Habia que pagar el alquiler
( Relatos Heterosexuales )


Hola soy Paola y les contare algo que me sucedió un tiempo en que por estar enemistada con mi madre me fui a vivir a una pensión para chicas solteras.
El dueño se llamaba José pero le decían Babi. Ya en el primer mes de renta tuve problemas para pagarle ya que no tenía trabajo y solo dependía de algunos amigos que me ayudaban. Un día José estuvo esperándome y me encontró, justo cuando yo regresaba deber algún amigo. Don José fue muy caballero, cuando le explique mis razones para estar en deuda. No me había dicho nada, y le pedí que me disculpase, ya que seguramente no volvería a pasar (no estaba tan segura). Y aunque Don José no se mostró nada molesto, pero si me di cuenta por la manera en que se me quedó mirando, que yo le llamaba algo más que la atención. Ya que como andaba con mis pantalones bien cortos y apretados, y una remerita sin sostén, toda sudada. La tela de la camisetita, así como del pantalón se pegaba a mi cuerpo.

A medida que fui hablando con Don José, fui sacando cuentas, y me di cuenta de que si bien podía pagarle, me quedaría sin nada para alimentarme. En unos segundos, tomé la decisión de invitarlo a pasar, a ver de qué forma o manera podríamos llegar a un acuerdo, para pagarle.

Don José se mostró sumamente comprensivo, y a medida que estuvimos evaluando la forma o manera en que le podía pagar el resto de la deuda, que aunque no era gran cosa, de todas maneras rompía con lo que yo ya había calculado, en gasto para el resto del mes. En medio de nuestra conversación, le ofrecí algo de tomar, a lo que Don José respondió gustosamente que sí. Pero al ponerme de pie y dirigirme a la cocina, pude ver en el reflejo de un espejo en mi habitacion la manera lasciva, en que el viejo ese se me quedó mirando.

Fue cuando se me ocurrió pensar, que si quizás yo me acostase con él, dejase la cuenta por pagada, lo que me ahorraría un buen dinero. No es que yo me desviva por el dinero, pero en esos momentos, la única solución razonable que encontré fue esa. La cosa era como decírselo, sin que yo fuera aparecerle una puta buscona.

Por lo que apenas regresé con el vaso de agua, le pregunté, de manera lo más sensual que pude, si podía esperarme un momento a que me refrescase, y me cambiara de ropa, para ponerme algo más cómoda, y continuar viendo la manera en que yo podía pagarle, ya que como podía ver recién y regresaba de “trabajar”. El viejo gustosamente me dijo que sí, que durante el resto de la mañana no tenía nada programado, hasta el mediodía, que debía ir a Once a buscar una mercadería. La cosa no fue lo que me dijo, si no la manera en que lo hizo, al tiempo que no dejaba de mirarme, como queriéndome desnudar con los ojos.

Así que raídamente me di una refrescante ducha, y al salir después de secarme, lo único que me puse encima fue una transparente bata de dormir, sin más nada abajo. Cuando me le presenté nuevamente en la habitación, y le pregunte en el mismo tono seductor
-¿Don José no cree usted, que entre usted y yo, podamos llegar algún tipo de arreglo, para que yo le pueda pagar la deuda?

Al viejo parecía que se le querían salir los ojos de sus orbitas, por la manera en que se me quedó mirando. En ese instante supe que, finalmente iba a poder saldar la deuda. Ya que poniéndose de pie, y acercándose a mí, Don José sin dejar de verme prácticamente desnuda bajo la transparente bata, me dijo.
-Bueno yo no me opongo a que si no tiene el dinero, que me pague de alguna otra manera. Pero eso sí, me agradaría que fuera en otro lugar, y no aquí en el medio de la pieza.

Sus palabras yo las tomé como un rotundo si, por lo que lo agarré por su mano, y dirigiéndome a la habitación de Don José que era al lado de la mía, ya de pie frente a su cama, dejando que la transparente bata se quedase completamente abierta, le pregunté
-¿Qué te parece aquí? De inmediato el viejo Babi, sin decir nada en absoluto me tomó entre sus gruesos, y fuertes brazos, dirigiendo su boca a la mía, me plantó un tremendo beso. En cosa de segundos, dejé que la bata se deslizase hasta el piso, quedando del todo desnuda entre sus brazos.

De inmediato supe que Babi, de seguro querría hacerme de todo, por lo que cuando me colocó sus manos sobre mis desnudos hombros, de inmediato confirmé lo que yo había pensado. Él deseaba que para comenzar, le chupara la verga, la que sentí aun a traves de la tela de su pantalón bien dura y caliente. Por lo que sin oponer resistencia alguna, me fui agachando hasta que mi rostro quedó a la altura del cierre de su pantalón, el que de inmediato bajé y con mis dedos, extraje aquella verga dura.

Sin pensarlo mucho por un corto instante manipulé su verga entre mis dedos, como si lo masturbase, cosa que realmente no hacía falta, ya que su erección era bastante grande y evidente. Por lo que sin demora alguna comencé a pasar mi lengua por sobre su roja cabezota, tal como si se tratase de un helado. Para luego de unos pocos segundos introducírmela completamente dentro de mi boca y dedicarme a mamársela, con la esperanza de que acabara lo más rápido posible. Pero como dice el dicho más sabe el diablo por viejo, que por diablo. Ya que José sonriéndome me detuvo diciéndome. Esto mejor lo dejamos para el final, ahora lo que deseo es darte por esa pelada conchita.

Yo saqué su verga de mi boca, y sin demora alguna, me subí a la cama, separando mis piernas, ofreciéndole mi depilada argolla al viejo. José se terminó de bajar los pantalones, su ancha y voluminosa barriga, ocultaba su parada verga, pero eso no fue impedimento alguno, para que cuando se acostó sobre mí, yo comenzara a sentir como sabrosamente, su dura verga fue penetrando mí depilada conchita. Lo cierto es que comencé a mover mis caderas, con toda la fuerza que pude, casi como una licuadora ya que quería que acabara lo más pronto posible, y terminar con eso lo más rápido que pudiera hacerlo.

A medida que seguí moviéndome bajo su voluminoso cuerpo, fui sintiendo como su sabrosa verga entraba y salía de mi concha, produciendo en mí un goce tremendo. Por su parte José en la medida que podía, me fue acariciando todo mi cuerpo, diciendo una y mil veces más lo buena, y sabrosa que yo estaba. Cuando no era que con su boca, o me besaba introduciendo su lengua dentro de mi boca, o se dedicaba a chupar, y mordisquear sabrosamente los pezones de mis tetas, al tiempo que con alguna de sus manos apretaba sádicamente mis nalgas abriendo al mismo tiempo las mismas y dejando a la vista mis labios y mi culo que ya estaban pidiendo verga.

Yo estaba que gemía sola, del placer que sentía, mis gemidos seguramente, cualquiera podía sin esfuerzo alguno escucharlos desde la calle. Las barbaridades que José me fue diciendo a medida que estábamos cogiendo, lejos de ofenderme, me calentaban y calentaban más aún. Yo seguía moviendo mis caderas como una verdadera puta, procurando sentir más, y más dentro de mí su fabulosa verga. En esos instantes me di cuenta, de que si al principio deseaba que me acabara lo más pronto posible, mi deseo era que continuase sabrosamente clavándome su verga, sin consideración alguna.

Yo estaba de lo más ida, disfrutando a piernas abiertas, todo lo que José me hacía. Cuando como si yo fuera una muñeca de trapo, me saco la verga de mi concha y haciendo que me diera vuelta, en un toque, quedé dándole la espalda a él, y de inmediato me volvió a enterrar su sabrosa verga dentro de la concha. Por lo que yo comencé a restregar mis nalgas contra su velluda barriga, a medida que él no dejaba de meter y sacar su verga de mi cosita. Arrancándome lagrimas pero de placer, y calentura.

Yo no podía creer como un viejo como ese, tuviera la fuerza, y la virilidad para hacerme sentir lo que yo estaba sintiendo. En mi vida en muy pocas ocasiones mi pareja, había logrado que yo disfrutase de múltiples orgasmos. Pero a medida que José me fue penetrando, agarrando por todas partes, y besándome como un loco, yo al poco rato ya comencé a disfrutar placenteramente de múltiples y seguidos orgasmos, como nunca antes los había disfrutado en mi vida.

Yo estaba de lo más concentrada restregando mis caderas contra el cuerpo de José, cuando comencé a sentir sus dedos, metiéndomelos por el culo, y a los pocos segundos, sin aviso alguno, sacó su dura verga de mi mojada argollita, y sin más ni más me la enterró de manera salvaje por mi apretado culo que ya estaba ansioso por recibirlo. El grito de placentero dolor que di, fue bien fuerte, pero eso no impidió en lo más mínimo que él continuase salvajemente clavándome su verga. Al tiempo que con una de sus grandes manazas me agarró con fuerza por la concha, apretando deliciosamente mi clítoris, al tiempo que no paraba de darme verga por el culo.

Yo estaba hecha toda una porquería, ya ni fuerzas me quedaban para seguir moviendo mis caderas, hasta que de momento, José me propinó un fuerte abrazo, y sin mentirles, creo haber sentido cuando acababa dentro de mí. Por un largo, y buen rato, quedé completamente extenuada, como creo que ya les dije, nunca pensé que un hombre de su edad tuviera tanto aguante. Cuando finalmente extrajo su verga de mi orto, yo sentí un gran alivio, y retorcido placer. Ambos permanecimos acostados por un buen rato, recuperando el aire, hasta que el viejo, se levantó y sin decir nada se dirigió al baño, donde desde mi cama pude ver como en el lavamanos, se lavaba su verga con bastante agua y jabón, para luego secársela con una de las toallas.

Les diré que ver desnudo a José de la cintura para abajo, con su camisa a cuadros, así como con sus medias oscuras, y su gran barriga, me produjo mucha gracia. Hasta que acercando su verga a mi boca, sin más ni más me puso a mamar, nuevamente, diciéndome.
- Ahora sí, esfuérzate por hacer que acabe otra vez. Por lo que yo volviendo a meter su verga dentro de mi boca me dediqué a mamársela por un buen rato, a medida que él me agarraba y apretaba mis tetas, hasta que yo logré que acabara nuevamente dentro de mi boca, tragándome todo su lechita.

Yo como pude me pare de la cama, pero antes de que él terminara de vestirse, le pedí que me esperase sentado en su pieza. Cuando finalmente, después de darme otra ducha, y expulsar de mi culo su leche, envuelta en una pequeña toalla volví a la pieza. José comenzó a despedirse, diciéndome.
-Paolita fue todo un placer para mí, el haber llegado a ese acuerdo entre usted y yo, y mucho me gustaría volverla a ver en otra ocasión, dando por entendido que ya la deuda había sido pagada. Fue cuando le dije, si estuvo bastante bueno para ser el primer pago , así que para cuando quiera volver venirme a cobrar si algo le debo, yo estaré encantada de pagarle de esta deliciosa manera.
Todavía no puedo creer que yo siendo tan pretensiosa con mis hombres haya tenido el sexo caliente que tuve con el viejo.




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Codigo do Relato
5171

Categoria
Heterosexuales

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