Perpetrador mañanero
( Relatos Fetichismo )


Me encanta dormir desnuda. No lo digo para generar deseo, no; lo hago simplemente, para poner en contexto la situación. Así que: Me encanta dormir desnuda. También es necesario decir, para bien del relato, que en las mañanas me levanto con la vejiga repleta. Esa sensación de que se está a punto de estallar, de que el vientre se va abombando y de que existe la posibilidad de que a la menor presión se te salga un chorro de orina.
La mañana de ayer me levante con esa acostumbrada sensación. Después de batallar un rato con las sabanas para separarme de ellas, me ganó finalmente la premura de la micción. Apenas conseguí ponerme mis pantuflas rojas y correr directamente al baño. Apenas me dio tiempo de levantar la tapa del retrete y acomodarme. Empecé a sentir como iba saliendo la orina, golpeando la porcelana de la taza cuando, de repente, oí un ruido, en la sala. ¿Eran pasos? ¿Cosas que se movían? No tenía idea, pero mi paranoia mañanera me obligo a retener la orina que salía. Era difícil apretar el esfínter y contener el flujo. Intente soltar poco a poco el golpe de “chis” dentro de la taza, pero cada batida se magnificaba y mi imaginación hacía pensar que mi chisguete de orina se escuchaba como una cascada.
Mi problema iba magnificándose: Afuera los ruidos persistían. ¿Un ladrón? ¿Un animal feroz? DE verdad que no soy muy buena pensando en las mañanas. ¿Un violador? Era el último pensamiento que debió haber cruzado por mi cabeza. Dentro. El frío del baño empezaba hacer estragos: Mis pezones se habían endurecido y comenzaban a dolerme; el apretar y laxar mi esfínter había comenzado a excitarme, y la idea de que de pronto hiciera su aparición un violador en el baño me asustaba y contradictoriamente me prendía.
Ya me lo imaginaba yo, abriendo la puerta y encontrándome en esa postura tan impúdica. Seguro se sonreiría, con una sonrisa lasciva. Se llenaría los ojos de mi cuerpo desnudo, codiciando con la mirada mis tetas turgentes. Indudablemente se acercaría, seguro de sí mismo. Llegaría hasta donde estoy sentada, sacaría su enorme, muy enorme verga y me golpearía con ella la cara. Me tomaría violentamente por los cabellos y me llevaría a mamársela. La imagen me pareció tan real que, olvidándome de la presencia del verdadero perpetrador, no pude más que lanzar un grito de miedo, dejando que saliera de golpe toda la orina.
La puerta del baño se abrió de golpe. Había olvidado por completo que le había dado a papá una copia de la llave de mi departamento y que habíamos quedado de salir de compras. Me descubrió cuando las últimas gotas de orina mojaba mi vello. “¿Qué sucede?”, preguntó apremiado. “Nada”, le respondí. No se movió, su boca se mantuvo abierta y sus ojos se avivaron ante mi desnudez. Tome un poco de papel higiénico y limpie los restos de la micción. “¿Te vas a quedar ahí?”, le pregunte. Entonces se acerco, haciéndome sentar otra vez sobre la taza. Sacó entonces su enorme verga y me la puso en la boca.
Grande, caliente, dispuesta, dejo que se la chupara, lentamente y después con garbo con premura, como si en ello me fuera la vida. Mientras me comía la prenda paterna me masturbaba. Acariciaba mi vulva, metiendo mis dedos para sacar parte de mis jugos. Papá se puso muy contento, su verga latía dentro de mi boca, creciendo en calor y tensión. Seguí chupando con euforia hasta que derramo su leche en mi boca.
“Espera, no te vayas”, le dije, “todavía no he hecho popo, y ando un poco estreñida, ¿me ayudas”.




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Detalles



Nombre do Relato


Codigo do Relato
5033

Categoria
Fetichismo

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