-" Y bueno, Paola…contame, ¿ya tenes pareja?
Mi sobrino me dijo hace un rato que estabas muy buena, pero el pobre es muy tímido.
-¿Ya lo conoces, no?"
-"Si…"
-" ¿Y qué te parece?"
-" Que está bien.."
" ¿Bien?" jajaja- "¿solo bien?"- jajaja.
Me giré hacia él y le alcance la cerveza. Salvador alargó la mano para cogerla y vi que le temblaba ligeramente. Me estaba mirando las tetas.
Yo saqué más tetas todavía, vamos, que las "eché para adelante", como se suele decir, en un
movimiento reflejo, porque en seguida me arrepentí, ya que él levantó la vista y me miró. Casi será decir que me clavó la vista. Una mirada inquisitiva.
Una mirada que me calentó.
Entonces ya no respondí de mis actos. Me sentía como una leona enjaulada, ardiente, con unas ganas terribles de garcharme todo. Me acerqué lentamente hacía él sosteniéndole la mirada y alargué una mano hacia su pecho. Lo noté duro, fuerte, y comencé a deslizarla hacia arriba hasta tocarle el hombro, el brazo… y su tacto me excitó más aún. Salvador seguía mirándome fijamente, sin moverse, sin apenas atreverse a respirar. Yo volví a dirigir mi mano hacia su vientre y la fui bajando hasta tocarle el bulto por encima del pantalón vaquero. Tenía un paquete enorme, su tacto a través de la tela me hizo estremecer. Entonces Salvador se retiró, dio un paso hacia atrás y dijo algo así como que él podría ser mi padre.
Yo, a mi vez, avancé, salvando la distancia que él había establecido y me apreté contra su pecho, sintiendo la dureza de su verga a la altura de mi bajo vientre, respirando el olor a su sudor. Le puse ambas manos a los lados de las caderas y le apreté más contra mí. Y ese fue el resorte.
Reaccionó tomándome de la cintura y poniéndose de espaldas en la amplia mesa de
la cocina.
-" Serás putita… ¿qué es lo que quieres,
niña?".
Lo dijo jadeando, tratando de controlar una situación que ya se le había escapado de las manos. Pero yo, a pesar de ser joven, sabía que a los hombres les gusta el papel de "machos dominantes" y mostré como que me dejaba hacer. Total, mi objetivo se iba a cumplir, la forma me daba igual, corría de su cuenta, él era el experimentado… y esa idea me excitó tanto…
Mi respuesta fue tomarlo del cuello y atraerle hacia mis labios, pero él rehusó. A cambio me agarró la vieja camiseta por el escote y de un tirón la rompió dejando en plena libertad a mis pechos, que salieron disparados. Hundió la cabeza entre mis senos y agarrándomelos con las dos manos comenzó a lamerme, para luego dedicarse a chupar alternativamente mis adoloridos pezones. Yo estaba tan excitada que creí que me moría. Tenía ganas de que aquel placer durara siglos, pero Salvador no parecía estar apurado, porque comenzó a bajarme trabajosamente los pantalones mientras me comía las tetas que estaban por reventar..
Cuando por fin lo pantalones cayeron al suelo yo me abrí de piernas todo lo que pude, gimiendo y maldiciéndole, y no sé de dónde me salió aquella vena tan agresiva, pero lo cierto es que en toda mi vida sexual anterior jamás he estado tan excitada como aquella vez. Me metió los dedos por la concha, comprobó satisfecho lo caliente y húmeda que estaba, y celebrándolo con un gruñido se inclinó y le dio un par de lamidas a mi hinchado clítoris
mientras se bajaba el cierre y sacaba una enorme pija, dura como una
piedra que me dejo embobada.
Me penetró sin miramientos. Al principio solo metió, casi apoyando simplemente, la punta de su pija entre mis labios vaginales, pero ante mis quejidos decidió no andarse con ceremonias y comenzó a salir y a entrar de mi concha con una facilidad pasmosa. Yo no sabía dónde agarrarme, sentía unos irrefrenables deseos de morderle… hasta que me llegó el primer orgasmo. Y un segundo y un tercero … hasta que él me la saco. Sacó su enorme verga de mi conchita y, con un grito contenido, me acabo como si fuera la primera vez, rociándome de lechita caliente los muslos y el pecho.
Se apoyó con las dos manos en el borde de la mesa, mientras yo estaba agotada. Estaba rendida y lo mejor es que mis nervios habían desaparecido por completo. Cerré los ojos y ya comenzaba a abandonarme a un agradable sopor cuando noté cómo Salvador se subía el cierre y me tiraba los pantalones a la cara.
-" Paolita, anda vistiéndote que mi sobrino
no tardará en llegar.
-¡¡Vaya, pendeja tremenda puta que estás
hecha!!… Hace años que no cojo así!!…
-Por cierto, ¿sigues interesada en conocer a mi sobrino?".
Le respondí que sí, me bajé de la mesa y le di un beso en la mejilla. Entonces tocaron a la puerta de entrada y salí corriendo a mi cuarto, para vestirme. Me lavé un poco, me puse un vaporoso vestido de verano y me dirigí de nuevo hacia el baño…
Próximamente les contare si me pude coger al sobrino de Salvador.