Era otro martes y ella se disponía a colocarse su tanguita rosa, aquella con la inscripción del nombre que tanto la excitaba en el lugar que iba a dar a su vagina, pasó la tanga por sus piernas, mientras se ponía la prenda se miraba desnuda en el espejo de su peinador, miraba su pubis, los pelitos ya habían crecido y hacían una mata oscura, pensaba en que esta noche debería pasar la afeitadora por ahí; agarro la tanga por los bordes de los costados y la deslizo suavemente por sus muslos hacia arriba mientras seguía mirando su pubis. Cuando la tanga llego a cubrir su vagina sintió esa sensación en su interior que le producía un espasmo en su vientre y que hacía que su vagina se relajara casi abriendo sus labios vaginales, la sensación aumentaba cuando sentía llegar la tela de la tanga encima de su vulva, casi podía sentir cada una de las letras que formaban ese nombre y que se apretaba en su pubis.
Terminaba suspirando hondamente, sintiendo sus pezones hacía afuera y endurecidos, luego se terminaba de acomodar la tanga subiéndola bien por encima de sus caderas y sintiendo como se metía la delgada tira de tela de la tanga entre sus nalgas, con una mano se acomodaba esa tira de tela en medio de sus nalgas, luego agarraba sus sostén y metiendo los brazos, lo subía hasta cubrir sus excitados pechos, después de cerrar los broches, acomodaba cada uno de sus pechos dentro de las copas, suspendía bien los hombros, y se ponía una faldita corta como todos los martes, le encantaba andar con las piernas desnudas sintiendo su tanguita debajo, y terminaba de vestirse colocándose una blusita encima.
Salía de casa ya de hecho excitada, dispuesta a disfrutar de otro martes excitante lleno de flujos vaginales y momentos que la llenarían de sensaciones provocativas, pensando en que muchas otras chicas estarían sintiendo lo mismo en dondequiera que se encuentren. Al mismo tiempo que excitada estaba expectante, esperando a que se llevara a cabo la actividad de ese día como todos los martes.
Subió al bus, todos los asientos estaban ocupados así que le toco ir de pie, se agarró bien del pasamanos, llevaba los libros y el cuaderno de la facultad en la otra mano, también agarraba su móvil, acomodó los libros en su antebrazo apretados a su cuerpo y solo mantuvo el móvil en la mano porque sabía que en cualquier momento podía llegarle el primer mensajes del día. Iba un poco nerviosa, más que nerviosa excitada pero no quería que la gente a su alrededor se diera cuenta de aquello. Bajó la cabeza para mirar su móvil, se encendió la pantalla, no había ningún correo nuevo, miró distraídamente por las ventanillas que tenía en frente, luego apoyó su cabeza en su brazo, aquel con el que se agarraba del pasamanos; se tranquilizó un poco, estaba a punto de cerrar los ojos y tomarse un respiro, cuando de pronto sonó su móvil, le había llegado un nuevo mensaje, se puso alerta de inmediato. Levantó la cabeza mientras deslizaba los dedos por la pantalla del móvil, se agachó para ver por segunda vez el móvil y entonces se puso a leer el primer mensaje del día:
“En donde te encuentres ahora, y como te encuentres: parada, sentada, recostada o caminando, siénteme en tu vagina, siente mi lengua metiéndose entre tus labios vaginales. Paso la punta de mi lengua por tu orificio de entrada, siente esa sensación que deja mi lengua al recorrer suavemente en medio de tu vagina ascendiendo hasta donde se esconde tu adorable clítoris.”
Y ella sentía que le abandonaban las fuerzas para seguir agarrada del pasamanos, se sentía emocionada. Una ola de excitación subió por su vientre, sus ojos se cerraron por un instante y sintió su clítoris despuntado hacia afuera y como un leve chorrito se escapaba del interior de su vagina, no dijo nada, solo suspiro hondamente, se agacho, pensó en la humedad que salía de su vagina hacia su tanga rosa, no quería que nadie se diera cuenta de aquello así que se resistió y asentó bien los pies en el piso del bus, como tenía las piernas levemente separadas decidió juntar sus muslos, sintió su calor al juntarse sus muslos, sintió los bordes de su tanga en las entrepiernas pero no sentía ninguna humedad, pudo respirar tranquila. Luego miró a su alrededor y se sonrió pensando que lo que ella sentía era confidencial y que los demás ni se imaginaban de lo que ella acababa de sentir.
Llegó a su facultad con una sonrisa en los labios, disimuló su humedad, siguió su camino hasta llegar a su salón de clases, ahí como siempre se saludó con sus demás compañeras y empezó su jornada de clases, sabía que le esperaba un día largo, una jornada en que se amontonaban las materias todo el día, pero eso no le importaba, ella seguía feliz y sonriendo porque había comenzado el día como a ella le gustaba comenzar todos sus martes.
Habían transcurrido las horas y después de un descanso, cuando se disponía a comenzar otra sesión de clases y ella iba a acomodarse en su asiento, sonó nuevamente el móvil, desde que salió de casa ella lo traía en la mano porque sabía que de eso dependía la actividad de este martes en el club de las bragas rosa. Entonces al escuchar sonar su móvil, le volvió ese nerviosismo mezcla de placer e inquietud, se sentó rápidamente en su asiento, miró a su alrededor a sus demás compañeras que no la tomaban en cuenta, miró a la maestra que ya estaba en frente sentada tras su escritorio, quien también miraba la pantalla de su móvil, quizá le había llegado el mismo mensaje y compartían el mismo secreto, se sonrió un instante y abrió su correo en el móvil, entonces ahí estaba el segundo mensaje del día que decía:
“Aun quiero sentir la frescura de tu aroma femenino, recoger en el borde de mi lengua toda esa humedad que sale de tu interior y llevármela a la boca, a cambio, voy a dejarte la huella de mis labios juntando mi boca a tu vagina para darte un beso húmedo.”
Volvió a sentirse húmeda, más húmeda que nunca, demandaba de esa boca y de ese beso que deje sellada su vagina, cerrada y que no expulsara nada, pero su humedad fluía y su vientre se contraía de la emoción; simplemente acomodó sus piernas juntas y con las rodillas flexionadas, cerró la boca casi mordiendo sus labios, apretó su vientre con los brazos cruzados y sintió que se conmocionaba encima del asiento después de haber leído ese mensaje y de haber sentido la explosión de su excitación dentro de ella. No pudo sino terminar ofuscada, con la miraba perdida y una sonrisa sin más motivo que el que ella guardaba en secreto, de repente escuchó la voz de su maestra, ya había comenzado la clase, se dispuso a abrir su cuaderno y seguir adelante sin que ninguna de sus compañeras supiera lo que había acabado de experimentar en su interior.
La tarde se llenó de calor, todas sus compañeras sentían el agotamiento que les había producido el largo día de clases, menos ella que se sentía llena de energía, era su día favorito y no dejaría de disfrutarlo hasta el final. Las horas transcurrieron hasta que las clases terminaron, ella se dispuso a salir del salón junto a sus otras compañeras, aquellas con las que siempre se reunía a charlar después de clases, charlaban y bromeaban entre ellas, pero ella no perdía de vista su móvil, lo traía en la mano junto a los libros, miraba a cada rato la pantalla por si algún mensaje nuevo le había llegado, a las otras chicas eso no les inquietaba porque ellas también lo hacían.
El grupo de chicas se fue a acomodar en las gradas fuera del salón de clases, ella se sentó a un costado, juntó las piernas y puso encima de su regazo los libros, el móvil lo mantuvo agarrado, la conversación y las risas seguían, se hablaba de muchas cosas, nada importante para ella, porque lo que a ella más le importaba ese martes era esperar otro mensaje en el móvil, quería recibir el próximo mensaje, no sabía cuanto más iba a esperar, ni cuantos más iba a recibir, al final no importaba, cada uno de ellos la emocionaban y la llenaban de placer.
Como ya había acabado la jornada de clases y ya no había nada más que hacer en la facultad, ella quiso levantarse y despedirse del grupo de chicas para irse a casa, a punto de hacerlo, de repente llego el próximo mensaje de correo, se irguió, algo parecido a un escalofrío paso por su espalda, no sabía qué hacer, si levantarse y separarse del grupo para ir a recibir ese correo y disfrutarlo sola, o quedarse ahí y abrir el correo sin que las demás sospecharan de que se trataba, miró la pantalla del móvil, evidentemente era el tercer mensaje que esperaba, miró a las demás chicas, se sintió apenada y nerviosa, quería abrir el correo, estaba en suspenso, temía que alguna de las chicas se asomara a leerlo, especialmente la que estaba sentada detrás y un escalón más arriba que ella.
No tardo más en decidir y se levantó de la grada, se despidió apresuradamente de todas las chicas, ellas sorprendidas por su inesperada despedida empezaron a molestarla pensando que era un chico o su novio quien la llamaba a través de ese mensaje en su móvil, nada más alejado de la realidad. Ella se alejó rápidamente del grupo, mientras lo hacía se dispuso a abrir el correo y leer lo que decía:
“Suavemente quiero ir acariciando tu vagina con mi mano, permite que tu húmeda vagina reciba mis roces, dejaré mis dedos incrustados entre tus labios vaginales, ahí sentiré tu calor, tu humedad y lo bien que se cierran tus pieles genitales junto a mi mano. No quiero soltarte”
En ese instante, todo el placer se le vino encima, sentía que las rodillas le temblaban y se fue a apoyar rápidamente sobre un muro que le quedaba cerca. Miró hacia abajo, vio sus piernas levemente abiertas, sintió su vagina, intensas contracciones hacían que le palpitara, tenía ganas de seguir con ese toque, le invadían las ganas de sentir que le tocaban, sentía su vagina cubierta por aquel trozo de tela con ese nombre encima, imagino por un segundo esa mano invadiendo su ropa interior, tocando su piel intima, su corazón también se le aceleraba, trago saliva, respiraba trabajosamente, y sentía mucho placer, las ganas de tocarse ahí mismo no le faltaban, casi se quedaba sin aliento, sentía su corazón latiéndole fuerte al igual que su vagina; apoyó la nuca en el muro, respiro hondo, se quedó así por unos segundos, con los ojos cerrados, luego recobro las fuerzas y se dispuso a irse a casa.
Tomó el bus de retorno a casa, sentía cierta ansiedad por llegar pronto, bajó en la parada más próxima a su casa, esta vez decidió no tomarse el tiempo para caminar un tramo antes de llegar a su hogar. Quería sentirse placentera, quería sentir que, de todas las chicas del club, ella había quedado como la más húmeda del día, así que antes de mandarle la foto de cómo había quedado su tanga, le iba a pedir a la del nombre en su vagina que tuviera con ella una conversación de aquellas que la excitaban mucho y que la incitaban a tocarse tanto que iba a dejar inundada y llena de secreciones su tanga, se apresuró a llegar a casa, casi corría, no quería esperar más para terminar otro martes del club de las bragas rosa llena de excitación y uno que otro orgasmo que aquella, la del nombre en su tanga, le produciría.
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