Así, hace algunos años, cuando escribirte era una necesidad de supervivencia, pusiste una idea en mi mente, no recuerdo cuando fue la primera ocasión. De inicio, me costó un tanto digerirla, pero conforme la paseaba en mi mente a la hora de masturbarme imaginaba como sería, justo como anoche lo hice, pensando en como sería ese encuentro. Quizá porque lo soñé o fue que lo imaginé no pude cambiar el escenario...
Ese árbol, tú a unos cuantos metros sentado en una mesa sólo, observando lo que nadie ve y que únicamente tú sabes que está sucediendo. Después de juntos haber hecho la elección del incauto proveedor de placer para estas mentes sexualmente enfermas, ya habiéndolo abordado y haber echado mano de cualquier truco barato para una rápida seducción, lo conduzco al árbol, discretos para los ojos de aquellos que nos rodean y desconocen nuestro plan; sin embargo tú observas todo, contemplas y comienzas a guardar imágenes para que después sean empleadas, lo más probable es que se usarán mientras me rompes el culo. Llegamos al árbol, está obscuro, mi vestido de fácil acceso simplifica la situación. Quizá de inicio me sienta un tanto incómoda, pero estoy convencida, que una vez que sus manos comiencen a recorrer mi cuerpo, el deseo cobrará vida en mis venas y no habrá nada más en mi mente que entregarme al placer para alcanzar la verdadera recompensa... Sus manos, suben y bajan sin un orden, ya me besa y me muerde el labio, baja su mano por mi espalda, cintura, caderas y hace una pausa en mis nalgas para apretarlas con la desesperación de un desahuciado a muerte. No hay mañana, sus manos nunca se detienen, llegan a mi entrepierna, suben poco a poco el vestido, me acarician sus dedos por sobre mi ropa interior, ya me besa el cuello, vuelve a mis labios, baja a mis pezones, sus manos cual tentáculos de pulpo abarcan todo mi cuerpo. Sé que estás observando y puedo imaginar como poco a poco tu verga se ha ido endureciendo, como ya resalta sobre tu pantalón, esa única imagen imprime el deseo que mi cerebro necesita; abro mis ojos y busco la manera de hacer contacto visual contigo, es necesario. De alguna manera, busco una aprobación ya conocida, además convencida estoy de lo mucho que me alentará a seguir y sobretodo, lo que me va a provocar verme en tus ojos. Él sigue, su verga ya comienzo a sentirla, ya está dura, la frota cada vez más cerca de mi vagina, la presiona contra mí. Nos vemos, una simple sonrisa de complicidad basta para que sepas que ya lo tenemos donde lo queríamos, caliente, con ganas de arrebatarme el vestido y cogerme contra el árbol. Ni siquiera se imagina lo que realmente está sucediendo, está tan inmerso en tomarme, que no muy en el fondo piensa que será un episodio del cual alardeará, sin sospecha de que fue un instrumento para nosotros. No hay más que decir. Desabrocha su pantalón, ya en ese momento estoy jadeando, deseando que entre. Mueve a un costado mi calzón, mi vestido arriba de los muslos, mis brazos en su cuello, mi cuerpo se mece a su ritmo. Pienso por escasos micro segundos en el resto de la gente, quizá podrían vernos, pero esa no es mi efímera preocupación, sabes que no me importa que me vean, al contrario, me excita en demasía correr el riesgo, lo único que no quiero es que nos descubran y echen a perder el plan. Con una mano me levanta una pierna, con la otra conduce su verga a mi ya empapada vagina. Una vez dentro, toma mi otra pierna y sin sentir siquiera la corteza del árbol en mi espalda comienzo el ahogado gemido con el labio mordido, para que no se me escape más allá del mínimo sonido necesario. Volteo a la mesa, esbozo una leve sonrisa y me digo en silencio: Me está viendo...