puerta y él se acomodó detrás de mí, sentí casi de inmediato su cercanía, empezó a rozar mi trasero con su pene, para que lo disfrutara, paré mis nalgas y sus arrimones se intensificaron, ¡¡¡me estaba excitando demasiado!!!, de repente, se pegó totalmente a mi trasero, sentí la dureza de su verga encajarse en medio de mi culo, que sensación tan rica, él estaba a punto para darme toda su ardiente estaca, como sin querer, bajó la mano que estaba oculta a la vista de los demás pasajeros y me empezó a acariciar las nalgas, qué atrevido pero la sensación era deliciosa, llegamos al fin a la estación de destino y nos bajamos sin hablarnos.
Salimos directo al hotel en donde habíamos estado la vez pasada, pagó la habitación y entramos rápidamente, lo abracé y pegué todo mi cuerpo al suyo, él me besó larga e intensamente mientras me tocaba por todos lados, al separarnos me pidió muy amorosamente:
- Dame unas mamadas que estoy demasiado caliente.
Sin respuesta alguna de mi parte, me hinqué frente a él, desabroché su pantalón, lo bajé y saqué aquel ardiente pene, lo lamí suavemente de arriba abajo por varios minutos, acaricié sus peludos huevos y me la fui metiendo lentamente en la boca hasta llegar al fondo de mi garganta, nuevamente moví mi lengua para aumentar el placer de mi amante, puso sus manos en mi nuca y trataba de penetrar más y más mi húmeda cavidad bucal, en algunas ocasiones, me hizo sentir arcadas de tan profundo que la metía, la saqué un instante y le dije:
- Papito mío, mi culo pide a gritos que lo llenes de tu tiesa carne.
Como todavía estaba con mi ropa de niño, le pedí que me dejara ir a cambiarme, asintió con la cabeza y tomé el portafolio en donde llevaba mi ropa y me fui al baño.
Antes de salir, le dije a través de la puerta:
- Cierra los ojos, quiero darte una sorpresa.
- Ya amor – dijo cerrando los ojos.
Salí y en cuanto estuve frente a Jorge, le dije:
- Ya puedes abrir los ojos.
- Luces maravillosa amor, te ves divina en verdad.
Agradecí el cumplido asintiendo con la cabeza mientras giraba lentamente para que me viera completamente, di algunos pasos contoneando las caderas mientras observaba su reacción.
Trató de tocarme las piernas y lo evité con un leve saltito hacia atrás, se levantó y me tomó de la cintura mientras me besaba ardientemente.
Empezó a quitarme la blusa y la falda y quedó maravillado porque vio mi tanga y las medias que me había regalado, me tocó suavemente el trasero en donde se perdía el hilo de mi prenda íntima, unas cariñosas nalgaditas hicieron estremecer mis nalgas, me levantó en sus brazos y me llevó a la cama para dar rienda suelta a la pasión.
Sentí que estaba demasiado excitado, así que le pregunté:
- Mi amor, te siento demasiado caliente, ¿por qué?
- Como te iba a ver hoy, me tomé una pastilla para aguantar más contigo – respondió sonriendo.
- Eres muy apasionado, y hoy más, quiero que gocemos hasta quedar desfallecidos.
Empezó por quitarme la tanga dejándome las medias y las zapatillas puestas, me dio la vuelta y me dio un par de nalgadas, luego las abrió y me lamió el trasero, puso especial atención a mi culo, besando mi anillo con mucha pasión, le di el tubo de lubricante y puso una generosa cantidad entre mis cachetes posteriores, se puso un condón y se acostó encima de mí para empezar a penetrarme, lo ayudé un poco abriendo mis nalgas con ambas manos y me la clavó con una lentitud exasperante, deseaba que ya me ensartara y me hiciera disfrutar de su pene, poco a poco lo fue metiendo hasta llegar al fondo de mi oscuro anillo, empezó a meterla y sacarla con lentitud hasta que sentí como chocaban sus huevos en mis nalgas, ¡qué placer!
Al cabo de unos minutos me la sacó y me pidió que me montara sobre él, se acostó con su verga apuntando al techo del cuarto y me senté sobre su tiesa estaca, fui bajando hasta que la tuve toda adentro, y comencé a cabalgar como loca, sus manos se aferró a mi cadera y aumentaban la profundidad de sus embestidas, me sentía en la gloria, al rato, quiso que me hincara en la cama para darme al estilo perrito, me acomodé ofreciéndole mi trasero bien abierto, se colocó detrás de mí y me ensartó de un golpe todo su miembro, una deliciosa mezcla de dolor y placer invadió todo mi cuerpo, realmente sabía hacerlo de una forma increíble, sus arremetidas se hicieron más enérgicas y profundas, supe que estaba a punto de darme toda su leche, así que apreté mi ano lo más fuerte que pude y acabó dentro de mí entre gemidos de placer.
Cuando se repuso nos fuimos al baño para bañarnos y empezó a enjabonarme toda, pero eso se los contaré en mi siguiente relato, hasta entonces amables lectores y si les gustó, mastúrbense a mi salud, besitos… Rikka.
Hola Rikka. Que bien te ves con esa ropitas. Te felicito. Tu relato está bien morboso... Haber cuando te encuentro en el metro para darte yo los arrimones...jeje cuídate y espero verte pronto.