PASIÓN EN EL AUTOBÚS
( Relatos Gay )


Fui de compras el sábado y había mucha gente moviéndose por la ciudad ese fin de semana. El autobús estaba repleto, ya solo se podía viajar de pie y apretujados. Puse todas mis bolsas en mi mochila y la sostuve con mi mano derecha porque a la espalda era imposible; descubrí un trozo de barra para agarrarme con la mano izquierda. Como soy alto miro por donde pasar y me quedo cerca de la salida. Después de tres paradas del bus, sentí que alguien me estaba rozando insistentemente. Pensé primero que era debido al movimiento del autobús, pero como yo no tocaba a nadie de esa manera —aunque a veces ocurren esas cosas y no hago caso—, pero sentí que mi cintura estaba siendo frotada demasiado suavemente. Entonces me di la vuelta, para ver qué pasaba. Vi un chico un poco más alto que yo, de unos 25 años, que justo estaba detrás de mí mirando al techo en perfecto disimulo. ¡Joder!, el tío era guapo, con unos ojos esplendorosos y un rostro bonito y firme. No es que yo sea feo, porque mi cara aniñada me hace bonito, pero el chico tenía cara varonil y era lo que se dice guapo de verdad.
De repente, el autobús dio un frenazo fuerte y nos balanceamos adelante y atrás con mucha violencia y todos quedaron asustados. El chico guapo detrás de mí se agarró a la barra reflexivamente. Puso su mano encima de la mía. No esperaba que se agarrara de mi mano.
— Disculpa, qué vergüenza, disculpa —y me quitó su mano de encima.
Los apretujones de la gente que subía al bus nos acercó más uno al otro y sentí el olor de su cuerpo que era embriagador. Al rato sentí que una mano me acariciaba los muslos, ¡joder, ¿quién me estará tocando?! Debe de ser el chico guapo de detrás. Mis muslos eran agradablemente acariciados, muslos, la parte baja de las nalgas, ellas mismas y la cadera eran el objetivo de las caricias tan agradables. Miré hacia abajo y busqué la mano que lo hacía. ¡Puta! ¡La madre que lo parió!, ¡si era el mismo chico guapo!
Lo disfrutaba en silencio y vio que no me oponía, así que tenía una baza a su favor. Sus delgados dedos tocaron mi muslo y sentí un escalofrío de placer maravilloso que se hacía insoportable de grato, cerré mis ojos para gozarlo y verdaderamente lo disfruté. Luego sus dedos tocaron intencionadamente mi entrepierna, quedé confundido. Mi polla se sentía molesta de tan atrapada dentro del jean. Mi polla que ya se había despabilado y crecía por segundos, gracias a mi mochila, pude cubrira poniéndomela delante de mis genitales. Como siempre voy con jeans skinny muy ajustados, cualquier accidente de estos hace que se note mi paquete, lo que no me disgusta entre amigos, pero en el bus me entra un no sé qué de vergüenza porque a veces se baja por el lateral y se marca en mi jean como un largo apéndice fuera de lugar. Con los jeans que llevaba, los más estrechos de piernas que tengo y algo elásticos, mi polla debería estar claramente marcada y visible, lo mismo que mis bolas. La mano del chico guapo es muy segura y flexible. Su dedo ya estaba tocando mi pene por entre la mochila y el jean. Sus uñas me estaban frotando precisamente el glande. Mi polla estaba ya mojada, y él seguía tocando la cabeza de mi polla por momentos y a la vez, después del toque, presionaba toda mi polla con relativa fuerza, aunque yo no me atrevía a moverme demasiado. Además de los empujes de los frenos, entraba más gente en cada parada y estábamos mucho más pegados y él presionaba mi polla con más fuerza. ¡Oh, Dios, cuánto placer!
El chico guapo era demasiado audaz; yo estaba muy preocupado por si nos descubrían, pero era tan genial cuando me tocaba… Yo no quería que se detuviera. Me sentía tan a gusto que casi sin darme cuenta me encontré con mi cabeza apoyada en su pecho. En un primer momento, no nos dimos cuenta. Yo me sentía más gay que nunca y al parecer él quería manifestarme que también era gay. Noté sus músculos del pecho en mi cara, estaban muy desarrollados y sentí una situación de dureza en mi culo, que no adivinaba a saber si era real o imaginario.
El autobús dejaba la carretera por la que íbamos debido a que a partir de ese lugar estaban de obras, por lo que fuimos por un camino que abrieron alternativo a la carretera para el tiempo en que duraran las obras. Esta carretera era muy desigual, llena de baches y demasiadas curvas para un trecho pequeño. Los pasajeros estaban temblando y con miedo. El chico guapo aprovechó la oportunidad para poner su polla en mi trasero. Cada vez que frenaba el bus, sentía una fricción en vertical entre su polla y mi culo solo atenuada por la tela de nuestros pantalones, todo parecía como si fuera a meter su polla en mi ano a través de los pantalones, pero su mano todavía tocaba mi polla, que ya estaba mojada y tenía ganas de liberarse de la presión del jean. Yo ya sentía muchas ganas de sacar la polla de su sitio y emplear mi mejor maña en velocidad y arte para masturbarme a gusto y poder desahogarme. Cada vez había más gente en el bus, y ya me parecía que molestaban, porque me encontraba cerca, muy cerca del chico guapo, tanto como que nuestras caras estaban juntas como si fuéramos amantes.
Mi mano izquierda que estaba prendida de la barra, también me fue molestada por la gente y se me desprendió de la barra. Era necesario tocarle, de lo contrario me iría contra la gente, así que mi brazo cayó sobre su hombro y mi mano sobre su espalda, aprisionada por no sé quien que estaba de espaldas. Entonces, yo, sin escapatoria, me hallaba a dos centímetros o menos de su cara, tuve que ponerme de lado para que nuestros labios no se tocaran, pero el suave aliento de su boca llegaba a mi cuello. Su mano quedó aprisionada entre mi culo, ya que seguía la curva de mi entrada posterior y otra persona que aprisionaba. Se notaba que estaba incómodo porque no podía tocarme a gusto. En un movimiento brusco del autobús pudo sacar su mano y la juntó con la mía que sostenía la mochila. Sentí el calor de su mano y giré un poco mi cara hacia él para sonreírle. Incliné de nuevo mi cabeza a su pecho para no juntar los labios, ahora estábamos cogidos de la mano, semi abrazados y yo reclinado sobre la parte superior de su pecho, casi en su hombro. ¡Oh, mis jeans están mojados!, la tela de mis vaqueros no era gorda sino super suave y muy delgada; la mancha me estaba preocupando porque no podía verla. Quise meter la mochila colgada de mi hombro y el chico guapo me ayudó. Bajé la mano para comprobar si asomaba la humedad al exterior de mis jeans y me encontré con que mis dedos estaban pellizcando la cabeza del pene de mi chico guapo. Es realmente grande. Me imaginaba que su miembro debía de estar todo dentro del prepucio. Recuerdo aquella situación, cuando yo le pellizcaba el pene sus dedos pellizcaban mi polla, ¡era genial, los dos hacíamos lo mismo, sin hablarnos media palabra! Aquello se ponía peligroso porque ganas había y era difícil de soportar, pero en medio de tanta gente…, era demasiado arriesgado; además, los frenos que el conductor del autobús tan inexpertamente usaba de vez en cuando aún hacía que nuestras manos se salieran de nuestras entrepiernas y nuestras pollas se toparan una a la otra.
La verdad es que a pesar de todo yo estaba disfrutando de la emoción de tener mis dedos jugando con una polla. De repente él puso su boca en mi oído y dijo:
— Pronto llegaremos a mi parada, estate listo para bajar.
No lo pensé al principio, él insistió de nuevo:
— Ven, date la vuelta, por favor, prepárate para salir.
Primero me giré. Comprendí que quería que aprovechara la oportunidad para poner su polla en mi culo y que yo entendiera sus deseos. De repente me dan un empujón con el brusco movimiento del bus y me quedo de nuevo de cara a mi amigo guapo. ¡Me sentía genial! Con la agitación, el frenado y lo abarrotados que estábamos, dos chicos guapos de unos veinte años se encuentran en el autobús y ponen dos pollas ensangrentadas en marcha, con fricción rítmica en la parte superior de la polla. Los pantalones están ya muy húmedos. Ahora lo que tengo son muchas ganas de quitarme la ropa e irme a la cama. Deseo meter su polla a mi lengua. Quiero que me ponga la polla en la boca y succionarle fuerte; también quiero mirarlo. Me toca en la pierna, me toca el trasero, me agrega la polla cerca de mi culo, nos volvemos a juntar y friccionamos nuestras pollas y nos separamos para mirarnos, ¡qué felicidad en un momento!
Cuanto más lo pienso, más feliz me encuentro. De repente, puso su boca en mi oído y dijo:
— ¡Ven a mi casa, baja del autobús!
Acepté. Creo que él también tenía que estar insoportable.
Cuando llegué a la parada, me quitó la mano que tenía cogida de la mía. Nos bajamos del autobús, nos miramos los pantalones. El lugar estaba un poco húmedo. Sonreímos y dijo:
—Mi nombre es Telmo Álvarez, ¿y tú?
—Me llamo Dayro Duato.
Cuando llegamos a su casa Telmo entró primero y yo le seguí, tan pronto como entré por la puerta, la cerré, dejé las cosas en el suelo y él me abrazó y de inmediato puso su boca en mi boca. Nuestras lenguas se entrelazaron, nos abrazamos con fuerza, y la polla que había estado levantada se reanimó de nuevo. De repente, dejó de besarme y me instó a que me quitara los pantalones diciéndome:
— ¡Rápido! Desnúdate primero, que no puedo soportarlo más.
— ¡Genial, genial!
Mis pensamientos se ajustaban a los suyos, porque tampoco podía soportarlo más. Ya estábamos los dos desnudos, luego rodamos sobre la cama, no nos importó nada, porque nuestras pollas estaban muy húmedas, nos acariciamos directamente con las manos para masturbarnos cara a cara en la cama, luego le agarro su polla y él se amarra a la mía, nos masturbamos uno al otro a la máxima velocidad, usando la mayor fuerza posible y ajustamos nuestros sentidos para venirnos los dos a la vez, solo escuchamos: «glab, glab» ¡Era genial escuchar el sonido de la polla! Las dos pollas estaban a punto de vivir la mayor felicidad, especialmente el glande, tan fresco; nuestras manos y nuestras pollas mojadas y entrelazadas, ¡verdaderamente era muy emocionante! A los 5 minutos de juegos, mis manos estaban ácidas. Tras esta preparación, comenzamos a hacer el amor.
Lo presioné, besé su boca, entrelacé su lengua y exploré lentamente su paladar y bajo su lengua. Vi que sus músculos abdominales eran muy fuertes. Debajo está el presunto vello púbico negro. Simplemente lo imaginé y no le presté más atención. Resultó que su polla es realmente grande, el glande púrpura ahora está saltando, la polla está mojada, no puedo evitarlo; entonces mi polla se siente apretada. Resultó que él había sostenido mi polla con su mano, y sus dedos estaban jugando con mi polla roja.
— Me siento con ganas de tu polla, —escuché.
Y le dije:
— Sonríe, dame una mamada. Luego te daré una mamada yo a ti.
— Ok, chico guapo.
Lo escuché llamarme «chico guapo», entones agarré su pene para sostenerlo con la mano. Polla grande, coloqué el glande cerca de la boca, ¡ah!, el sabor de un hombre encantador, agregué un guiño a mi lengua, unas gotas de líquido lascivo en el ojo del glande, lo extendí uniformemente sobre la cabeza de la polla con la lengua, luego comencé a hacer la mamada, me moví arriba y abajo, disfrutando, y el chico guapo lo sintió gritando:
— Genial... Magnífico... Usa todo tu poder... Es realmente agradable. Es genial...
No puedo soportarlo, y su mano se coloca involuntariamente en mi glande. No lo dejaré, seguiré su proceder camino al 69. Esperaba que dijera de hacerlo, pero todo se iba precipitando.
Solo siento que mi polla está caliente, y que la suya también. Muy pronto noté que mi glande estaba ya muy eléctrico. Temblé un poco tan a gusto, era tan genial. Resultó que se estaba dedicando a mi agujero de orinar. También comencé a actuar. Ahora, mi polla se está poniendo más a gusto, él también tenía este sentimiento, o no se estaría poniendo cada vez más lascivo, ¡me dejó insertar su ano con la mano!
Puse abundante saliva en mi dedo, luego lentamente lo inserté en su ano. Metí poco a poco más dedos hasta conseguir meter los cuatro dedos hasta los nudos, conseguí que se masturbara con una mano, pero él agregó su lengua en mi ano. Ya no pudimos evitar nada más. Lo dijo directamente:
— Vamos a ducharnos y luego nos arrojamos a chorros para hacer el amor genial, ¿de acuerdo? Quiero estar feliz, creo que tú también, ¿verdad?
Asentí.
Nos dimos una ducha, lavamos el ano y la polla, luego fuimos a la cama y metí la polla en su culo. Me corrí, gritó hoscamente pero de placer:
— Oh, estaba muy caliente y agradable, he notado que me inundaba por todas partes, —dijo contento.
Estaba muy emocionado y me enchufó su polla, poniéndome como un perro y levantando mis nalgas. Primero me frotó su glande en el agujero de mi ano, frotándolo hasta que me picara de placer. Ya me picaba hasta el corazón y le rogué que me insertara la polla y obedeció. La insertó toda y eso que era muy gruesa y llena, comenzó a doler porque la estaba metiendo sin estar del todo dura. La sacó y le dije:
— ¡Déjame que yo mismo me la enchufe!
Se detuvo. Y me dijo:
— ¡Acaricia mi polla, mastúrbala hasta que se ponga dura!
De acuerdo con lo que me dijo comencé a masturbarlo, y él me tocaba mi polla diciendo:
— Después de follarme me dejarás usar tu polla para insertármela yo mismo, ¡ah, ya, ahora puedo hacerte feliz!
Le prometí que nos follaríamos alternativamente hasta arrugar del todo nuestros huevos. En su nuevo intento fue muy duro y muy rápido. Así que nos turnamos para seguir insertando nuestras pollas en el culo del otro y follar sin parar. Durante todo este tiempo, solo nos detuvimos para mamarnos, acariciarnos, masturbarnos y finalmente eyacular cada vez. Al final su polla estaba atrapada en mi ano, sosteniéndome por detrás, y bombeaba con fuerza, cada vez más rápido; con la misma velocidad me estaba masturbando mi polla y gritó locamente:
— ¡Fenomenal, esto es genial...! ¡somos de verdad geniales...! ¡Córrete...! ¡Quédate a gusto...!
Su cara estaba amarilla y su cuerpo temblaba. Su polla estaba muerta en mi ano. Solo sentí calor en el culo, sabiendo que había eyaculado y de inmediato solté mis arrestos de semen y me abrazó con fuerza.
No se olvidó de mí. Sacó la polla y me dejó en pie. Estaba arrodillado frente a mí. Le puse la polla en la boca. Chupó varias veces. Empecé a bombear con fuerza. Su boca era muy poderosa. Deberían ser pollas lo que chupa con frecuencia en otros hombres. Le dije:
— Eres un tanto lascivo, pero me gustas... Me encuentro bien contigo, pero que muy bien, —le dije mientras empujaba con fuerza dentro de mi boca.
No podía hablar, pero insertó un dedo en mi ano, mucho más eficaz que una polla, ¡incluso fue más divertido que una polla! Sus dedos estaban en mi culo, mi polla ahora en su boca, la escena era muy emocionante, la inserté un par de veces, sentí que el mundo se detenía, solo mi vida y mi pene estábamos totalmente a gusto. Genial, no tenía más remedio que eyacular, saqué la polla y usé mis manos para hacerlo,
— Fácil, ¿eh? Genial. La polla es la solución a nuestras dificultades.
La verdad es que yo pienso que la eyaculación es cosa buena, libera de muchos problemas, es ciertamente genial; por eso le puse mi polla en su pecho, y luego eyaculé el semen en sus pezones.
— Oye, oye, pero ¿qué haces?
Con mi polla acariciaba sus pectorales, mi semen blanco y lechoso se derramó y se extendió por todo su pecho. Ese blanco lechoso es el color de la sensualidad, acabé genial y me quedé al final satisfecho.
Nos abrazamos y nos acostamos en la cama, recordando la aventura encontrada en este autobús, cansados, pero felices, muy cansados, ¡mi polla se quedó tranquila y en paz! ¡Muy agradable! Mi pene seco y súper frío, pero la acción súper caliente.
— ¡Aaaaaah...!
— ¡Aaaaaah...!
Nos hemos autorizado a buscarnos y quedar, porque esto no va a quedar así.


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Me emociono mucho tu relato y acabé al final de tanta emoción y recuerdos de aventuras en bus en mis tiempos de estudiante que terminaban en algo parecido! Es más escribí uno aquí! También me sucedió en el metro y a ti?
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Detalles



Nombre do Relato


Codigo do Relato
8059

Categoria
Gay

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