Pero antes de eso, yo imagino sus nalgas desnudas, que se marcan en la tela del pantalón deportivo que lleva puesto desde anoche, que se lo puso para dormir al instante de sacarse el calzón celeste.
Imagino sus nalgas desnudas que se abultan cuando se agacha frente a la lavandería y presiona su vientre pegado al borde.
Sus manos gruesas acarician al frotar el rectángulo de tela blanca que lleva en medio y al fondo su calzón celeste. Pero aquellas manos acarician más tiernamente de noche, cuando besa frenética y va acomodando nerviosa mis cabellos en la frente. Nerviosa y frenética porque parece que por primera vez siente unas manos de mujer metiéndose en medio de sus nalgas para acariciarla y suspender ambas nalgas apretándolas con los dedos, mientras ella abre los ojos y se queda estrechando el beso.
Luego Bertha entrega los pechos, el abdomen y el propio sexo. Y el beso mismo se prolonga y desgasta hasta llegar a sus glúteos.
Este relato es parte de mi librito digital “Lésbico y confidencial” que lo distribuyo gratis a través de correo electrónico, las interesadas en leerlo completo sólo deben pedírmelo.
Por favor solo chicas.