Eran aproximadamente las 8:30 p.m. cuando escuché que tocaban a la puerta, me acerqué a ver por la mirilla y vi dos siluetas masculinas. Una de ellas era la de mi vecino y la otra de un desconocido, abrí la puerta y los saludé. Mi vecino me presentó a su primo al cuál le dirigí una sonrisa, les pregunté que qué se les ofrecía y mi vecino me dijo que pasaba solo a saludarme. Por cortesía les ofrecí pasar a tomar una taza de café. Ellos aceptaron y se dirigieron una mirada de complicidad.
Pasamos un buen rato platicando en la sala de cosas sin importancia cuando de repente empezó a llover bastante fuerte, me acerqué a la ventana que da a la calle para observar la lluvia, el primo de mi vecino se acercó y me preguntó: ¿te gusta ver llover? Le contesté diciéndole que las tardes lluviosas se me hacían muy románticas. ¿Románticas? ¿por qué? Inquirió. Bueno, quizá sea porque invitan a estar con alguna persona que te mime y te consienta. ¿Y no tienes quien te mime y consienta hoy? Le dije que no, que estaba tan aburrida que ya estaba por irme a descansar.
¿Tan temprano? La noche es joven, aún puedes hacer algo para no aburrirte. ¿Cómo qué? Le sugerí. Bueno, no sé… tú sabrás. Al decir esto dirigió una mirada a su primo y pude percatarme que algo se traían entre manos. A ver, que se traen, les dije y empecé a reírme. Mi vecino me respondió: mira, le platiqué a mi primo las “cositas” que hacemos de vez en cuando y me dijo que tiene la curiosidad de saber que de cierto hay de todo eso.
Ahhh, ahora entiendo la visita inesperada, le dije. Pero si me dan unos minutos para estar presentable para ustedes podemos hacer algo guiñándoles un ojo. ¡Claro que sí! Respondieron al mismo tiempo los dos. Los tres reímos por la situación. Pasados 15 minutos regresé con ellos vestida como una chica colegiala. Al verme así los dos se acercaron y comenzaron a manosearme por todos lados, tratando de parecer inocente les decía que no, pero los manoseos eran más provocativos y yo no me quedé atrás, les dije que nos acercáramos a la ventana a ver la lluvia, me coloqué en medio de los dos y mientras ellos me acariciaban las nalgas levantándome la faldita que traía puesta, les frotaba su verga por encima de los pantalones a los dos. Pasamos varios minutos de esta manera hasta que me dispuse a sacar sus miembros ya erectos de sus pantalones. Tenía en cada mano la verga erecta de mis invitados inesperados y empecé a masturbarlas lentamente. Mientras que ellos seguían acariciando mis redondas nalgas y de vez en cuando sentía el dedo de alguno de ellos tratando de alcanzar mi orificio anal.
Me sentía mimada y consentida por mis invitados casuales. Poco a poco me fui arrodillando de manera de quedar enfrente del miembro del primo de mi vecino. Quizá la curiosidad de probar otro manjar diferente a lo ya conocido me hizo elegir primero la verga del primo de mi vecino.
Me llevé su miembro a mi boca y le di una chupada a la puntita de su verga que lo hizo estremecer, él lo agradeció con una exclamación de “ahhhhhh, qué rico” y me tomó de la nuca con sus dos manos, sentí como me movía la cabeza al ritmo que él quería y yo me dejé llevar a su manera. El vecino se alejó por unos instantes a observar lo que le hacía a su primo y le empezó a animar a decirme lo que se le ocurriera. Ahhhh primo, te quedaste corto al decirme lo bien que mama la verga esta nenita. No le digas nenita, mejor dile putita y verás que te la chupará mucho mejor. Como el vecino ya sabía qué decirme para ponerme a mil, para el primo no le fue difícil tomar confianza y empezar a “calentarme” más.
¿Así que te gusta que te digan putita? ¿verdad? Pues entonces así te diré porque quiero que me mames la verga hasta que me reviente en tu boca y te tragues toda mi lechita.
Saqué su miembro de mi boca solo para decirle que me diga todo lo que se le ocurriera, que le comprobaré que todo lo que le dijo su primo era cierto con respecto a mí. Sin más empezó a “insultarme” con palabras como golfa, puta, piruja, zorra, ante la mirada complaciente de mi vecino, que de momento quedó sorprendido de todo lo que su primo me decía. Pero cuando se dio cuenta que lejos de molestarme me excitaba más se acercó para acariciarme las nalgas que para ese momento las había levantado lo más que pude. Me sentía excitada y estaba dispuesta a dar lo mejor de mi ante ese par de machos que me hacían sentir justo así. Una puta, una golfa, una piruja, una zorra sedienta de placer.
“Anda putita, goza mi verga se ve que te gusta porque me estás dando la mejor chupada que me hayan dado en mi vida, eres tan piruja que no te cansarías de mamar y mamar, ahhhhhhh, así…. Así… sigue así mi putita…. Mmmmmmm. ¿tu putita? ¿quieres que sea tu putita? Le dije melosamente sin soltar su verga de mi boca y dándole la chupadita a la cabeza de su miembro que me di cuenta que era lo que disfrutaba más. Sí, si… quiero que seas mi putita, mi zorrita,… me tienes a mil primor, bien que sabes lo que me está gustando y ahora quiero sentir tu lengua que la deslices en toda la verga que ahora es tuya. Tomé su verga con la mano y dirigí mi lengua a la base de sus testículos, lamí uno a uno sus huevos y poco a poco deslicé mi lengua en todo ese cilindro de carne que ciertamente me encantaba lamer hasta llegar a la ya enrojecida punta de su verga y remataba con una rica succión que mi invitado agradecía con un jalón suave de mi cabello.
De repente empezó a jadear y un chorro abundante de rica y caliente lechita inundó mi boca, la cual absorbí completamente y dándole la acostumbrada succión a su puntita que sabía lo que le encantaba y que a mí me causaba el doble de placer. Primero por la rica sensación de sentirme hembrita, no solo por la ropita que traía puesta, sino por la manera de comportarme ante ese ejemplar masculino y la otra por saber que mi esfuerzo de mamarle la verga de esa manera a mi “invitado” le haya provocado que eyaculara con tal gusto y con tanta fuerza que seguramente lo disfruto mucho. Y vaya que sí, porque cuando su miembro empezó a volver a su tamaño original, él tenía sus ojos cerrados, su voz comenzó a bajar el volumen y parecía que hablaba en susurro y solo se escucha que decía, así putita… asi… mmmmm… ahhhhh… si, asi…. mmmmm… putita mía, ahhhhh.
Hasta ese momento el vecino que se había quedado observando hizo acto de presencia y empezó a aplaudir. ¿Y para mí no hay nada? Y se sonrió. Para ti lo que quieras, amor. Le respondí. Es que te pones tan cachonda y la manera en la que estabas gozando de esa verga que parece que te estás concentrando pues no te quise interrumpir. Gracias por tu comprensión y sí es verdad. Tú sabes que cuando me dispongo a mamar la verga lo hago de tal manera que no quiero que mis “invitados” queden defraudados. El primo de mi vecino que hasta ese momento estaba recuperando el aliento dijo: Lo haces tan rico que en verdad eres una puta, aunque que creo que la diferencia es que tú no nos vas a cobrar. Los tres soltamos una carcajada. Por supuesto que no, le respondí. Lo hago por el gusto de complacer y complacerme sin ningún compromiso. Aunque no es mala idea, ¿ehhh? Y volvimos a reír. Ahhh, pues yo te pagaría con gusto, replicó. Porque siento que garantizas el servicio y das lo mejor de ti.
Bueno, ¿y yo qué? Volvió a preguntar el vecino. Dijiste que lo que yo quiera. ¿Y qué quieres? Inquirí. Pues se me antoja lo mismo que acabas de hacer con mi primo.
¿Lo mismo? ¿Y me vas a decir lo mismo que tu primo?
Claro, si tú quieres.
Está bien, ¿pero tu primo ahora será el observador o qué? El primo contestó: ya me repuse para continuar y tomándose la verga con la mano me la enseñó. Mira, está deseosa de ti. Mmmmmm, le dije, veo que tienes fuerzas para continuar y acercándome a su rostro le dije suavemente al oído: cógeme…
Me acomodé de tal manera de quedar enfrente de la verga de mi vecino mientras que le “ofrecía” a su primo mis nalgas paraditas y mi culo deseoso de sentir esa rica verga que había chupado antes.
Volví a escuchar las palabras “cachondas” que los dos tipos me decían lo que hacía que me convirtiera en la puta, golfa, piruja, zorra que me sentía en ese momento y mientras gozaba la verga de mi vecino en mi boca, que como lo he dicho en mis relatos anteriores es una verga bien formada que invita a mamarla deliciosamente, y que esta vez no iba a ser la excepción, tenía la verga del primo taladrándome el orificio anal por detrás y que yo golosa, y putísima que me sentía en ese momento me deslizaba de atrás para adelante introduciéndome ese pedazo de carne en mis entrañas al ritmo que me deleitaba de placer.
Mi vecino me “regaló” con una rica dotación de leche que saboree hasta la última gota, al mismo tiempo que sentía en mi culo la leche caliente del primo que eyaculó sin dejar de decirme lo puta que yo era.
Pues así fue mi encuentro inesperado, que espero se repita… Pero ahora dejará de ser inesperado porque ahora lo espero con muchas ansias de ser la putita de mis “invitados”…
P.D. y si alguien quiere que sea su putita sin que le cobre nada, espero sus invitaciones y comentarios…
excelente relato y me gustaría muchísimo ser tu invitado para poder disfrutar de esa putica tan rica q eres