El Negro Grampi
( Relatos Confesiones )
Era Enero. Un verano cálido en una pequeña localidad, típica zona fabril de la provincia de Buenos Aires. Era enero y hace ya 30 años. En esos años en los hogares comunes no había aires acondicionados y el sol convertía a las casas en hornos.
Eran otros tiempos. Sin celulares, sin computadoras y con la televisión acotada a tres o cuatro canales de aire a los adolescentes no nos quedaba más que andar recorriendo las calles del barrio.
Donde yo vivía, por lo menos, la gran mayoría de las chicas vecinas y compañeras de colegio andábamos por esas calles con los chicos compartiendo muchas de sus actividades, esta cualidad solía muchas veces coronarse con alguna visita a los muchos lugares en donde nosotras nos bajábamos las bombachas para recibir las vergas urgidas de nuestros compañeros.
Yo debo confesar que ya no necesitaba demasiado esfuerzo por parte de los chicos para convencerme, en líneas generales no tardaba en dejarme e ir con ellos adonde me llevaran.
Recién estaba en segundo año de secundaria y ya había conocido las pijas de varios chicos.
La primera vez que me mostraron una verga termine con el culito roto en los matorrales de una canchita por varios chicos.
A partir de ese suceso la voz se corrió, y empezaron a llegarme las propuestas.
Mama, trabajadora en la fábrica y madre soltera, se traía habitualmente a hombres rudos que la hacían gritar en su cuarto por las culeadas que le propinaban.
Éramos fáciles, Mama y yo éramos de bombacha fácil.
En barrios como en el que vivíamos ser fáciles significaba por lo general que te mandaran a casita bien abierta y chorreando leche.
Así eran los hombres por allí, implacables con las mujeres que se dejaban por ellos. Cuanto más mansita eras más duro te cogían.
A mí, muchas veces, me daba vergüenza la forma en que me trataban cuando me daban.
Entre matorrales y lugares discretos me habían hecho llorar y había rogado que me la saquen ganándome por eso a veces, insultos y nalgadas.
Si! Esos hombres se comportaban como unos animales irracionales cuando nos cogían a las putitas.
Esa tarde de domingo habíamos ido al rio a bañarnos con otros chicos y chicas, estuvimos hasta casi las 6 de la tarde refrescándonos en las aguas. No habíamos pensado llegar al rio por lo cual no teníamos trajes de baño, pero eso no importo las chicas no metimos en bombacha y los varones en calzoncillo.
Mientras jugábamos en el agua los chicos obviamente no dudaron en meternos mano, a mí por ejemplo me dejo de manosear ni un momento un chico al que llamaban el negro Grampi, un pibe como 2 años más grande que yo, morocho, grandote y evidentemente violento al cual todos los demás respetaban mucho.
El negro Grampi vivía por la zona baja del barrio, un lugar miserable con casillas muy precarias y con extremas carencias.
El Negro se la había pasado toda la tarde manoseando mis tetas y mi culo, en un momento ¿accidentalmente? se le asomo la verga por la parte de abajo del calzoncillo, me quede azorada. El negro tenía la pija más grande y cabezona que había visto en mi vida.
La impresión me hizo quedar mirándosela y Grampi lejos de guardarla se la toco con la mano y me hizo un gesto para que se la mirara.
A partir de ese incidente los manoseos se intensificaron y ya hasta me apoyaba la pijaza esa en las nalgas haciéndomela conocer.
A eso de las 6 de la tarde salimos del agua y nos preparamos para irnos. Entonces el negro se acercó y me dijo al oído que me quedara un rato más con él. Asentí, consciente que el Negro me iba a recagar a pijazos. Los demás chicos al saber que nos quedábamos se cagaban de risa sabiendo para que nos quedábamos.
En cuanto estuvimos el negro me apretó con un abrazo y me metió la lengua en la boca, agarrándome de las nalgas comencé a sentir su verga creciendo contra mi estómago.
-Qué te parece mi pija gordita puta. Me dijo
Yo dije en voz baja
-Tenés una pija grandota, nunca vi una tan gorda.
Cuando dije eso se puso más caliente y note que la verga se le ponía dura como un palo, me hizo un calzón chino con la bombacha y me dio dos duras nalgadas diciéndome.
-¿Sabes que hago yo con las gordas culoroto como vos?, las dejo cagando leche.
-Ayyy negrito, no seas malo, no me des muy duro que me va a doler mucho.
Volvió a besarme con toda su lengua y me empujo para abajo para ponerme de rodilla.
Se bajó el calzoncillo y su durísimo garrote salto frente a mi cara.
-chupa vaca petera, trágate esta verga o te la hago tragar yo.
Me entro exactamente la cabeza abriendo mi boca al máximo, la verdad es que el negro tenía una verga peculiar, latía dentro de mi boca como un corazón y sus venas crecían cada vez más, toque sus huevos y parecían piedras. Indudablemente el Negro Grampi era un prodigio natural, un macho con todas las letras que había sido estructurado para someter a una mujer.
Y me estaba sometiendo a mí, y yo sabía que se me venía la noche, el Negro me iba a dejar renga con ese tubo de carne enorme y abusivo.
Se la chupe durante más de media hora. Me engullí sus huevos, se la ensalive, me la pase por toda la cara, lo pajee y su verga solo crecía y crecía.
Cuando el negro se cansó de que yo le mime la pija, me levanto del pelo y a los chupones me bajo la bombacha.
-Dale puta, vamos. Prepara la cajeta que te la voy a dejar como una palangana.
-Despacito negrito, por favor. No me rompas todita con tu choto e caballo.
El negro me agarro de las ancas y me mordisqueo el cuello, me dio vuelta violentamente y se puso detrás mío, me dio algunas nalgadas, mientras me puteaba al oído.
Yo solo le pedía que no me haga muy duro, y no me daba cuenta que eso lo desataba más.
A nalgadas el negro me puso en cuatro se agacho y me escupió la concha, inmediatamente sentí su majestuosa poronga de burro abriéndome implacable el tajo para mear. La pija me ingresaba como un cuchillo en la manteca, mi conchita generosa albergaba con hospitalidad a su majestad viril. No me dolía pero era un cumulo de sensaciones no conocidas por mí. Estaba confortada, relajada y deseosa que ese momento no terminara jamás.
Este placer inédito tenía lugar aunque el negro seguía tratándome de gorda puta, me insultaba y sentía que me escupía la cabeza y la espalda.
Solo una de sus frases, una confesión inesperada, me saco por un momento de mi letargo.
-Sos puta como tu mamita, ella también me empujaba el culo para atrás cuando me la monte.
No podía creer que el negro se había cogido a mi mama. Dos o tres fuertes estocadas me hicieron dejar por el momento esos pensamientos para lanzar gemidos y grititos por la intensidad de la garchada que me estaban dando.
Sin interrupción Grampi me seguía machacando la matriz a porongazos mientras mi cuerpo exultaba de complacencia.
La tarde caía inexorable sobre el rio cuando el negro Grampi me dio vuelta del cabello y me puso su pito frente a mi cara. Supe que debía hacer y esa cabeza roja, palpitante y brillosa fue alojada por mi boca hasta que varios chorros de leche de hombre me llenaron la boca. Me apresure a tragar mientras el negro me gritaba que era una putona tragaleche.
Descansamos unos minutos tirados sobre el pasto del lugar y nos vestimos para irnos, yo me limpie la boca con la bombacha y me la puse, terminamos de vestirnos y emprendimos el regreso.
En el camino de vuelta decidí preguntar algo que me estaba dando vueltas en la cabeza desde que me lo dijo y dispare a quemarropa
-Grampi… ¿Es cierto eso… de que te cogiste a mi mama?
El negro hizo un silencio y me dijo
-Perdóname Dolores, no debería haber dicho eso. Lo dije sin pensar…
Me quede asombrada por su tono afectuoso, acababa de descubrir en ese recio negro un signo de ternura. Había algo en Grampi que lo diferenciaba de tantos chicos que me habían cogido hasta entonces. Aunque con todos había una atracción y un disfrute cuando me clavaban, porque eso era lo que yo me buscaba con el Negro Grampi había sido distinto, me demostró que me cogia para que me agradara. Había sentido con su tremenda pija adentro que no solo me estaban garchando como a la putita del barrio, sino que, además, el macho se estaba gozando a una hembra y eso me hizo sentir importante.
-Descuida, no me molesto que me lo dijeras, solo me sorprendio… ¿te la cogiste?
- ¡Si! Me respondió el negro –mi hermano es camionero en la fábrica y ahí conoció a tu mama y se la trajo a casa con un peón. Cuando llegue a casa ella estaba con la pija de mi hermano en la concha y la del peón en la boca. Debieron haber estado bebiendo porque estaban absolutamente desinhibidos. Mi hermano me invito y cuando ellos se vaciaron los huevos en ella, riéndose mi hermano le conto a tu mama que tenía una buena pija me dijo que la sacara, como yo estaba muy caliente la saque ya parada y se la mostré a tu madre. Bueno… creo que a ella le pareció una buena oferta y me dejo darle una buena cogida.
No dije nada, casi estábamos saliendo del pastizal que circundaba el rio. Iba mirando el piso, entonces note que el brazo del negro pasaba por sobre mis hombros y percibí el calor de sus fuertes brazos, instintivamente me acurruque a él y nuestras bocas se fundieron en un beso nuevo para mí, un beso que transmitía innumerables sensaciones en mi cuerpo caliente al imaginar a mi madre usada por este chico pletórico de hormonas masculinas que lo hacía implacable ante una bombacha mojada.
Desee fervientemente que el muchacho me tirara ahí mismo y me entregara su pija de burro. Yo deseaba al negro con locura.
Abrazado a mí el negro Grampín me pidió que al día siguiente vaya a su casa a dormir con él.
Le sonreí, le dije que sería hermoso eso, pero que mi madre no lo aceptaría.
-Yo lo arreglo me dijo.
Luego del colegio, vine inmediatamente para casa, Mama llego cuando estaba terminando las tareas del colegio.
Me dijo en cuanto llego que debía irse nuevamente al velorio de un gerente de la empresa y que volvería tarde.
Mama se fue, y a los pocos minutos llego el negro Grampín, me dio un beso y me dijo
-Todo arreglado gordita culera, mama esta noche no viene a casa
-Como sabias lo del velorio, pregunte intrigada.
-Jajaja, que velorio chiquita… tu mami fue sacarle la leche a mi hermano y a otros dos de la fábrica. Le van a hacer la fiestita.
Me quede con la boca abierta.
La situación parece que exacerbaba la calentura del muchacho que traía su bragueta con un bulto prominente.
Yo también sentí los ardores propios de la situación y sentía la concha empapada y los pezones calientes.
El negro me levanto como a una pluma me puso en sus hombros y me llevo por la casa buscando una cama donde cogerme, encontró la cama mía y en ella me dio la primera cogida de esa noche.
Como en el rio, me masacro a pijazos me saltaba encima mandándomela a guardar hasta sus huevos empujo mi piernas poniéndolas al costado de mi cabeza dejándome totalmente expuesta a sus bombeos.
Me pasaba toda la lengua por la cara y no cesaba de decirme que me iba a dejar la concha abierta. Las embestidas se hicieron cada vez más duras, fue tanta la presión en mi cachucha que me saco dos o tres sonoros pedos
Eso volvió loco al negro, me saco la pija y de los pelos me dio vuelta volcándome de boca en la cama
-Gorda pedorra, así que quieres que tape el orto. Te voy a dejar el culo como una boca de payaso puta.
Me empezó a nalguear, diciéndome las más abyectas cualidades.
Yo tenía mucho miedo porque el negro estaba fuera de sí.
Lo sentí abriéndome la zanja y escupiéndome el culo, se me coloco encima y comenzó a morder mi nuca.
Casi llorando de miedo le pedí:
-Negrito, amor, por favor rómpemelo despacito, perdóname por el pedo, te prometo que no me vuelvo a cagar cuando me estés cogiendo. Se buenito. A mí me duele mucho cuando me hacen la cola y tu verga es muy grande. No me hagas llorar.
Mi ruego en lugar de suavizar la situación la empeoro
El negro me clavo la mitad de su choto de un solo golpe, grite enloquecida pero el comenzó a bombearme. Yo lloraba a gritos y le pedía que no me rompiera más el culo, pero a cada grito me daba más duro.
Más de media hora estuvo haciéndome saber que a él le encantaba romperle bien el culo a las putitas fáciles.
Bien en el fondo de mis tripas sentí las descargas de él.
Esa noche cogimos hasta la madrugada.
Nos despertamos a media mañana cuando escuchamos la puerta de casa. El negro se vistió rápido y yo me puse una remera que me cubría hasta la mitad de la cola. En la sala el negro se encontró con mama, dije
-Hola Mami, Él es Grampi me vino a traer un libro que le preste.
El negro la saludo muy respetuosamente.
Mama, se fue como en shock camino hacia su cuarto, con El negro notamos un raro andar, era una perceptible renguera.
Acompañe al negro a la calle y nos besamos tiernamente. Estaba pensando que ese negro no iba a pasar tan pronto por mi vida.
Me estaba enamorando de el.
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