Me levante con la sabana miré por una ventana y había un jardín inmenso, no había nadie, sentí sus manos tomandome por la cintura.
-espias, muñequita... Vamos a jugar un rato-susurró a mi oído y me arrastró a la cama, quito la sabana y se montó en mi vientre, su cabello negro caía en mechones y miró mi cara, me sentí asustada y el rió, su timbre de voz era peculiar pero era seductor.
Tomó mis manos y las ató a la cabecera, besó mi boca y me volteo boca abajo.
-ponte de rodillas-me ordenó no lo hice, escuche bajarse el pantalón y me soltó una fuerte nalgada, grite de dolor, subió a la cama y enfiló su miembro en mi vagina una vez dentro tomó mi cadera y empezó a estrujarme.
-mi hermosa penetrandote así es el cielo, eres muy rica mi putita-dijo, eso hizo sonrojarme, y empezó a ser más salvaje.
Salió de mi, me desato y me tomó de la mano llevandome a la regadera cayó agua fría y grite, me atrajo a su pecho abrazandome.
-te tienes que bañar-me pusó shampoo en el cabello y empezó a tallar mi cabello, no me dejaba hacerlo.
-porque lo haces?-pregunté.
-me gustas, y porque eres mía Alix, anoche te hice mía y ningún hombre puede cambiarlo.
-había chicas más hermosas en ese lugar-dije agachando la mirada.
-si pero tu eres más dulce, inocente, más hermosa, o sientes que no lo eres?-preguntó, asentí, toda mi vida había sido el patito feo. Me soltó una cachetada, empece a llorar. Todo era nuevo y doloroso.-eres hermosa, y eres una bella joya para mi, además tus lagrimas son hermosas-dijo, lamió mis ojos hasta la comisura de mi boca, todo era excitante.
En ese momento me sentí atraída por
Jay.
Continuará