Ahí estaba su carnosa piel intima, juntos sus labios vaginales y en medio cerrada su vagina, debajo se encontraba pegada a su piel su húmeda prenda íntima, tan mojada que esa parte del medio había adquirido un color más oscuro, y las letras que formaban mi nombre se habían puesto también más oscuras y resaltaban, porque todas ellas se encontraban bañadas de su humedad.
No pude aguantarme y metí una de mis manos dentro, le hice el primer manoseo a su piel íntima, ella al recibir mi mano cerró los ojos y lanzó un suave gemido lleno de placer, rápidamente saqué mi mano y ella abrió los ojos, me miro con una sonrisa y los ojos encendidos, estaba llena de placer, estaba que la excitación se le salía por la piel, era un momento tan intenso que la agarré en mis brazos, la voltee y su espalda fue a dar a mi pecho, abracé su cuerpo con firmeza, la tomé en mis brazos juntando mis manos en su vientre, la contuve fuerte entre mis brazos, ella estaba atrapada sin poder moverse, acomodé mi mejilla a un costado, muy cerca de su cuello. Aproveché el momento y volví a meter una de mis manos dentro de su braga rosa, su vagina estaba caliente, la toque toda, me llené de sus humedades, casi podía sentir como brotaba su flujo vaginal encima de mis dedos, pero así me di el gusto de meter mis dedos entre sus labios vaginales y restregárselos en medio, cosa que a ella la tenía ofuscada y sobreexcitada.
Empecé a besar su cuello, quería sentir su piel así que abrí mi boca alrededor de su cuello y prácticamente me puse a chuparla, al fin podía sentir su piel y eso me encantaba, me ponía aún más excitada, parecía una vampira que más que succionando su sangre succionaba el aroma y el calor de su piel y eso me gustaba mucho hacerlo, así que no pare de hacerlo. Y a la vez pasaba mi mano por toda su vagina dentro de su prenda íntima.
Ella hacia sus redondas nalgas para atrás y yo podía sentirlas pegarse a mi pubis, la apretaba más entre mis brazos y podía sentir todo su cuerpo, sus voluptuosos senos sobresalían hacia adelante y ella se excitaba mucho con mi mano dentro de su tanga. Hasta que saqué mi mano, liberé su tanga y dejé que se cerrara pegándose otra vez a su piel húmeda, acaricié su vientre con ambas manos, me gustaba sentir una piel tan firme entre mis manos, las palmas de mis manos acariciaban deliciosamente esa su piel. Ella hizo su cabeza hacia atrás y juntó su mejilla a mi cara, aproveché para darle unos besos ahí en su mejilla.
Pero luego de acariciar su abdomen, de pasar uno de mis dedos por su ombligo, de dejarla más caliente y con el vientre contrayéndose de placer, puse mis manos en sus caderas, se las agarré firmemente, separé mi cuerpo de su cuerpo. Ahí estaban sus redondas y carnosas nalgas esperándome, su espalda rígida. Ella agarró rápidamente mis manos poniendo las suyas encima de las mías, de sus caderas dirigió mis manos hacia sus nalgas y ahí frotó mis manos, que nalgas tan gruesas, que delicia tocarlas así con mis manos abiertas y que excitante que ella dirigiera mis manos por encima de sus nalgas.
Yo me atreví a llevar mis manos por entre sus nalgas, ahí mientras deslizaba mis manos por sus nalgas metí un poco mis dedos por debajo de la tira de su tanga que se mete en medio, fui despegando y sacando esa tira de tela de entre sus nalgas a medida que iba acariciando más sus nalgas, ella meneaba ligeramente sus nalgas y las sacaba más hacia atrás, su cuerpo se movía junto a sus nalgas, como sentía que le iba despegando esa tira de su tanga de entre sus nalgas entonces ella entre susurros de placer me dijo:
- Sácamela de una vez, ponme desnuda.
Entonces yo no esperé más y agarré su tanga de los costados, sujeté bien su tanga y se la bajé todo de una vez, la tira de su tanga salió de entre sus nalgas hacia abajo, por fin podía ver algo más que sus nalgas, su ano quedo liberado y me encantaba como se cerraba al centro arrugando su piel alrededor, era un ano muy cerradito.
Que placer sentí al tener su cuerpo completamente desnudo delante de mí, su trasero al fin desnudo libre de su ropa interior, ese cuerpo tan esbelto era aún más tentador teniéndolo completamente desnudo. La tomé fuertemente por la cintura, ella se agachó un poco y fue a apoyar sus manos en la ventana, liberó la tensión de su cuerpo y separó las piernas para apoyar firmemente sus pies a los costados. Como la tenía agachada y la estaba agarrando de la cintura, aproveché esa su postura para soltarla y ponerme de cuclillas para, a la vez, ponerme entre sus piernas.
Una vez metida entre sus piernas podía ver sus entrepiernas y en medio su carnosa vagina que se había separado un poco del medio y dejaba ver el borde carnoso y rojizo de sus labios vaginales, hacía atrás sus nalgas se cerraban pero eran tan gruesas que aun estando viéndolas desde abajo sobresalían. Su aroma era exquisito, su calor atrayente y su sexo aún más, pero comencé por separarle un poco las nalgas con mis manos, dejé un poco descubierto su ano y ahí fue mi primera lamida, mi lengua entro rozando una de sus nalgas hacia su ano, a la primera lamida ella ya gemía descontrolada, ese gemido hizo que saliera de entre sus nalgas, y desde abajo me asomé a verla hacia arriba.
Para verla tuve que asomar hacia adelante mi cabeza, por mi posición obviamente lo primero que veía era su vagina desde abajo, luego ella se agacho a mirarme entre sus piernas, lo hizo sonriéndome, aun apoyaba sus manos en la ventana y sus tetas le colgaban redondas, jalándose con todo su peso hacia abajo, sus pezones aún se encontraban despuntados y parte de su vientre que se alcanzaba a ver, estaba fruncido. Yo también le sonreí y esta vez me acerqué a lamer su vagina, su aroma se empapó directamente en mi lengua, metí mi lengua en sus labios vaginales, me puse a lamer en medio de su vagina, con cada lamida la ponía agitada y lanzaba sus gemidos, me di el gusto de pasar mi lengua desde arriba donde casi y podía sentir su clítoris hasta muy abajo donde se encontraba su entrada vaginal, mis lamidas subían y bajaban por el centro de su vagina, con cada lamida la sentía agitarse cada vez más y gritar gimiendo totalmente descontrolada. Su vagina le chorreaba y yo recogía esas sus secreciones en mi lengua y las esparcía por toda su vagina.
Pero también llevé esos sus jugos vaginales hasta atrás suyo metiendo mi lengua entre sus nalgas, con toda soltura pude separar sus nalgas con mis manos y meter mi lengua hasta su ano, ahí, darle unas buenas lamidas que hacían que moviera su cuerpo, como si ella sola quisiera estimular su ano con mi lengua. Luego de lamer bien su ano, de haber mojado hasta sus nalgas con mi lengua, volvía hacia su vagina. Ella muy excitada había puesto una de sus manos encima de sus labios vaginales y los iba removiendo a modo de masturbarse a la vez que yo le lamia.
Cuando sintió llegar mi lengua por detrás de su vagina y tomar su entrada vaginal dejó de masturbarse, volvió a apoyar también esa mano con la que se masturbaba en la ventana y entonces yo le di unas buenas lamidas. Mi lengua se apoderaba de su vagina, mis lamidas no paraban, recogía la humedad de entre sus labios vaginales y con mi lengua recorría todo el interior de su vagina, lamía con pasión cuando llegaba a su entrada vaginal, pasaba pausadamente alrededor de ese su orificio de entrada, apoyaba mis manos en sus muslos muy cerca a sus entrepiernas y abría su piel a los costados para que salieran más hacia atrás esos sus labios vaginales, ahí aprovechaba para pasar mi lengua más adentro, ella recibía mis lamidas moviendo su zona intima hacia arriba como contrayendo su vagina hacia adentro, mi boca era incontrolable lo mismo que imparable, no paraba de lamer su vagina, y cuando ya sus gemidos se le acababan y se ponía a respirar muy agitada, entonces juntaba mis labios y tomaba sus labios vaginales, los agarraba con mi boca como dos lonjas de piel que me caían desde arriba con todo su peso, eran riquísimos esos labios vaginales tan carnosos y yo se los jalaba al chupárselo, ella terminaba gritando de placer sacando fuerzas de no sé dónde.
Volví a lamerla en medio, sus labios vaginales se cerraban alrededor de mi lengua, su vagina en medio muy caliente y a la vez húmeda, recibía un sinfín de lamidas que le daba con mi boca. Y así termine de agitarla completamente, de hacer que su vientre se contrajera sin parar y que sus gemidos terminaran cerrando su garganta. Finalmente besé sus entrepiernas, me agarré de sus muslos y me incorporé para salir de entre sus piernas, ella levantó su cuerpo, dejo de apoyarse en la ventana para venir a apoyarse de espaldas en mi pecho y luego de darle unos besos en la mejilla muy cerca de su oreja y de abrazarla, ella se mostró muy complacida, al igual que yo.
Y así celebramos juntas otro martes del club de las bragas rosa.
Este relato es parte de mi último libro digital “EL CLUB DE LAS BRAGAS ROSA” que lo distribuyo gratis a través de correo electrónico, las interesadas en leerlo completo sólo deben pedírmelo. No olviden pedirlo por el nombre del libro y por favor solo chicas.