Después de 15 minutos apareció mi “amigo” pero llegó acompañado de una persona al que me presentó como su gran amigo. Los invité a pasar a los dos y les ofrecí algo de beber. Regresé con las bebidas al mismo tiempo que le preguntaba lo que se le había ocurrido, a lo que él, sin titubear, respondió: “Pues mira, tú sabes que mi mujer es un poco recatada pero me excita imaginarla que está siendo cogida por otro hombre, pero no me atrevo a pedírselo, así que me gustaría que tú tomaras ese papel y me dejes mirarte mientras mi compañero te coge”.
¿Así nada más? Le respondí, al mismo tiempo que sonreía.
Bueno, pensé en ti porque sé lo mucho que te excita sentirte nenita y por lo cachonda que eres, y que creo que te va a gustar. Me decía mi “amigo” tratando de convencerme. Después de unos instantes le respondí: ¿Por qué no? Dame unos momentos para prepararme.
Regresé con ellos vestida de colegiala, falda cortita, con medias sostenidas por un atractivo liguero, zapatillas de tacón alto que me obligaban a levantar las caderas y que al “amigo” de mi “amigo” le causaron buena impresión. Me acerqué a mi “amigo” y le dije: “Mi amor, ¿te gusta cómo luzco para ti? Me tomó de la mano me dio una vuelta completa y dijo: “Estás linda como siempre, espero que seas muy complaciente con nuestro invitado”. Sí mi amor, recuerda que soy tu “esposa” y puedes pedirme lo que quieras. Mmmmm, exclamó, pues antes de que atiendas a nuestro invitado necesito de una rica mamada, de esas que te gusta hacer. Sí mi amor, lo que tú digas, me encanta tu verga cuando la tienes dura y bien paradita, ahhhh, dejé escapar un suspiro.
Me arrodillé frente a él y bajé el cierre de su pantalón, saqué con cuidado esa rica verga e inmediatamente le di una chupada que lo hizo estremecer, ahhhhhh, mmmmmm, cuánto necesitaba de tu boca, mi amor. Me dijo al mismo tiempo que me tomaba de la cabeza con sus dos manos y me guiaba para que me metiera esa enorme verga en lo más profundo de mi garganta. Me excitaba sentirme dominada por mi macho y le agradecí el movimiento chupándole con mayor entusiasmo su verga completamente erecta. Después de unos minutos me dijo: “mi amor, no gastes tus mejores chupadas, recuerda que tenemos un invitado”. Por un momento me había olvidado de su “amigo” y le dije: “Perdón mi amor, es que me enloquece tu deliciosa verga y tenerla en mi boca es lo que más me encanta”. Pero tienes razón, continúe, hay que atender a tu “invitado”. “Mi vida, ¿algo especial que deseas que te complazca? Le pregunté. A lo que él respondió: “Mi amor, no me preguntes eso, tú eres mi “esposa” y quiero observar lo mucho que disfrutas sentirte bien puta”. “Haz lo que sabes hacer y atiende muy bien a nuestro “invitado”.
Me levanté y, acomodándome el cabello de la peluca, le guiñé el ojo al “invitado” y mirándolo fijamente le indiqué que se acercara, que como ya se había dado cuenta, estaba totalmente dispuesta a entregarme a él para complacer a “mi marido”. Al darse cuenta de ese jueguito que teníamos no tardó en tomar la debida confianza y comenzó a acariciar mi cuerpo, me rodeó con sus manos la cintura y me tomó por las nalgas, le apeteció darme unas nalgaditas, las cuáles provocaron que me excitara más, le correspondí levantando los glúteos y levantando un poco la falda, la tanga que traía puesta lograba que luciera unas ricas y redondas nalgas que al “invitado” le provocaron una exclamación. “wowwww, tienes un rico trasero”. Giré la cabeza para ver la reacción de mi “marido”, el cual se encontraba observando la escena mientras se masturbaba. Sentir las manos del “invitado” en mis nalgas y mirar la rica verga de mi “esposo” cómo la manoseaba, me provocó una sensación intensa. Era tal la fantasía que estábamos viviendo que por un momento me sentí realmente su “esposa”, ya que a partir de ese momento sentí la intensidad de ser una nenita y que realmente estaba muy excitada. Me dirigí a mi “esposo” diciéndole: “mi amor, estoy muy excitada y necesito de una rica cogida, ¿me dejas entregarme a nuestro “invitado”? Sí mi amor, me respondió. Quiero verte en acción, me excita verte en brazos de otro hombre y que disfrutes sentirte bien puta”. Anda, complace a nuestro “invitado” y compláceme a mi, libera tu esencia de nenita y conviértete en esa rica putita que te gusta ser. Sí mi amor, lo que tu digas. A partir de ese momento mi “esposo” solo se limitó a observar y me dediqué totalmente a nuestro “invitado”. Lo dejé que me acariciara todo mi cuerpo y que me dijera lo que se le ocurriera, procuré en todo momento estar enfrente de mi “esposo” para que no se perdiera ningún detalle. Esa sensación de ser poseída por un “conocido” enfrente de tu “marido” es algo increíble ya que tienes la plena confianza de entregarte completamente siendo “autorizada” a ser de “otro”. Esa rica sensación que me dominaba en ese momento hizo que le diera lo mejor de mi sexualidad. Me arrodillé frente a él para mamarle la verga como lo había hecho con mi “marido” anteriormente, pero con la diferencia de que lo estaba haciendo enfrente de mi “esposo” al que le regalé una magnífica imagen, ya que estaba inclinada, pero con las rodillas separadas y levantando las nalgas y las giraba lentamente como invitándolo a tocarlas. Sentía su mirada en mi trasero y más provocativamente levantaba las nalgas, quería que mi “esposo” gozara también de ese momento. Fue tanta mi excitación de esa postura que succioné fuertemente la verga del “invitado” el cuál lanzó un torrente de rica y espumosa leche que me llenó la boca y parte de ella se resbaló por la comisura de mis labios. Mi “marido” al verme con la boca llena de leche de otro me dijo: “mi cielo, sí que sabes cómo complacer a los hombres”.
¿Te gustó mi amor? Le pregunté. Él asintió y respondió: “Ahora me falta ver cómo te meten la verga por ese rico culito apretadito que tienes mi amor”. Dejemos que se reponga nuestro “invitado” cielo, le inquirí. No sé si te gustaría por mientras algo para ti. Pues sí, ¿qué te parece si me regalas una mamada como la que acabas de hacer? Ahhhh, y también que le muestres a nuestro “invitado” tu rico culito, amor; así como me lo ofreciste a mi. Lo que tú digas mi amor, le respondí.
Me dirigí a él a gatas como estaba y volví a meterme su rica verga a mi boca y, como él me lo pidió, le ofrecí mis nalgas al “invitado” colocándome de la misma manera para que me pudiera observar. No tardó en reponerse y excitarse con lo que estaba viendo, al acercarse comentó: “Desde que te vi, se me antojaron tus ricas nalgas y deseo meter mi verga por ese rico culito que has de tener”.
Como toda una dama y respetuosa de su “marido” le dije a mi “esposo”: “Mi amor, con todo el respeto que me mereces, ¿me permites ser penetrada por este caballero al que le gustan mis nalgas y que desea invadir el agujerito que es tuyo”? Todos reímos de la ocurrencia. Y mi “marido” contestó: Sí, te doy permiso, pero con la condición de que, al mismo tiempo de que este caballero invada tu rico culito de puta que tienes, me chupes la verga hasta que pruebes también mi leche que tengo guardada para ti. “¡Claro que sí!” exclamé efusivamente ya que mi mayor placer es sentirme poseída por dos machos al mismo tiempo y ahora no iba a perder la oportunidad.
Los detalles los comentaré en el próximo relato…
Qué rico tu relato Renata, lo disfrute mucho, escribes muy bien y me excitaste hasta acabar, identificándome totalmente contigo. Sabes ya tengo marido, ademas es mi jefe y tiene un chico gay que trabaja con nosotros y una de las cosas que mi marido goza es ver al amigo singandome y teniendo sexo los tres juntos, yo haciendo tu papel, Verdad que es emocionante ser la hembra de dos a la vez?