VIRGINIA ORTELLI
( Relatos Confesiones )



Capítulo 1: Hernán


Me llamo Hernán y tengo 36 años, soltero, sin hijos y con una vida solitaria. Desde que era adolescente he sido consciente de que tengo un pene muy pequeño y a lo largo de mi vida me ha costado llegar a concretar con alguna chica y eso me provocó algo de frustración. Entiendo que mi tamaño pueda llamar la atención porque soy un chico alto (mido 1,85 aproximadamente), me gusta mucho hacer deporte y trato de llevar una vida sana, pero tengo un pene bastante pequeño en contraste con mi cuerpo. En momentos de erección puede llegar a 10 centímetros, pero cuando está flácido (en estado de reposo) a veces se achica hasta casi desaparecer. Puede medir unos 3 o 4 centímetros y se ve realmente minúsculo.

Esto no me imposibilitó de explorar mi sexualidad y llevar una vida plena. Aunque de adolescente sí que me preocupaba más, ahora de adulto lo llevo con total naturalidad y me acepté tal cual soy.

Vivo en Buenos Aires y trabajo en una oficina, allí tengo unas compañeras hermosas y entre ellas está mi amor platónico, ella es Virginia Ortelli.

Virginia Ortelli es la mujer de mis sueños: tiene una piel tan blanca y pura, un rostro impoluto con ojos saltones y expresivos cuyo color hace juego con su cabello marrón chocolate tan sedoso largo hasta un tanto por debajo de los hombros que le queda tan bien y más aún cuando algunas mechas caen sobre su frente; además de su metro ochenta de altura, esa cintura de avispa tan pequeña, una panza plana como una tabla y cuando la veo de atrás enloquezco, y su apellido le hace honor al orto maravilloso que tiene la flaca de 39 años (orto es un lunfardo argentino para describir a la parte posterior de una mujer, un sinónimo de culo por así decirlo, pero se lo usa para describir a un culo lindo, un culo que nos gusta, un culo perfecto diría).

Me resigné a que Virginia jamás se va a fijar en mí, ella es de otro mundo, además tiene una vida hecha, un lindo departamento, un auto cero kilómetro, dos perros caniches que son como sus hijos y un novio de 33 años que imagino la tiene bien atendida.

Confieso que Ortelli es la musa de mis erecciones y estando en el trabajo o estando en casa no me la puedo sacar de la mente. Y como estoy obsesionado con ese culo lo más depravado que hice un dia fue quedarme un rato más en el trabajo y cuando todos se fueron me tiré a olfatear el asiento de cuerina en donde ella estuvo prácticamente todo el día sentada usando ese pantalón super elastizado color azul marino que le marcaba el contorno de la tanga de un modo escandaloso y ni hablar de sus nalgas erguidas y sin ninguna imperfección. El culazo de mi compañera me doblega la voluntad y me llevó a hacer algo como si fuese por instinto animal: sentir su olor más íntimo y natural impregnado en la silla fue el contacto más cercano que pude tener pero lo necesitaba.

Un día sonó mi celular y para mi sorpresa fui incluido en un grupo de WhatsApp creado por ella, se trataba de un grupo reducido ya que los "no queridos" del trabajo quedaron fuera.

Ortelli creó un grupo que llevaba como nombre "Costa el finde", ya que hace años los allí incluidos veníamos planeando un viaje a la Costa Atlántica y nunca lo pudimos hacer realidad.

La idea era aprovechar un fin de semana largo y en esos días libres poder viajar, así que nos pareció una excelente idea y aunque todos no pudieron ir los que pudimos nos pusimos de acuerdo.

Un requisito puesto por Virginia fué solo nosotros, nada de novios, novias, parejas ni terceras personas, un viaje de amigos.

Y así fué, viajamos en ómnibus, éramos 3 chicos y 3 chicas y Ortelli se ocupó de conseguir dónde alojarnos, y como su familia tiene un buen pasar económico resultó ser que tenían una casa de fin de semana así que nos aliviamos ese gasto extra.

Era la primera vez que hacíamos algo juntos y la estábamos pasando genial. Un día, no sé muy bien cómo ni por qué, apareció en el grupo la idea de ir a una playa nudista. Ninguno de nosotros habíamos ido nunca y aunque estábamos de acuerdo en que nos daba vergüenza aunque también había algo en la idea que nos atraía un poco, como que nos picaba la curiosidad y en mi caso sentía un poco de morbo.

Nos animamos a ir a una que nos dieron de referencia y asistimos con mucho entusiasmo por tratarse de algo nuevo para todos.
Particularmente me sorprendió el ambiente, ya que era bastante menos sexual de lo que imaginaba en mi cabeza. Pudimos ver la presencia de familias y de parejas mayores, diría que éramos los más jóvenes de la playa con mucha diferencia. Eso ayudó a tener menor vergüenza a la hora de sacarnos la ropa ya que los cuerpos que se veían allí no eran precisamente de modelos.

Me puse por demás nervioso en ese momento de desnudarme delante de mis compañeros. Con los chicos me sentía más tranquilo pero tenía miedo de cómo reaccionarían las chicas.
Yo seguía teniendo bastante vergüenza de mi cuerpo pero tampoco quería ser el único que no se quitara la ropa por completo. Recuerdo que fue Liz la que dio el primer paso quitándose toda la parte de arriba quedando tetas al aire. Liz era la chica más abierta del grupo, muy extrovertida y guarra. Menuda de cuerpo, baja de estatura, toda compacta pero de buenas curvas. Tenía unas tetas pequeñas pero bonitas y con algo de celulitis en piernas y glúteos pero eso poco importaba.

Magui fue la siguiente en dejar sus pechos al aire. Era más tetona que Liz y nosotros los hombres notamos los beneficios de tanto sacrificio en el gimnasio. Una cola durita y paradita y sus piernas bien marcadas por el entrenamiento. Eso sí, quedó cubierta en la parte inferior por su bikini, una muy ochentosa color turquesa y de tiro bajo que al rato se la sacó lentamente tanto que Diego, Andrés y yo nos quedamos embobados mirándola y yo particularmente me tenté con su hermoso culo y por ese tatuaje que tenía estampado en la cadera.

La última en hacer lo propio fue Virginia, más grande en edad y en cuerpo que las otras dos. Ella es más alta que Liz y Magui y también de las tres la más linda.

Virginia no dudó en bajarse el short de gabardina color blanco que traía y se sacó la remera y para sorpresa no traía ropa interior. Fue un sueño verla sin nada y por primera vez apreciamos su cuerpo así al natural.

Y por tener semejante figura Virginia Ortelli era súper segura con su cuerpo y no tuvo problema en desnudarse delante de todos tanto que nos dejó helados. Aunque fantaseamos con ella creo que ninguno imaginó lo tan hermosa que era desnuda, y a juzgar por la reacción de las chicas, también debía ser la primera vez que la veían como Dios la trajo al mundo, y los comentarios positivos y halagadores no tardaron en llegar.

A mí me dejó paralizado el momento en que se inclinó para bajarse el apretado short blanco y no pude evitar quedarme pasmado un momento observando ese espectáculo y la miraba con indisimulable lascivia.

Una vez pasado este momento de desnudez de Liz, Magui y Vir, que por cierto no debió durar más de 30 segundos pero en mi cabeza fue un mundo, se hacía evidente que ahora nos tocaba a los hombres desnudarnos.

El primer valiente fue Diego, que se quitó la malla sin muchas vueltas dejando a la vista un pene bastante grande para estar flácido, diría que de unos 12 o 13 centímetros tranquilamente.
Magui rompió el silencio incómodo con un "Ah bueno... Miralo vos a Riquelme" que hizo que todos estallemos de risa por la espontaneidad de su reacción.

Andrés fue el siguiente en quitarse la ropa, demoró un poco mi compañero y confidente ya que estaba con el pene parado. Andrés al igual que yo le tiene unas ganas enormes a Ortelli y tenerla desnuda frente a sus ojos a la mujer de sus fantasías le provocó tamaña e indisimulable erección.

Andrés se puso rojo de la vergüenza ya que las tres no paraban de reírse y de mirarlo justo ahi. Yo no quise posponer más el momento e hice lo propio, quitándome la malla sin darle mayor importancia. Las chicas esta vez no hicieron ningún comentario como habían hecho con los otros chicos, quizá por respeto o por miedo a hacerme sentir mal.
Una pija parada, la otra dormida y la tercera de llamativo tamaño. Mi pene comparado con los otros era el más pequeño. No hubo comentarios al respecto y eso me alivió, y Virginia un tanto para romper el hielo y desviar la atención les dijo a Liz y Magui lo ideal que estaba para tirarse a tomar sol y que no le queden marcas.

Las chicas empezaron a ponerse bronceador dispuestas a aprovechar esa desnudez para lograr un color perfecto. Nosotros decidimos ir directo al agua a darnos un baño y jugar con una pelota. El mar estaba bastante calmo y el agua, aunque estaba un poco fría, la disfrutamos igual. La verdad es que esa playa había sido todo mucho más tranquila que las que habíamos visitado los días anteriores.

Estuvimos un buen rato en el agua y mientras nos relajamos fue inevitable hablar de nuestras compañeras que nos habían sorprendido gratamente. Todos estábamos calientes con el cuerpazo de Ortelli.

Cuando decidimos salir del agua nos fuimos directo hacia las chicas. Eso sí: mi pene había achicado más de lo previsto. El agua del mar me jugó en contra. Me fijé en Diego y Andrés disimuladamente y me sorprendió lo que vi. La de Andrés también había mermado su tamaño respecto a lo que había visto antes, ya se le bajó la erección y ahora se veía un pene de tamaño normal. Ahora la de Diego se mantenía exactamente igual que antes de entrar al agua.

Cuando llegamos a las toallas las chicas no pudieron contener las risas y rompieron a hacer bromas

_ Ay, al parecer está muy fría el agua no? se me están quitando las ganas de meterme _ Dijo Magui entre risas.

_ Y si nos vamos de pesca ? Hernán tiene un gusanito para usar de carnada Añadió Liz roja de tanto reírse.

Virginia que hasta ese momento se había abstenido de decir nada sobre mi pene levantó la vista para hacer un comentario con la mejor intención del mundo.

A mí me gusta, no veo nada malo en tener un pito chico...además no importa el tamaño sino saber usarlo.
Y lo hizo con la mejor intención pero solo consiguió las risas de todos.

_ Ahh no importa el tamaño? Pero tu novio tiene tremenda anaconda entre las piernas vos misma nos contaste _ Le respondió Magui con ironía.

_ Basta Magdalena, que importa eso!!_ le dijo más roja de vergüenza que yo que era el centro de los chistes.

Vir no dejaba de mirarla, pero no era para burlarse más bien era como que le dió ternura, curiosidad y hasta admiración y levantaba la vista para mirarme a los ojos de a ratos.

Yo miré a mi amor imposible y le guiñe un ojo agradeciendo que hubiera intentado sacar algo positivo de mí aunque no hubiera salido como ella imaginaba. Todos nos pusimos a tomar mate en la arena y bajo el sol, pero el tema era recurrente y las chicas no paraban de comentar y llorar de la risa.

_Hernán te juro que nunca había visto ninguna como la tuya... Me da cosita...o será que a mí me gustan enormes?_ volvió a sacar tema Liz y se la miró a Diego.

_Yo tampoco había visto ninguna así, pero es bonita y supongo que cuando llega el momento de la acción debe cambiar o no Hernán?_ Añadió Virginia.

_ Bueno si, cuando está parada cambia _ le respondí titubeando.

_ Espero que sí amigo porque como eso no crezca mucho quien quiera coger con vos va a tener "tamaño problema"_ Dijo Diego y otra vez todos volvieron a reír, salvo Ortelli que estaba algo incómoda.

_ Bueno basta déjenlo en paz... No puedo creer que sean así de inmaduros _ les dijo al resto algo furiosa, juntó sus pertenencias, se puso la ropa y me sorprendió con un _ Vamos Hernán _.

No tardé un minuto y me fui detrás de ella, con la vista en ese culazo sin ropa interior moviéndose dentro de la gabardina blanca, la alcancé y me puse a su lado pero Virginia no omitió palabra.


Capítulo 2: Virginia Ortelli


Tengo 39 años, soy una de esas personas que están obsesionadas por su trabajo y que viven las 24 horas del día pendientes del celular y como imaginarán estoy a mil todo el día. Mi lugar en el mundo es mi departamento y amo estar con los amores de mi vida que son Rocco y Perseo, mis dos perros. Estoy de novia hace mucho con Germán pero no convivimos, es una relación cama afuera y tal vez así es mejor.

Y a pesar de tenerlo a mi novio de vez en cuando me apetece algo de diversión, el tema es que los hombres cada vez están más estúpidos o son casados o son histéricos o se quieren enrollar con algo que nada que ver. En mi caso soy así, si se da algo es amor de una noche y punto. Cero compromisos.

Días atrás organicé un viaje a la Costa Atlántica con mis compañeros de trabajo, un grupo hermoso de gente con la mejor de las vibras con los que convivo más horas del día que con mis perros.

El punto es que en ese viaje me enganché con uno de mis compañeros que tenía un pito de 8 centímetros. Sí... en serio, 8 cm. ¡Hasta mi ahijado la debe tener más grande!. Aunque debo reconocer que lo pasé bien, porque como siempre lo dije lo importante es saberla usar y además el chico en cuestión era un experto usando la lengua y me dió la cogida de mi vida.

La mayoría de los hombres están obsesionados con el tamaño de su pene, como si nosotras le diéramos tanta importancia (párrafo aparte hago una aclaración, a nosotras si nos dan a elegir la preferimos grande, no seamos hipócritas, es más, a mi novio Germán le dicen "Tronco" y al principio pensé que era por lo malo que es jugando al fútbol pero cuando lo hicimos por primera vez me dejó con los ojitos en blanco y mojé toda la sábana, y a pesar de que es un nene inmaduro de 33 años no lo puedo dejar).

Hay tipos que por tenerla pequeña ni se atreven a proponer a una un buen revolcón. Ese fué el caso de Hernán.

En el momento de un polvo hay otras cosas que también se valoran, como por ejemplo que no se le baje, que tenga aguante y en mi caso particular me importa que sepa usar los dedos y se valga de ellos y fundamental es el uso de la lengua. Si me la sabe chupar listo...orgasmo garantizado.

Con Hernán tengo una relación laboral hermosa, es un genio de la informática, una especie de hacker que me lo resuelve todo. Es un chico por demás dulce y me hace sentir especial con cada detalle, siempre me regala caramelos de menta y chocolate que sabe que son mis preferidos y algún otro dulce me pone en el escritorio cuando estoy un poco loca y crease o no son halagos que me pueden.

Al principio pensé que era muy tímido o un poco esquivo con las mujeres porque a diferencia de Diego Riquelme y Andrés Aguirre que son unos desubicados con nosotras él siempre mantiene una intachable conducta.

Hasta que ese día en la playa nudista comprendí que estaba acomplejado por algo: cuando se sacó la malla descubrí cual era el problema: tenía un pito muy pero muy pequeño desentonando con el resto de su cuerpo, quiero decir que Hernán es una mole, medirá un metro ochenta y algo de altura y un poco siempre me gustó, pero de todas las pijas que vi en mis 39 años sin dudas ésta fue la más microscópica.

Y será porque en esos días estaba ovulando o por estar haciendo algo diferente con mis compañeros de trabajo pero el tema es que tenía unas ganas locas de coger... Con cualquiera pero lo necesitaba.
Y si bien Dieguito tenía todos los números cuando se lo ví a mi chico la curiosidad pudo más. Y fué algo muy instintivo, más allá de esa voz interior reprimida que me decía Ojo Vir... las cosas pueden salir mal... no lo hagas. Igual lo hice.

Me enojé y mucho cuando todos no paraban de burlarse del pene de Hernán, tomé mis cosas y me lo llevé conmigo. Tomamos un taxi y sin decir ninguna palabra nos volvimos a la casa.

Cuando llegamos ya adentro me puse tonta y lloré de la bronca, le pedí perdón por haberlo llevado a ese lugar donde sé que no la pasó nada bien, y más porque fue idea mía la de ir. A lo que Hernán me abrazó y secó mis lágrimas de un modo tan dulce y no me pude resistir. Di el primer paso y lo besé.

Y de los besos pasamos a algo más y sus manos descubrieron mi cuerpo por primera vez. Yo por mi parte metí mi mano dentro de su malla y no quería otra cosa más que tocarla. Hernán la tenía parada y tal vez mediría unos ocho centímetros en plena erección.

Mi mano curiosa descubrió que lo que le faltaba de longitud le sobraba de grosor, es decir, no era larga pero sí ancha.
El corazón de Hernán latía a mil, como si estuviese por tener relaciones sexuales por primera vez, lo pude sentir así tan palpable, a lo que con muchos besos lo relajé y le pedí que se saque todo.

Hernán se puso colorado de la vergüenza cuando se quedó desnudo frente a mí y para darle más confianza le pedí que me desnude él y pobrecito era por demás inexperto, cosa que me calentó más... Es como que conmigo estaba por debutar.

Estaba tan nervioso que no reaccionaba. _ Y bueno Vir...tenes que hacerlo todo vos, me dijo mi diablita interior y le puse las tetas en la cara mientras le preguntaba si mi par de melones le gustaban.

Cerré los ojos y mis aureolas rosadas rozaban su boca y mis pezones se iban endureciendo. Al menor descuido ya los tenía hiper duros, señal de que estaba muy caliente y ya no había marcha atrás.

_Me vuelve loca que me chupen las tetas sabés?.... Mmm si dale hacelo sin miedo Hernán _

Y las palabras mágicas funcionaron... Hernán reaccionó y vaya cómo me las lamió. Por el empeño que ponía en succionar parecía que no había mamado de bebé, me puse tan cachonda con su lengua que lo agarré de su mano y se la llevé justo ahí, a mi concha que estaba completamente empapada. Logré que entrara en confianza y ahí sí que se soltó. Ya no sentía la vergüenza de antes y su pito se paró del todo y la sentí tan dura como una estaca pero también mojada, la chasquee con los dedos y lo primero que pensé es que había acabado precozmente, pero por suerte se trataba solo de líquidos preseminales.

Como ya no se acordaba de sus complejos me hizo objeto de todo tipo de caricias y yo entregada se lo permití.

Lo único que recuerdo que le dije fué _ Dale, no puedo más me subí encima de la mesa, me abrí de piernas y dejé que haga de mí lo que quiera.
Metió su cabeza entre mis muslos y me dió la chupada de concha más inolvidable. Me la comió de una forma como si me estuviera besando en la boca y yo no hacía otra cosa más que disfrutarlo.

Con la lengua me la recorría entera, de norte a sur y de este a oeste introduciéndose en su interior y mis jugos me traicionaron, brotaban como si fuese una fuente natural y no me podía contener, ahora la que sentía un poco de vergüenza era yo pero es algo que me sucede cuando estoy realmente excitada. Mi chico agradecido, con el pecho inflado y como haciéndome a propósito me hacía cada vez más rico.

_Mmm Ahi!!_ le supliqué marcando la zona en donde lo necesitaba. Y como si tuviera entre sus manos una delicada flor tomó suavemente mi clítoris entre los dedos y lo lamió con la punta de la lengua con suma maestría, como si lo conociese de toda la vida.
Nunca en la vida alguien me tuvo tan caliente como lo hizo Hernán, estaba tan loca y feliz que agarre su pene y empecé a masturbarlo con desesperación, y hasta creo que con mis uñas en algún momento en partes le dejé algunos arañones sin querer.

Me senté sobre él dándole la espalda y explotando de deseo me los introduje por completo a esos ocho centímetros de pija. Entró mas que fácil y pude sentir eso de "Chiquita pero Juguetona", era tal cual. Ni bien lo sentí en mi interior me hizo perder la cordura. Con semejante previa más ésto Hernán me estaba matando de placer, la sentía entrar y salir y en cada ida y venida me rozaba el clítoris que estaba mas firme y duro que nunca, yo me lo tocaba y él por detrás se animó a descubrir mi ano que me lo humedecía con mis propios jugos.

Sinceramente me lo estaba haciendo tan tremendo como hacía tiempo que no disfrutaba de tal modo.

Por suerte la casa estaba vacía y las casas linderas deshabilitadas porque empecé a gemir y a sudar y la temperatura de mi cuerpo superaba los 38 grados tranquilamente. No pude contenerme y tuve un orgasmo tan apasionado que me hizo temblar y poner los ojitos en blanco como si estuviese poseída por esa pija que no medía más de ocho centímetros de longitud pero que logró en menos tiempo lo que aquella enorme de mi novio demoraba más.

-Abrí bien las piernas y mis pies apuntaban al techo, y más allá de acabar necesitaba su lengua habilidosa otra vez ahí y tirada sobre la mesa como al principio volvió a hacerlo complaciendome otra vez.

Cambié de posición y me volví a poner sobre Hernán pero cara a cara. Con mis movimientos de caderas me sentí tan libre y feliz como cuando era más joven y andaba a caballo en el campo de mis padres y el viento me daba en la cara.

Y otra vez lo inevitable: al introducir su miembro me rozaba y yo al subir y bajar con movimientos rítmicos estaba más que loca clavando mis muslos en sus caderas deseando que no se termine nunca. Él estaba con los ojos en blanco gimiendo de placer, mordiéndose los labios y aguantando, se notaba. No quería acabar aún, porque los dos tan conectados deseábamos que ese momento tan intenso no termine .

Hernán hacía todos los esfuerzos para prolongar al máximo esa cogida y lo estaba logrando, yo no se cuanto tiempo estuvimos en esa misma posición, pero me hizo acabar dos veces más.

Como lo estábamos pasando tan bien no se me hizo eterno, al contrario, daba la sensación que el tiempo se había detenido, lógicamente todo tiene un principio y fin y en un momento se desbordó dentro del preservativo. Lo llenó con su leche y a mi de felicidad.

Nos desvanecimos juntos y hasta creo nos dormimos ahí o nos tiramos al sofá, mucho no lo recuerdo. La cosa es que tiempo después alguien golpeó la puerta y nos despertó. Eran los chicos que volvían de la playa y mucho no tuvimos que explicarles porque se dieron cuenta por el desorden que Hernán y yo estuvimos "juntos" por así decirlo.

Con los chicos hicimos las paces y Hernán se ganó el respeto de esos cuatro inmaduros burlones. En tanto ellos en la playa no perdieron el tiempo y formaron dos parejas: Liz y Diego y Magui con Andrés.

Y como era nuestra última noche en la Costa decidimos no salir y cada quien con su pareja en sus habitaciones cogimos como nunca. Los gemidos eran como una orquesta sinfónica y modestia aparte yo fui la más expresiva de todas jaja.

Al otro día volvimos en ómnibus a nuestra rutinaria vida. Todos en pareja, abrazos y muchos besos en el micro de doble piso como si fuésemos estudiantes en un viaje de egresados. Hicimos un juramento los seis de no decirles nada a nadie y así fué. Ya en Buenos Aires al día siguiente cada uno en la suya, y nunca les pregunté a Liz y a Magui si continuaron sus "encuentros" con los chicos, pero yo sigo tan tentada con Hernán y las ganas me pueden y admiro su firmeza y madurez porque estando muy cerca todo el dia mantiene la conducta. Y soy yo quien no se puede resistir y con un mensaje de texto con la típica "En tu casa o en la mía hoy?", le doy a entender que estoy súper caliente y cuando nadie nos ve nos vamos con mi amante menos pensado, jamás imaginé que terminaría así con Hernán el chico más tímido de la oficina, quien ahora es mi chico del pene pequeño.



Comentarios


Caray que bien escribes, muy buen relato muy erótico y queda tema para una segunda parte, saludos
perfil MARILES70


Escriba aquí su comentario sobre el relato:

Opps! Debes iniciar sesión para hacer comentarios.

Detalles



Nombre do Relato


Codigo do Relato
8488

Categoria
Confesiones

Fecha Envio


Votos
1