Le prometí no mencionar su nombre en este nuevo relato, pero lo que si le dije es que iba a describir a detalle cada momento que tuvimos en la intimidad.
Todo empezó cuando en su mensaje me escribió algo así: “Mamita, que rico relato, quisiera estar con una nena así como tú”.
El que me haya dicho “nena” me provocó una sonrisa e inmediatamente le respondí.
-“Qué bueno que te gustan mis relatos, cuando gustes podemos hacer realidad tu fantasía”.
Al siguiente día me respondió: -¿De verdad me complacerías de la misma manera como lo haces en tus relatos?
- ¡Claro! ¿por qué no? Así como fue mi primera vez en la que anhelaba sentirme como una hembrita con un macho y se me hizo realidad. Le respondí.
- ¿Te vestirías sexy para mí y ser mi mujercita? Te compraría ropita sexy para que la luzcas para mí.
- Sí, sí… es lo que me gusta hacer. Sería tu nenita y haría realidad tu sueño y te acepto la ropita que me quieras obsequiar.
Después de varios días de mandarnos mensajes, acordamos vernos en un departamento que él había conseguido de un amigo.
Llegué puntual a la cita y me invitó a pasar al departamento. Después de los saludos de rigor me entregó un paquete envuelto para regalo. Le sonreí y le dije que si el contenido era de la talla que le había indicado. Me dijo que sí, lo que no pude conseguirte fueron las zapatillas, espero que hayas traído las tuyas, me respondió.
Sí, claro. Sé que no iba a ser fácil conseguir todo, pero te agradezco tu regalo. Me llevó a una de las habitaciones y me dijo: “Tómate el tiempo que quieras, deseo que te conviertas en una perfecta nenita”.
Me tomó casi media hora transformarme en una chica traviesa y sensual. La ropa que me regaló mi nuevo “amigo” consistía en un conjunto de lencería de color negro. En realidad me quedó un poco ajustado y ese roce me provocaba cierta excitación. Las medias ajustadas con la banda de silicón, el liguero, la tanga, el sujetador y las zapatillas, junto con el maquillaje que utilicé para ese momento me hacían sentir realmente una chica. El primer momento ya estaba hecho.
Para el segundo momento me dirigí donde se encontraba mi “amigo”, el cuál permanecía sentado en la sala del departamento tomando una limonada. Al verme aparecer vestida como me lo había pedido, se le dibujó una sonrisa y exclamó: “Te ves preciosa, mi amor”.
Caminé cadenciosamente donde él se encontraba y sugestivamente le guiñé un ojo, el cual me respondió mandándome un beso con su mano. Me acerqué y lo abracé, le dije al oído: “Me encantó tu regalo, a partir de ahora soy toda tuya”.
Me acercó a su cuerpo y me empezó a besar los hombros y el cuello. Me tomó de la cintura y me apretó más fuerte, pude sentir que ya estaba excitado al sentir la dureza de su verga.
Deslicé mi mano a su miembro y lo acaricié, él reaccionó dando un fuerte suspiro. Me di vuelta para quedar a espaldas de él y froté mis nalgas en su erección. Me tomó de mis pequeños senos y me empujó su verga como deseando traspasar de un solo golpe su pantalón y mi tanga y meterme la verga en el culo.
Me dijo al oído: “Te ves tan rica que ya me muero por cogerte, mamacita”.
Sí, mi amor. Le respondí. Cógeme, ¿sí? Se lo dije de la forma más sensual y sugestiva que pude.
“Oye mi amor. Él me preguntó: ¿es cierto que te pones más cachonda si te dicen que eres una putita?”
¿Quieres verme muy cachonda? –le respondí. Me dijo simplemente: Sí.
Pues sí, la verdad es que me excito más cuando me hacen sentir que soy una hembrita y me porto como tal. Soy capaz de cualquier cosa por satisfacer a mi macho que me está dando mucho placer.
Y no tanto porque me sienta ofendida que me digan “puta”, sino porque siento que estoy haciendo bien mi papel y quiero complacerte plenamente. ¿Me explico?
“Sí, creo que sí”. Él dijo. El hecho de que estés comportándote como una hembrita es lo que te causa placer, ¿verdad?
Así es, le contesté.
Sin más palabras nos dedicamos a entregarnos como hembra y macho… Y he de decir que mi “amigo” se comportó a la altura de las circunstancias dándome gusto en lo que le pedía.
Sintiéndome plenamente entregada hacia él, me dijo: “anda amor, disfruta siendo nenita y haz conmigo lo que quieras hacer”.
“Sé mi putita y goza de cada instante de lo que te haga sentir nenita cachonda”. Parecía que mi “amigo” me adivinaba el pensamiento.
Lo tomé de la mano y lo llevé a la recámara donde me había convertido en nenita. Lo recosté boca arriba y empecé a quitarle el cinturón. Le bajé lentamente el pantalón y froté suavemente la erección que se le notaba debajo de la trusa. Él me ayudó quitándosela y pude ver en todo su esplendor la verga que tenía ya cerca de mi cara. La tomé delicadamente y dándole un pequeño roce con mis labios empecé a deslizar mi mano en su rica verga. “Anda, no te detengas ya te dije que hagas lo que quieras hacer conmigo”, me volvió a repetir.
A partir de ese momento me sentí dueña de las acciones y tomé por completo la iniciativa. Me sentía doblemente complacida ya que, por un lado estaba vestida como nenita y, por el otro, era yo la que iba a tomar las riendas de la situación.
Me llevé su miembro a la boca y empecé a succionar la punta. Con la mano hacia ligeros movimientos de arriba abajo a su verga erecta y con mis labios y lengua disfrutaba de las delicias de ese rico miembro. Le pedí a mi “amigo” que mientras le chupaba la verga me acariciara los pezones y me los frotara. Sentía una riquísima sensación al sentir sus manos en mis pequeños senos. Emitía yo unos pequeños quejidos cuando él oprimía cada uno de mis pezones, y le correspondía dándole unas pequeñas y suaves mordidas a la cabeza de su verga y, de vez en cuando, le devolvía las caricias lamiéndole los testículos. Esta especie de juego nos tomó varios y largos minutos de placer. Al ver que su verga empezaba a emanar de riquísimos jugos preseminales los cuales bebía con mucho placer le dije que ya era el momento de que me diera una rica cogida. Me levanté de donde estaba y parándome enfrente de él, me volví de espaldas y, agachándome levemente le mostré la redondez de mis nalgas. Las cuales las tomé con mis manos y las separé, lo obscuro de mi culito pareció llamarle la atención ya que él me pidió que se lo mostrara.
Insinuante le pregunté: ¿Quieres hacer tuyo este culito? Al mismo tiempo que lo abría y se lo mostraba. Le dije: mira, quiero que me cojas en ese sillón. Me dirigí al sillón que teníamos enfrente y, arrodillándome encima de él, abrí lo más que pude las nalgas. Al verme en esa posición mi amigo se levantó de la cama y tomando como una lanza su verga se acercó y me introdujo suavemente la punta de la verga. Exclamé un ligero quejido pero al mismo tiempo deseaba ya tener dentro de mí su gran miembro. Así, amor… así… cógeme así, hazme sentir bien puta y hacerme gozar, necesito de tu verga ya… anda, no te detengas…
Al verse en total confianza mi “amigo” me ensartó de un solo golpe hasta el fondo de mi ser su miembro viril. Ahhhhh…! Me quejé. Cerré los ojos y podía sentir en todo mi interior su delicioso miembro candente. Lo dejó así por varios minutos los cuales me parecieron eternos gozando de intenso placer. Sentí que me tomó de la cintura y fue cuando empezó a deslizar su verga en el cilindro caliente de mi excitado culo. Cuando él notó que empecé a moverme de atrás hacia adelante siendo yo la que se insertara su verga dejó de moverse. Mis movimientos fueron rítmicos y yo gozaba como loca de esa rica cogida. Tuve oportunidad de agacharme aún más y levantar más las nalgas, cosa que él agradeció ya que decía que podía ver mejor la manera en que entraba y salía su verga de mi culito que ya para entonces estaba bastante lubricado. Me pidió que no me moviera y que dejara por un momento que él dirigiera la situación, sin decir palabra dejé de moverme para que él hiciera lo que deseaba.
Sólo me pidió que así como estaba agachada y con las nalgas paradas, las tomara con mis manos y abriera el culo. Lo cual accedí, ya que lo que quería hacer era insertarme desde la punta de su verga hasta la base golpeándome con sus testículos mis nalgas para que pudiera ver cómo mi culo recibía totalmente su miembro y ver, al momento de salir, cómo el agujero se quedaba totalmente abierto. Sentí como una docena de veces su verga clavándose totalmente de esa manera en mi ya dilatado culo.
Quise retomar las riendas nuevamente y le dije a mi amigo que no se viniera dentro de mi culo, que lo que deseaba era recibir su rica leche en mi boca. Él me dijo que estaba gozando de la manera en que me estaba cogiendo así, pero que también él deseaba terminar la faena derramándose en mi boca. Le dije que, cuando sienta que esté a punto de eyacular me avisara y poderle seguir mamando su verga, y aproveché para decirle que, cuando ésta ocurriera me dijera lo que sintiera en ese momento.
Llegado el justo momento, me arrodillé enfrente de él y teniendo su verga palpitante frente a mi cara me la metí a la boca.
“Así putita, así… te has portado como toda una hembrita, te dejas coger bien rico y me has hecho gozar como nunca”. “Anda… sigue chupando así, mamas tan delicioso que sabes cómo hacer disfrutar a tu macho”, “anda putita… así… ya casi viene…”
Al terminar de decir esto sentí dentro de mi boca un chorro candente de delicioso semen, el cual bebí con mucha delicia. Su miembro viril no paraba de emanar y cada gota que salía de él lo absorbía con total placer. Podía sentir que en la comisura de mis labios tenía rastros de ese rico líquido que había brotado de nuestra entrega.
Quedé complacida de saber que lo había hecho venir de la manera que él había deseado. Y que para mí también fue de un placer intenso ya que pude sentirme bien putita y toda una hembra.
Espero que les haya gustado y que ojalá pueda encontrar otro “amigo" que me quiera escribir.
Byeee