La última vez que estuve en un cuarto oscuro (el del cine que he comentado en alguna ocasión) y que fue hace un par de meses, yo iba muy caliente y, como el lugar lo permite debido a su oscuridad, yo ya llevaba la polla súper dura por fuera de los pantalones mientras apoyado en una columna de la pared esperaba ver algún movimiento. La gente acostumbra a rozarse, a veces porque realmente no se ve y a veces para pasar la mano a la altura de las ingles de todas las personas que pululan por allá y sentir si están listos para la acción o lo grande que la tienen. Hay un banco alargado en la pared que acaba en la columna donde yo estaba apoyado y aunque casi no se veía nada, percibí como se sentaba una figura al final del banco, justo a mi lado. Me giré lentamente y mi polla quedó apuntando a la cara de aquella sombra, a pocos centímetros de ella. Como era de esperar, no tardé mucho en sentir una mano que la agarraba y que lentamente estiro para abajo la piel que cubre la cabeza de mi verga que ya estaba húmeda. Luego la punta de una lengua que lamía el pre semen que salía de ella, unas deliciosas lamidas por todo mi grueso glande y de golpe se la metió toda en la boca hasta el fondo. Esa es una de mis sensaciones favoritas y acostumbro a apretar la cabeza del chupador de turno sujetándola contra mi pubis hasta que noto que ya tiene bastante. Luego empezó una mamada muy suave y mojada y yo le pillé el ritmo dando pequeños empujones hacia delante cuando él adelantaba la cabeza. Me desabroché el cinturón y los pantalones se cayeron hasta mis pies. A pesar de que yo no había visto a nadie, al poco noté que estábamos rodeados de personas y enseguida sentí varias manos que pasaban sobre mi cuerpo. Debían ser varias personas, porque dos manos me pellizcaban los pezones mientras otra se metía por la parte de atrás de mis calzoncillos y me acariciaba la raja del culo hasta llegar a los huevos que estiraba un poco hacia atrás dándome más gusto todavía. Otra mano que no era la del que me la estaba chupando me cogió la base de la polla y fue masturbándome. Yo perdí la cuenta de las manos que tenía sobre mi cuerpo. Oí que alguien susurraba en mi oreja:
¿Te la chupa bien?
Yo únicamente contesté:
Mmmmmm…
Esa misma persona intentó que yo girara la cara para meterme la lengua en la boca pero yo tenía la vista clavada en aquella cabeza que se movía adelante y atrás suavemente hasta que, entre el gusto de sentir los pellizcos en los pezones, la mano que me masajeaba el agujero del culo y las cada vez más fuertes embestidas que daba yo en la boca del que me la estaba mamando, saqué la polla de su boca y me corrí. El primer chorro me cayó encima de los dedos de mi mano, ya que al sacarla la agarré, pero aquel mamón se la metió otra vez dentro y se tragó el resto lamiéndola toda de arriba abajo y cuando acabó con ella, me cogió la mano y me chupó ruidosamente los dedos que habían quedado mojados de leche. Me subí los pantalones y como en tantas otras ocasiones me fui del cine sin siquiera recordar la película que proyectaban, pero sintiendo la excitación de esos momentos prohibidos.
Seguramente habrá personas que piensen que esa manera de conseguir placer no es sana y puede llegar a ser peligrosa, pero como ya he dicho, soy ya maduro y un producto de mi época y como yo muchos hombres maduros, no podemos comportarnos como se les permite a los jóvenes actualmente. Naturalmente, también estoy enganchado al aleteo de las mariposas en mi estómago que me produce el morbillo de esas situaciones.