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Hace no mucho conseguí un trabajo como secretaria en una gran empresa farmacéutica ubicada en uno de esos edificios grandes de la zona más cara de la ciudad, no sé como hice para atreverme a llevar mi solicitud de empleo, puesto que apenas acababa de graduarme de la escuela y no tenía mucha experiencia y solo había trabajado en empleos menores como demostradora de perfumes en un almacén y empleos por el estilo, como soy algo tímida me fue muy difícil mi entrevista con la chica de recursos humanos era muy guapa y se tomaba muy enserio su papel, siempre con la mirada fija me hacía preguntas a las cual yo trataba de responder sin dejar notar mi nerviosismo, salí de la entrevista con muchas dudas, no sabía si me volverían ha hablar.
Al cabo de unos días me hablaron para decirme que me darían el empleo, cosa que me puso muy contenta, una lágrima quería salir de cualquiera de mis ojos, contuve mi emoción y me serene porque sabía que esto era solo el comienzo. Me contrataron para ser la secretaria de la señora Claudia, que es una mujer de unos 45 años que se ve a la distancia que no necesitaba el dinero: elegante, buenos modales, ropas caras.
Comencé con mi nuevo empleo en un ambiente de comodidad y tranquilidad, Claudia era muy respetuosa siempre sabia como pedir las cosas, siempre con profesionalismo hacia sus subordinados como lo soy yo, además de que yo soy muy eficiente y dedicada, era Claudia toda una señorona se notaba que se había ganado su posición a base de mucho esfuerzo y dedicación. Disfrutaba mucho yo de trabajar para ella, casi nunca hacíamos comentarios personales, la mayor parte del tiempo escuchaba solamente su voz para encomiendas de trabajo. Desde la primera vez que la vi, de inmediato note su porte elegante y sobre todo sus zapatos, poseía una gran colección de zapatos, siempre de tacón alto algunos abiertos otros cerrados, botas altas y con punta, creo que he memorizado cada uno de ellos y me doy cuenta cuando ha comprado algún par nuevo, como yo siempre llego antes que ella es para mí, mi gran obsesión tratar de adivinar que calzara al día de hoy, siempre con discreción sobre todo para que no note mi extraña obsesión, me ha costado admitirlo ante mi misma pero estoy embelesada por sus pies, por supuesto que lo admito soy fetichista de pies, esto se había comenzado a convertir en una tortura para mi, todos los días tenia que disimular mi loca pasión para que no pensara que era rara y que no sería buena para el trabajo, al cabo de un tiempo ya no me importaba tanto el trabajo aprovechaba cualquier oportunidad que tuviera para entrar a su oficina y de reojo miraba esos hermosos pies que Claudia poseía, a veces tenia sus zapatos por un lado por debajo de sus escritorio era claro que se los quitaba por que por el tamaño de sus tacones era muy poco probable que los usara durante toda la jornada de trabajo, pero a mí esto me fascinaba cuando tenía la oportunidad de encontrarla así veía sus hermosos pies, siempre con las uñas pintadas, pensaba para mí misma, ¿quien será la afortunada que pinte las uñas de esos hermosos dedos? y que decir de esos tobillos finos y delgados son hermosos, como me gustaría ayudarle cuando se sienta cansada de usar esos elegantes zapatos de tacón alto, ser yo quien le quite ese tormento y aliviar su pesar, si tan solo ella me lo pidiera lo haría yo sin vacilar, no solo eso, le daría un masaje a sus pies y así lo haría cada que ella lo quisiera como cuando llega de esas juntas con directivos y clientes, si tan solo ella me lo pidiera, pero sé que no lo va hacer es tan profesional con su trabajo y sé que nunca se aprovecharía de sus posición, es tan autosuficiente y autónoma que ni siquiera me deja prepararle el café, cosa que yo haría con todo gusto así tendría mas oportunidad para entrar a su oficina y por supuesto ver sus hermosos pies. Creo que no se cuanto resistiré sin que note algo extraño de mi a veces en mis pensamientos solo están esos hermosos pies, pienso cuando a veces se quita un zapato e inocentemente simplemente lo piza y lo balancea de un lado a otro y luego se lo pone y luego se lo quita y después lo hace con el otro pie y finalmente se los pone de nuevo, los dos zapatos y levanta las puntas apoyadas sobre sus tacones contra el piso y súbitamente da un pisotón con ambas plantas del pie, es esa sincronía que causa un sonido que me suena a sinfonía, la he llegado a conocer tanto que sé que eso significa: -¡aja! lo he resuelto por eso soy tan fabulosa. Otras veces solo pienso en ella cuando está leyendo analizando mis informes, gira su silla para salir del escritorio y cruza una de sus piernas y empieza a mover uno de sus pies con ritmo frenético de un lado a otro, trato de no quedarme viendo más de un segundo pues podría quedar inmotizada por el vaivén de su pie.
Así pasaron los días hasta que un día distraída tal vez por mis pensamientos hacia ella, olvide pasarle una cita con unos clientes importantes en cuanto se entero de mi distracción me mando llamar y fui a su oficina y con tono algo molesto me pregunto -¿Vanessa porque has olvidado pasarme una cita con estos clientes, que no sabes que llevo una semana esperando su respuesta? En ese momento yo sentía desfallecer una angustia terrible invadía mi ser no sé si era porque pensaba que me despediría o por tener que dejar de servirle, la culpa me invadía todo era por mis obscenos pensamientos así que con lagrimas en los ojos hice lo único que podía hacer, arrodillarme al suelo y abalanzarme sobre sus pies, busque sus pies y bese sus empeines suplicando que me perdonara y que no volvería a pasar, no sé si lo había echo a propósito o realmente lo olvide, así, a sus pies desconcertada me dijo:
.-Muchacha no tienes que hacer esto, no es necesario, no te voy a despedir por eso, ya levántate y no llores que no es tan grave.
No sé si sería el destino pero ya estaba allí, así que le dije que yo quería hacerlo y quería compensarla por mi error, es algo que yo deseo. Al ver Claudia mi arrojo y mi entrega, allí sentada se inclino un poco y me acaricio del pelo y me dijo:
.-Calma ya muchacha por supuesto que he notado como miras mis pies cada que entras a mi oficina, dime una cosa ¿Te gustan mis pies?.
.-Si mucho, le conteste yo y no me importa estar así siempre que usted disponga.
.-Aunque me has tomado por sorpresa creo que no tiene nada de malo, me dijo con una picaresca sonrisa.
.-Y para que veas que no estoy enojada te hare un regalo. Así que se paro Claudia de su asiento se aparto de mi regazo y palmeo suavemente mi cabeza y salió de su oficina y antes de salir me dijo que esperara un poco por que quería llevarme a cenar.
Los minutos pasaron eternamente no sabía que pensar quizás nunca debí actuar tan impulsivamente, ¿que será de nuestra relación de ahora en adelante? me preguntaba yo, la incertidumbre me agobiaba. Al fin regreso Claudia con un bolso de regalo y me lo entrego, del bolso seque un cinturón de cadena dorado el cual de inmediato instintivamente puse en mi cintura, no sabía que significaba para ella pero para mí estaba más que claro, significaba el lazo de sumisión que yo con devoción sentía hacia Claudia.
.-Ay algo más en la bolsa me dijo.
Así que busque y del fondo de la bolsa saque una pulsera de bisutería muy bonita de pequeñísimas piedras de fantasía, como era lo mas lógico trate de ponerla en mi muñeca derecha, a lo que ella me dijo:
.-No es para eso, póntela en el tobillo derecho, es para que sepas que de ahora en adelante más que mi subordinada serás mi sumisa.
Entre la excitación que sentía, mucho alivio y felicidad invadió mi ser, de inmediato comprendí que mis más profundos anhelos se harían realidad.