Al principio las pláticas eran de las actividades del día, los quehaceres de la casa entre muchas cosas, pero poco a poco se va haciendo la plática más en confianza, como que era casada pero con problemas con su marido, que tenía 3 hijos, muy cansada de las labores del hogar, que estaba a punto de cumplir los 52 años, que se llamaba Antonia y así hasta que por fin, despúes de un buen rato de amistad en el chat nos dimos nuestros respectivos números de teléfonos.
Todo rayaba en la normalidad, hasta que una noche por el chat nuestras pláticas comenzaron a subir de tono ya que me decía que se sentía mal pues su marido ya ni la veía pues seguramente en sus viajes de trabajo seguramente tenía "otras viejas". No recuerdo cómo es que fue subiendo de tono la plática el chiste es que me terminó diciendo que se masturbaba muy seguido pues necesitaba el contacto con un hombre. Sin pensar que un día lo ibamos a hacer realidad, le dije que contara conmigo para lo que se le ofreciera.
A la mañana siguiente llegué más temprano a la oficina donde laboro y un poco dudoso me atreví a marcarle, pude notar por su tono de voz que la desperté, pero lejos de mandarme al carajo, le dio gusto que le llamara y la despertara, le dije que cómo estaba, sin embargo, yo le decía en referencia a su estado de ánimo a lo que me respondió que únicamente cn su bata de dormir. Esa respuesta activo en mi la lujuria y ya algo descarado comencé a cachondearla diciendole que imaginara que estaba a su lado desnudito y preparándonos para echarnos el mañanero.
Su voz s escuchaba sumamente seductora al decirme que se imaginaba tendida en su cama con las piernas abiertas recibiendo mis embestidas y ambos bañados en sudor. Atiné a decirle que mientras hablabamos se tocara su puchita y me fuera diciendo en primer lugar si tenía vellitos o se los quitaba y despues cómo se le iba mojando.
Con lujos de detalle me dijo que no se depilaba, únicamente se rasuraba los vellos que le salían casi sobre las ingles y que quedaban fuera de sus calzones, me dijo que sus dedos frotaban lentamente su clitoris y que su panocha estaba cada vez más mojada.
Pude percibr que su respiración era cada vez más agitada y yo pegado a mi teléfono pues ya comenzaban a llegar compañeros de trabajo y mis piernas estaban súper apretadas tratando de calmar la erección que emanaba liquido abudantemente.
Por si fuera poco, le dije que se pusiera de su panocha la bocina del teléfono para poder escuchar la frotación que se hacía y juro que efectivamente escuché el ritmo de su mano y ese peculiar sonido que emite una vagina empapada de lubricante y sudor.
Esa vez ya no terminamos nuestra plática pues solo alcancé a escuchar un gemido ahogado y, por lo que despues me dijo, se le cayó el teléfono al piso y se cortó la llamada.
Discretamente y con la cara encendida de calor me dirigí al baño y con solo dos o tres jalones que me dí me vine pensando en mi amiga Toña.
Esa fue solo la primera de varias llamadas cachondas que tuvimos, mismas que se volvieron tradicionales y alcanzaron su climax en una encerrona que nos dimos en un hotelito de paso del Edo Mex, pero de eso, les cuento luego.