- ¿No te sientes solo acá en México?
- Realmente no, porque como tengo la libertad de hacer lo que quiera. Así es mejor.
- Entonces debes tener muchas amigas para tener ratos intensos de placer.
- Amigas no tengo, mis gustos son diferentes – respondió con cierto recelo.
- Entonces – agregué de inmediato – deben ser muy similares a los míos – finalicé con una sonrisa.
- ‘¿Qué quieres decir?
- Que a mí me gustan los hombres, me encanta chupar una buena verga, aunque también me gusta que me hagan el amor por el culo.
Su cara de asombro me gustó, se notó en seguida que él también era gay, así que traté de profundizar en el tema para saber cómo eran los hombres que prefería.
- ¿También eres gay como yo?
Solamente asintió levemente, aunque el brillo de sus ojos lo delataba, de modo que volví a la carga.
- ¿Y se puede saber cómo son los hombres que te gustan?
- Claro que se puede, me gustan pasivos, complacientes, dispuestos a todo, que sean creativos en la cama y que me hagan disfrutar mucho con caricias, besos y dejándose penetrar, yo soy solamente activo.
- Pues creo que vamos a pasarla muy bien, si es que aceptas mi compañía, hago todo lo que me piden, menos drogas, violencia y maltrato, no cobro ni pago por hacerlo, lo demás está perfecto para mí.
Las cervezas se iban consumiendo poco a poco, hasta que, en un momento, Pierre, que así se llama, dijo que iba a comprar más bebida, lo acompañé mientras seguimos intercambiando comentarios.
Me acarició las nalgas en la calle, claro que me sorprendió eso, pero me susurró al oído:
- Tienes bonitas nalgas, déjame tocarte.
- Pero estamos en la calle – respondí con algo de aprensión – Tal vez en Francia sea más común que haya parejas gais, pero acá no es bien visto.
- Qué mal está eso, deberían dejar que las personas eligieran libremente su preferencia sexual.
- Pierre, se está logrando un avance, pero aún hay mucho machismo aquí, no creo que sea tan rápido de lograr la libertad sexual.
En ese momento entramos a la tienda y, tras comprar más bebida, salimos rumbo a su casa.
Al llegar, dejó todo en la mesa y, acercándose a mí, me besó, primero muy suave y tierno, después se fue convirtiendo en algo más intenso, hasta que se volvió puro fuego, su lengua entro en mi boca, entrelazándose con la mía, explorando todo el interior, nuestras manos se paseaban por nuestros cuerpos, tocando, acariciando, apretando, excitando.
Él empezó a desnudarme con lentitud, al hacerlo, iba besando y lamiendo cada porción de piel que descubría, me hizo temblar de deseo, le puse mi mano sobre el pantalón tocando su, ya erecta, verga, soltó un leve suspiro como agradeciendo la caricia mientras me bajaba el pantalón y el bóxer, para poder tocar la piel de mi trasero a su gusto.
Me tomó de la mano y me llevó a su recámara para, según él, estar más cómodos, me dejé hacer todo lo que se le antojó, hasta pellizcos en mis pezones, me sentó en el mullido colchón y, bajándose su ropa, me acercó su palpitante y ardiente verga, abrí la boca y comencé a lamer aquella estaca de carne con placer, soltó unos gemidos indicándome que disfrutaba de mi lengua, después, separé un poco mis labios y le chupé el brillante glande que me ofrecía como un delicioso dulce; poco a poco fui metiendo su verga en mi ansiosa boca, mi mano sostenía el tronco de su virilidad al tiempo que lo succionaba, puso sus manos en mi nuca como para decirme que deseaba más todavía, esperé un par de segundos y me la metí de golpe hasta el fondo de la garganta, eso hizo que gimiera profundamente y emitiera un gutural sonido que parecía una confirmación del placer que le estaba dando.
Mantuve mis mamadas por espacio de unos minutos hasta que me pidió que me detuviera diciendo:
- Comme tu le fais riche
Dejé de chuparle el pene y le pregunté:
- ¿Y eso que significa?
- Qué rico lo haces – me respondió.
- Si con esto aprendo tu idioma voy a hacerlo más seguido.
Acto seguido volví a meterme su miembro en la boca y comencé a jugar con mi lengua rodeándole todo y haciendo que gimiera más fuerte de placer, la sacaba toda y luego la clavaba hasta mi garganta, aunque sintiera arcadas, quería hacer que disfrutara a tope mi felación; comencé a sentir el sabor del líquido pre seminal que estaba saliendo por su duro instrumento, lo saboreé como si se tratara de un brebaje delicioso a mi paladar, de repente me detuvo abruptamente diciendo:
- Para ya que me vas a hacer derramar todo en tu boca, también quiero penetrarte.
- Puedes hacerme lo que quieras, ya sabes que es lo que me gusta, así que soy tuyo…
Se desnudó totalmente y pude ver que su pecho estaba cubierto de vellos (me enloquece los tipos velludos), lo acaricié por todos lados mientras él me quitaba toda la ropa, me puse boca arriba y le mostré mi trasero para que se deleitara con la vista, me acarició las nalgas con suavidad poniendo mis piernas hacia arriba, casi en sus hombros, luego me lamió el culo para irlo dilatando y que me pudiera coger rico, yo estaba gimiendo de gozo con el tratamiento que me estaba dando, después tomó un envase de gel y se lo aplicó sobre su duro miembro, metió la cabecita y lo fue metiendo lentamente hasta que llegó al fondo de mi culo, empezó a moverse con un ritmo que me puso a mil, para aumentar su placer, empecé a apretar mi esfínter para que disfrutara más, estaba tan excitado que solté varios gemidos que fueron aumentando de volumen mientras entraba y salía de mi trasero, luego movió su cuerpo de un lado para el otro logrando que su pene de deslizada dentro de mí haciéndome pedirle que no se detuviera, se tomó todo su tiempo para cogerme a su antojo, los jadeos que salían de su boca me hacían temblar por la forma en que me estaba poseyendo, disfrutamos a tope la relación sexual que me estaba dando.
Cuando el sudor empezó a escurrir por su velludo pecho supe que estaba cerca de vaciar su semen, le pedí entonces que acelerara su cadencia de penetración para que soltara su néctar de pasión, de repente, sacó su ardiente tranca y se masturbó dejando caer su abundante esperma sobre mis genitales, solo hasta que dejó de salir su leche se retiró dejando mi ano totalmente abierto y palpitando.
- Mon cherí, tu fais l'amour divin, me hiciste venir como nunca, tienes un agujero fabuloso, sabes cómo complacer a tu hombre, aprietas delicioso ese culo que tienes, sabes dar placer sin límites.
- Eso es lo que quería, que el goce nos llevara hasta el máximo posible, me encantó como lo disfrutamos. Además, te voy a confesar algo, eres el primer hombre de otro país a quién le doy las nalgas, ya soy un gay internacional – finalicé sonriendo.
- Pues si se trata de confesar cosas íntimas, yo te quiero decir que nunca había tenido un agujero que apretara tan rico como lo haces tú.
Cuando nuestros cuerpos se normalizaron, fuimos a bañarnos juntos, yo lo enjaboné todo y él me lavó el trasero con una ternura increíble, noté que mientras lo hacía me estaba arrimando su virilidad hasta mis nalgas, lo sentí que iba creciendo poco a poco, pero, eso es tema para mi siguiente relato.
Continuará…
Wow que buen vecino tienes