Entro, salgo, gime, entro, entro, entro. Aun recuerdo cuando termine de montar el circuito cerrado de este cuarto, sentí una especie de orgullo, fue muy costoso ademas. Miro al frente. Lorena nos mira sentada frente a nosotros, con su obvio miedo de cualquier niña de once años que sabe lo que le espera, aunque no tiene idea de que es ese algo realmente.
Ella, debajo de mi, se llama Graciela, hermana de Lorena, no es la primera vez que viene aqui, y dudo sea la ultima, es la quinta vez que esta aquí, debe encantarle el dinero hoy se llevara casi el doble a casa. Tiene dieciséis años, esta cursando apenas el segundo año de secundaria, ha reprobado dos años seguidos, es sin duda la clara prueba del fracaso del sistema escolar del país, representado con un par de de tetas redondas y apretadas, y un culo suave y esponjoso de tanta juventud.
Ahora el aro de arrugas tiernas de su ano comienza a tornarse rojizo de tanto roce, no para de gemir, cosa rara, para ser la quinta vez que su ano recibe a mi intruso pene, hoy la siento muy exagerada, creí que ya se había acostumbrado. Sin embargo me agrada, gime tanto que Lorena se pone aun mas nerviosa, y mas atractiva a mi parecer.
Ambas son casi idénticas, ambas son delgadas, estatura media y unos cabellos negros y lisos y con una cara delgada y ojos enormes; aunque tienen sus detalles obvios de la edad, mientras que Graciela tiene unas tetas enormes, y un culo grande que les hace compañía, Lorena conserva los atributos hermosos de la infancia aun conservados y un culo no solo grande sino alzado, como orgulloso de su perfección y hasta altanero, esto en si hace nada importante la carencia de tetas, es una niña, que mas da.
- Tócate - le sugiero a Lorena, que se pone nerviosa como ratoncita y me dice "si" con la cabeza, pero no se toca, o al menos no lo hace bien, como sea, peor para ella.
Tras otro par de minutos de machacar el ano, ya hinchado, de Graciela presiento que es el momento, es algo que se sabe, saco mi pene de ella y llamo rápido a Lorena.
- Anda, aquí empiezas, acércate.
Ella se acerca obediente pero repleta de miedo. No tiene idea de nada pues estúpidamente comienza a bajarse el shortcito.
NOTA:
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