Se levantó y se dijo a sí misma que debía remontar la tarde. De repente le invadió una de sus perversiones más profundas, sintió un cosquilleo en la entrepierna y sus pezones se endurecieron de forma sutil. Hacía tiempo que tenía en mente investigar el mundo de los contactos en internet, en alguna de esas páginas que te permiten hacer un perfil con algunas fotos y chatear con desconocidos sobre temas que escandalizan a cualquiera y, aquella tarde gris y mojada parecía ideal. Con algo de ansiedad y escalofríos se acercó a la cocina y se sirvió un zumo de naranja con una cucharadas de miel junto con un sandwich de jamón con unas hojas de lechuga, tenía una larga tarde delante del ordenador y debía cuidar su estómago.
La casa era grande, tenía una sola habitación grande y un piso superior de media planta al que se accedía con una escalera de caracol que empezaba junto al sofá. Delante del sofá tenía la televisión y detrás una ventana de 5×5 metros que daba al paisaje urbano de Barcelona. Las cosas le iban bien en la empresa y trabajaba desde casa en su estudio del piso superior enfrente de su dormitorio. Tras salir de la cocina americana desde la que se veía todo el salón, subió las escaleras y se sentó delante del ordenador.
Las tripas se le tensaron y un escalofrío le recorría el cuerpo centímetro a centímetro desde los pies hasta su sexo, su espalda, sus pezones, estaba en una de aquellas ocasiones en las que iba a ceder el control a la Katy putón que llevaba dentro y eso la excitaba y le creaba una ansiedad placentera producto de la espectación y del líbido.
Se registró en una de esas páginas de perfiles y colocó algunas de sus fotos más íntimas para llamar la atención. Tras unos minutos conectada empezó a recibir chats de hombres que le decían cosas obscenas y le pedían sexo directo sin ningún pudor. Estaba claro que ninguno de ellos iba a pisar su casa aunque la idea de invitar a un desconocido, atarse a la cama y dejarle el control la excitaba muchísimo, pero sabía que no podía traspasar ciertos límites debido a que la gente estaba muy loca. Poco a poco y tras ir leyendo conversaciones, mirar fotos de perfil y chatear sobre temas prohibidos se sorprendió a ella misma cuando su mano izquierda poseída por Katy putón empezó a rozar sutilmente su entrepierna.
Llevaba puesta una camisa blanca de pijama con un tanga negro de encaje, le gustaba ir sin mucha ropa por la casa ya que estaba calentita, a gusto y no necesitaba más. Su melena rubia acariciaba su espalda mientras poco a poco iba apoyándose relajada cada vez más en la silla del ordenador. Debido a una fuerza superior a ella se le abrieron las piernas mientras se acariciaba el clítoris descaradamente. Era inevitable, estaba cachonda. Tantas conversaciones sutiles la habían exaltado y Katy putón no perdonaba. Pero no quería acabar así, estaba arta de masturbarse hasta altas horas de la mañana, o de llevarse a casa a desconocidos después de cerrar los bares. Necesitaba más, algo diferente, algo distinto, exótico. De repente se ruborizó al pensarlo y un escalofrío le recorrió los pelos de la nuca.
-Céntrate Katy- se dijo a sí misma. Cerró la página del chat junto con todas las conversaciones, se incorporó en la silla, cerró las piernas y se dispuso a buscar, necesitaba cosas nuevas y el chat no la llenaba.
Continuará…
Deseando estoy ya de escuchar la continuación, me tienes intrigadísimo
En la web eroticbox.es puedes encontrar la segunda parte, de todas formas iremos colgando aquí todas las entregas, me alegro de que te haya gustado.