Mis primeras veces4
( Relatos Gay )
4- La primera vez que me folló un hombre (no un travesti con tetas) fue en la misma sauna donde tuve la tercera experiencia que he narrado. (He de decir que estos cortos relatos son ciertos y yo he experimentado estos momentos, pero no estoy demasiado seguro del orden cronológico de alguno de ellos, ya que hace tiempo que los viví.). Estaba yo sentado en un banco de la sauna de vapor y entró un hombre más o menos de mi mismo tamaño que se sentó en otro banco delante de mi. Yo dirigía la vista hacia todas partes intentando disimular las fugaces miradas que le echaba a sus abiertas piernas cubiertas por una toalla, pero que no tapaban la erección que el tenía y que era visible por debajo de la toalla. Por otro lado, él no me quitaba la vista de encima, cosa que me hizo reaccionar a mi también y separe yo las piernas, con lo cual mi polla, que ya estaba bastante dura debido a sus miradas y a su postura, se alzó produciendo un bulto en la toalla que llevaba a la cintura. El seguía mirándome, pero ahora su vista se centraba en esa protuberancia. Al cabo de un poco, y como estábamos solos en la sauna, abrió su toalla dejando su verga al descubierto. No era excesivamente grande y eso me excitó todavía más porque quería que alguien me follara pero me daba un poco de miedo el dolor y aquel aparato, pensé, que era una medida muy aceptable por parte de mi casi virgen culo. Me había metido bastantes cosas por él, pero me faltaba una polla de verdad.
Ahora yo tampoco aparté la vista de su entrepierna pero ninguno de los dos daba un paso hasta que él tomó la iniciativa y comenzó a masajearse la polla sin llegar a masturbarse. Yo no pude más y me senté junto a él, cosa que, evidentemente, él estaba esperando. Sin apartar la vista de su polla y sus huevos, le puse la mano debajo de los testículos y poco a poco fui subiéndola con delicadeza hasta la punta del glande. En esos momentos me entraron unas enormes ganas de metérmela en la boca, pero al parecer, a los dos nos producía algo de apuro que pudiese entrar alguien y él solucionó el dilema preguntándome si me apetecía ir a una cabina privada de las que hay o había en esa sauna. Por supuesto le contesté que sí y los dos salimos al pasillo tapando de la mejor manera los bultos que salían de ambas toallas que mostraban claramente el estado de excitación de los dos. Entramos en la primera que vimos abierta, nos quitamos las toallas y sin dudarlo me arrodillé a lamerle los huevos y la polla como si fuera algo muy delicado que se podía romper. Estuve unos minutos probando todas las maneras posibles de hacerle disfrutar con su polla en mi boca y al parecer lo conseguí. Mi saliva le chorreaba hasta los huevos y el sabor de aquella verga me gustaba. Como ya he dicho no era demasiado grande y disfruté mucho tragándomela entera bastantes veces hasta notar en mi nariz su pubis, que no olía nada mal. Me saqué su polla de mi boca y me sorprendí a mi mismo preguntándole si quería follarme. Su respuesta fue preguntarme si llevaba condones y yo, como en ningún momento había pensado que aquello pudiera pasar, no había sido previsor. Por un momento pensé que ya se había acabado todo, pero al decirle yo que no, él me dijo que esperase un momento que él tenía en el guardarropa. Salió de la cabina y se me ocurrió que iba a esperar en vano, pero aquel era mi día de suerte; volvió en un par de minutos, se puso el condón, se salivó la mano para humedecerlo y salivándosela otra vez me la pasó por la raja de las nalgas hasta que un dedo encontró mi agujero y lo masajeó. Yo cada vez estaba más excitado, era una situación nueva y extremadamente placentera. Me arrodillé encima de la litera pensando que le gustaría follarme a cuatro patas y él me dijo que no, que me estirara boca abajo, que le gustaba más sentir todo el cuerpo de la persona. Mojándome de nuevo con saliva y poco a poco no le costó mucho metérmela y comenzar a menearse hacia delante y hacia atrás. Ciertamente tenía mucha razón porque el peso de su cuerpo y sentir su aliento detrás de mi oreja mientras metía y sacaba su polla de mi culo no lo he sentido en las otras pocas ocasiones posteriores en las alguien ha metido su verga dentro de mi. Estuvo un buen rato entrando y saliendo lentamente, como disfrutando al notar como su pene se deslizaba por ese agujero que, al no estar acostumbrado a lo que le estaba pasando, le oprimía la polla bastante y a mi no me dolía en absoluto. Al cabo de unos minutos aceleró el ritmo y como yo noté que se iba a correr empecé a mover el culo con movimientos circulares mientras me decía (probablemente llevado por la situación solamente) que era el culo más delicioso que se había follado en su vida. Se corrió y ciertamente, por sus jadeos, noté que había disfrutado mucho de él. Se quitó el condón y lo tiró a la papelera, se limpió un poco con la toalla, me dio las gracias y salió. Siempre he lamentado no haber reaccionado en ese momento y haber intentado quedar otro día, pero no lo hice. Me quedé en la litera con la polla durísima pensando en los momentos anteriores, disfrutando de las imágenes que me venían a la cabeza y del ligero escozor de mi ano. Mientras hacía eso, me agarré la polla con la mano y metiéndome un dedo de la otra mano en el culo y moviéndolo dentro de mi dilatado esfínter, me corrí encima de mi vientre con una abundancia de esperma como muy pocas veces he sacado.
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