Hombre Mayor/Esposa Joven 1: Visita Médica
( Relatos Confesiones )



Hola mi nombre es Jorge, soy argentino tengo 60 años y vivo en Buenos Aires. Actualmente resido en Capital Federal junto a mi esposa Alejandra, una rubia muy bonita de 32 años. Ella es mi amor, mi locura mi todo.

Con el paso de los años y con una vida resuelta me volví un tanto sedentario, estoy algo excedido de peso y la calvicie va ganando terreno. Digamos que soy un poco reacio a la actividad física y eso me acarreó problemas de salud. En cuanto a mi rendimiento sexual diría que cada vez me cuesta mas tener erecciones y cuando lo logro eyaculo casi al instante y en cierto modo me perturba y me siento frustrado más que nada por Ale. Yo sé que ella necesita tener relaciones porque es una mujer joven y activa, aunque ella me acompaña en todo momento y hasta me comprende cuando al minuto de estar sobre ella no me puedo contener y eyaculo, me llena de besos y me dice que le encantó hacerlo, pero en el fondo sé que no fue así, me lo dice solo para dejarme tranquilo pero mi esposa se queda con ganas de más.

Así que redactando mis vivencias maritales encontré una forma de hacer catarsis. Al escribir me siento aliviado y me gustaría compartirlo con ustedes.

En cuanto a Alejandra está en su plenitud sexual. Con sus 32 años su cuerpo es un deseo, tiene tremendas curvas además de un rostro que transmite mucha paz y serenidad, hace poco se hizo una pequeña cirugía en la naríz y una leve aplicación de botox en sus labios que quedaron carnosos con forma de corazón y destaco que conserva esa cinturita de avispa idem a cuando llegó por primera vez a la empresa cuando hicimos una selección de promotoras.

Necesito remontarme al pasado para describir como la conocí. Con mi socio éramos propietarios de una empresa que fabrica autopartes y en ese entonces decidimos promocionar nuestra marca en el automovilismo, aqui en Argentina es muy famosa la categoria Turismo Carretera y fue buena la estrategia de marketing dar a conocer nuestros productos con señoritas con buen cuerpo vestidas con calzas y sin problemas de mostrarse. Nuestras promotoras acompañaban la formación de los vehículos previa a salir a la pista y era algo por demás erótico verlas con esas calzas enterizas estampadas a la piel publicitando nuestra marca, en aquel entonces estaba de moda y no era considerado aún como algo "sexista".

Hicimos un casting exhaustivo con mi socio y decidimos contratar a tres, y entre todas las pre seleccionadas la rubia me flechó. Fue amor a primera vista y Alejandra me volvió loco claro está tanto que me la reservé para mí.

Ale era y es "el sueño del pibe", esa mujer que siempre quise tener y no me arrepiento de haber dejado todo por ella. Me divorcié de quién era mi esposa en esos años y con la promotora de T.C nos fuimos a vivir juntos. Alejandra me devolvió las ganas de todo, me reinició el sistema y pude cargarme de juventud. Mi rubia es la mujer perfecta, dulce, femenina y pasional. Lo que más le gusta en el mundo es coger y vaya que disfruta del sexo. Su cuerpo me enloquece y lo mejor de lo mejor es que tiene un culazo hermoso, firme, redondo y tentador y cuando camina se bambolea de aqui para allá.
Quiero aclarar que no es un culo deforme ni mucho menos, es 100 por ciento carne argentina y de exportación, una belleza al menos para mí y estoy más que orgulloso de tener una mujer tan sexy a mi lado.

Ale de atrás es un infierno, su culazo es una tentación para cualquier mortal y a veces me cuestiona que yo solo me casé con ella por su culo y aunque le miento diciéndole que me enamoré de su sonrisa y sus ojos la muy perversa sabe que no es así y termina confirmando su teoría. Es por demás sagaz y me conoce a la perfección.

En la actualidad estoy retirado de la actividad laboral debido a unos problemas de salud, pude comprarle su parte a mi socio y soy titular al cien por ciento de todo pero quien lleva las riendas de la compañía y toma las decisiones es mi mujer, la promotora más hermosa ahora es toda una empresaria.

Soy el consejero de Alejandra en todo lo referido a la empresa y estoy convencido de que hacemos un gran equipo pero a esta altura de mi vida disfruto estar en casa y encontré mucha paz haciendo las tareas del hogar. Me ocupo de cocinar y tener todo en óptimas condiciones pero me pasa algo muy peculiar: confieso que me excito oliendo las tangas usadas de mi mujer. Es un fetiche que tengo. Pongo todas las ropas sucias al lavarropas pero a sus tangas colaless las lavo a mano con mucho cariño. Amo sentir los olores tan íntimos de mi señora en esas prendas que son demasiado diminutas que al llevarlas a mi cara y nariz me provocan una erección natural sin ayuda de ningún fármaco, es un vicio del día a día, un permitido que me hace sentir pleno.

En cuanto a mi salud además de mis escasas erecciones me diagnosticaron hipertensión arterial y una arritmia cardíaca, entonces debí empezar a comer más sano y a hacer una vida saludable. Por suerte tengo a mi mujercita que me acompaña a sol y a sombra y es un ángel protector.

Recuerdo ese día en que fuimos a una clínica privada y me enteré del problema de salud que me aquejaba.

Yo llegué primero y aguardé a mi mujer quien me mandó un audio aduciendo que la espere porque tenía un retraso.
_Estás embarazada?_ pregunté exultante, y ella entre risas me respondió _Nooooo tontito!!, acabo de salir de la esteticista pero me encontré con una manifestación y está interrumpido el tránsito. Esperame afuera que ya llego y entramos juntitos. Te amo._

Ale llegó en un taxi, descendió y con una sonrisa y un beso agarró mi mano e ingresamos. Desde que pisamos aquel sanatorio ví como todos le clavaban la vista a mi señora, comenzando por el taxista cuando ella bajó de ese auto y cerró la puerta, el guardia de seguridad parado en la puerta de la clínica, ni hablar del personal de limpieza que fregaba el piso, los pacientes masculinos y la gente del mostrador que atendía al público. Ale vestía una remera de hilo color blanca, un trajecito y una minifalda color lavanda, su pelo recogido atado con un rodete y unas sandalias chatitas y quiero detenerme en un detalle que me calentó mucho: en aquel centro de estética le pintaron las uñas de los deditos de los pies y de las manos de colores distintos, como si fuesen confites.

Para describir la sala de espera dónde aguardamos prácticamente 45 minutos, diría que eran dos filas de asientos enfrentados de pared a pared, es decir, nosotros nos sentamos de lado derecho y del izquierdo los pacientes estaban sentados de cara a nosotros.
Ale captó la atención de los presentes y no era para menos. Mi rubia hermosa era objeto de las miradas de viejos y jóvenes, incluso de un señor que estaba con su esposa al lado que quedó tildado por las carnes de mi mujer.

Lo que rescato y admiro de Alejandra es que jamás le importó el "Qué dirán". Clavó el culo en la silla de cuerina negra y se cruzó de piernas. Me habló al oído haciendo referencia a sus piecitos recién atendidos en aquel centro de estética al que acudía con asiduidad y susurrando me preguntó: _Te gustan cómo quedaron ?. Obviamente mi respuesta fue un Si enérgico y sonrió complacida.
El dedo gordo se lo hizo pintar color verde manzana, el segundo azul marino, el tercer dedo de su pie en color fucsia, el cuarto amarillo y el meñique al igual que su precioso dedo mayor volvía a ser verde manzana.

Llegó mi turno. La pantalla anunciaba P 22 Consultorio número 7.
Ale se paró primera, se acomodó la minifalda que la tenía toda subida ya que por poco se le veía las nalgas. Apoyando su carterita en el mismo asiento dónde estuvo sentada se inclinó para guardar su celular y buscar mi Carnet de la prepaga ofreciéndole una vista privilegiada de ese culazo perfecto al hombre que aguardaba junto a su esposa.

De más está decir que al tipo se le puso dura la pija al verla en tal postura y Alejandrita lo hacía peor. Amaba parar vergas y lo hacía a sabiendas.

Ingresamos al consultorio 7. Nos recibió un doctor de apellido Bustamante.

Bustamante y yo éramos casi contemporáneos. Pero a diferencia mía se lo veía con un cuerpo atlético, era alto, lucía anteojos, pelo negro entremezclado con canas en los costados y tenía un tatuaje de una serpiente que bajaba por su antebrazo izquierdo hasta finalizar en su muñeca dándole una apariencia de tipo rudo.

Apenas ingresamos Bustamante le clavó los ojos a mi señora. Primero en sus piernas aunque le hizo una radiografía visual con vista de Rayos X desde el dedo gordo del pie hasta su blonda cabellera sin disimulo.

Nos sentamos y estando ella en frente el tipo le miraba las tetas y esos labios carnosos. Recuerdo que Ale los traía pintados de un rojo pasión por demás sugestivo.

El médico siempre correcto y educado nos hablaba, va yo era el paciente pero en su alocución se dirigía más a mi mujer que a mí.
Alejandra asentía con la cabeza todo lo que él decía y me dijo _Escuchaste amor, ahora a portarse bien y a cuidarse._ Bustamante escribió en una receta lo que debería comprar en la farmacia y me anotó la correspondiente posología.

Ella le dijo _Despreocúpese doctor Bustamante yo me encargo de todo_, ahí el nos despidió con un apretón de manos y le dió una tarjeta con su número personal a mi esposa diciéndole que para lo que necesitáramos estaba disponible, pero en el fondo yo sabía que no era tanto por mí sino que quedó caliente con mi mujer.

Pasamos por una farmacia y me dirigí a quien atendía solicitando la medicación prescripta pero para peor no tenía de esa marca que el profesional de la salud sugirió. Quedamos con la duda de comprar o no alguna alternativa, por lo que Ale aprovechó la oportunidad y lo llamó a Bustamante para pedirle su opinión a ver qué hacíamos.

Salió a la vereda y mientras charlaba vía celular pasó un camión volcador que llevaba a tal vez 14 obreros de la construcción que volvían de un día de trabajo. Las guarradas que le dijeron a mi mujer son irreproducibles y ella frunciendo el ceño y haciendo un gesto les levantó un dedo haciendo un Fuck You ofuscada pero a los desalineados trabajadores ni les importó y deliraban diciéndole de todo.

Ingresó nuevamente al local sonrojada y un tanto alterada y me dijo que el doctor dió su aprobación para que compremos la marca sugerida por el farmacéutico. Me pidió las llaves de la camioneta y me esperó allí en el habitáculo.

Camino a casa la noté muy callada y con la mirada perdida. Se sacó las sandalias y alzó ambos pies sobre el torpedo del vehículo. Esos deditos pintados de distintos colores me tentaron y tomándola del tobillo me lo traje hacia mí. Sus pies me exhitan y al izquierdo me lo llevé a mi boca y mientras conducía comí uno a uno sus deditos de confite y así logré relajarla.

Lo que le hacía le gustaba mucho, cerró los ojos y separó las piernas. Reclinó el asiento y se tocó la entrepierna por sobre su ropa interior y unos leves gemidos asomaron de su boca.

Que le chupe los pies la enciende, siempre fué algo infaltable en nuestros juegos previos a hacer el amor. Pero en el fondo de su ser Ale quedó con una calentura contenida por todas esas cosas chanchas que los obreros le gritaron al verla y eso acrecentó su excitación.

Volvimos a casa y entre cosa y otra se hizo de noche. Se mostraba molesta conmigo y me aseveró que a partir de hoy comeríamos sano, ya nada de frituras ni comidas chatarra y me preparó una ensalada insípida de las que ella comía a diario, esas mismas ensaladas que yo tanto odiaba.

Terminamos la cena, me mandó a la cama y ya en la habitación se desnudó en mi presencia. Quedó como Dios la trajo al mundo con esa piel blanca y sus curvas de infarto e ingresó a ducharse.
Desesperado salí de la cama y levanté del piso esa tanga blanca tan pequeñita que tuvo puesta todo el día, impregnada con esos olores tan propios de ella y así enrollada como la dejó la alcé del suelo y me la llevé a la cara.

En la farmacia cuando mi mujer se retiró aproveché a pedirle unas pastillas azules al despachante, el me las vendió sin receta médica con una sonrisa cómplice. Me aconsejó tomarla momento antes del acto sexual y previamente estar estimulado. Recordé sus palabras y como estímulo me llevé a la cara esa tanga blanca usada de Ale.
Tenia un olor a hembra por demás hermoso, la olfateé por un rato y se me paró la pija como a mis 20 años. Además noté una secreción blancuzca algo seca reforzada por una humedad más reciente. Se me aceleró el corazón y me hice una paja con su ropa interior en mi nariz.

Esa noche fue muy productiva, tuvimos relaciones sexuales dos veces y al otro día hicimos un mañanero y arrancamos la jornada en positivo. Éramos fuego y pasión y toda esa semana me la pasé en casa pues ella me hacía marca personal y se ocupó de todo lo referido a la empresa, iba al banco a hacer los pagos y se desempeñaba de un modo fabuloso. Y yo estaba cada día más orgulloso de mi amada mujer.

Por mi parte esa semana me envicié con el sildenafil. Forjé una complicidad con el boticario y acudía de seguido al la farmacia en busca de aquella poción mágica de color azul. Ale volvía de la calle y yo la esperaba con la pija parada y destaco que nunca pero nunca me decía que NO, siempre tenía ganas y al verme así se desnudaba, se metía a la cama y hacíamos el amor como nunca.

Un sábado por la tarde Alejandra se dispuso a llevar a Florencia, su hija a quien la tuvo con su anterior pareja, a la fiesta de cumpleaños de una compañera del colegio. Yo ganas de salir de la cama no tenía por lo que ella se encargó de llevarla.

A eso de las 22 regresó pero sola, la primogénita de Ale se quedó a un pijama party que organizaron en casa de la cumpleañera. Teníamos la casa para los dos solitos, yo la esperaba con todas las ganas pero Ale volvió con un malestar estomacal por algo que comió en aquel acontecimiento al que fue.

La noté mal, los retorcijones la doblegaron, por lo que no se me ocurrió otra que llamarlo a Bustamante para que la asista en nuestro domicilio.

_Nooooo! No quiero que me revise el doctor!_ me dijo haciendo un berrinche igual a los que nos tenía acostumbrados Florencia. Se puso su musculosa larga de dormir y abajo solo en tanga se tiró a la cama y escondió la cabeza bajo el almohadón.

El doctor llegó después de 20 minutos.
_Señor Jorge soy Bustamante_ se anunciaba desde el portero eléctrico y le di el okey para que suba.
_Ale por favor no me hagas pasar vergüenza, levantate que ya viene el doctor_ le dije enojado pues ella seguía acostada y tapada con el acolchado y con el almohadón sobre su cabeza.

No se inmutó y siguió en la misma postura, ya para eso el doctor Bustamante tocó el timbre.

Lo recibí y nos dirigimos a mi habitación. _Ale aquí está el doctor_ le dije con voz gruesa. No soy de levantarle el tono pero me molestaba y mucho su comportamiento casi infantil.
Se sentó en la cama, puso la espalda en recta posición contra el respaldo y Bustamante un poco se aceleró al ver sus piernas al desnudo y la bombachita negra que asomaba debajo de la musculosa gris.

Procedió a revisarla. Empezó en la panza presionando con la mano.
_Duele ahí?
_No_ respondió ella. Bajó un tanto más, presionó un tanto bajo el ombligo:
_Duele ahí?
_un poco_ respondió ella. Bajó más se posó sobre su vientre y presionó con su mano fuerte:
_Duele ahí? Manoseando justo donde comenzaba su tanga.
_Siiiii... ahí....me duele mucho!!!_ respondió con una vocecita tremenda de puta.

Yo desde atrás observaba todo. Ale estaba excitada y la humedad brotó de su vulva cuando el doctor le pasó un dedo por sobre la raya.

Automáticamente se quitó la musculosa quedando tetas al aire. Ahí me dí cuenta de algo que no tenía retorno: mi mujer me iba a poner los cuernos con el doctor estando yo presente.

Se abrió de piernas dando permiso a que el profesional de la salud continúe. Bustamante me miró buscando mi permiso y asentí con la cabeza. Sin sacarle la ropa interior, es decir, corriendo esa prenda íntima de color negro a un costado le dió unos primeros lengüetazos y los alternaba metiéndole un par de dedos. La babita que emanaba la concha de Ale para ese entonces era abundante y se pegaba en la yema de los dedos del hombre. Ella gemía entregada y agarraba sus pechos y sus pezones duros con furia.

Con sus dedos y lengua metidos en la vagina de mi señora interrumpió su labor y haciéndome señas me dió a entender que me acerque a ella y le meta el pene en la boca.

Así lo hice, llegué a la cabecera de la cama, para ese entonces me desnudé por completo, me subí al colchón y arrodillado le hice entrar la verga en su boca mientras Bustamante la penetraba con los dedos con más ímpetu.

Alejandra me lo chupaba entero, hasta se llevó mis huevos a su boca y me lamió el tramo que comprende entre los testículos y el ano. Eso incrementó mi erección sumado a que la veía totalmente entregada a ese señor. Ale no pudo más y acabó intensamente en la boca del doctor y al sentirla explotar yo hice lo propio en su boca.

El pervertido doctor iba por más, dejó que se recupere y le preguntó de modo muy profesional: _Como se siente señora?_ Un poco mejor_ respondió ella como queriendo seguir.

_Cuando fue la última vez que fue de cuerpo?_
_Hoy a la siesta_ le respondió ella muy escueta.
Bustamante indagó un poco más.
_Digame como fue su caca, blanda o dura?
_Dura_ le dijo adentrándose en el juego.
_Dejeme revisarle la cola por favor_ le pidió ya con morbo.
Ale obediente se puso en cuatro y se sacó la tanga quedando totalmente desnudita.
Puso su rostro a milímetros del culazo de mi señora y después de manosearla sin descaro por un largo rato y en mi presencia procedió a abrirlas y dejó expuesto el agujero menor de Alejandra quien paraba el culo curiosa por lo que iba a venir.

_Señora usted tiene la cola muy irritada, digame... hizo algún otro esfuerzo por ahí?
_Despues de hacer caca me vestí y salí a andar en bicicleta _
_Le gusta andar en bicicleta?
_Si, mucho!!.
_Y que más _ indagó el medico y ya se desabrochaba el pantalón dejando a la vista una importante erección.
_...Y el asiento me lastima siempre porque es muy pero muy duro_ declaró mi mujer con su vocecita de puta otra vez.
_Y a usted no le molesta tener algo duro metido en la cola?_ preguntó el señor con una pija nada despreciable y parada por completo deseando el momento de entrar en mi rubia.
_No, para nada_ le dijo Ale cuando Bustamante se quitó la chomba quedando completamente desnudo.
_A usted le gusta el sexo anal o me equivoco?_ preguntó Bustamante.
Y Ale haciendo trompita y con su mejor expresion de puta no omitió palabra pero asintió con la cabeza .

El médico decidido se abalanzó sobre el culo de Ale que estaba así tan expuesto y se lo chupó con locura, se lo disfrutaba tal vez más que yo, le metió un dedo, después dos y por último tres y ella no se inmutaba, al contrario, los recibía complacida y se estimulaba tocándose y no tardó en mojarse y mucho.

Ale paró a más no poder esas nalgas abiertas, Bustamante se le subió apoyando sus pies en la cama y abriendo las piernas rodeando el contorno de mi esposa logró penetrarla en tal postura.
Le hacía el culo con deseo y las embestidas ya eran profundas. Sus huevos golpeaban las nalgas fuertemente con un Plaf Plaf Plaf muy estimulante al menos para mí que miraba pija en mano sentado en un rincón.

Ella feliz, una verga nueva y por demás firme le estaba entrando. En el fondo siempre quiso eso, ser cogida por otro tipo y ahora se hizo realidad su sueño.
Se la sacó y dejó expuesto un pronunciado agujero. Ella me miró y sonrió como agradeciendo.

Le hice un pedido al doctor. Hablándole al oído interrumpí la taladrada de culo que le propiciaba a Alejandrita para indicarle que los quería ver en una posición que fantasee que se la hiciera. El abajo y que ella se lo monte.

La parejita me hizo caso. El se acostó y ella no dudó en endurecer la pija que acababa de salirse de su culo. Se la chupó entusiasmada ofreciéndome una vista privilegiada de su culazo al aire. Chupaba y chupaba y sus nalgas de movían al compás. Hice lo imposible por no acabar y cerré los ojos para contener mi leche.

Hubo risas cómplices y cuando la tuvo dura del todo ella se le sentó y le fue entrando en el culo suavemente.
La verga de Bustamante era muy ancha, y fue ganando terreno poco a poco. Alejandra lo sentía cada vez más adentro, no pudo contenerse, se masturbó y un fuerte orgasmo la sacudió. Se quedaron quietos un largo rato, obviamente con la pijota metida en el ano. Yo me pajeaba enloquecido por lo que veia, cuando de a poquito y con besos apasionados ella comenzó a cabalgar otra vez.

Yo era un fantasma en mi propia habitación, ya que cogían sin descaro y ni se inmutaban por mi presencia. La pija del médico estaba totalmente enterrada en la cola de mi señora. Los huevos otra vez golpeaban sus nalgas y ella iba por otro orgasmo, cuando el le avisó que ya no podía más y la muy puta le dejó que le inunde las tripas con su leche.

Después de que Bustamante le acabó adentro Ale como queriendo seguir se tocó desesperada y alcanzó el clímax por tercera vez en la noche. Y cuando lo logró quedaron rendidos y en silencio y yo también acabé como un volcán en erupción.

Pasaron unos minutos, ninguno de los tres hablamos. Se besaron y ella le dijo cosas al oído como agradeciéndole, estaban en su mundo y él le decía vaya a saber qué cosas y reían. Bustamante le manoseó por última vez y con una fuerte palmada la hizo salirse mientras comenzaba a descender todo ese mar de esperma que le inyectó bien adentro.

_Acérquese Jorge por favor_ me pidió él y aún con Ale arriba suyo le abrió más las nalgas y me mostró lo colorado y abierto que le dejó el culo a mi mujer. Era una caverna erosionada el ano de la rubia. Ella se reía y con mucho morbo lamí esa leche que brotaba de su esfínter y a pedir de ella con mi lengua se lo derramé en su boca y la muy degenerada se la bebió toda. Era una escena casi pornográfica y exultante me dijo _Gracias amor por dejarme hacer ésto _.

Se besaron por última vez y se fue rápidamente a bañarse.

Nos vestimos y acompañe a Bustamante hasta la puerta. Me dió un apretón de manos y al irse me dijo: _Jorge que hermoso culo tiene su mujer. De ésto no me olvido nunca más_ y se fué.

Después de una larga ducha fui a la cama. Ale puso sábanas limpias y arregló la habitación. Nos acostamos y con tiernos besos me volvió a dar las gracias. Estaba satisfecha al cien por ciento y nos dormimos.
Por algunos días no volvimos a hacer el amor, hablábamos lo justo y necesario y la notaba angustiada. Le propuse el divorcio para darle libertad de acción pero no quiso, es más, hasta lloró y me pidió perdón.

Nos dimos otra oportunidad y dejamos atrás lo sucedido aunque estábamos distantes, más que nada yo tenía esa actitud para con ella.

Y un fin de semana me vió sobre el cesto de ropas sucias masturbándome con una diminuta bombachita que usó para ir al gimnasio. Al verme así con su tanga en la nariz no se enojó ni tampoco hizo un escándalo, le confesé que hace tiempo me embriagaba con el aroma tan especial de su ropa interior. Se sonrió y con un _AY AMOR...TE AMO!!_ vino a mi. La noté efusiva y acto seguido fuimos a la cama y tuvimos sexo. Se puso en cuatro sin que yo se lo pida y tuvimos sexo como en los viejos tiempos.

La noté tan mía, se entregó por completo y lo hicimos con muchas ganas. Quedamos rendidos y cuando todo terminó como recompensa volvimos a tocar el tema del sexo casual. Me pidió permiso y me dijo que se iba a acostar con otros hombres solo si ambos estábamos de acuerdo dejándome dubitativo, sinceramente no supe que decir.

Lo que me quedó en claro es que yo no puedo hacerla gozar así como lo hizo ese médico aquella noche por lo que me resigné a dejar que otros la hagan disfrutar en la cama. Veré quien será el próximo macho que se coja a Alejandra, será alguien más joven?, será el doctor Bustamante otra vez? Por el momento no lo sé, pero estoy entregado a la idea de que mi rubia esposa debe satisfacer sus deseos con otros hombres, eso si, antes deberá de tener mi aprobación que de seguro se la daré. Todo sea para verla feliz a mi amada Alejandra, el amor de mi vida.


Comentarios


Que enorme relato, se ME PARÓ LA VERGA
perfil MARILES70


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Codigo do Relato
8463

Categoria
Confesiones

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