Graciela, que ha estado llorando todo este tiempo parece rendida ante su estupidez y mi descaro. Por mi parte hago a un lado a Lorena cuya piel de sus pechos empiezan a absorber mi saliva y entonces, mi pene totalmente erecto pide su parte.
- Chupamela. - le ordeno
Esto de chupar es algo clarisimo, a decir verdad, el verbo “chupar” en su entendimiento sexual en estos tiempos y en esta sociedad es mas evidente que nada aun en la mente mas inocente. Chupar, por lo tanto, para Lorena, Graciela, para mi y para todo mundo es abrir la boca, meter un pene en ella y masajear con los labios. ¿A que viene esto?, pues simplemente, a que siendo aun así la gente suele mitigar algo que tiene clarisimo, como ansiando un poco de moral en un mundo que la perdió hace mucho y desgraciadamente Lorena me demuestra ser una de esas personas.
- ¿Como es eso? - me pregunta.
Entonces me quedo en silencio, viéndola y ella se asusta, entonces recuerda que sabe perfectamente que es a lo que me refiero y se acerca lentamente, hasta abriendo la boca de una vez.
- Graciela, enséñale a Lorenita lo que es chupar.
Graciela, que sigue en su posición de fracaso se pone lentamente de pie, con esos sonidos de la nariz posteriores a un llanto mítico.
Ni siquiera me dice nada, solo se acerca, como odiandome, hace a un lado a Lorena, sin mirarla y abre su boca engullendo mi pene, lo hace bien a decir verdad, la ira le viene bien en este tipo de acciones.
Lorena mira entonces, aunque realmente le desagrada a morir y le carcome el alma, a su hermana masajeando mi pene con sus labios, como observando y aprendiendo la definición en practica de algo que ya sabia seguramente.
Dejo que Graciela haga su trabajo durante un par de minutos hasta que siento de nuevo el aviso de una eyaculación gigantesca de tanto esperar, entonces le digo a Lorena que es su turno, ella lo hace, muy bien a decir verdad, aunque no engulle totalmente, empujo un poco su cabeza con mi mano y no pasa ni siquiera un minuto de masajeo cuando mi mano se detiene y le prohibe a su boca liberarse de mi pene, en estos momentos parece gritar pero de nada sirve, mi semen y esperma están rellenando su pequeña boca, sus mejillas se ponen rojas y intenta escapar, muerde un poco pero aun así desiste de eso, seguramente Graciela ya le contó de lo poco recomendable que es morderme el pene, a mi sentir, es lo peor que pueden hacer, el castigo es, digamos, terrible de cierta forma. Se rinde totalmente y ahora me mira rogando la libere, mientras respira desesperada por la nariz y el semen derramado ya corre por todo su pecho, Graciela vuelve a llorar.
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