Al cabo de un rato me metí al mar y el agua mojó mi pareo haciéndolo casi transparente. Y bailé para él, a la luz de la luna, casi desnuda, asi Hugo se desinhibió y me acarició lascivamente. Entonces escuchamos un ruido. Creímos que era el guardia, pero era una parejita de chicos que habíamos visto temprano en la piscina,el tendria 19 y ella 17 años. Mi novio no le quitaba la vista de encima a las tetas de la pendeja. Yo los tengo pequeños y a él le gustan muy grandes. Esta nenita los tenia enormes para su edad.-
Mis senos habían quedado al aire, ya que en medio del baile me había deshecho del top, y al escuchar a la parejita, con mucha vergüenza intenté taparme las tetas con mis manos, pero ya habían visto todo y, por lo que pude ver por el bulto en el pantalón del chico, estaba recaliente.
Alejandra se acercó a nosotros con suavidad. Nos dijo si queríamos participar de la experiencia en la arena y Hugo aceptó. A esta altura, a Hugo se le había bajado la verga del susto pero, sin más, ella se arrodilló y se la metió completamente en su boca. Yo no podía dar crédito a lo que veia. Estaba aterrada y caliente a la vez. Hugo estaba reloco con la pendeja. Y así nos vimos envueltos en la situación más sorprendente de nuestra vida sexual.
El chico que se llamaba Matias se me acercó y yo me sobresalté, pero miré desafiante a mi novio y lo acepté junto a mí. Era un rico guacho y además era cariñoso y tenia una buena verga. Yo estaba temblando y, para calmarme, me dio un abrazo muy apretado apoyandomela en mi culo. Empezó a besarme el cuello suavemente, mientras me abrazaba, y bajó las manos, deslizándolas por mi espalda hasta mi culo. Matias se bajó hasta mis tetas, y comenzo a chuparmelas . Con apenas un roce, logró que casi acabara. Luego se bajó hasta mi conchita y, cuando estaba allí, logré ver que Hugo ya estaba acabando en los pechos de Ale. Eso me puso frenética y tiré a Matias en la arena, con tan mala suerte que escuchamos de nuevo el ruido de la moto del guardia.
Estaba tan caliente que Matias me abrazó por la espalda y nos pusimos frente al mar. Mientras el guardia pasaba, el , con la mano libre, me acariciaba los pechos endurecidos, los pezones duritos, el abdomen, los muslos y mi concha húmeda. Esas caricias a escondidas del guardia me excitaron más que nada de lo que hubiese pasado en toda la noche. Es muy excitante el peligro de ser descubiertos, el exhibicionismo, y ese chico manejaba ese juego muy bien.
Luego de que el guardia se fue, Hugo quería que nos fuésemos a la habitación pero yo no quería quedarme así,no podia mas. El pendejo, que era mucho más arriesgado que él, me llevó hasta el agua. Yo me encaramé sobre él con mis piernas, abrazando su tórax por la espalda, y así me la clavo,que pija enorme y que placer sentirla adentro. Casi en ese mismo instante acabe como una perra. Seguimos así, abrazados durante varios minutos el me metio su lengua dentro de mi boca y queria mordersela de placer. Yo acabe tres veces mas. Caímos en la orilla y aproveche para montarlo , me meti su pija bien adentro mio hasta que le saqué la última gota de leche que tenía dentro de sí. Mientras tanto Hugo y Alejandra se estaban calentando de nuevo viéndonos a Matias y a mí como locos cogiendo en el agua.Sinceramente e tenido relaciones sexuales con varios hombres,pero Matias me habia hecho sentir como una perra en celo.-
Luego sí nos fuimos a su habitación y allí prosiguió la fiesta. Yo nunca había tocado unas tetas de mujer por puritanismo y quería saber qué se sentía. Mientras Hugo se la la ponia por el culo y ella se la chupaba a Matias, yo me bajé por su pecho y empecé a acariciarle las tetas. Eran tan grandes que no quise perder esa oportunidad y me las metí en la boca. Las mordía, las apretaba, las besaba, y ella me dejó hacerlo. Gozaba como loca con tres seres dándoles placer. Acabaron todos y yo quedé muy caliente de nuevo, así que terminé haciendo gala del onanismo. Los deleite pajeandome y tocando mi clítoris y metiendo algunos dedos dentro de mi conchita hasta provocarme una gloriosa acabada . Mis jugos cubrían mis manos y todo mi cuerpo temblaba bajo mis propias caricias.
A la mañana siguiente los chicos ya se habían marchado. Imagino que les dio vergüenza y la administración del club se negó a darnos sus datos. Supongo que así lo quisieron, que fuese algo espontáneo y casual, sin complicaciones ni nada ulterior.