Hace poco no sabía cómo se había ido de mis manos. Y ayer Azucena, mi hermana, me contó que lo envidiaba, que mamá le había contado las aventuras que había pasado con él, y que la abuela le narró los orgasmos más grandes y maravillosos que le había provocado, así que surgió en ella el anhelo por Boris, así le llamábamos.
Boris había desaparecido de mi vida y ahora, aquí estaba, de regreso. Para festejarlo lo deje entrar por esa parte que había vedado. Entró por mi ano haciéndome temblar y gemir de dolor-placer. Haciendo que me acostumbrara a su forma. Es tan bueno tenerlo de regreso. Me gusta este consolador de marfil que me regalo mi madre, que fue de mi abuela y de mi bisabuela y que le quité a mi hermana. Boris está de regreso dentro de mí. Para llenarme de suspiros y de tardes y mañanas húmedas