Cuando estábamos a punto de terminar mi amiga chocó accidentalmente con sus nalgas el cuerpo de su amigo y, en tono de broma, le dijo: ¡Hey, para eso son, pero se piden!
Sin dudarlo, yo contesté: Pero si tú tienes mucho para dar, amiga. Le dirigí la mirada a su amigo y guiñándole el ojo le dije: ¿A poco no crees que tiene mucho para dar? Vaya que sí, replicó en seguida. A partir de ese momento nuestras conversaciones se hicieron más amenas y con mayor confianza.
Estábamos por terminar cuando mi amiga nos agradeció el apoyo que le dimos y para recompensarnos nos dijo: “Se han ganado un premio… ¿qué les gustaría que les diera? Recordando el comentario anterior y ya con la confianza ganada, respondí: Yo me conformo con una limonada bien fría, y para tu amigo que le des aquellas “cosas” que le recargaste. Todos reímos y como supongo ya estaba mi amiga deseosa de recompensar a su amigo de la mejor manera contestó: “Pues si me las pide, se las doy… ¿por qué no? Le dirigí una mirada a aquel tipo que para entonces ya me había imaginado tantas cosas hacer con él y moviendo mi cabeza le dije: “Anda, seguramente has de pensar que te has ganado el derecho de pedirles las nalgas”. Así que por mí no hay problema. Él se levantó y se acercó a mi amiga, algo le susurró al oído y ella asintió. Después ella le devolvió el susurro y volteando a verme con ojos de incredulidad exclamó: ¡vaya!, quien lo hubiera imaginado. En ese momento mi amiga se acercó a mí y susurrándome ahora a mí me confesó que le acababa de decir a su amigo de mis gustos sexuales y que ella también se había dado cuenta de que yo me estaba entusiasmando con él. Le contesté que sí, pero que ese momento a ella le correspondía.
Mi amiga fue a preparar la limonada que le había solicitado y cuando quedamos solos su amigo y yo él me preguntó: “¿es verdad que tienes preferencias por los hombres? Le contesté que sí inmediatamente, y que en verdad me atraía demasiado, pero creo que era el momento de mi amiga y si tenía ganas de cogérsela yo lo comprendería. Bueno, es que ella también me dijo que te gusta convertirte en mujercita y que luces lo suficientemente femenina ¿cierto? Así es, respondí. Me encanta traer puesta lencería sexy que me hace sentir una hembra de verdad. Lástima que no pensé en traer algunas prendas y mostrarme para ti y dieras tu punto de vista. Pues me gustaría verte vestida de nenita para mí en alguna ocasión ¿lo harías? ¡Por supuesto que sí! Casi grité.
¿Entonces no te molestaría que en esta ocasión me cogiera a tu amiga? ¡Claro que no! Pero sí me gustaría que me dejaras observar cómo te la coges, quiero imaginar que es a mí con quien lo haces, ¿puedo? Se lo dije con voz suplicante. Ah, ¿entonces tú también tienes ganas de ser penetrada? Sí, y agregando le dije: ya que ella te confesó mis gustos quiero vestirme de nenita para ti y darte lo mejor que tengo ya que desde que te vi me gustaste y he tenido pensamientos candentes contigo. ¿Ah, sí? Replicó… como cuáles… mmmmmm, si te contara, pero será en otra ocasión, mejor aduéñate de las nalgas de mi amiga que seguramente ya está ansiosa de que la complazcas.
Regresó mi amiga con la limonada preparada y en confianza le dije: “Oye, nuestro querido amigo me acaba de proponer que si en otra ocasión me puede ver vestida de mujercita, ya le dije que sí, que me encantaría hacerlo. Ella sin pensarlo respondió: “pues si quieres puedo prestarte ropa mía”. Le contesté que no, ya que lo pienso hacer con mis mejores prendas y prepararme adecuadamente para él y darle lo que se merece. Mejor prepárate para él y me dejes observarlos, me dijo que no había inconveniente de que los observara solo faltaría tu aprobación. Me da igual, respondió, somos amigas ¿no? Le agradecí sus palabras ya que me hizo sentir como a mí me gusta.
Terminadas las bebidas refrescantes mi amiga se acercó a él y le dijo: ¿así que te gustan mis nalgas? ¿ya viste las de ella? Dirigió su mirada hacia mí y me sonrió. Le devolví la sonrisa y le dije: no, no me las ha visto, ya me verá vestida de nenita y seguramente le gustarán más que las tuyas. Esta vez reímos los tres. El participó del comentario diciendo: “bueno, bueno, todo en su momento, pero sí me gustaría verle las nalgas a las dos”. No parábamos de reír.
Nos sentíamos en absoluta confianza de hacer y decir lo que queríamos y llegó el momento de que mi amiga cumpliera con el premio que le había prometido a nuestro amigo. Se acercó a él lo abrazó y le dio un candente beso, él la tomó de la cintura y la atrajo a su cuerpo y podía darme cuenta que sus lenguas estaban entrelazadas deliciosamente. Permanecieron así varios minutos hasta que se soltaron, él la giró suavemente y la tomó de espaldas y empezó a besarle el cuello y los hombros, mi amiga gimió suavemente y pude darme cuenta que frotaba sus nalgas al cuerpo de él. Ellos seguían en su “calentamiento” y yo permanecía quietecita observando todo. La manera en que él acariciaba sus senos y los gemidos de mi amiga hicieron que me prendiera poco a poco, empecé a acariciarme los pezones por encima de la ropa y sentía recorrer dentro de mí el deseo de ser acariciada. Mientras ellos seguían en su juego de caricias y gemidos me aparté un poco y me senté lo más alejada de ellos, pero sin dejar de observarlos ya que me desabroché la camisa y dejé al descubierto mis pezones y los podía acariciar libremente. No perdí detalle de lo que él le hacía a mi amiga, le quitó el sostén suavemente y dejó al descubierto los grandes y firmes senos de mi amiga, la manera en que se los frotaba y oprimía me obligaron a imaginarme que tenía los mismos senos de ella y a partir de ese momento gozaba con la delicia de sentirme una hembra y aunque no sentía las manos de un hombre podía jurar que sentía lo mismo que mi amiga.
Él se dio cuenta que estaba un poco alejado de ellos y volteó a mirarme, observó que estaba acariciándome los pezones ya sin la camisa puesta, me dirigió su mirada y se remojó los labios con su lengua insinuando querer lamerme mis pezones, le devolví la mirada casi suplicando que deseaba sentir sus labios en mis pezones. A partir de ese momento cada caricia nueva que le hacía a mi amiga me volteaba a ver para ver mi reacción y yo hacía exactamente lo mismo que mi amiga, tratando de decirle que me estaba gozando a mí también de la misma manera.
Llegó el momento de que la acomodó para penetrarla, la condujo a uno de los sillones de la sala y la inclinó de manera que sus nalgas quedaran paraditas y listas para recibir su miembro varonil. Me sentí emocionada de ese momento y no pude evitar el deseo de acercarme para verle su verga ya que desde que lo vi y me agradó yo quería conocerla. En mi mente hice una exclamación de woww, ya que era un miembro de buen tamaño y bien formado, su punta del que ya salía fluido preseminal tenía la forma de un pequeño hongo que al verlo libre y bien parado se antojaba darle una riquísima mamada. Como ya había dicho antes, cada cosa nueva que le hacía a mi amiga me dirigía la mirada, esta vez, al sacar su verga, la tomó con sus manos y me la ofreció, saqué mi lengua en señal de que gustosamente se la mamaba y con un asentamiento de la cabeza me dijo: “ven, acércate”. Me levanté y me acerqué como él me lo pidió ya que, si fuera mujer de verdad, diría que estaba totalmente humedecida y urgida de meterme ese pedazo de carne en mi boca.
Habíamos acordado decir y hacer las cosas como se nos vinieran en mente y no sentirnos ofendidos así que su orden me la dijo de tal manera que no podía rechazarla, para ese instante ya me sentía de su propiedad y su más fiel servidora. Volvió a decirme que me acercara y con la mirada me ordenó que me arrodillara, tomó su verga con una mano y me la metió en la boca, ansiosa como estaba la succioné y tragué su líquido preseminal que tenía en la punta de ella, su sabor me agradó y deseaba sacar más jugo, pero me contuve cuando dijo: “así putita, así… ensalíbame la verga porque quiero que la lubriques porque se la quiero meter de un solo golpe a esta otra puta”. Ya me había olvidado de que esa verga era para mi amiga, pero lejos de molestarme le dije: sí papi, sí… soy tu puta y pídeme lo que quieras. Quería que me escuchara claramente y que sintiera que estaba dispuesta a todo para complacerle, me gustaba tanto y su verga más que deseaba convertirme en su esclava, en su puta y obedecerle en todo. Creo que se dio cuenta de ello ya que a partir de ese momento cualquier cosa que se le ocurría me lo pedía y yo, complaciente y puta como me sentía, no dudaba en hacerlo.
Metió su verga dentro de la vagina humedecida de mi amiga y empezó a moverse de atrás hacia adelante, estaba mi rostro tan cerca de ese movimiento que podía escuchar con claridad el sonido que provoca el meter y sacar la verga de esa cavidad humedecida. Me gustaba escuchar ese sonido y más el doble placer que sentía, por un lado, escuchar los gemidos de gozo de mi amiga y yo de ver ese rico miembro varonil cumpliendo su función adecuadamente. Además de que a cada metida de su verga nuestro “amo” y “señor” nos decía putas y nos encendía más nuestros ánimos de sentirnos así. Aunque en un principio había quedado de ser únicamente observadora no pude evitar sentirme atraída de participar de ese momento en que un hombre y una mujer están haciendo el amor y cogiéndose rico. Los gemidos de placer, la confianza que adquirimos los tres, mi sensación de sentirme hembra, las ganas de ser puta, se conjugaron para que participara activamente de esa acción.
Él sabía que estaba dispuesta a todo y ahora me pidió que le lamiera sus testículos y que el tronco de su miembro lo llenara de saliva, sabía que lo pedía porque escuché a mi amiga pedirle que le metiera la verga por el culo, sabía por experiencia propia que mientras esté mejor lubricada la verga para introducirla por el ano es mucho mejor, ya que de esa manera el dolor es mínimo y el placer máximo. No podía negarme a esa petición, su voz era grave e imperiosa y, aunque no era su intención que sonara enérgica, me sentía en la necesidad de obedecerle ciegamente. Sacó la verga de la vagina de mi amiga y, llena de flujo vaginal, me la volvió a meter en la boca, ahora el sabor era diferente, había probado el semen y el flujo preseminal de otros amantes, pero este sabor era totalmente desconocido para mí; sin embargo, me gustó y lo más agradable fue de haberlo recibido de la verga de mi nuevo amante, se conjugó el flujo vaginal con mi saliva y los testículos los saboreé deliciosamente, dirigí mi mirada a la suya en espera de su aprobación y que me indicara que si lo estaba haciendo bien o si me esmeraba mejor en mi trabajo. Él tenía los ojos cerrados y no se percató de que lo observaba, solo se le escuchaba decir suavemente “así putita, así.. rica putita…mmm.. eres una riquísima putita….sigue… sigue… ahhhhh…así que deduje que le estaba gustando porque soltó sus manos de las caderas de mi amiga para ponerlas en la parte posterior de mi cabeza, sentía como me la oprimía cuando mi lengua tocaba aquellas partes más sensibles de su verga y me la sostenía ahí, cuando dejaba ese punto y pasaba a otro lugar dejaba de oprimir, pero cuando volvía a pasar por ese punto que le causaba más placer me quedaba más tiempo y mi lengua trabajaba más rápidamente. Sabía que mi “amo” me iba a recompensar como yo me merecía. Cuando comprobé que su verga había quedado lo suficientemente lubricada para entrar por esa cavidad estrecha de mi amiga me ofrecí a dirigirla al lugar correspondiente. Me levanté del lugar donde estaba y tomé la verga de mi nuevo amor, le dije a mi amiga que si ya estaba lista para recibir la verga de mi amado y solo asintió moviendo la cabeza, antes de colocar la punta de la verga en la entrada del orificio estrecho de mi amiga le di la última succión, esta vez acompañada de una mirada de deseo hacia mi “amo” como solicitándole que fuera a mí a quien fuera a penetrar y lo hiciera de un solo golpe, él lo comprendió y empuñando su instrumento viril lo metió de un solo golpe dejándose caer sobre el cuerpo de mi amiga, que debido al dolor que le causó esa introducción arqueó su espalda y levantó más las nalgas para recibir en su totalidad ese riquísimo miembro que acaba de degustar. Quedé complacida de observar que mi trabajo había sido perfecto y que la verga estuviera perfectamente lubricada para meterse de esa manera en ese estrecho culo que quedó completamente amoldado a la verga de mi “dueño”.
La manera en que metía y sacaba la verga de ese orificio sin dejar de tomarle por la cintura a mi amiga, el golpeteo de su cuerpo en las nalgas de ella, hacían que admirara y deseara más a ese hombre y sentirme ya con la necesidad de ser penetrada, si en ese momento mi “amo” me hubiera ordenado que me colocara en cuatro, juro que lo haría. Sentía la urgencia de tener ese pedazo de carne en mis entrañas y dejar que hiciera conmigo lo que se le viniera en gana. Pero lo que se le ocurrió a mi “dueño” no lo hubiera imaginado yo. Me preguntó que si me había gustado el sabor de la vagina de mi amiga y le dije que sí, pues bien, me “ordenó”: quiero que te coloques por debajo de ella y le chupes la vagina mientras le meto la verga por el culo. La orden y la sensación de chuparle la vagina a mi amiga mientras veo el miembro entrar y salir por su culo me llenó de emoción, sin dudarlo me acomodé de la manera en que él me lo pidió y empecé a chupar la vagina de mi amiga que ahora estaba encima de mí, pero me di cuenta que no solo podía chupar la vagina de ella sino que también podía lamer la verga de mi amado, fue tal el placer que sentía de estar así que le agradecí a mi “amo” que me haya pedido que me acomodara así. Lo mismo hizo mi amiga ya que sentía doble placer de sentir mi lengua en su vagina y la verga de su amigo en su culo. Permanecimos así no sé cuánto tiempo, pero no quería que terminara, mi amiga tuvo dos orgasmos casi seguidos y todo estaba por terminar cuando nuestro amigo nos avisó que estaba a punto de eyacular, tanto ella como yo estábamos preparadas para recibirlo, él deseaba eyacular dentro del culo de ella pero yo también quería recibir parte de su dotación de leche. Creo que adivinó mis pensamientos ya que después de descargarse dentro del culo de ella sacó su verga llena de su propia leche y, sin preguntarme, me la metió en la boca y esperó a que se la siguiera succionando, lo cual hice con el mayor gusto ya que sentí que me tomó en cuenta para su propia satisfacción, me sentí complacida y satisfecha de mi participación.
Esta historia no termina aquí, después de un descanso nos propusimos continuar y hacer de este día de limpieza un día de placer…