Mis primeras veces 8
( Relatos Gay )
8- La primera vez que me corrí rodeado de mirones fue después de salir del cubículo donde hacía unos momentos me habían enculado. (Leer mis primeras veces 7) Al abrir la puerta y salir a la zona de los urinarios había cuatro o cinco hombres y por sus miradas deduje que habían escuchado los gemidos y los cuchicheos del que había salido poco antes que yo. Me dirigí a la sala pequeña donde pasaban películas porno heterosexuales y me apoyé contra la pared detrás de las butacas. Había unas siete u ocho personas; algunas sentadas en las butacas y otras de pie alrededor de las butacas. En ese momento, en la pantalla se veía una escena en la que dos enormes pollas estaban ensartando los dos agujeros de una rubia escultural que lanzaba unas evidentemente falsas expresiones de deseo y placer. No habrían pasado ni quince segundos cuando se me acercó un hombre y sin vacilar me agarró el paquete apretándolo con suavidad. Como yo todavía estaba muy empalmado, evidentemente le gustó lo que tocó y pasó inmediatamente a bajarme la cremallera de los pantalones sacando mi mega-excitada polla. En ese momento hice un amago de cubrirla porque me cohibía la gente que había a nuestro alrededor, pero pensé que eso sería otra experiencia con algo de morbo, que son las que me gustan. El hombre era bastante mayor que yo y le dejé hacer. Se arrodilló con una facilidad que evidenciaba que estaba muy acostumbrado a hacerlo y con una lengua y unos labios muy mojados y expertos me la fue chupando como si dentro de la boca tuviera la cosa más deliciosa del mundo. La verdad es que era un experto chupapollas. Las personas que había escampadas por la sala se fueron acercando para contemplar de más cerca la escena. En esos momentos olvidaron las grandes tetas, el coño y las pollas que se veían en la pantalla para ver algo más real. Yo estaba muy acelerado, ya que estaba disfrutando mucho de aquella buenísima mamada, pero me sentía un poco incómodo con aquellos espectadores. Pero al cabo de unos segundos me concentré en el contacto de aquella suave boca con mi polla y me olvidé de que nos estaban mirando. Me corrí enseguida llenándole la boca de leche mientras yo podía ver a un par de espectadores que se masturbaban. Se tragó lo que le había regalado con evidente placer e incorporándose me dio una palmadita en el culo, me susurró al oído que mi polla estaba muy rica y se marchó. El grupo de mirones también se dispersó y luego me fui yo. Ese día disfruté mucho, lo malo es que en otras ocasiones en las que he ido a ese cine, no se ha vuelto a repetir. Sí que me la han mamado alguna vez en las butacas y en los lavabos, pero no como aquel día que fue completo
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