Fuimos al baño y fue Julio el primero en sacar su picha; lo tenía relativamente pequeña pero bastante gruesa, le medía 12 centímetros erecta, mientras que la mía ganó la apuesta ya que mide 15 cms.; 3 cms. más que la de Julio, aunque un poquitín menos gruesa.
Por ser la primera vez que me enfrentaba a una situación como esa y estando ambos con nuestros miembros erectos no me quedé con las ganas y se la toque a Julio pero solo un momento dado el lugar donde nos encontrábamos.
Juan: Lo siento Julito, le gané la apuesta, ahora deberá hacer lo que yo le pida ¿de acuerdo?
Julio: Lo prometido es deuda, así será compañero, usted dice lo que quiere que yo haga.
Mientras conversábamos al respecto, llegamos a un acuerdo: el día siguiente llegaríamos un poco más temprano ambos y el pagaría la apuesta que yo impondría.
Al día siguiente, en efecto, llegamos mucho antes de la hora de ingreso y nos fuimos hasta la última oficina, por ser la más discreta.
Yo me sentía asustado y a la vez emocionado ya que iba a pedirle a Julio que se sacara su picha para yo lograr mi fantasía de tener un pene para mí y chuparlo a mi gusto. Julio me dijo que si, se recostó al escritorio, se bajó el zipper, aflojó la faja (correa) del pantalón y éste cayó a sus pies quedando él solo en calzoncillos y con su miembro erecto inclinado hacia la derecha.
Yo me arrodillé enfrente de Julio, besé su calzoncillo pegué mi cara a ese bulto que me tenía en éxtasis. Luego le baje el calzoncillo y allí estaba ese pene corto y grueso, circuncidado, con la cabeza rosada y sus testículos peluditos.
Me pase esa deliciosa picha por los labios, aspiré su olor, la metí a mi boca, mientras que Julio temblaba y suspiraba casi en shock. Inició el mete y saca en mi boca, su pene entraba completo hasta mi garganta, y yo lo animaba con mis movimientos para que sus movimientos fueran más rápidos. No duró mucho en que se moviera de manera brusca, su respiración se aceleró y de pronto pude sentir que su semen salía, no en mucha cantidad pero la sensación que logré fue indescriptible.
No puedo olvidar su sabor agridulce, su consistencia espesa, la temperatura caliente, todo eso en mi boca, que fue simplemente inexplicable, pero no dejé escapar ni una sola gota, chupé y tragué toda esa deliciosa leche de mi compañero.
Cuando ambos logramos reaccionar ante lo sucedido ya estaban por llegar el resto de compañeros. Julio acomodó su ropa y fue el primero en salir de la oficina, luego salí yo a iniciar mis labores.
A partir de ese momento puedo afirmar que gracias a Julio, soy adicto al semen, lo disfruto y siempre quiero chupar la deliciosa leche de otro hombre, es un placer que no es tan fácil de explicar, hay que vivirlo para saberlo.
Julio, donde quiera que estés, te recuerdo…
Si deseas compartir lo que piensas del relato, escribe y si quieres escribirle al verdadero dueño del relato escribe a jpereza39 Hasta pronto.